martes, 27 de diciembre de 2016

Los milagros desde el Sagrario

Jesus Eucaristia - es

Ayer me encontré con un amigo.
“Claudio, nos hacemos viejos”.
“Maravilloso”, respondí. “Significa que hemos vivido”.
Me siento contento y quería compartirte esta enorme alegría.  He renovado mis esperanzas de un año estupendo por venir.
Cada año, para estos días, reviso mi vida, lo que hice lo que me falta por lograr. Y hago nuevos planes para el nuevo año.
En el 2017 me he propuesto algo muy sencillo. Pasar más tiempo con Jesús en el sagrario.
Sencillamente hacerle compañía, que no se sienta solo. Para mí cada oratorio donde tienen un sagrario es como la antesala del cielo. Sé que alrededor de cada sagrario hay miles de ángeles custodiándolo, pero a veces se siente solo, faltándole tu amor.
Y yo quiero repetirle una y mil veces “que le quiero”.
¿No has notado que cuando tienes sed y tomas agua refrescante inmediatamente te sientes aliviado? Es lo que me ocurre cuando voy al sagrario. Tengo sed de Dios y al estar allí me parece que entro en un oasis con ríos cristalinos de agua viva.
Este año cumpliré 60. No puedo darme el lujo de buscar teorías para probar si son ciertas, ni ir tras cosas que no son certezas. Nuestra Iglesia, santa, Católica y apostólica, nos ahorra esa búsqueda.
Voy a lo seguro. A los sacramentos, al sagrario.
He visto grandes milagros, he sido testigo, de personas que van a ver a Jesús sacramentado en una capilla, y al día siguiente me cuentan sorprendidas cómo el buen Jesús les ha bendecido.
El próximo año te contaré historias impresionantes del amor de Jesús desde un sagrario.
La verdad, no me avergüenza proclamar al mundo entero que Jesús es mi mejor amigo, un amigo estupendo.  ¿Y yo? No siempre le correspondo. No soy el mejor amigo. Lo sé. Caemos, nos equivocamos. Y Él igual, invariable, siempre con los brazos abiertos:
“Te espero Claudio, ¿cuándo vienes a verme?”
Me sonrío por sus ocurrencias.
Sólo estar allí con Él es una maravilla.
Te quiere, te busca. Te ama. Te llena de gracias. Te contagia su alegría.
En el 2017 nos vemos con Jesús en el sagrario.
…………
¿Puedo pedirte un favor? Cuando lo visites dile: “Jesús, Claudio te manda saludos”.
Me encanta arrancarle una sonrisa. Que sepa que lo amamos.

Fiesta de san Juan, apóstol y evangelista


Epístola I de San Juan 1,1-4. 

Queridos hermanos:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos.
Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa.

Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12. 
¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son

la base de su trono.
Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia

y todos los pueblos contemplan su gloria.
Nace la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor

y alaben su santo Nombre.



Evangelio según San Juan 20,2-8. 
El primer día de la semana, María Magdalena corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.