miércoles, 13 de diciembre de 2017

Oración a santa Lucía, protectora de los ojos y de la vista


Para rezar con confianza y fe

Tú preferiste que tus ojos fueran arrancados
en lugar de negar la fe y contaminar tu alma.
Y Dios, a través de un milagro extraordinario,
los reemplazó con otro par de ojos perfectos
para recompensar vuestra virtud y fe,
designándote como la protectora contra las enfermedades de la vista.

– Nombrar aquí su intención –
Oh, apreciada santa Lucía,
vengo a ti para que protejas mi vista y sanes la enfermedad en mis ojos.

Ayúdame a conservar la luz de mis ojos
para que puedan ver las bellezas de la creación,
el resplandor del sol, el color de las flores y la sonrisa de los niños.

Preserva también los ojos de mi alma, la fe,
a través de la cual puedo conocer a mi Dios,
entender Sus enseñanzas,
reconocer Su amor por mí,
y a nunca perder el camino que me lleva a donde tú,
santa Lucía, te encuentras en compañía de los ángeles y los santos.

Oh, santa Lucía, protege mis ojos y conserva mi fe.
Amén.

Miércoles de la segunda semana de Adviento


Libro de Isaías 40,25-31. 

Dice el Santo:
"¿A quién me van a asemejar, para que yo me iguale a él?" .
Levanten los ojos a lo alto y miren: ¿quién creó todos estos seres? El que hace salir a su ejército uno por uno y los llama a todos por su nombre: ¡su vigor es tan grande, tan firme su fuerza, que no falta ni uno solo!
¿Por qué dices Jacob, y lo repites tú, Israel: "Al Señor se le oculta mi camino y mi derecho pasa desapercibido a mi Dios?"
¿No lo saber acaso? ¿Nunca lo has escuchado? El Señor es un Dios eterno, él crea los confines de la tierra; no se fatiga ni se agota, su inteligencia es inescrutable.
El fortalece al que está fatigado y acrecienta la fuerza del que no tiene vigor.
Los jóvenes se fatigan y se agotan, los muchachos tropiezan y caen.
Pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, despliegan alas como las águilas; corren y no se agotan, avanzan y no se fatigan.

Salmo 103(102),1-2.3-4.8.10. 
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.


Evangelio según San Mateo 11,28-30. 
Jesús tomó la palabra y dijo:
"Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana."