viernes, 2 de junio de 2017

Espíritu de... equipo

Hace un tiempo fui a una charla donde una de las ponentes decía que el mundo de la empresa estaba cambiando y que lo que se buscaba ahora eran personas con buen nivel académico, pero lo que más peso tendrá a la hora de la contratación será la capacidad de trabajar en equipo (empatía, gestión emocional, resolución de conflictos…).
 
Días después me surgió la siguiente pregunta: ¿qué espíritu de equipo podemos aportar los seguidores de Jesús a los grupos humanos (familiares, amistad, laborales…) de los que somos parte?
 
Un espíritu de equipo donde se capacita a las personas, se cree en ellas y se les ayuda a sacar lo mejor que tienen. Todos estamos llamados a brillar, que no a deslumbrar (Parábola de los talentos. Mt 25, 14-30).
 
Un espíritu de equipo donde seamos capaces de librarnos de nuestros egos personales (miedos, afán de protagonismo, poder…) y busquemos el bien común. San Pablo escribe que estamos llamados a ser personas libres (Ga 5, 13).
 
Un espíritu de equipo donde se tienen en cuenta los momentos personales y se da respuesta a ellos («Tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber». Mt 25, 31-46).
 
Un espíritu de equipo que corrige, que enseña, que ayuda a mejorar pero buscando el bien de la persona respetando siempre su dignidad, sin humillar, quitando miedos, inseguridades, creyendo en las personas y capacitándolas a levantarse. («Levántate toma tu camilla y vete a tu casa». Mc 2, 1-12)
 
Un espíritu de equipo donde nuestra mayor seña de identidad sea el servicio y la colaboración. («El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor». Mt 20, 20-28).
 
Un espíritu de equipo donde las personas somos sagradas porque cada uno de nosotros somos templo de Dios.

Consagración a los Santos Ángeles


Entrega tu vida a la protección de los Santos Ángeles de Dios 

Santos Ángeles de Dios:
En la presencia de Dios Uno y Trino y en el amor de mi Señor y Redentor Jesucristo quiero yo, (nombre), pobre pecador concluir hoy una nueva alianza con ustedes, que son siervos, para que yo pueda, en comunión con ustedes, esforzarme, con humildad y fortaleza, para gloria de Dios y la venida de su Reino.

Por eso, les suplico que me ayuden, de manera particular:
  • en la adoración reverente de Dios y del Santísimo Sacramento,
  • en la contemplación de la Palabra y la Obra salvífica de Dios,
  • en el seguimiento de Cristo y en el amor a su Cruz, en espíritu de expiación,
  • en el fiel cumplimiento de mi misión en la Iglesia, sirviendo humildemente a ejemplo de María, mi Madre celestial y Reina de ustedes.

Y tú, mi buen Ángel de la Guarda, que ves continuamente el rostro de nuestro Padre que está en el cielo, a ti Dios me confió desde el inicio de mi vida. Te agradezco de todo corazón tus amorosos cuidados. Me entrego a ti y te prometo mi amor y mi fidelidad.
Te pido que me protejas de mi debilidad y los ataques de los espíritus malignos; ilumina mi mente y mi corazón, para que siempre reconozca y cumpla la voluntad de Dios; y condúceme a la unión con Dios Padre e Hijo y Espíritu Santo. Amén.


(Autor desconocido)

Viernes de la séptima semana de Pascua


Libro de los Hechos de los Apóstoles 25,13b-21. 

El rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea y fueron a saludar a Festo.
Como ellos permanecieron varios días, Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: "Félix ha dejado a un prisionero,
y durante mi estadía en Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, presentaron quejas pidiendo su condena.
Yo les respondí que los romanos no tienen la costumbre de entregar a un hombre antes de enfrentarlo con sus acusadores y darle la oportunidad de defenderse.
Ellos vinieron aquí, y sin ninguna demora, me senté en el tribunal e hice comparecer a ese hombre al día siguiente.
Pero cuando se presentaron los acusadores, estos no alegaron contra él ninguno de los cargos que yo sospechaba.
Lo que había entre ellos eran no sé qué discusiones sobre su religión, y sobre un tal Jesús que murió y que Pablo asegura que vive.
No sabiendo bien qué partido tomar en un asunto de esta índole le pregunté a Pablo si quería ir a Jerusalén para ser juzgado allí.
Pero como este apeló al juicio de Su Majestad imperial, yo ordené que lo dejaran bajo custodia hasta que lo enviara al Emperador".

Salmo 103(102),1-2.11-12.19-20ab. 
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.

El Señor puso su trono en el cielo,
y su realeza gobierna el universo.
¡Bendigan al Señor, todos sus ángeles,
los fuertes guerreros que cumplen sus órdenes!


Evangelio según San Juan 21,15-19. 
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?". El le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos".
Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas".
Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas.
Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras".
De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".