lunes, 8 de agosto de 2016

Santo Domingo de Guzmán y los demonios que expulsó con el Rosario de la Virgen Por Abel Camasca

Cuenta San Luis María Grignion de Montfort, en su libro “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario”, que en una ocasión estaba Santo Domingo de Guzmán predicando el Rosario y le llevaron un hereje albigense poseso por demonios, a quien exorcizó en presencia de una gran muchedumbre.
El santo les hizo a los malignos varias preguntas y ellos, por obligación, le dijeron que eran 15.000 los que estaban en el cuerpo de ese hombre porque este había atacado los quince misterios del Rosario (Los misterios luminosos, con los que aumentan a 20, fueron introducidos recién en 2002 por San Juan Pablo II).

La Virgen María se le apareció a Santo Domingo y le enseñó a rezar el Rosario

Durante el exorcismo, los demonios le dijeron al santo que con el Rosario que predicaba, llevaba el terror y el espanto a todo el infierno, y que él era el hombre que más odiaban en el mundo a causa de las almas que les quitaba con esta devoción.
Santo Domingo arrojó su Rosario al cuello del poseso y les preguntó a cuál de los santos del cielo temían más y cuál debía ser más amado y honrado por los hombres. Los enemigos, ante estas interrogantes, dieron gritos tan espantosos que muchos de los que estaban allí presentes cayeron en tierra por el susto.
Los malignos, para no responder, lloraban, se lamentaban y pedían por boca del poseso a Santo Domingo que tuviera piedad de ellos. El santo, sin inmutarse, les contestó que no cesaría de atormentarlos hasta que respondieran lo que les había preguntado. Entonces ellos dijeron que lo dirían, pero en secreto, al oído y no delante de todo el mundo. El santo, en cambio, les ordenó que hablaran alto, pero los diablos no quisieron decir palabra alguna.
Entonces el P. Domingo, puesto de rodillas, hizo la siguiente oración: “Oh excelentísima Virgen María, por la virtud de tu salterio y Rosario, ordena a estos enemigos del género humano que contesten mi pregunta”.
De pronto, una llama ardiente salió de las orejas, la nariz y la boca del poseso. Los demonios seguidamente le rogaron a Santo Domingo que, por la pasión de Jesucristo y por los méritos de su Santa Madre y los de todos los santos, les permitiera salir de ese cuerpo sin decir nada porque los ángeles en cualquier momento que él quisiera se lo revelarían.
Más adelante, el santo volvió a arrodillarse y elevó otra plegaria: “Oh dignísima Madre de la Sabiduría, acerca de cuya salutación, de qué forma debe rezarse, ya queda instruido este pueblo, te ruego para la salud de los fieles aquí presentes que obligues a estos tus enemigos a que abiertamente confiesen aquí la verdad completa y sincera”.
Apenas terminó de pronunciar estas palabras, el santo vio cerca de él una multitud de ángeles y a la Virgen María que golpeaba al demonio con una varilla de oro, mientras le decía: “Contesta a la pregunta de mi servidor Domingo”. Aquí hay que tener en cuenta que el pueblo no veía, ni oía a la Virgen, sino solamente a Santo Domingo.
Los demonios comenzaron a gritar: “¡Oh enemiga nuestra! ¡Oh ruina y confusión nuestra! ¿Por qué viniste del cielo a atormentarnos en forma tan cruel? ¿Será preciso que por ti, ¡oh abogada de los pecadores, a quienes sacas del infierno; oh camino seguro del cielo!, seamos obligados –a pesar nuestro– a confesar delante de todos lo que es causa de nuestra confusión y ruina? ¡Ay de nosotros! ¡Maldición a nuestros príncipes de las tinieblas!”.
“¡Oíd, pues, cristianos! Esta Madre de Cristo es omnipotente y puede impedir que sus siervos caigan en el infierno. Ella, como un sol, disipa las tinieblas de nuestras astutas maquinaciones. Descubre nuestras intrigas, rompe nuestras redes y reduce a la inutilidad todas nuestras tentaciones. Nos vemos obligados a confesar que ninguno que persevere en su servicio se condena con nosotros”.
Un solo suspiro que ella presente a la Santísima Trinidad vale más que todas las oraciones, votos y deseos de todos los santos. La tememos más que a todos los bienaventurados juntos y nada podemos contra sus fieles servidores”.
De igual manera los malignos confesaron que muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan gracias a su intercesión. “¡Ah! Si esta Marieta –así la llamaban en su furia– no se hubiera opuesto a nuestros designios y esfuerzos, ¡hace tiempo habríamos derribado y destruido a la Iglesia y precipitado en el error y la infidelidad a todas sus jerarquías!”.
Luego añadieron que “nadie que persevere en el rezo del Rosario se condenará. Porque ella obtiene para sus fieles devotos la verdadera contrición de los pecados, para que los confiesen y alcancen el perdón e indulgencia de ellos”.
Es así que Santo Domingo hizo rezar el Rosario a todo el pueblo muy lenta y devotamente, y en cada Avemaría que rezaban, salían del cuerpo del poseso una gran multitud de demonios en forma de carbones encendidos.
Cuando todos los enemigos salieron y el hereje quedó libre, la Virgen María, de manera invisible, dio su bendición a todo el pueblo, que experimentó gran alegría. “Este milagro fue causa de la conversión de gran número de herejes, que incluso se inscribieron en la Cofradía del Santo Rosario”, concluyó San Luis María Grignion de Montfort.

