lunes, 3 de julio de 2017

ORACIÓN: Pidamos a Santo Tomás apóstol que tengamos en nosotros vida abundante por la fe en Jesucristo.



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¿Puedo hacer algo útil con mi sufrimiento?

4 pasos para encontrarle su gran sentido y utilidad

Todos sabemos lo difícil que es tener que recorrer algunas etapas de nuestras vidas cargando el peso de las heridas y de los problemas y tratar de parecer estar bien cuando no lo estamos. 
Los problemas nos otorgan grandes y enriquecedores momentos de reflexión sobre nuestras propias vidas y entonces podríamos justificar en este sentido lo positivo de estas etapas, pero no es suficiente. Seamos honestos, no es suficiente consuelo para poder levantarse cada mañana con la energía que quisiéramos.
Como cristianos hemos escuchado a parientes y amigos que quieren darnos consuelo repitiéndonos frases como: “entrega tu cruz a Dios”, “comparte tu Cruz con Cristo, “ayúdalo a llevar su carga”, “el sufrimiento tiene un sentido de redención”, etc. Pero personalmente nada de esto me traía consuelo ni aminoraba mi carga en modo alguno. Quizás porque no las entendía. 
Sin embargo, a fuerza de querer entender esto del sufrimiento y tras varios periodos duros, aprendí algunas cosas que quiero compartir.
  1. Lo primero que debemos saber es que Dios todopoderoso puede devolver lo que estaba roto y/o herido a su estado original. De modo que no debemos angustiarnos si las cosas empeoran porque no importan las circunstancias que estemos atravesando, las pérdidas, que -sean cuales fueran: emocionales, económicas o personales-, tarde o temprano, si permanecemos firmes en esta convicción, todo será restaurado dejándonos con la paz y la alegría que buscábamos sin descanso. 
  2. Teniendo esto absolutamente claro lo siguiente es saber que Dios no quiere nuestro sufrimiento ni busca edificarnos a fuerza de él. Dios tenía un plan A para nuestras vidas, pero a veces se presenta el plan B por razones que no siempre podemos entender; Dios respeta este proceso, pero nos promete que las crisis más aterradoras pueden ser fuente de grandes gracias en nuestras vidas. Esto quiere decir que, si nosotros ponemos nuestro dolor a sus pies y estamos dispuestos a levantarnos cada día en la fe de que Él tiene el poder de restaurar lo que está roto, Él se ocupara de hacer cosas increíbles con nuestras tragedias.
  3. El siguiente paso es animarnos a dar un paso al frente y empezar a darle sentido a nuestros problemas. De seguro esto hará el dolor más llevadero. Sin Dios, nuestros problemas son tragedias, nos destruyen, perdemos la fe, hacemos de Dios un Ser intransigente y determinado a destruir nuestras vidas. Pero una vez que el problema está en nuestras vidas, hagamos que sirva para algo positivo
  4. Hemos escuchado que el sufrimiento puede tener un sentido “redentor” aunque no entendamos bien lo que esta palabra quiere decir. Bien, pensemos que, nosotros, que pretendemos llevar nuestras vidas a un lugar mejor y que quisiéramos acercarnos cada vez más a Cristo y así contarnos entre sus mejores “guerreros”, podemos darle un sentido “heroico” a nuestro sufrimiento. La Virgen María nos pide constantemente que oremos por la salvación de las almas, por la conversión de los pecadores y que suframos nuestros dolores ofreciéndolos a Dios por las almas que están en el purgatorio. Nos pide como una madre que nos acordemos de nuestros hermanos, que salgamos de nosotros mismos y miremos a estas almas que no pueden salvarse por sí mismas sino con las oraciones de los que aún estamos vivos. Aquí es donde podemos dar un paso al frente y hacer algo verdaderamente grande al transformar nuestro dolor en una herramienta. Pongámonos a pensar: ¿Y si Cristo nos pidiera a nosotros, que demos un paso al frente, voluntariamente, para ayudar a redimir a estas almas con nuestros sufrimientos, daríamos ese paso al frente? Quizás muchos, como aquellos santos mártires, pedirían que se les aumente la carga, desde luego yo no soy de aquellos, pero quisiera por lo menos ofrecerle cargar con lo mío para ayudar a la salvación de estas almas, a las miles que se encuentran en la tristísima situación de no tener quien ore por ellas ni ofrezca su vida para salvarlas. 
Ofrezcámosle a Dios el llevar con dignidad nuestras miserias, elegir este camino para darles la oportunidad a estas almas de alcanzar a Dios y así tendremos en el mismísimo cielo, quienes oren por nosotros y por nuestras causas aquí en la tierra. 

3 julio: Santo Tomás Apóstol, patrono de jueces, arquitectos y teólogos

Cada 3 julio la IglesiaCatólica celebra la fiesta de Santo Tomás Apóstol, el pescador de Galilea que hizo la confesión de fe: “Señor Mío y Dios Mío”, luego que Jesús, a los ocho días de haber resucitado, se apareció nuevamente ante sus discípulos y lo invita a meter su mano en la llaga de su costado.
El Evangelio de San Juan narra la incredulidad de Santo Tomás ante las palabras de los discípulos que decían: "Hemos visto al Señor", a lo que contestó: "si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su costado, no creeré". Es por eso que frente a la invitación del Señor de acercarse, el Santo cae postrado ante él.

“Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído”, dijo el Señor luego que Tomás reconoce que es Dios.
También por este Apóstol Jesús revela “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí”, luego que este le preguntara: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”
Santo Tomás predicó en Persia y otros lugares cercanos, así como en Etiopía e India donde la tradición cuenta que sufrió el martirio.
Al Santo se le atribuye el cinto de la Santísima Virgen María, con el que es a veces representado ya que una leyenda relata que él no creía en la Asunción, e hizo abrir la tumba de la Virgen encontrándola llena de flores.
La Tradición señala que la Madre de Dios, desde el cielo, desató su cinturón y lo dejó caer en las manos del Apóstol.
Santo Tomás es patrono de los arquitectos, constructores, jueces, teólogos y de las ciudades de Prato, Parma y Urbino en Italia.
El Papa Francisco, en la fiesta del Santo en 2013, recordó a los fieles que “el Señor sabe por qué hace las cosas. A cada uno de nosotros le da el tiempo que él piensa que es mejor para nosotros. A Tomás le ha concedido una semana. Jesús se presenta con sus llagas: todo su cuerpo estaba limpio, hermoso, lleno de luz, pero las llagas estaban y están todavía, y cuando el Señor vendrá, al final del mundo, nos enseñará sus llagas".
"Tomás, para creer, quería meter sus dedos en las llagas: era un testarudo. Pero el Señor quiso precisamente un testarudo para hacernos comprender algo más grande. Tomás vio al Señor, que le invitó a meter el dedo en la herida de los clavos, a poner su mano en el costado y no dijo: es verdad: el Señor ha resucitado. ¡No! Fue más allá. Dijo: ¡Dios! Es el primer discípulo que confiesa la la divinidad de Cristo después de la resurrección. Y que adora".
Para conocer más de este apóstol ingrese a los siguiente enlaces:

Fiesta de santo Tomás, apóstol


Carta de San Pablo a los Efesios 2,19-22. 
Hermanos:
Ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.
Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo.
En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor.
En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.

Salmo 117(116),1.2. 
¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!

Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre.

¡Aleluya!



Evangelio según San Juan 20,24-29. 
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré".
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe".
Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!".
Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".