lunes, 16 de mayo de 2016

5 revelaciones sorprendentes del “tercer secreto” de Fátima En el 2000, el entonces cardenal Joseph Ratzinger explicó los signos y los símbolos de las apariciones marianas


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El 13 de mayo es el 99° aniversario de las apariciones marianas en Fátima, en Portugal. Durante todo el siglo pasado, individuos de todas partes del mundo han elaborado teorías para descifrar el mensaje oculto en los “tres secretos” de Fátima, pero sor Lucía dijo que la interpretación pertenecía no al vidente, sino a la Iglesia. Toca a la Iglesia interpretar los diversos signos y símbolos de Nuestra Señora de Fátima para ofrecer a los fieles una guía clara en la comprensión de lo que Dios quiere revelar.
La Iglesia hizo exactamente esto en el 2000, cuando el entonces cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, escribió un largo comentario-interpretación a nivel teológico del famoso “tercer secreto”. Al cardenal se le encargó que aclarara los signos y símbolos que se encontraban en las visiones de la Virgen, e hizo algunos descubrimientos extraordinarios.
Aquí cinco revelaciones sorprendentes que se desprenden del “tercer secreto” de Nuestra Señora de Fátima tal y como lo interpretó el cardenal Ratzinger (ahora papa emérito Benedicto XVI).
¡Penitencia, penitencia, penitencia!
  1. “La palabra clave de este “secreto” es el triple grito: “¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!”. Nos vuelve a la mente el inicio del Evangelio: paenitemini et credite evangelio (Mc 1, 15). Comprender los signos del tiempo significa: comprender la urgencia de la penitencia – de la conversión – de la fe. Esta es la respuesta correcta al momento histórico, que está caracterizado por grandes peligros, los cuales serán delineados en las imágenes sucesivas”.
El mensaje central de Nuestra Señora de Fátima era “Penitencia”. Ha querido recordar al mundo la necesidad de alejarse del mal y de reparar los daños provocados por nuestros pecados. Esta es la “clave” para comprender el resto del “secreto”. Todo gira en torno a la necesidad de penitencia.
Nosotros hemos forjado la espada de fuego
  1. “El ángel con la espada de fuego a la izquierda de la Madre de Dios recuerda imágenes análogas del Apocalipsis. Este representa la amenaza del juicio, que se cierne sobre el mundo. La perspectiva que el mundo podría ser carbonizado en un mar de llamas, hoy no parece ya que sea una pura fantasía: el hombre mismo ha preparado con sus inventos la espada de fuego. La visión muestra después la fuerza que se contrapone al poder de la destrucción — el esplendor de la Madre de Dios, y, procedente en cierto modo de ello, la llamada a la penitencia”.
Esta parte de la aparición tiende a ser la más angustiosa. Parece que Dios puede destruirnos a todos con una “espada de fuego”.
Pero el cardenal Ratzinger, sin embargo, subraya que la “espada de fuego” sería algo que creamos nosotros (como la bomba atómica) más que un fuego que desciende del cielo. La buena noticia es que la visión afirma que la espada de fuego se extingue al contacto con el esplendor de la Virgen, en conexión con la llamada a la penitencia. La Virgen tiene la última palabra, y su esplendor puede detener cualquier cataclisma.
El futuro no está grabado en piedra
  1. “Se subraya la importancia de la libertad del hombre: el futuro no está de hecho determinado de modo inmutable, y la imagen, que los niños vieron, no es un film anticipado del futuro, del que nada podría ser cambiado. Toda la visión sucede en realidad sólo para apelar a la libertad humana, para encaminarla en una dirección positiva… El sentido de la visión … es… el de movilizar las fuerzas del cambio al bien”.
Contrariamente a la convicción popular, las intensas visiones ofrecidas por Nuestra Señora de Fátima no son una previsión de lo que sucederá. Son una previsión de lo que podría suceder si no respondemos al llamamiento a la penitencia y a la conversión del corazón que la Virgen hace. Tenemos aún nuestro libre albedrío, y se nos exhorta a usarlo por el bien de toda la humanidad.
La sangre de los mártires es semilla de la Iglesia
  1. “La conclusión del ‘secreto’… es una visión consoladora, que quiere hacer permeable al poder curador de Dios una historia de sangre y lágrimas. Los ángeles recogen bajo los brazos de la cruz la sangre de los mártires y riegan así las almas, que se acercan a Dios… Como por la muerte de Cristo, de su costado abierto, nació la Iglesia, así la muerte de los testigos es fecunda para la vida de la Iglesia. La visión de la tercera parte del ‘secreto’, tan angustiosa al principio, se concluye con una imagen de esperanza: ningún sufrimiento es vano, y precisamente una Iglesia sufriente, una Iglesia de mártires, se convierte en signo indicador para la búsqueda de Dios por parte del hombre”
Es verdad que la visión contiene mucho sufrimiento, pero no es en vano. La Iglesia puede tener que sufrir mucho en los años venideros, y esto puede no ser una sorpresa. La Iglesia ha vivido la persecución desde la crucifixión, y nuestro sufrimiento en la época actual producirá efectos positivos solo en el futuro.
Tened valor, yo he vencido al mundo
  1. “‘Mi Corazón Inmaculado triunfará’. ¿Qué significa? El Corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que las armas de todo tipo … El maligno tiene poder en este mundo … tiene poder porque nuestra libertad se deja continuamente separar de Dios. Pero… la libertad para el mal no tiene la última palabra. Desde entonces vale la palabra: ‘En el mundo tendréis tribulaciones, pero ánimo, yo he vencido al mundo’ (Jn 16, 33). El mensaje de Fátima nos invita a confiar en esta promesa”
Para concluir, el “secreto” de Fátima nos da esperanza en este mundo lacerado por el odio, por el egoísmo y por la guerra. Satanás no triunfará, y sus planes malvados serán obstaculizados por el Corazón Inmaculado de María. Podrá haber sufrimiento en el futuro próximo, pero si nos agarramos a Jesús y a Su Madre saldremos victoriosos.

