martes, 26 de septiembre de 2017

Una biblia hallada en un infierno


Incrustados en un trozo de acero fundido, ente los escombros de las Torres Gemelas tras el 11S, unos versículos daban una lección divina

La historia ya tiene su tiempo, pero ha resurgido con ocasión del decimoquinto aniversario del atentado del 11 de septiembre de 2001. El 30 de marzo de 2002, mientras los bomberos continuaban aún en su interminable esfuerzo por retirar escombros, uno de ellos hizo un descubrimiento cuanto menos extraño: una Biblia incrustada en un trozo de acero fundido. El libro sagrado, completamente adherido al metal, estaba abierto por la página del Sermón de la montaña. En 2002, un bombero entregó estas páginas al fotógrafo Joel Meyerowitz, que trabajaba en el lugar.
Cuando Joel Meyerowitz recibió el objeto, inmediatamente quedó impactado por el pasaje por donde el libro había quedado abierto: “Oísteis que fue dicho: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”.
En 2012, Joel Meyerowitz donó el objeto al museo en memoria del 11 de septiembre, donde se expone tal cual es.

10 enseñanzas del Padre Pío para “sacudir” tu vida


“Si el demonio no duerme para perdernos, Nuestra Señora no nos abandona ni siquiera un instante”

Heredero espiritual de san Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina fue el primer sacerdote en recibir los estigmas de la crucifixión. Es conocido en todo el mundo como “fraile” estigmatizado.
El Padre Pío, a quien Dios dio dones y carismas particulares, se empeñó con todas sus fuerzas en la salvación de las almas.
Los muchos testimonios sobre la gran santidad del fraile llegan hasta nuestros días, acompañados de sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales junto a Dios fueron para muchos hombres causa de curación del cuerpo y motivo de renovación del espíritu.
Algunas enseñanzas del Padre Pío que “sacudirán” tu vida:
1. No te preocupes con el mañana. Haz el bien hoy.
2. Si Jesús nos hace así de felices en la Tierra, ¿cómo será en el Cielo?
3. Si el temor te deja angustiado, exclama como san Pedro: “Señor, ¡sálvame!”. Él te extenderá la mano: apriétala con fuerza y camina alegremente”.
4. Intenta hacerlo siempre mejor: hoy mejor que ayer, mañana mejor que hoy.
5. Si el demonio no duerme para perdernos, Nuestra Señora no nos abandona ni siquiera un instante.
6. Cuando pierdes el tiempo, desprecias el don de Dios, el regalo que Él, infinitamente bueno, abandona a tu amor y generosidad.
7. Sean como pequeñas abejas espirituales, que llevan a su colmena sólo miel y cera. Que, por medio de su conversación, su casa esté llena de docilidad, paz, concordia, humildad y piedad.
8. Haz siempre el bien, así dirán: “este es cristiano”. Soporta tribulaciones, enfermedades, dolores por amor a Dios y por la conversión de los pobres pecadores.
9. Un convertido expresó temor de volver a caer. El Padre Pío le dijo: “Yo estaré contigo. ¿Piensas, hijo mío, que yo dejaría volver a caer una alma que levanté? Vete en paz y ten confianza”.
10. Quien tiene tiempo no espera por el tiempo. No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy. Las sepulturas están rebosantes de buenas acciones dejadas para después… Y, además de eso, ¿quién nos dice que viviremos hasta mañana? Escuchemos la voz de nuestra conciencia, la voz del profeta: “Si oyeras la voz del Señor hoy, no querrías cerrar tus oídos”. Debemos renacer y acumular solamente las riquezas que nos pertenecen, recordando que sólo el instante que escapa está en nuestro dominio. No podemos intercalar tiempo entre un instante y otro, pues no nos pertenece.

¿Por qué los sacerdotes llevan un alzacuellos blanco?