8 de agosto: Fiesta de Santo Domingo de Guzmán, a quien la Virgen le entregó el Rosario



8 de agosto: Fiesta de Santo Domingo de Guzmán, a quien la Virgen le entregó el Rosario
Santo Domingo de Guzmán nació en Caleruega (España) alrededor del año 1170 en una familia noble. Su madre fue la Beata Juana de Aza. En Palencia recibió una buena educación en diversas materias y se entregó de lleno al estudio de teología.
En aquel entonces se vivía en continuas guerras contra los moros (musulmanes) e incluso entre los mismos príncipes cristianos. Lo que llevó a una terrible hambruna en aquella región. Domingo se compadeció de los necesitados y los ayudaba entregándoles sus pertenencias.
Cierto día llegó ante Domingo una mujer llorando que le dijo que su hermano había caído prisionero de los moros y el joven al no tener nada que darle se ofreció como esclavo para rescatarlo. Este acto impresionó a toda la ciudad y se produjeron tales movimientos de caridad que hicieron innecesario que Domingo se entregara.
Con 24 años de edad fue llamado por el Obispo de Osma para ser canónigo de la Catedral y a los 25 fue ordenado sacerdote. Más adelante el Prelado tuvo que viajar a Dinamarca por encargo del rey Alfonso VIII y se llevó consigo a Domingo. En el viaje, el Santo quedó preocupado al constatar las herejías en que vivían los diversos pueblos.
En 1207, Santo Domingo, junto a algunos compañeros como el Obispo de Osma, se entregó a la vida apostólica, renunciando a toda comodidad y viviendo de limosnas. Al comprender más de la necesidad de una buena formación cristiana de los fieles, fundó la Orden de Predicadores (dominicos) dispuesta a llevar la luz del Evangelio por todas partes.
El Santo fundó centros de apostolado al sur de Francia y encontró grandes dificultades en toda la misión que había emprendido.
Según la tradición, respaldada por numerosos documentos pontificios, cierta noche Santo Domingo, mientras se encontraba en oración, tuvo una revelación en la que la Virgen fue en su auxilio y le entregó el Rosariocomo un arma poderosa para ganar almas.
La Virgen a su vez le enseñó a recitarlo y le pidió que lo predicara por todo el mundo para que se obtengan abundantes gracias. El Santo salió de la capilla lleno de entusiasmo con el rosario en la mano y, efectivamente, lo impulsó por todas partes, obteniendo muchas conversiones.
Dentro de sus prácticas de penitencia habituales estaban las temporadas de 40 días de ayuno a pan y agua, el dormir sobre tablas duras, caminar descalzo por caminos irisados de piedras  y senderos cubiertos de nieve, soportar insultos sin responder palabra alguna, predicar a pesar de estar enfermo y nunca mostrar desánimo. Era el hombre de la alegría y buen humor.
Santo Domingo, gran amigo de San Francisco de Asís, partió a la Casa del Padre en Boloña el 6 de agosto de 1221. Fue canonizado en 1234 por el Papa Gregorio IX, quien dijo que “de la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo”. Su fiesta se celebra cada 8 de agosto.
Más información de Santo Domingo en los siguiente enlaces:

Papa Francisco denuncia “falta de voluntad de los poderosos” para paz en Siria


Niño frente a las ruinas del edificio que fue su escuela en un pueblo de Alepo, Siria. Foto: UNICEF/Khalil Alshawi
Niño frente a las ruinas del edificio que fue su escuela en un pueblo de Alepo, Siria. Foto: UNICEF/Khalil 

Concluido el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco lamentó las nuevas noticias sobre víctimas civiles por los enfrentamientos entre el gobierno sirio y los grupos rebeldes en la ciudad de Alepo, y denunció la “falta de voluntad de los poderosos” para lograr la paz.
“Lamentablemente desde Siria continúan llegando noticias de víctimas civiles de la guerra, especialmente en Alepo. Es inaceptable que tantas personas inermes –también mucho niños– deban pagar el precio del conflicto”, dijo.
Los enfrentamientos entre los rebeldes y el gobierno, que comenzaron en 2011, han cobrado cientos de miles de vidas y han ocasionado una crisis migratoria con cerca de 5 millones de refugiados registrados por Naciones Unidas.
El gobierno sirio, con el apoyo de Rusia, ha mantenido Alepo sitiada durante un mes. Sin embargo, en los últimos días contraataques rebeldes habrían quebrado el cerco.
Para el Papa Francisco, el “precio del conflicto” es el de “la cerrazón de los corazones y de la falta de voluntad de paz de los poderosos”.
“Estamos cercanos a los hermanos y a las hermanas sirios con la oración y la solidaridad, y los confiamos a la maternal protección de la Virgen María”, dijo el Santo Padre, rezando a continuación un Ave María.

Cómo lidiar con las personas difíciles 5 maneras como Jesús aceptaba al inconveniente, al incongruente y al molesto


