domingo, 21 de mayo de 2017

Papa Francisco anima a ir más allá de los 10 Mandamientos para vivir en cristiano

El Papa Francisco imparte su homilía en la Casa Santa Marta / Foto: L'Osservatore Romano

En la homilía de la Misacelebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco invitó a cumplir los Diez Mandamientos para después ir más allá y cumplir también “todas las cosas que Jesús nos ha enseñado, esos mandamientos de la vidacotidiana que representan el modo de vivir cristiano”.
El Santo Padre explicó que el núcleo de los 10 Mandamientos es uno: “el amor del Padre a Jesús, es el amor de Jesús a nosotros”.
Sin embargo, advirtió de que “hay otros amores. También el mundo nos propone otros amores: el amor al dinero, por ejemplo, el amor a la vanidad, pavonearse, el amor al orgullo, el amor al poder, haciendo tantas cosas injustas por tener más poder”.
“Son otros amores, pero no son de Jesús no son del Padre. Él nos pide permanecer en su amor que es el amor del Padre. Pensemos también en estos otros amores que nos alejan del amor de Jesús. Y también, hay otras maneras de amar: amar a medias, eso no es amar. Una cosa es querer bien, y otra cosa es amar”.
El Pontífice señaló que “de esta manera, cumpliendo estos mandamientos que Jesús nos ha dado, permaneceremos en el amor de Jesús, que es el amor del Padre. Es lo mismo. Sin medida. Sin ese amor tibio o interesado”.
“‘Pero, ¿por qué, Señor, nos recuerdas estas cosas?’, podríamos preguntarnos. ‘Para que mi alegría esté en vosotros y que vuestra alegría sea plena’. Si el amor del Padre va a Jesús, Jesús nos enseña el camino del amor: el corazón abierto, amar sin medida, dejando de lado otros amores”.
El Papa Francisco concluyó su homilía con una anécdota: “Hace poco, un sacerdote fue nombrado Obispo. Fue junto a su padre, su anciano padre, para darle la noticia".
"Este hombre anciano, ya pensionista, un hombre humilde, un trabajador de toda la vida, no había ido a la Universidad, pero tenía la sabiduría de la vida. Dio a su hijo solo dos consejos: ‘Obedece y da alegría a la gente’. Este hombre había entendido esto: obedece al amor del Padre, sin otros amores, obedece a este don, y luego da alegría a la gente”.
“Nosotros, cristianos, laicos, sacerdotes, consagrados, Obispos, debemos dar alegría a la gente. Nuestra misión cristiana es dar alegría a la gente”.

¿Cuándo comenzaron los cristianos a rezar el Ave María?


Aunque el texto viene directo de la Escritura, la oración en sí no es tan antigua como podrías pensar.

En el Evangelio de Lucas, encontramos los dos versos principales que componen la habitual oración del ‘Ave María’. La primera parte de la oración deriva de la Anunciación, cunando el ángel Gabriel saludó a María diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lucas 1,28). La siguiente parte de la oración se extrae de la Visitación, cuando Isabel saludó a María con las palabras: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” (Lucas 1,42).
Sin embargo, aunque la oración deriva en esencia directamente de la Biblia, los cristianos no unieron estos dos versos hasta el siglo XI. La Enciclopedia Católica explica que, “de hecho, apenas hay rastro del Ave María como una fórmula devocional aceptada antes del 1050 aproximadamente. Todo apunta a que se originó a partir de ciertos versículos y responsorios del Pequeño Oficio de Nuestra Señora, que por entonces empezaba a asentarse entre las órdenes monásticas. Dos manuscritos anglosajones del Museo Británico, uno de los cuales podría remontarse al año 1030, muestra que las palabras ‘Ave Maria’ etc. y ‘benedicta tu in mulieribus et benedictus fructus ventris tui’ aparecían en casi todas las partes del Oficio y, aunque no podemos estar seguros de que estas cláusulas se unieran en un principio para componer una oración, hay pruebas concluyentes de que esto sí sucedió muy poco después”.
Al principio la oración se conoció como “Salutación de la Beata Virgen”, y solo consistía en dos versículos unidos. No fue hasta mucho más tarde que se añadió la segunda mitad peticionaria de la oración (la parte del Ave María). Durante varios siglos, la oración terminaba simplemente en “…bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Amén”, pero en ocasiones incluía diferentes peticiones que se añadían después.
La oración oficial del ‘Ave María’ no se finalizó hasta después de la publicación del Catecismo del Concilio de Trento y la oración entonces fue incluida en el Breviario Romano de 1568. En el Catecismo de Trento se menciona la oración, a la que se refiere todavía como ‘Salutación Angélica’.
“[La] primera parte de la Salutacion Angélica, quando la rezamos para pedir, diciendo: Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres. Porque así bendecimos á Dios, dándole sumas alabanzas, y rindiéndole gracias por haber colmado á la Santísima Virgen con toda la plenitud de sus divinos dones. Y con mucha razon la Santa Iglesia de Dios añadió á esta accion de gracias ruegos, y la invocacion de la Santísima Madre de Dios, con la qual nos acogiesemos á ella piadosa y rendidamente, para que por su intercesion reconciliase con Dios á nosotros pecadores, y nos alcanzase los bienes necesarios, así para esta vida, como para la eterna. Y así nosotros desterrados hijos de Eva, que estamos en este valle de lágrimas, debemos invocar de continuo á la Madre de misericordia, y Abogada del pueblo fiel, para que ruegue por nosotros pecadores, y por medio de esta oración implorar el parrocinio y amparo de esta Señora, cuyos méritos para con Dios son subidísimos, y cuya voluntad está muy inclinada á favorecer á los hombres, como ninguno lo puede dudar sino impía y malvadamente”.
La oración ahora es un pilar central de la devoción católica. Expresa nuestro amor por la Santísima Virgen María empleando palabras de la Escritura y luego pide su auxilio en nuestra hora de necesidad. Es una oración hermosa, con una historia que se remonta al menos mil años.

Oraciones por los hijos



"Señor, concédeme la gracia de verte en mis hijos..."

Señor, concédeme la gracia de verte en mis hijos,
dame tu corazón para amarlos y tu ternura para ayudarlos a crecer.
Concédeme tu sabiduría para guiarlos,
y tu fortaleza cuando necesite dejarlos ir.
Amén.

Querido Jesús, Tú ves el fondo de nuestros corazones
Y  ves el dolor que hay allí.
Venimos a traerte a nuestros hijos.
Sabemos que Tú los quieres más de lo que nosotros los queremos.
Por favor, protégenos, protege a nuestras familias 
de todo mal y del demonio.
Sabemos Señor, que es Tuya la Victoria,
Te damos gracias por Tu protección y Tu presencia aquí hoy.
Amén.
Estas son dos de las oraciones que rezan las Mothers Prayers, un movimiento internacional de madres que rezan por sus hijos, nietos, maridos, ahijados, sacerdotes,… Nacido en Inglaterra en 1995, está hoy presente en más de cien países. Funciona por pequeños grupos que se reúnen en torno a una cruz, una vela, la Biblia y un pequeño cesto en el que depositan los nombres de las personas por las que rezan como símbolo de entregarlas a Jesús.