El significado de los 7 dones del Espíritu Santo. ¡Católico, toma nota!


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© Waiting For The Word / Flickr




  1. Sabiduría: Es el don de entender lo que favorece y lo que perjudica el proyecto de Dios. Él nos fortalece nuestra caridad y nos prepara para una visión plena de Dios. El mismo Jesús nos dijo: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros” (Mt 10, 19-20). La verdadera sabiduría trae el gusto de Dios y su Palabra.
  1. Entendimiento: Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios. Mediante este don, el Espíritu Santo nos permite escrutar las profundidades de Dios, comunicando a nuestro corazón una particular participación en el conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios. El Señor dijo: “Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh” (Jer 24,7).
  1. Consejo: Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de saber orientar y escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso. Sobre Jesús reposó el Espíritu Santo, y le dio en plenitud ese don, como había profetizado Isaías: “No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra” (Is 11, 3-4).
  1. Ciencia: Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por este don el Espíritu Santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros, pues “nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1Co 2, 11).
  1. Piedad: Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad de Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría. Si Dios vive su alianza con el hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su vez, se siente también invitado a ser piadoso con todos. En la Primera Carta de San Pablo a los Corintios escribió: “En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema es Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo” (1Co 12, 1-3).
  1. Fortaleza: Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades del día a día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fe. Recordemos el valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones. Los que tienen ese don no se amedrentan frente a las amenazas y persecuciones, pues confían incondicionalmente en el Padre. El Apocalipsis dice: “No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados, y sufriréis una tribulación de diez días. Manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Ap 2,10).
  1. Temor de Dios: Este don nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y en la sumisión a su voluntad, apartándonos de todo lo que le pueda desagradar. Por eso, Jesús siempre tuvo cuidado en hacer en todo la voluntad del Padre, como Isaías había profetizado: “Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh” (Is 11,2).

El Espíritu Santo ayudó a San Juan Pablo II con las matemáticas y empezó una gran devoción


San Juan Pablo II. Foto: L'Osservatore Romano.
San Juan Pablo II. Foto: L'Osservatore Romano

ROMA,  (ACI).- En su primer encuentro con la Renovación Carismática Católica, en enero de 1980, San Juan Pablo II les confió que el Espíritu Santo le ayudó en sus dificultades con las matemáticas cuando era adolescente, en lo que consideró su “propia iniciación espiritual”.
“Cuando era un escolar, de alrededor de 12 o 13 años, a veces tenía dificultades en mis estudios, particularmente con las matemáticas. Mi padre me dio un libro de oración, lo abrió en una página y me dijo ‘aquí tienes la oración al Espíritu Santo. Debes rezar esta oración cada día de tu vida’”, les dijo el Papa, según cita la Renovación Carismática Católica en su sitio web.
“Sigo obediente a este mandamiento que mi padre me dio”, señaló el santo polaco quien hasta el final de su vida rezó a diario la plegaria sugerida por su padre, el himno Ven Espíritu Santo Creador. “Esta era mi propia iniciación espiritual”, añadió.
“La situación en el mundo es demasiado peligrosa, muy peligrosa”, dijo, y advirtió del peligro del materialismo, que “es la negación de lo espiritual, y por esto es que necesitamos” de la acción del Espíritu Santo.
Gracias al Espíritu Santo, indicó, “comenzamos de nuevo a vivir, a encontrarnos a nosotros mismos, nuestra identidad, toda nuestra humanidad”.
Esta es la oración que rezó a diario San Juan Pablo II:
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.

Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne,

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén.

V. Envía tu Espíritu y serán creados.
R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos.
Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.

El clavo: una gran experiencia de confesión La confesión...¡Vaya pedazo de sacramento!


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Cada día me sorprende más el inconmensurable poder que tiene hacer una buena confesión. ¡Vaya pedazo de sacramento, querido lector! Libera, limpia, descarga, cura, consuela, alivia tristezas y colma de mil bendiciones sobrenaturales que somos incapaces de ver y sentir, porque el entendimiento del ser humano es limitado y llega solo hasta cierto punto. En cambio, el entendimiento de Dios es perfecto, querido lector… Él siempre ve más allá: lo ve todo y capta hasta el rincón más profundo de nuestro corazón herido.
El otro día supe de un ejemplo claro sobre que le quiero decir. Se trata de la vivencia de una buena amiga quien me confió un misterioso y sorprendente secreto: Isabel* había sido “liberada” de un extraño padecimiento durante una confesión reciente. Mi amiga había vivido desde niña el rechazo de un familiar que la había maltratado mucho. Su sufrimiento había sido atroz, hasta el extremo de verse obligada a romper toda relación con ese familiar hacía la friolera de treinta años. Simplemente, le daba pánico. Mujer de fe, luchaba contra los recuerdos, y, aconsejada por un sacerdote de confianza, luchaba aún más por perdonar a aquel que tanto la había traumatizado. Nada sabía de aquel hombre perverso, y no deseaba verlo nunca más…
“Intente rezar por él y pídale a Dios que le conceda el don del arrepentimiento, pues obviamente el corazón de su pariente es muy malvado… –le aconsejaba el sacerdote–. No obstante, no debe olvidar que Cristo también murió en la Cruz por él. Por ello, ore por él”.
Pero Isabel llevaba muchos años intentándolo y no lo lograba. Su pariente no cambiaba su comportamiento y, desde la lejanía, continuaba calumniándola y odiándola. Mi amiga no entendía el porqué de la maldad hacia ella… Ante la imposibilidad de orar por él, se había acostumbrado, simplemente, a colocarlo en la patena durante cada consagración. “Yo no puedo amarlo ni rezar por él –decía a Jesús durante la Eucaristía–. Pero Tú sí puedes hacerlo por mí”.
Un día, despertó tras haber tenido una desagradable pesadilla en la que aquella alma pervertida la había vuelto a atormentar. Los recuerdos la aterrorizaban y de pronto, sin saber por qué, se sintió terriblemente enfadada. Entonces cogió el teléfono y se desahogó de lo lindo conmigo. ¡Me contó muchas cosas horribles de aquel familiar y percibí mucho rencor y odio en su corazón! Le aconsejé que corriera al confesionario. “No odies a quien te odia –le dije–. Odiar nunca resuelve nada”. Isabel, haciendo de tripas corazón, siguió mi consejo.
Por la tarde me telefoneó, agitada. “¡Me ha sucedido algo muy extraño, y estoy muy feliz!”, dijo. “No te lo vas a creer, pero me parece que hoy Dios ha sanado un dolor muy profundo y muy arraigado en mí”. Entonces me relató que, durante la Confesión (durante la bendición sacerdotal final, para ser exactos), había notado algo sorprendente: sintió como si un clavo traslúcido fuera arrancado de su lengua. “Ha sido una sensación tan rara…, ¡pero tan real! –decía–. Y entonces, cuando regresé a mi banco, ¡sucedió algo más increíble aún! Por primera vez en treinta años, ¡pude rezar por ese familiar! ¡Nunca lo había logrado! Después comulgué y, al sentir la Sagrada Forma en mi boca, noté como si el propio Jesús llegara hasta lo más profundo de mi corazón”.
Desde ese día, y tras esa confesión, Isabel está consiguiendo orar por ese familiar. Jesús, a través de las manos consagradas de ese sacerdote que hizo uso del sacramento de la Confesión, liberó la lengua de Isabel, que, hasta entonces, había sido incapaz de orar por aquel enemigo que tanto la hirió.
Jesús no puede entrar en un corazón lleno de rencor. Tenemos que dejarle espacio… Y el sacramento de la Confesión es, con toda seguridad, la más eficaz escoba de porquería que existe.
Haga la prueba, querido lector. ¡Corra al confesionario! Se dará cuenta de que el peso de las mil piedras que porta la mochila de su alma quedará transformado en un simple, leve y liviano polvo de amor.
*Isabel: nombre ficticio para proteger la verdadera identidad de la persona mencionada
Artículo originalmente publicado por Revista Misión

Texto completo del mensaje del Papa para la Jornada Mundial Misionera



Iglesia misionera, testigo de misericordia

"Queridos hermanos y hermanas:

El Jubileo extraordinario de la Misericordia, que la Iglesia está celebrando, ilumina también de modo especial la Jornada Mundial de las Misiones 2016: nos invita a ver la misión ad gentes como una grande e inmensa obra de misericordia tanto espiritual como material. En efecto, en esta Jornada Mundial de las Misiones, todos estamos invitados a «salir», como discípulos misioneros, ofreciendo cada uno sus propios talentos, su creatividad, su sabiduría y experiencia en llevar el mensaje de la ternura y de la compasión de Dios a toda la familia humana. En virtud del mandato misionero, la Iglesia se interesa por los que no conocen el Evangelio, porque quiere que todos se salven y experimenten el amor del Señor. Ella «tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio» (Bula Misericordiae vultus, 12), y de proclamarla por todo el mundo, hasta que llegue a toda mujer, hombre, anciano, joven y niño.

La misericordia hace que el corazón del Padre sienta una profunda alegría cada vez que encuentra a una criatura humana; desde el principio, él se dirige también con amor a las más frágiles, porque su grandeza y su poder se ponen de manifiesto precisamente en su capacidad de identificarse con los pequeños, los descartados, los oprimidos (cf. Dt 4,31; Sal 86,15; 103,8; 111,4). Él es el Dios bondadoso, atento, fiel; se acerca a quien pasa necesidad para estar cerca de todos, especialmente de los pobres; se implica con ternura en la realidad humana del mismo modo que lo haría un padre y una madre con sus hijos (cf. Jr 31,20). El término usado por la Biblia para referirse a la misericordia remite al seno materno: es decir, al amor de una madre a sus hijos, esos hijos que siempre amará, en cualquier circunstancia y pase lo que pase, porque son el fruto de su vientre. Este es también un aspecto esencial del amor que Dios tiene a todos sus hijos, especialmente a los miembros del pueblo que ha engendrado y que quiere criar y educar: en sus entrañas, se conmueve y se estremece de compasión ante su fragilidad e infidelidad (cf. Os 11,8). Y, sin embargo, él es misericordioso con todos, ama a todos los pueblos y es cariñoso con todas las criaturas (cf. Sal 144.8-9).

La manifestación más alta y consumada de la misericordia se encuentra en el Verbo encarnado. Él revela el rostro del Padre rico en misericordia, «no sólo habla de ella y la explica usando semejanzas y parábolas, sino que además, y ante todo, él mismo la encarna y personifica» (Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia, 2). Con la acción del Espíritu Santo, aceptando y siguiendo a Jesús por medio del Evangelio y de los sacramentos, podemos llegar a ser misericordiosos como nuestro Padre celestial, aprendiendo a amar como él nos ama y haciendo que nuestra vida sea una ofrenda gratuita, un signo de su bondad (cf. Bula Misericordiae vultus, 3). La Iglesia es, en medio de la humanidad, la primera comunidad que vive de la misericordia de Cristo: siempre se siente mirada y elegida por él con amor misericordioso, y se inspira en este amor para el estilo de su mandato, vive de él y lo da a conocer a la gente en un diálogo respetuoso con todas las culturas y convicciones religiosas.

Muchos hombres y mujeres de toda edad y condición son testigos de este amor de misericordia, como al comienzo de la experiencia eclesial. La considerable y creciente presencia de la mujer en el mundo misionero, junto a la masculina, es un signo elocuente del amor materno de Dios. Las mujeres, laicas o religiosas, y en la actualidad también muchas familias, viven su vocación misionera de diversas maneras: desde el anuncio directo del Evangelio al servicio de caridad. Junto a la labor evangelizadora y sacramental de los misioneros, las mujeres y las familias comprenden mejor a menudo los problemas de la gente y saben afrontarlos de una manera adecuada y a veces inédita: en el cuidado de la vida, poniendo más interés en las personas que en las estructuras y empleando todos los recursos humanos y espirituales para favorecer la armonía, las relaciones, la paz, la solidaridad, el diálogo, la colaboración y la fraternidad, ya sea en el ámbito de las relaciones personales o en el más grande de la vida social y cultural; y de modo especial en la atención a los pobres.

En muchos lugares, la evangelización comienza con la actividad educativa, a la que el trabajo misionero le dedica esfuerzo y tiempo, como el viñador misericordioso del Evangelio (cf. Lc 13.7-9; Jn 15,1), con la paciencia de esperar el fruto después de años de lenta formación; se forman así personas capaces de evangelizar y de llevar el Evangelio a los lugares más insospechados. La Iglesia puede ser definida «madre», también por los que llegarán un día a la fe en Cristo. Espero, pues, que el pueblo santo de Dios realice el servicio materno de la misericordia, que tanto ayuda a que los pueblos que todavía no conocen al Señor lo encuentren y lo amen. En efecto, la fe es un don de Dios y no fruto del proselitismo; crece gracias a la fe y a la caridad de los evangelizadores que son testigos de Cristo. A los discípulos de Jesús, cuando van por los caminos del mundo, se les pide ese amor que no mide, sino que tiende más bien a tratar a todos con la misma medida del Señor; anunciamos el don más hermoso y más grande que él nos ha dado: su vida y su amor.

Todos los pueblos y culturas tienen el derecho a recibir el mensaje de salvación, que es don de Dios para todos. Esto es más necesario todavía si tenemos en cuenta la cantidad de injusticias, guerras, crisis humanitarias que esperan una solución. Los misioneros saben por experiencia que el Evangelio del perdón y de la misericordia puede traer alegría y reconciliación, justicia y paz. El mandato del Evangelio: «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado» (Mt 28,19-20) no está agotado, es más, nos compromete a todos, en los escenarios y desafíos actuales, a sentirnos llamados a una nueva «salida» misionera, como he señalado también en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium: «Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio» (20).

En este Año jubilar se cumple precisamente el 90 aniversario de la Jornada Mundial de las Misiones, promovida por la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe y aprobada por el Papa Pío XI en 1926. Por lo tanto, considero oportuno volver a recordar la sabias indicaciones de mis predecesores, los cuales establecieron que fueran destinadas a esta Obra todas las ofertas que las diócesis, parroquias, comunidades religiosas, asociaciones y movimientos eclesiales de todo el mundo pudieran recibir para auxiliar a las comunidades cristianas necesitadas y para fortalecer el anuncio del Evangelio hasta los confines de la tierra. No dejemos de realizar también hoy este gesto de comunión eclesial misionera. No permitamos que nuestras preocupaciones particulares encojan nuestro corazón, sino que lo ensachemos para que abarque a toda la humanidad.