hombre irritado



¿Cómo deberíamos tratar a las personas con un carácter difícil?
Algunas personas en nuestra vida pueden ser de trato complicado simplemente porque nos plantean un reto. O tal vez sean difíciles porque son diferentes. Quizás resulten complicadas porque vivimos con ellas (y la convivencia cercana amplifica las rarezas). Puede que resulte difícil porque nosotros somos complicados y hay algo en nosotros que les irrita.
Bueno, o de verdad son difíciles.
Sea cual sea el caso, si crecemos en santidad podemos aprender a aceptar los inconvenientes, las incongruencias y los fastidios (de la gente y de los acontecimientos) de nuestra vida y verlos no como molestias necesarias, sino como regalos de la vida.
La escritora católica estadounidense Heather King escribe:
Cuando estamos abiertos y receptivos a todo lo que el mundo tiene que ofrecernos, y el mundo entero nos instruye, entonces todo a nuestro alrededor se ilumina desde dentro.
Es entonces cuando vemos que todo está, o puede estar, conectado con nuestra búsqueda de la belleza y el orden. Todo “encaja”: viejas muñecas, diarios ruinosos, botones descartados. Las personas difíciles.
Conseguir ver a las personas difíciles de una forma tan positiva puede parecer pedir mucho. Pero podemos empezar por aprender a tratar a los demás de una forma parecida a como lo hizo Cristo.
Las escrituras nos enseñan algunas de las maneras que Jesús tenía de tratar a las personas difíciles:
  1. Jesús hace preguntas: En el Capítulo 2 de Lucas, le piden a Jesús que resuelva una disputa familiar y él básicamente responde, “¿Es que soy vuestra niñera?” (lo sé, es una traducción muy libre). Es interesante destacar que Jesús hace muchas preguntas en las Escrituras. Las preguntas de Jesús a veces eran retóricas, o desafiantes, y otras veces también esperaba respuestas y opiniones. Al hacer preguntas, Jesús enfatiza su actitud abierta hacia su interlocutor.
Es curioso, pero los humanos no solemos hacer muchas preguntas. Damos por sentado, sentamos cátedra, damos lecciones, observamos, interrumpimos y juzgamos. Pero rara vez damos importancia a hacer preguntas al otro. Jesús, al hacer preguntas frecuentemente, creo que estaba modelando el comportamiento de un buen comunicador, uno que muestra el suficiente interés por la otra persona como para entablar conversación y estimularla. Incluso, y quizás sobre todo, cuando son personas de difícil trato.
  1. Jesús nunca se siente arrinconado: En el Capítulo 6 de Lucas, Jesús está dando un paseo de sabbat con sus discípulos cuando aparecen los fariseos, como salidos de la nada, y le acusan de quebrantar el sabbat porque ha recogido grano. Jesús no se altera. Nunca se asusta de las personas que intentan ponerle la zancadilla o que piensan lo peor de él, porque él no se centra en lo que piensan los demás.
Hay ocasiones en las que hay gente que nos arrincona con sus presunciones y críticas y eso puede hacernos dudar de si la forma en que nos ven es más objetiva que la percepción que tenemos de nosotros mismos. Es duro cuando los demás nos malinterpretan o no se esfuerzan en conocernos antes de juzgarnos. Sin embargo, tal y como hacía Jesús, no tenemos que sentirnos definidos por las proyecciones de nosotros que tengan los demás. Nuestra identidad habita en Dios y en Él debemos buscarla, no en lo que otras personas intenten imponernos.
  1. Jesús sabe cuándo ignorar:¿Recuerdas aquella vez cuando Jesús enojó a todos los antiguos vecinos y amigos de su ciudad natal, Nazaret? Se pusieron tan histéricos que decidieron tirarle por un precipicio. Jesús, al ver que no cabía razonamiento con estas personas, ignoró su odio, “pasó por en medio de ellos y se fue” (Lucas 4).
Algunas veces a las personas difíciles les dan berrinches, hablan con dureza o abusan de nosotros (unas maneras muy comunes en internet, por cierto). Es el momento de desconectar y marcharse. Jesús sabía mantener a raya su presión sanguínea y no desviar los ojos de su objetivo. Por supuesto, si tenemos que hablar las cosas claras con alguien en persona, una buena discusión cara a cara puede ayudar. Pero mejor cuando se templen los ánimos.
  1. Jesús no se pone a la defensiva: En el Capítulo 10 de Marcos, Santiago y Juan le dicen a Jesús: “Queremos que nos hagas el favor que vamos a pedirte”. Vaya. ¡En cuanto uno da la mano ya quieren agarrarte el brazo entero! Pero Jesús es independiente, así que los favores que le piden los demás y los abusos de confianza no suponen una amenaza para él. Sabe cuándo decir que no, cuándo decir que sí y no se mortifica cuando no hace felices a los demás.
En ocasiones las personas pueden llegar a pedir de nosotros más de lo que podemos darles. Puede que intenten persuadirnos haciéndonos sentir culpables y, antes de que nos demos cuenta, estaremos doblando el espinazo tratando de satisfacer a un caprichoso o a un mandón (¡y mandar es un vicio difícil de satisfacer!). Pero Jesús no intenta agradar a la gente. Jesús no necesita protegerse de los demás; la voluntad de Dios es suficiente seguridad. Este es el origen de su defensa.
  1. Jesús es flexible: En Mateo 15, una mujer cananea pide a Jesús que cure a su hija y él se niega. Pero luego se conmueve por la respuesta de la mujer, que demuestra tener una gran fe, y decide sanar a su hija. Jesús se acerca a los demás con una mente abierta. Incluso cuando tiene ideas preconcebidas, permite que el Espíritu Santo le guíe aunque sea contra sus instintos.
Cuando una persona difícil se nos acerca, se nos puede pasar por la cabeza ‘Estupendo, volvemos a empezar’, o ‘Ya me sé esta cantinela’, pero Jesús mantiene una mente abierta cuando los demás se le acercan. Porque nunca se sabe.
Es posible que el Espíritu Santo te guíe, o guíe a alguien normalmente de carácter complejo, y que actuéis de forma diferente, inesperada. El estar próximos a los demás nos acerca también al Espíritu Santo, que trabaja dentro de nosotros y de las otras personas.
Jesús, ayúdame a verte en todo el mundo, incluso en las personas que me suponen un desafío. Ilumíname con tu refulgente amor para que pueda verte incluso en las personas más difíciles. Todo ser humano está hecho a semejanza tuya. Ayúdame a reconocerte y a amarte en ellos.

