viernes, 21 de diciembre de 2018

¿Preparando tu fiesta de Navidad? Conoce al santo patrón de la hospitalidad


San Meinrado trataba a todos sus invitados con gran dignidad, al margen de quiénes fueran

Durante los últimos días previos a la Navidad, todo el mundo parece estar muy ajetreado con preparaciones de último minuto para sus fiestas navideñas. Sea la fiesta elaborada o sencilla, con familia o con amigos, el objetivo es ser un anfitrión hospitalario para todos, facilitando un acontecimiento que disfruten todos los presentes.
San Meinrado es un intercesor perfecto para ocasiones así, ya que tras su muerte fue conocido como el “mártir de la hospitalidad”.
Nacido en Suiza en una familia noble del siglo IX, Meinrado (o Meginrado) sintió la vocación de consagrar su vida a Dios. Al principio se unió a la Orden Benedictina, fue ordenado sacerdote y, más tarde, se hizo profesor. Allí aprendió la Regla de san Benito, quien instruía a sus monjes sobre la manera apropiada de recibir a los invitados.
A todos los huéspedes que se presenten en el monasterio ha de acogérseles como a Cristo, porque él lo dirá un día: “Era peregrino, y me hospedasteis” [Mateo 25,35]. A todos se les tributará el mismo honor, “sobre todo a los hermanos en la fe” [Gálatas 6,10] y a los extranjeros. Una vez que ha sido anunciada la llegada de un huésped, irán a su encuentro el superior y los hermanos con todas las delicadezas de la caridad. (…) Hasta en la manera de saludarles deben mostrar la mayor humildad a los huéspedes que acogen y a los que despidan; con la cabeza inclinada, postrado el cuerpo en tierra, adorarán en ellos a Cristo, a quien reciben.
Sin embargo, Meinrado se sintió llamado a una vida más profunda de contemplación y reclusión, así que se hizo eremita siguiendo el ejemplo de los Padres del Desierto. Fue eremita en la Selva Negra, pero su santidad era famosa y los visitantes acudían en multitud a su pequeña choza en el bosque.
Entonces, el 21 de enero de 861, Meinrado recibió a un par de ladrones. Les dio la bienvenida con toda dignidad, les ofreció cobijo y alimento, aunque su apariencia fuera sospechosa. Cuando los visitantes se dieron cuenta de que Meinrado no tenía nada de valor que robar, decidieron darle muerte. Su muerte fue considerada por los locales como un martirio, aunque no muriera directamente por su fe en Cristo.
Aquí tenéis una breve oración a san Meinrado para pedir su intercesión para lo que quiera que necesitéis.
Dios todopoderoso y eterno,
Tus prodigios brillan a través de los méritos de tu santo mártir Meinrado.
Te pedimos que, así como le coronaste con la gloria del sufrimiento por Tu Nombre,
ahora recibamos ayuda por sus oraciones para recibir Tu misericordia.

San Meinrado, por favor, ayúdame en mi necesidad [decir intención].
Te pedimos esto por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Lecturas del 21 de Diciembre. Feria de Adviento

Primera lectura

Lectura del libro del Cantar de los Cantares (2,8-14):

¡LA voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan se perfume.
Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 32,2-3.11-12.20-21

R/. Aclamad, justos, al Señor;
cantadle un cántico nuevo.

V/. Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. R/.

V/. El plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

V/. Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-45):

EN aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra del Señor