martes, 19 de julio de 2016

Dolor y cercanía del Papa por el atentando terrorista en Niza El Papa se une fuertemente al dolor de las familias en luto

El Papa en oración
El Papa En Oración
(ZENIT-Ciudad del Vaticano).-  “Condenando una vez más tales actos, el Papa expresa su profundo dolor y su cercanía espiritual al pueblo francés”. Una nueva tragedia terrorista golpeó el pasado 14 de julio Francia. Esta vez ha sido la ciudad costera de Niza. Una gran multitud estaba reunida para ver los fuegos artificiales por la celebración de la fiesta nacional cuando un camión irrumpió en la calle atropellando a los presentes. El balance es de al menos 80 personas fallecidas y decenas de heridos graves.
El Santo Padre se ha querido estar cerca de las personas que han sufrido la tragedia, enviando un telegrama al obispo de Niza, monseñor André Marceau, firmado por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado. “Mientras Francia estaba celebrando su fiesta nacional, una violencia ciega ha golpeado Niza, causando muchas víctimas, sobre todo niños”, señala el Pontífice en su mensaje.
En el mensaje, el Papa confía a la misericordia de Dios a todos aquellos que han perdido la vida y se une “fuertemente al dolor de las familias en luto”. Del mismo modo se hace cercano a los heridos y a todos aquellos que han contribuido a las tareas de rescate y pide al Señor “sostener a cada uno en esta prueba”. Finalmente implorando a Dios “el don de la paz y de la armonía” manda a Francia la bendición de Dios.
Además, desde la cuenta oficial de Twitter del Santo Padre, ha mandado también un mensaje: “Rezo por las víctimas del atentado en Niza y por sus familiares. Pido a Dios que convierta el corazón de los violentos cegados por el odio”.



En breve publicaremos una nota sobre la Peregrinación a Tierra Santa y fotos. Una experiencia única e inolvidable que hemos podido disfrutar.

Sacerdotes: ¿Es posible vivir sin sexo? El celibato no es no amar a nadie, sino el arte de amar a todos sin poseer a nadie

La Iglesia pide a los sacerdotes que, para dedicarse totalmente a su ministerio, renuncien a mantener relaciones sexuales, a tener una pareja, lo que se llama el celibato. Algunas personas cuestionan que eso sea posible y ante las caídas de algunos curas denuncian hipocresía. ¿Es posible realmente que los sacerdotes nunca practiquen sexo?
El celibato no es el arte de no amar a nadie, es el arte de amar a todos sin poseer a nadie -explica a Aleteia Ignasi Navarri, un sacerdote responsable también del seminario de la diócesis española de Urgel-. Es posible, y muchísimos sacerdotes han vivido y viven con fidelidad este ideal”.
“Los célibes hemos sido llamados por el Señor Jesús a darle al mundo una visión que sobrepasa lo puramente fisiológico, ayudarle a re-comprender aquella opción que nos presentan los que viven en la carne y han vendido la idea de que no es posible vivir sin pareja o  que todos, absolutamente todos los seres humanos están llamados a procrear y engendrar”, añade el sacerdote Juan Ávila.
Para él, “el celibato es un estado de permanente compañía en el Señor, de gozo y plenitud de la existencia, un llamado del Señor, que da toda las fuerza del mundo para trabajar por una causa que nos supera a nosotros mismos y que es más grande que la existencia misma”.
Navarri afirma que “la Iglesia no es hipócrita ni cuando pide el celibato, ni cuando pide la castidad, ni cuando pide vivir en la verdad. La Iglesia pide objetivos máximos”.
Sin embargo, en la vida de cada día ¿cómo logran los curas vivir estos objetivos? “Es importante la experiencia de Jesús en el corazón pues sólo en Él se entiende este estado de vida, sólo en Él dejamos de ser presa voluble de las pasiones desordenadas, de la angustia de la soledad”, responde Ávila.
“Un célibe verdadero nunca es una persona en soledad puesto que conoce perfectamente quién es su Señor, su compañía, aquel a quien ha entregado su vida y con quien siembra  una nueva semilla para erigir el reino de los cielos entre los hombres”, continúa.
El celibato nunca es un estado de abandono, de no oportunidad, de asexualidad, de indiferencia ante el otro, de descompromiso con los demás, de incapacidad de entrega; justo lo contario, en él nos hacemos “todo con todos para ganarlos a todos” y aunque no se sea propiamente una persona consagrada como religioso o sacerdote, sí se es un esposo en Cristo, esposo-célibe”, añade.
El sacerdote Dwight Longenecker, ex-ministro protestante casado dispensado del celibato para ser ordenado en la Iglesia católica, reconoce que el celibato tambén es un reto: “Existen muchas presiones contra el celibato en nuestra sociedad altamente sexualizada”, constata.
“El acceso y la aceptación del “sexo libre” hace que el celibato parezca muy extraño en este contexto –explica-. Además de esto, con la disminución de las vocaciones sacerdotales, más sacerdotes viven el peso creciente de la soledad; y con la esperanza de vida aumentando, la perspectiva de un voto de celibato por el resto de la vida se vuelve una dificultad mayor aún”.
Navarri afirma que para vivir el celibato, es necesario “vivir con intensidad, con ilusión y pasión la propia vocación, mantener la vida de oración y la dirección espiritual, es necesario saberse abstener”, y recuerda que “también los padres y madres de familia tienen que vivir la castidad”.