El Papa invita a usar la “lógica de la atención a los otros”


Angelus 19 junio 2016

Texto completo de las palabras del Santo Padre para introducir la oración mariana del ángelus.

El papa Francisco, como cada domingo, se ha asomado a la ventana del Palacio Apostólico para rezar el ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro. 
Estas son las palabras del Santo Padre para introducir la oración mariana: 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la página del Evangelio de hoy (Lc 12, 32-48), Jesús habla a sus discípulos de la actitud de asumir el encuentro final con Él, y explica cómo la espera de este encuentro debe empujar a una vida rica de obras buenas. Entre otras cosas dice: “Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acercan los ladrones ni roe la polilla” (v. 33). Es una invitación a dar valor a la limosna como obra de misericordia, a no poner la confianza en los bienes efímeros, a usar las cosas sin apego y egoísmo, sino según la lógica de Dios, la lógica de la atención a los otros, la lógica del amor. Nosotros podemos tener muchas cosas, estar muy apegados al dinero, tener mucho. Pero después, al final, no podemos llevarlo con nosotros. Recordad que el sudario no tiene bolsillos. 
La enseñanza de Jesús prosigue con tres breves parábolas sobre el tema de la vigilancia. Esto es importante, la vigilancia, estar atentos, vigilantes en la vida. 
La primera es la parábola de los siervos que esperan en la noche el regreso del señor. “Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela” (v. 37): es la bienaventuranza del esperar con fe al Señor, del estar preparados, en actitud de servicio. Él se hace presente cada día, llama a la puerta de nuestro corazón. Y será bienaventurado quien le abra, porque tendrá una gran recompensa: de hecho, el Señor mismo se hará siervo de sus siervos; es una bonita recompensa. En el gran banquete de su Reino pasará Él mismo a servirles. Con esta parábola, ambientada en la noche, Jesús proyecta la vida como una vigilia de espera activa, que precede al día luminoso de la eternidad. Para poder acceder es necesario estar preparados, despiertos y ocupados en el servicio a los otros, en la perspectiva reconfortante que, “allí”, ya no seremos nosotros los que sirvamos a Dios, sino Él mismo nos acogerá en su mesa. Pensándolo bien, esto sucede ya hoy cada vez que encontramos al Señor en la oración, o al servir a los pobres, y sobre todo en la Eucaristía, donde Él prepara un banquete para nutrirnos con su Palabra y su Cuerpo. 
La segunda parábola tiene como imagen la venida imprevisible del ladrón. Este hecho exige una vigilancia; de hecho, Jesús exhorta: “Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre” (v. 40). El discípulo es el que espera al Señor y su Reino. 
El Evangelio aclara esta perspectiva con la tercera parábola: el administrador de una casa después de la ida del señor. En el primer cuadro, el administrado sigue fielmente sus tareas y recibe la recompensa. En el segundo cuadro, el administrador abusa de su autoridad y pega a los siervos, por lo que, al regreso imprevisto del señor, será castigado. Esta escena describe una situación frecuente también en nuestros días: muchas injusticias, violencias y maldades cotidianas nacen de la idea de comportarnos como señores de la vida de los otros. Y nosotros tenemos un solo señor, aunque no le gusta llamarse señor, le gusta que le llamemos Padre. Nosotros somos siervos, pecadores todos, hijos, pero Él es el único Padre.
Jesús hoy nos recuerda que la espera de la bienaventuranza eterna no nos libra del compromiso de hacer más justo y más habitable el mundo. Es más, precisamente nuestra esperanza de poseer el Reino en la eternidad nos empuja a trabajar para mejorar las condiciones de la vida terrena, especialmente de los hermanos más débiles. La virgen María nos ayude a ser personas y comunidades no aplanadas en el presente, o, peor, nostálgicas del pasado, sino proyectadas hacia el futuro de Dios, hacia el encuentro con Él, nuestra vida y nuestra esperanza.
Después del ángelus ha señalado el Papa:
Queridos hermanos y hermanas, 
Lamentablemente desde Siria continúan llegando noticias de víctimas civiles de la guerra, en particular desde Alepo. Es inaceptable que tantas personas indefensas –también muchos niños– deban pagar el precio del conflicto, el precio de la clausura, deben pagar el precio del conflicto, el precio de la clausura de corazón y la falta de la voluntad de paz de los poderosos. Estamos cerca con la oración y la solidaridad a los hermanos y a las hermanas sirios, y les encomendamos a la materna protección de la Virgen María. Rezamos todos, primero en silencio después el Ave María. 
¡Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de distintos países! Se ven muchas banderas. 
Hoy están presentes varios grupos de chicos y jóvenes. ¡Os saludo con particular afecto! En particular, el grupo de la pastoral juvenil de Verona; los jóvenes de Padua, Sandrigo y Brembilla. Y el grupo de los chicos de Fasta, venidos de Argentina. Pero, ¡estos argentinos hacen lío por todos lados! Como también saludo a los adolescentes de Campogalliano y San Mateo de la Decima, que están en  Roma para desarrollar un servicio de voluntariado en centros de acogida.
Saludo también a los fieles de Sforzatica, diócesis de Bérgamo.
Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