Que Santa María, icono sublime de la humanidad redimida, modelo misionero para la Iglesia, enseñe a todos, hombres, mujeres y familias, a generar y custodiar la presencia viva y misteriosa del Señor Resucitado, que renueva y colma de gozosa misericordia las relaciones entre las personas, las culturas y los pueblos”.

Vaticano, 15 de mayo de 2016, Solemnidad de Pentecostés

FRANCISCUS

Lady Gaga: También los famosos somos pecadores y perdonados por Dios Interesante diálogo entre la cantante y la red Catholic-Link en Instagram

Hace algunas horas Lady Gaga publicó en su cuenta de Instagram una respuesta conmovedora a una publicación que hicimos en la versión en inglés de Catholic-Link.
Me ha parecido una buena idea traducirles el contenido del screenshot que Lady Gaga publicó y la respuesta de la cantante porque este repentino diálogo podría ser una ocasión muy linda para entrar en una conversación sana y respetuosa sobre la fe y la importancia de la coherencia en la vida cristiana.
La publicación de la cual Lady Gaga sacó un screenshot lleva como título: De Lady Gaga a Steph Curry, 5 cosas a tener en cuenta cuando los famosos comparten su fe, y la publicamos porque recientemente Lady Gaga publicó una foto de un cura, donde hablaba muy bien de él y además mencionaba una parte de la homilía donde el cura había hablado de la Eucaristía.
El post fue escrito por nuestra editora, Becky Roach, y no tenía como objetivo ofender ni despreciar el bonito gesto de la cantante.
Todo lo contrario – y lo pueden leer -, es un esfuerzo por ayudar a los católicos a tener una mirada equilibrada y positiva con respecto a este tipo de gestos, una invitación a valorar el hambre de Dios que existe en el mundo de la fama, y una advertencia para no olvidar que también son seres humanos frágiles y debemos rezar por ellos.
Screenshot subido por Lady Gaga a Instagram
Screenshot subido por Lady Gaga a Instagram

Lady Gaga publicó la siguiente parte de nuestro artículo: “Entonces, ¿qué debe hacer un católico en estas situaciones? Muchas celebridades comparten pasajes de la Biblia, citan a sacerdotes, y cantan música cristiana mientras al mismo tiempo tienen un estilo de vida mundano (propio de Hollywood) alejado de valores cristianos como la modestia y la pureza. Hay algunos, sin embargo, como Steph Curry, que sobre la fe hacen algo más que solo publicar un Tweet o un status de Facebook”.
En otras palabras, nuestra editora, como mamá de 5 niños que ven programas de televisión y siguen a varios cantantes famosos, no hace otra cosa sino pedirles coherencia a las celebridades que quieren transmitir o manifestar su fe en público.
Especialmente cuando hablamos de Lady Gaga y algunos de sus videos, explícitamente blasfemos, este comentario es duro pero muy atinado.

La cantante respondió de esta manera en su Instagram: “Querida Becky Roach, María Magdalena lavó los pies de Cristo y fue protegida y amada por Él. ¡Una prostituta! Alguien a quien la sociedad mira con vergüenza como si ella y su cuerpo fueran el basurero de un hombre. Él la amó y no la juzgo.Él la dejó llorar sobre él y secar sus pies con los cabellos de una ramera. Nosotros no somos solo “celebridades”, somos seres humanos y pecadores, hijos, y nuestras vidas no están vacías de valores porque luchamos. Nosotros somos igualmente perdonados como nuestros prójimos. Dios no cambia según las tendencias, y su perdón no hace distinción entre creyentes“.
Confieso que es uno de los textos más hermosos que jamás le he oído decir a una persona famosa. Me siento incluso conmovido y halagado de que estas palabras las esté dirigiendo a Catholic-Link.
Si lo que dijo ha sido auténtico – y lo creo – entonces hay un gran valor en el alma de esta mujer y una experiencia de la misericordia y del amor de Dios muy tierna.
Por otro lado, no creo que el artículo de Becky haya tratado de juzgarla o cerrarle las puertas del perdón de Dios. Al contrario, Becky le describe el siguiente paso: la coherencia de vida. ¡Y es que lo mismo hizo Jesús, Lady Gaga!
Cuando María Magdalena fue salvada de ser apedreada y levantó los ojos para ver al hombre que la había defendido… ¿qué fue lo que le dijo Jesús, lo recuerdas? “Ve y no peques más”.
Lo mismo le pide Jesús a cada cristiano por más pecador, famoso, pobre o rico que sea… (y para lograrlo nunca nos abandona). La misericordia no está reñida con la corrección fraterna, todo lo contrario, la corrección forma parte de la misericordia.
Por último, dentro de pocos días le responderemos a Lady Gaga con un carta pública. Les pido oraciones, este diálogo pueda dar muchos frutos.