Basta de tener miedo al fracaso Dios permanece a tu lado aunque no ganes siempre

No me gusta pensar que la vida consista en tener éxito siempre. En no fallar nunca. En ser el primero.
Me conmovió la carta de Yohana Fucks, una profesora argentina, que le escribía al futbolista L. Messi después de la derrota en la final de la Copa América:
“Por favor no renuncies, no les hagas creer a mis alumnos que solo importa ganar y ser primero. No les muestres que por más éxitos que uno coseche en la vida, nunca terminará de conformar a los demás y peor aún, no les hagas sentir que deben vivir para conformar a los otros. Mis alumnos necesitan entender que los más nobles héroes, sin importar si son médicos, soldados, maestros o jugadores de fútbol, son los que brindan lo mejor de sí mismos para el bienestar de otros, aun sabiendo que nadie los valorará más por ello, sabiendo que si lo logra, el triunfo es de todos, pero si falla el fracaso solo será de él, y aun así lo intenta. Pero sobre todo, se tiene heroísmo y hombría, cuando se lucha y superan las pérdidas con coraje y entereza, aun con todo el universo diciéndonos que no vamos a lograrlo. Y un día se encuentran con la mayor de las victorias: ser felices siendo ellos mismos, sin reclamarse cuántos demonios debieron enfrentar para lograrlo.
A veces podemos educar a nuestros hijos a ser los primeros. Y valoramos a los demás por los éxitos logrados. Admiramos al que triunfa, nos compadecemos del que fracasa.
Y sé que Jesús va conmigo en mi misión, pase lo que pase. Me vaya bien o mal. Él está a mi lado. Por eso no quiero educar a nadie en el miedo al fracaso.
El otro día escuchaba de un educador que le decía a un joven: Haz lo que quieras, pero por favor, no te equivoquesComo si con nuestra vida tuviéramos que evitar siempre los fracasos y las pérdidas. Para contentar a otros. Para alegrar a los que nos apoyan. Para consolar al mundo.
Por eso no quiero educar para que no se equivoquen aquellos a los que quiero. No quiero pretender que no cometan errores, que no se ensucien las manos en el barro, que no caigan. No puedo vivir con las manos extendidas sujetando una red que los salve al pie de su trapecio, por si tropiezan y caen, para poder sostenerlos. ¡Qué difícil vivir pensando en no equivocarme, en no caer nunca!
Lo tengo claro: el amor de Jesús permanece en mis derrotas y me muestra cuánto valgo y qué preciosa es mi vida. No hay red que salve mi caída. Pero Él está siempre a mi lado aunque no haya acabado primero la carrera. Aunque no haya logrado lo que deseaba, aquello con lo que soñaba.
Sé que lo que de verdad importa es darlo todo, amar hasta el extremo, sufrir siguiendo una meta. Aunque me accidente, aunque no sea perfecto. Esa actitud me conmueve.

Martes de la decimosexta semana del tiempo ordinario

Libro de Miqueas 7,14-15.18-20. 
Apacienta con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario en un bosque, en medio de un vergel. ¡Que sean apacentados en Basán y en Galaad, como en los tiempos antiguos!
Como en los días en que salías de Egipto, muéstranos tus maravillas.
¿Qué dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de tu herencia? El no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad.
El volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados.
Manifestarás tu lealtad a Jacob y tu fidelidad a Abraham, como juraste a nuestros padres desde los tiempos remotos.



Salmo 85(84),2-4.5-6.7-8. 
Fuiste propicio, Señor, con tu tierra,
cambiaste la suerte de Jacob;
perdonaste la culpa de tu pueblo,
lo absolviste de todos sus pecados;

reprimiste toda tu indignación
y aplacaste el ardor de tu enojo.
¡Restáuranos, Dios, salvador nuestro;
olvida tu aversión hacia nosotros!

¿Vas a estar enojado para siempre?
¿Mantendrás tu ira eternamente?
¿No volverás a darnos la vida,
para que tu pueblo se alegre en ti?

¡Manifiéstanos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación!



Evangelio según San Mateo 12,46-50. 
Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él.
Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte".
Jesús le respondió: "¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?".
Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis hermanos.
Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".



Leer el comentario del Evangelio por : Santa Teresa del Niño Jesús  
«El que hace la voluntad de mi Padre..., ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»