La profecía de Sor Lucía: “El enfrentamiento final entre Dios y Satanás es sobre familia y vida” La vidente de Fátima lo escribió al cardenal Carlo Caffarra. “La Virgen ya le ha aplastado la cabeza”


Bambini di Fatima con il rosario - es



Dios contra Satanás: la última batalla, “el enfrentamiento final”, será sobre la familia y sobre la vida. La profecía es de sor Lucía dos Santos, la vidente de Fátima de la que el pasado 13 de febrero empezó el proceso de beatificación.
 
La carta a Lucía
 
Lo cuenta el cardenal Carlo Caffarra en una entrevista concedida a La Voce di Padre Pio (marzo 2015). El purpurado tuvo el encargo de Juan Pablo II de idear y fundar el Instituto Pontificio para los Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, del que es hoy profesor emérito.
 
“Al inicio de este trabajo – explica Caffarra – escribí a sor Lucía de Fátima, a través del obispo, porque directamente no se podía hacer. Inexplicablemente, aunque no esperaba una respuesta, porque le pedía sólo oraciones, me llegó a los pocos días una larguísima carta autógrafa – ahora en los archivos del Instituto”.
 
En esa carta de Sor Lucía está escrito que el enfrentamiento final entre el Señor y el reino de Satanás será sobre la familia y sobre el matrimonio. “No tenga miedo, añadía, porque quien trabaje por la santidad del matrimonio y de la familia será siempre combatido y odiado de todas formas, porque este es el punto decisivo”.
 
