jueves, 15 de junio de 2017

¿Estás embarazada? El papa Francisco quiere decirte algo


"Cuida tu alegría, que nada te quite el gozo interior de la maternidad, ese niño merece tu alegría..."

A cada mujer embarazada quiero pedirle con afecto: 
Cuida tu alegría, que nada te quite el gozo interior de la maternidad. Ese niño merece tu alegría.
No permitas que los miedos, las preocupaciones, los comentarios ajenos o los problemas apaguen esa felicidad de ser instrumento de Dios para traer una nueva vida al mundo. 
Ocúpate de lo que haya que hacer o preparar, pero sin obsesionarte, y alaba como María: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su sierva” (Lc 1,46-48). 
Vive ese sereno entusiasmo en medio de tus molestias, y ruega al Señor que cuide tu alegría para que puedas transmitirla a tu niño“.

(Punto 171 de la exhortación apostólica Amoris Laetitia)

Novena al Sagrado Corazón de Jesús

Novena al Sagrado Corazón de Jesús

“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor”, le dijo el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita de Alacoque en junio de 1675.
En esa revelación, el Señor le encomendó a la santa una misión: “Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares”.
“También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute”, añadió Jesucristo.
En preparación a esta gran fiesta al Sagrado Corazón de Jesús, que este año se celebrará el viernes 23 de junio, ACI Prensa ofrece una novena especial para ser rezada en familia, comunidad, grupo o de manera personal:

Corpus Christi: ¿Cómo surgió y cuál es su sentido?

Revelaciones a una mujer en Bélgica, un milagro eucarístico en Italia, la decisión de un Papa y una popular y profunda celebración universal

En la fiesta del Corpus Christi, millones de católicos dan testimonio de su fe en la presencia real de Jesús en la Eucaristía de un modo público, en las plazas y calles del mundo.
Este día remite también al Jueves Santo, en que se recuerda el histórico momento en que Jesús dio a sus apóstoles la gran misión de continuar celebrando la cena a través de los tiempos, con las palabras: “Haced esto en memoria mía”.
Al decir esto, Jesús apuntó a una realidad fuerte: cuando se celebra la eucaristía, no se trata de un recuerdo o representación simbólica, sino de un acto, es decir que cuando el sacerdote invoca el Espíritu Santo y repite las palabras de Jesús en la última cena, el pan y el vino se transforman en el cuerpo y sangre de Cristo.
En el discurso del pan de la vida, Jesús es muy claro al respecto, al afirmar en Jn 6,51: “Y el pan que yo daré es mi carne para la salvación del mundo”. En cada misa sucede el mayor de los milagros, y la más importante de todas las apariciones. El propio Jesús se hace presente para llenar con su gloria y poder el lugar donde se celebra la Eucaristía, como también a cada persona presente en este momento tan sagrado y sobrenatural.
La misa de Corpus Christi, con la procesión y bendición, es una oportunidad especial para avivar la fe en el amor de Dios. Es Jesús en persona, que no queda encerrado en las paredes de una iglesia, sino que pasa en medio del pueblo, y santifica nuestras calles con su presencia. Jesús vivo pasa cerca de ti, pon en acción el poder de la fe y con certeza experimentarás la bendición de Dios actuando en tu vida.
Origen de la fiesta del Corpus 
Su origen está ligado a dos hechos del siglo XIII:
 Las revelaciones hechas a santa Juliana de Lieja, donde Jesucristo pedía una fiesta pública dedicada a la Eucaristía. En esta época era sacerdote, en esta diócesis belga, el futuro papa Urbano IV.
– El milagro eucarístico de Bolsena (Italia), sucedido en 1263
El sacerdote Pedro de Praga hacía una peregrinación a Roma. En ese viaje, paró para pernoctar en la ciudad de Bolsena, no lejos de Roma, y se hospedó en la iglesia de Santa Catalina. A la mañana siguiente, celebró una misa y pidió al Señor que apartara de su mente las dudas sobre Su presencia real en la Eucaristía. Era difícil para él creer que en el pan y en el vino estaba el Cuerpo de Cristo.
En el momento en que elevó la hostia, esta comenzó a sangrar (sangre viva). Él, asustado, envolvió la hostia y volvió a la sacristía para avisar de lo que estaba ocurriendo. La sangre manaba, llegando hasta el suelo, al que cayeron varias gotas.
Del milagro le informaron al papa Urbano IV, que estaba en Orvieto, y este mandó a un obispo a Bolsena para verificar la veracidad del hecho. El obispo vio que la hostia sangraba y que el suelo, el altar y el corporal estaban todos manchados de sangre. Inmediatamente organizó una procesión para llevar el corporal del milagro a la presencia del Papa. El Papa decidió ir al encuentro de la procesión. Cuando el obispo mostró el corporal manchado de sangre, el papa se arrodilló y dijo: “Corpus Christi” (Cuerpo de Cristo)!”
En 1264, el papa Urbano IV, extendió la fiesta a toda la Iglesia, pidiendo a santo Tomás de Aquino que preparase las lecturas y textos litúrgicos que, hasta hoy, son usados durante la celebración.

