lunes, 18 de diciembre de 2017

Una oración para bendecir la puerta de tu hogar


¡Bendice nuestras entradas y salidas!

Bendito seas, oh Señor Dios nuestro, porque tu guías nuestros pasos. Tu bendices nuestras entradas y salidas; desde que nacemos hasta que morimos, nos tienes bajo tu cuidado. Bendice esta puerta, Oh Señor, la cual consagramos para este tiempo de preparación.
Cada día que pasemos por este lugar, atráenos mas profundamente hacia tu presencia y a las maravillas de tu amor por nosotros. Tu eres la puerta del Reino de los Cielos, la puerta hacia la vida eterna. Oh Portal de eterna paz, nuestro nuevo y vivo camino, desata nuestros pecados y abre para nosotros la puerta de la salvación.
Oh Dios, protege nuestras entradas y salidas; permítenos compartir la hospitalidad de este hogar con todos aquellos que nos visiten.  Que los pobres encuentren descanso dentro de estos muros y todos los que padecen hambre encuentren alivio en nuestro hogar.
Guíanos Señor  hacia ti, por tu misericordia, y llévanos contigo a la Patria celestial. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.

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Feria de Adviento: Semana antes de Navidad (18 dic.)


Libro de los Números 24,2-7.15-17a. 

Cuando el profeta Balaam alzó los ojos y vio a Israel acampado por tribus, el espíritu de Dios vino sobre él
y pronunció su poema, diciendo:

Oráculo de Balaam hijo de Beor,
oráculo del hombre de mirada penetrante;
oráculo del que oye las palabras de Dios
y conoce el pensamiento del Altísimo;
del que recibe visiones del Todopoderoso,
en éxtasis, pero con los ojos abiertos.
¡Qué hermosas son tus carpas, Jacob,
y tus moradas, Israel!
Son como quebradas que se extienden,
como jardines junto a un río,
como áloes que plantó el Señor,
como cedros junto a las aguas.
El agua desborda de sus cántaros,
su simiente tiene agua en abundancia.
Su rey se eleva por encima de Agag
y su reino es exaltado.
Entonces pronunció su poema, diciendo: "Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante;
oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis pero con los ojos abiertos.
Lo veo, pero no ahora;

Salmo 25(24),4-5.6-7.8-9. 
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,

Yo espero en ti todo el día,
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,
porque son eternos.
No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud:

por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente

y enseña su camino a los pobres.

Evangelio según San Mateo 21,23-27. 
Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?".
Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas.
¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?". Ellos se hacían este razonamiento: "Si respondemos: 'Del cielo', él nos dirá: 'Entonces, ¿por qué no creyeron en él?'.
Y si decimos: 'De los hombres', debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta".
Por eso respondieron a Jesús: "No sabemos". El, por su parte, les respondió: "Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto".