lunes, 5 de diciembre de 2016

Papa Francisco explica la importancia del sentido del humor

Foto Alan Holdren / ACI Prensa

Una de las características del Papa Francisco es, sin duda, su buen sentido del humor. En una nueva entrevista, el Santo Padre explica por qué le parece importante.
En el diálogo con TV2000, le preguntan al Pontífice: “Santidad, Usted ha dicho que la actitud humana más cercana a la gracia divina es el humor: una afirmación que puede parecer un poco extraña en boca de un Papa. ¿Por qué? ¿Quizás porque se necesita haber recibido una gran gracia, un gran don para ser capaz de reírse de los propios defectos?”.
El Santo Padre responde que “el sentido del humor es una gracia que yo pido todos los días, y rezo esa hermosa oración de Santo Tomás Moro: ‘Dame, Señor, el sentido del humor’; que yo sepa reír ante una broma. Es muy hermosa esa oración".
La oración a la que el Papa se refiere le pertenece al santo abogado que murió mártir, condenado a muerte por el rey Enrique VIII de Inglaterra, por haberse opuesto a su divorcio con la reina Catalina de Aragón y por no haber aceptado al soberano como cabeza de la Iglesia anglicana.
El Papa Francisco explicó también que "el sentido del humor te lleva, te hace ver lo provisional de la vida y tomar las cosas con un espíritu de alma redimida. Es una actitud humana, pero la más cercana a la gracia de Dios".
"Conocí un sacerdote –un gran sacerdote, un gran pastor, por citar uno– que tenía un sentido del humor grande, pero hacía mucho bien con él, porque aligeraba las cosas: ‘Lo absoluto es Dios pero esto se organiza, si puedes, estate tranquilo’: pero sin decirlo así, sabía hacerlo sentir, con el sentido del humor", refirió el Pontífice.
De ese sacerdote, dijo el Papa, se decía que "sabe reírse de los otros, de sí mismo, también de su propia sombra".
El sentido del humor, concluyó Francisco, "es esa capacidad de ser un niño ante Dios. Bendecir al Señor con una sonrisa y también con una broma bien hecha".


Lunes de la segunda semana de Adviento


Libro de Isaías 35,1-10. 

¡Regocíjese el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa!
¡Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios.
Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes;
digan a los que están desalentados: "¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a salvarlos!".
Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos;
entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa;
el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales; la morada donde se recostaban los chacales será un paraje de caña y papiros.
Allí habrá una senda y un camino que se llamará "Camino santo". No lo recorrerá ningún impuro ni los necios vagarán por él;
no habrá allí ningún león ni penetrarán en él las fieras salvajes. Por allí caminarán los redimidos,
volverán los rescatados por el Señor; y entrarán en Sión con gritos de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañarán el gozo y la alegría, la tristeza y los gemidos se alejarán.

Salmo 85(84),9ab-10.11-12.13-14. 
Voy a proclamar lo que dice el Señor:
el Señor promete la paz,
Su salvación está muy cerca de sus fieles,
y la Gloria habitará en nuestra tierra.

El Amor y la Verdad se encontrarán,
la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra
y la Justicia mirará desde el cielo.

El mismo Señor nos dará sus bienes
y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de él,
y la Paz, sobre la huella de sus pasos.


Evangelio según San Lucas 5,17-26. 
Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar.
Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús.
Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús.
Al ver su fe, Jesús le dijo: "Hombre, tus pecados te son perdonados".
Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: "¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?".
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "¿Qué es lo que están pensando?
¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados están perdonados', o 'Levántate y camina'?.
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa".
Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios.
Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: "Hoy hemos visto cosas maravillosas".