5 poderosas oraciones de acción de gracias para la Sagrada Eucaristía


Líbrame por medio de tu sagrado Cuerpo, que yo mismo he presumido recibir indignamente

1. Oración de Santo Tomás de Aquino
Gracias te doy, Señor, Padre Santo, omnipotente y eterno Dios, porque te has dignado saciarme a mí, pecador e indigno siervo tuyo, sin mérito alguno, sino por tu sola misericordia, con la participación del sacratísimo Cuerpo y Sangre de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Te suplico que esta sagrada comunión no sea para mí motivo de castigo, sino que me auxilie para conseguir el perdón. Sea armadura de mi fe, escudo de mi buena voluntad, muerte de todos los vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos, aumento de caridad, de paciencia, humildad, obediencia y de todas las virtudes. Sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra todos mis enemigos visibles e invisibles, perpetua unión contigo, único y verdadero Dios, y sello feliz de mi dichosa muerte. Te ruego que tengas por bien llevar a este pecador a aquel convite inefable, donde Tú con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres para tus santos luz verdadera, satisfacción cumplida, gozo perdurable, dicha consumada y felicidad perfecta. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.
2. Oración de San Juan Crisóstomo
Te damos gracias, clementísimo Dueño y Redentor de nuestras almas, porque también en el presente día nos has hecho dignos de los misterios celestes e inmortales. Dirige Tú nuestro camino; consérvanos en tu temor; defiende nuestra vida; asegura nuestros pasos con las oraciones y la intercesión de la Santa y Gloriosa Madre de Dios y siempre Virgen, María. Oh Dios, seas exaltado en los cielos y permanezca tu gloria sobre toda la tierra, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
3. Domine Iesu Christe
Oh Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, quien de acuerdo a la voluntad del Padre, en cooperación con el Espíritu Santo, has traído vida a este mundo por medio de Tu muerte, líbrame por medio de tu sacratísimo Cuerpo, mismo que yo he presumido recibir indignamente, de todas mis iniquidades y de todo mal, haz que me aferre a tus mandamientos y no permitas que me separe de Ti. Amén.
4. El Anima Christi
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.

Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.

5. Oración a la Virgen María
Oh María, Virgen y Madre Santísima, he recibido a tu Hijo amadísimo, que concebiste en tus inmaculadas entrañas, criándolo y alimentándolo con tu pecho, y lo abrazaste amorosamente en tus brazos. Al mismo que te alegraba contemplar y te llenaba de gozo, con amor y humildad te lo presento y te lo ofrezco, para que lo abraces, lo ames con tu corazón y lo ofrezcas a la Santísima Trinidad en culto supremo de adoración, por tu honor y por tu gloria, y por mis necesidades y por las de todo el mundo. Te ruego, piadosísima Madre, que me alcances el perdón de mis pecados y gracia abundante para servirte, desde ahora, con mayor fidelidad; y por último, la gracia de la perseverancia final, para que pueda alabarle contigo por los siglos de los siglos. Amén.

Hoy celebramos la Solemnidad del Corpus Christi

Un milagro eucarístico del siglo XIII fue el origen de la Fiesta del Corpus Christi, que la Iglesiacelebra el jueves siguiente a la Solemnidad de la Santísima Trinidad; aunque en algunos países las Iglesias locales deciden trasladarla para el domingo por una cuestión pastoral.
En esta solemnidad la Iglesia tributa a la Eucaristía un culto público y solemne de adoración, gratitud y amor, siendo la procesión del Corpus Christi una de las más importantes en toda la Iglesia Universal.
A mediados del siglo XIII el P. Pedro de Praga dudaba sobre la presencia de Cristo en la Eucaristía y realizó una peregrinación a Roma para rogar sobre la tumba de San Pedro una gracia de fe. Al retornar, mientras celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la Cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró manchando el corporal.
La noticia llegó rápidamente al Papa Urbano IV, que se encontraba muy cerca en Orvieto, y mandó que se le lleve el corporal. Más adelante el Pontífice publicó la bula “Transiturus”, con la que ordenó que se celebrara la Solemnidad del Corpus Christi en toda la Iglesia el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad.
El Santo Padre encomendó a Santo Tomás de Aquino la preparación de un oficio litúrgico para la fiesta y la composición de himnos, que se entonan hasta el día de hoy: Tantum Ergo, Lauda Sion.
El Papa Clemente V en el Concilio general de Viena (1311) ordenó una vez más esta fiesta y publicó un nuevo decreto en el que incorporó el de Urbano IV. Posteriormente Juan XII instó su observancia.
Más información:


Los Milagros de los Jueves Eucarísticos ante Jesús Sacramentado (un bello testimonio)


Mis días favoritos son los Jueves Eucarísticos. 
Me levanto feliz sabiendo que algo extraordinario está por ocurrir.  Desde hace mucho las grandes cosas en mi vida pasan los jueves Eucarísticos. A veces me inquieto por algo y de pronto recuerdo que es miércoles:
“Mañana es Jueves iré a ver a Jesús”. Me animo sabiendo todo saldrá bien.
No tienes idea la alegría, cómo me conforta y me alienta a continuar en cada visita. La vida no es sencilla. Lo sé bien. Tengo 4 hijos y junto a mi esposa Vida nos ha tocado sacar adelante nuestra familia.
He visto milagros patentes que han ocurrido tras una visita a Jesús en el sagrario. Y no tengo la menor duda. Allí está Jesús. Y para Él no hay nada imposible…
Cada vez que voy a comulgar y el sacerdote levanta la hostia santa frente a mí, la miro largo, con amor, el mayor tiempo posible y pienso: “Te amo Jesús”.  Entonces comulgo y le digo:
“Te tengo, Ahora eres mío”. 
Siento que esto le agrada. Sonríe y me responde feliz:
“Te tengo Claudio. Ahora eres mío”.
Mientras escribo estas líneas experimento la dulce presencia de Dios. Sientes que te envuelve un amor tan grande que se desborda. Y quieres retenerlo para siempre.
Eres capaz en ese instante de abrazar a tu enemigo y decirle mirándolo a los ojos: “Te perdono”.
He seguido el consejo del sacerdote que durante su homilía nos dijo:
“Si un día piensas en Jesús en el sagrario y estás lejos, envía a tu Ángel custodio a saludarlo”.
“Anda ángel mío. Ve al sagrario y saluda a Jesús de mi parte. Dile que le quiero mucho y que deseo amarlo más”.
Cuánto nos ama el buen Jesús. Nunca dejo de sorprenderme.
“Dulcísimo Jesús, perdóname. Te he fallado tantas veces y siempre estás en ese sagrario para mí. ¿Cómo puedes amarnos tanto? Eres mi mejor amigo, ¿lo sabes? Jesús dame la gracia para mar más y perdonar y ser justo en mis palabras y pensamientos y actos”.
Te ha ocurrido que pasando una dura prueba le preguntas: “¿Dónde estás?”Y sientes que te responde: “Aquí a tu lado, en ti, contigo”.
En esos momentos tan difíciles que enfrentamos corro a ver a Jesús en el sagrario. Me espera con su sonrisa, su alegría y su mirada amorosa. Me asomo a la puerta del oratorio y le digo:
“Llegué Jesús”.
Imagino que sonríe y me dice:
“Gracias Claudio por venir”.

Jueves de la décima semana del tiempo ordinario


Deuteronomio 8,2-3.14b-16a. 

Moisés habló al pueblo diciendo:
"Acuérdate del largo camino que el Señor, tu Dios, te hizo recorrer por el desierto durante esos cuarenta años. Allí él te afligió y te puso a prueba, para conocer el fondo de tu corazón y ver si eres capaz o no de guardar sus mandamientos.
Te afligió y te hizo sentir hambre, pero te dio a comer el maná, ese alimento que ni tú ni tus padres conocían, para enseñarte que el hombre no vive solamente de pan, sino de todo lo que sale de la boca del Señor.
No olvides al Señor tu Dios, que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud,
y te condujo por ese inmenso y temible desierto, entre serpientes abrasadoras y escorpiones. No olvides al Señor, tu Dios, que en esa tierra sedienta y sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca,
y en el desierto te alimentó con el maná, un alimento que no conocieron tus padres."

Salmo 147,12-13.14-15.19-20. 
¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión!
El reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de ti.

El asegura la paz en tus fronteras
y te sacia con lo mejor del trigo.
Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente;

Revela su palabra a Jacob,
sus preceptos y mandatos a Israel:
a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos.



Carta I de San Pablo a los Corintios 10,16-17. 
Hermanos:
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?
Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.

Evangelio según San Juan 6,51-58. 
Jesús dijo a los judíos:
"Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo". 
Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".