La columna que sostiene la Creación
 
La monja de Fátima sostenía que la Virgen ya ha “aplastado” la cabeza a Satanás. “Se advertía – prosigue el purpurado – también hablando con Juan Pablo II, que este era el nudo, porque se tocaba la columna que sostiene la Creación, la verdad sobre la relación entre el hombre y la mujer y entre las generaciones. Si se toca la columna central cae todo el edificio, y esto ahora lo vemos, porque estamos en este momento y lo sabemos”.
 

E-Book: "Francisco en Polonia", descarga en PDF los mensajes del Papa en la JMJ y más


E-Book: "Francisco en Polonia", descarga en PDF los mensajes del Papa en la JMJ y más

ACI Prensa ofrece a sus lectores un e-book en PDF con todas las homilías, oraciones y discursos del Papa Francisco en Polonia con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud Cracovia 2016.
DESCÁRGUELO AQUÍ EN PDF:

En este documento encontrará la transcripción de todos los mensajes que pronunció durante la Jornada Mundial de la Juventud y más, tanto los que improvisó como los que decidió dejar por escrito.
Además hemos incluido los testimonios de los jóvenes que se encontraron con él durante los eventos más grandes de su visita.

Lunes de la decimonovena semana del tiempo ordinario

Libro de Ezequiel 1,2-5.24-28c. 
El día cinco del mes -era el año quinto de la deportación del rey Joaquín-
la palabra del Señor llegó a Ezequiel, hijo del sacerdote Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar. Allí la mano del Señor descendió sobre él.
Yo miré, y vi un viento huracanado que venía del norte, y una gran nube con un fuego fulgurante y un resplandor en torno de ella; y de adentro, de en medio del fuego, salía una claridad como de electro.
En medio del fuego, vi la figura de cuatro seres vivientes, que por su aspecto parecían hombres.
Yo oí el ruido de sus alas cuando ellos avanzaban: era como el ruido de aguas torrenciales, como la voz del Todopoderoso, como el estruendo de una multitud o de un ejército acampado. Al detenerse, replegaban sus alas.
Y se produjo un estruendo sobre la plataforma que estaba sobre sus cabezas.
Encima de la plataforma que estaba sobre sus cabezas, había algo así como una piedra de zafiro, con figura de trono; y encima de esa especie de trono, en los más alto, una figura con aspecto de hombre.
Entonces vi un fulgor como de electro, algo así como un fuego que lo rodeaba desde lo que parecía ser su cintura para abajo; vi algo así como un fuego y una claridad alrededor de él:
como el aspecto del arco que aparece en las nubes los días de lluvia, así era la claridad que lo rodeaba. Este era el aspecto, la semejanza de la gloria del Señor. Al verla, caí con el rostro en tierra y oí una voz que hablaba.



Salmo 148(147),1-2.11-12ab.12c-14a.14bcd. 
¡Aleluya!
Alaben al Señor desde el cielo,
alábenlo en las alturas;
alábenlo, todos sus ángeles,

alábenlo, todos sus ejércitos.
Los reyes de la tierra y todas las naciones,
los príncipes y los gobernantes de la tierra;
los ancianos, los jóvenes y los niños,



alaben el nombre del Señor.
Porque sólo su Nombre es sublime;

su majestad está sobre el cielo y la tierra,
y él exalta la fuerza de su pueblo.
¡A él, la alabanza de todos sus fieles,
y de Israel, el pueblo de sus amigos!

¡Aleluya!



Evangelio según San Mateo 17,22-27. 
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres:
lo matarán y al tercer día resucitará". Y ellos quedaron muy apenados.
Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: "¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?".
"Sí, lo paga", respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?".
Y como Pedro respondió: "De los extraños", Jesús le dijo: "Eso quiere decir que los hijos están exentos.
Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti".



Leer el comentario del Evangelio por : San Paciano  
Liberados por el Hijo del hombre que se entrega a manos de los hombres