ACTUALIZACIÓN (1 hora después)
Les comparto nuestra respuesta a Lady Gaga en Instagram, decimos: “Querida Lady Gaga, tu captura de pantalla era sólo una parte del artículo y nuestra intención nunca fue juzgarte. El artículo es un esfuerzo por ofrecer una visión equilibrada y positiva de este tipo de expresiones de fe, fue una invitación a valorar el hambre de Dios que existe en el mundo de la fama, y fue un recordatorio de que las celebridades, como nosotros, son frágiles y nos toca rezar por ellas antes que juzgarlas. Dicho esto, lo que escribiste es realmente hermoso. Es uno de los mensajes más conmovedores que hemos leído. Estaremos rezando para que la experiencia de la misericordia de Dios siga creciendo en tu corazón y traiga muchos frutos para ti, para las personas que amas, y para todos tus seguidores”.
Captura de pantalla del Instagram de Catholic-Link
Captura de pantalla del Instagram de Catholic-Link
Artículo originalmente publicado por Catholic Link

Papa en Santa Marta: El Espíritu Santo hace cristianos reales, no cristianos “de salón”

Durante su homilía de este lunes en Casa Santa Santa Marta, el Papa advirtió que para algunos cristianos el Espíritu Santo es un completo desconocido, un prisionero de lujo.

Francisco repitió que el Espíritu Santo es el que mueve la Iglesia y el que hace que todo cristiano sea un persona distinta. Sabe hacer de todo, dijo el Papa, menos una cosa.

FRANCISCO
"El Espíritu Santo no sabe hacer sólo una cosa: cristianos de salón. ¡Eso no lo sabe hacer! No sabe hacer ‘cristianos virtuales’, no virtuosos. Él hace cristianos reales, Él toma la vida real como es, con la profecía del leer los signos de los tiempos, nos lleva adelante así. Es el gran prisionero de nuestro corazón. Decimos: ‘es la tercera Persona de la Trinidad’ y nos quedamos en eso…”

El Papa pidió que en la semana que termina con la fiesta de Pentecostés los cristianos piensen y se dirijan al Espíritu Santo.

EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)

«El Espíritu Santo es el que mueve a la Iglesia, el que trabaja en la Iglesia, en nuestros corazones. El que hace que todo cristiano sea una persona distinta de la otra, pero de todos juntos hace la unidad. El que lleva adelante, abre de par en par las puertas y te envía a dar testimonio de Jesús. Escuchamos al comienzo de la Misa: ‘Recibirán al Espíritu Santo y serán mis testigos en el mundo’.

El Espíritu Santo es el que está en nosotros y nos enseña a mirar al Padre y a decirle: ‘Padre’. Nos libra de la condición de huérfano a la que el espíritu del mundo nos quiere llevar».