Empezó como algo derivado de la moda popular y después tomó un significado espiritual más profundo

El “cuello romano”, una banda blanca que rodea el cuello de un sacerdote (o miembros del clero de algunas congregaciones protestantes), sigue siendo uno de los elementos más distintivos de la vestimenta clerical. Habla más alto que cualquier palabra e identifica claramente a los miembros del clero entre una multitud de cualquier tamaño.
Sin embargo, es una pieza bastante extraña de ropa. ¿De dónde viene?
No fue sino hasta los siglos XII y XIII que los sacerdotes adoptaron la sotana romana como un traje distintivo que los distinguía visualmente de los laicos. Unos siglos más tarde se estableció que la sotana fuera de color negro y fue durante este período de tiempo cuando empezó a existir el cuello blanco.
La moda de ese momento era usar un cuello de lino sobre la parte superior de la ropa. Según Mateo Bunson, “esto se convirtió en una costumbre aceptada, y en el siglo XVII había muchas formas de este collar de lino, como la variedad romana adornada, el collarino, de encaje adornado y caro, y los franceses adoptaron los collarines usados ​​por clases nobles, de lino y fino encaje”.
Sin embargo, el papa Urbano VIII en 1624 reguló más el uso del collarín y proclamó que cualquier adorno o encaje estaba prohibido.
A medida que pasaron los años se desarrollaron diferentes variaciones del cuello romano, y los protestantes desarrollaron sus propias tradiciones para distanciarse de la Iglesia. Sin embargo, se cree que un ministro protestante en el siglo XIX inventó el collar desmontable moderno y fue popularizado más adelante por el movimiento de Oxford.
Espiritualmente se ha convertido en un signo de la consagración de un sacerdote a Dios y de su función como alguien separado para el servicio sacerdotal. Algunos sacerdotes lo ven como un símbolo de su “esclavitud” a Dios, mostrando al mundo quién es su verdadero Maestro.
Además, debido a que muchos sacerdotes lo encuentran bastante incómodo, el alzacuellos se ha convertido en una manera de llevar a cabo una penitencia diaria a Dios, ofreciendo el sacrificio para el pueblo al que el sacerdote sirve.
El alzacuellos sigue siendo un signo distintivo de la disponibilidad del sacerdote y la naturaleza permanente de las órdenes. El sacerdote “no es suyo” y es una señal visible de Jesucristo, presente en medio de la vida cotidiana, dispuesto a reconciliar a los pecadores y a devolver las almas a Dios.

Martes de la vigésima qunita semana del tiempo ordinario


Libro de Esdras 6,7-8.12b.14-20. 
Dejen trabajar en esa Casa de Dios al comisionado de Judea y a los ancianos de los judíos. Que se reconstruya esa Casa de Dios en el mismo sitio.
Estas son mis órdenes acerca de la conducta que ustedes deben observar frente a los ancianos de los judíos, para la reconstrucción de esa Casa de Dios: los gastos que ellos hagan serán pagados totalmente y sin interrupción de los fondos reales, utilizando los impuestos percibidos en la región del otro lado del Eufrates.
¡Que el Dios que ha establecido allí su Nombre destruya a cualquier rey o pueblo que intente transgredir esta orden, destruyendo esa Casa de Dios que está en Jerusalén! Yo, Darío, he promulgado este decreto. Que sea cumplido estrictamente".
Los ancianos de los judíos llevaron adelante la obra, bajo el impulso del profeta Ageo y de Zacarías, hijo de Idó. Así terminaron la construcción, conforme a la orden del Dios de Israel y a los decretos de Ciro y Darío.
La Casa fue concluida el día veintitrés del mes de Adar, en el sexto año del reinado de Darío.
Todos los israelitas - los sacerdotes, los levitas, y el resto de los repatriados - celebraron alegremente la Dedicación de esta Casa de Dios.
Para su Dedicación, ofrecieron cien novillos, doscientos carneros y cuatrocientos corderos. Además, ofrecieron doce chivos, según el número de tribus de Israel, como sacrificio por el pecado de todo el pueblo.
Después establecieron a los sacerdotes según sus categorías y a los levitas según sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén, como está escrito en el libro de Moisés.
Los repatriados celebraron la Pascua el día catorce del primer mes.
Como todos los levitas se habían purificado, estaban puros e inmolaron la víctima pascual para todos los que habían vuelto del destierro, para sus hermanos los sacerdotes y para ellos mismos.

Salmo 122(121),1-2.3-4a.4b-5. 
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor!»
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y armoniosa.
Allí suben las tribus,
las tribus del Señor.

Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.

Evangelio según San Lucas 8,19-21. 
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte".
Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".