«Pero nosotros, en nuestra vida, tenemos en el corazón al Espíritu Santo, como a un ‘prisionero de lujo’: no dejamos que nos impulse, no dejamos que nos mueva. Hace todo, sabe todo, sabe recordarnos qué ha dicho Jesús, sabe explicarnos las cosas de Jesús. El Espíritu Santo no sabe hacer sólo una cosa: cristianos de salón. ¡Eso no lo sabe hacer! No sabe hacer ‘cristianos virtuales’, pero no virtuosos. Él hace cristianos reales, Él toma la vida real como es, con la profecía del leer los signos de los tiempos, nos lleva adelante así. Es el gran prisionero de nuestro corazón. Decimos: ‘es la tercera Persona de la Trinidad’ y nos quedamos en eso…»

«En esta semana de preparación a la Fiesta de Pentecostés, pensemos: ¿creo de verdad? ¿O el Espíritu Santo es sólo una palabra para mí? Y tratemos de hablar con Él y de decirle: ‘Sé que estás en mi corazón, que estás en el corazón de la Iglesia, que llevas adelante a la Iglesia. Que Tú haces la unidad entre todos nosotros – pero distintos a todos nosotros - en la diversidad de todos nosotros’... Digamos todas estas cosas y pidamos la gracia de aprender – pero en la práctica, en mi vida – qué hace Él. Es la gracia de la docilidad a Él: ser dócil al Espíritu Santo. Esta semana, hagamos esto: pensemos en el Espíritu y hablemos con Él».

Le golpearon hasta derribarle, pero a él le preocupaba la Eucaristía Sucedió en Corea del Sur hace tres años, pero esta imagen sigue impactando


WEB-PRIEST-FALLEN-EUCHARIST-STREET-arist-Photo courtesy of Gangjeong village



Una foto impactante la de este sacerdote, derribado tras haber recibido una golpiza mientras distribuía la comunión, y que se dedicó con las fuerzas que le quedaban a recoger las partículas eucarísticas que habían caído al suelo. La imagen fue tomada por uno de los presentes momentos después del ataque, en la aldea de Gangjeong.
Sucedió en la isla de Jeju (Corea del Sur) el 8 de agosto de 2012, como entonces contó la agencia católica asiática UCAnews: el sacerdote Bartholomew Mun Jung-hyun estaba celebrando una misa a las puertas de una controvertida base naval que el gobierno estaba construyendo en la zona, y que iba a causar un impacto medioambiental muy negativo para las poblaciones locales.
El sacerdote celebraba una misa para los ciudadanos que protestaban contra la obra, y se encontraba distribuyendo la comunión, cuando la policía irrumpió y comenzó a golpear a los presentes, incluyendo al sacerdote, hasta tirarle al suelo. La diócesis de Cheju exigió inmediatamente una disculpa, pues los presentes aseguraron que uno de los policías pisoteó las partículas derramadas por el suelo. La policía negó este acto.
Pero más allá de lo ocurrido, de la brutalidad policial y de las protestas, es el gesto humilde de este sacerdote que, pisoteado y dolorido, no piensa en sí mismo sino en su Señor, lo que toca el corazón. Una imagen que dice más sobre el sacerdocio que mil tratados de teología.

Lunes de la séptima semana del tiempo ordinario


Epístola de Santiago 3,13-18. 

Hermanos:
El que se tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta que sus actos tienen la sencillez propia de la sabiduría.
Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no se vanagloríen ni falten a la verdad.
Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que es terrena, sensual y demoníaca.
Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad.
En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.
Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz.



Salmo 19(18),8.9.10.15. 
La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple.

Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos.

La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos.

¡Ojalá sean de tu agrado
las palabras de mi boca,
y lleguen hasta ti mis pensamientos,
Señor, mi Roca y mi redentor!





Evangelio según San Marcos 9,14-29. 
Cuando volvieron a donde estaban los otros discípulos, los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas.
En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo.
El les preguntó: "¿Sobre qué estaban discutiendo?".
Uno de ellos le dijo: "Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu mudo.
Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron".
"Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuando estaré con ustedes? ¿Hasta cuando tendré que soportarlos? Tráiganmelo".
Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca.
Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que está así?". "Desde la infancia, le respondió,
y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos".
"¡Si puedes...!", respondió Jesús. "Todo es posible para el que cree".
Inmediatamente el padre del niño exclamó: "Creo, ayúdame porque tengo poca fe".
Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más".
El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: "Está muerto".
Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie.
Cuando entró en la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?".
El les respondió: "Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración".




Leer el comentario del Evangelio por : San Cirilo de Jerusalén