miércoles, 9 de noviembre de 2016

Papa a Luteranos: ¡Cristianos, vamos a protagonizar revolución de la ternura! Desde Suecia se impulsa declaración conjunta para un ecumenismo de la caridad por los más pobres, desechados y necesitados del planeta

Papa a Luteranos: ¡Cristianos, vamos a protagonizar revolución de la ternura!



A nosotros los cristianos se nos pide de protagonizar la revolución de la ternura”, dijo el papa Francisco durante evento ecuménico ante miles de delegados cristianos reunidos este lunes 31 de octubre en la tarde en el estadio Malmö Arena de Suecia.
Francisco compartió platea con varios líderes luteranos, pero especialmente con los operadores de caridad y de paz (de ambas iglesias), al fin hombres y mujeres voluntarios y comprometidos en llevar conforto y trabajar a favor de los más necesitados en varios países y realidades.
En esto contexto, Francisco agradeció a Dios ante miles de asistentes por “esta conmemoración conjunta de los 500 años de la Reforma” que involucra a católicos y luteranos, que “estamos viviendo con espíritu renovado y siendo conscientes que la unidad entre los cristianos es una prioridad”, expresó.
Entretanto, manifestó que entre católicos y luteranos “es mucho más lo que nos une que lo que nos separa”.
En un discurso sobre la caridad cristiana aseguró: “Para nosotros cristianos, es una prioridad salir al encuentro de los desechados, porque son desechados de su patria y de los marginados de nuestro mundo, y hacer palpable la ternura y el amor misericordioso de Dios, que no descarta a nadie, sino que a todos acoge”.
El obispo de Roma que momentos antes participó a una oración ecuménica común y firmó una declaración conjunta con los Luteranos, aplaudió que, a su vez, “gracias a este nuevo clima de entendimiento, hoy Caritas Internationalis y Lutheran World Federation World Service firmarán una declaración común de acuerdos”.
De esta manera, el ecumenismo de la caridad tiene un nuevo auge en esta declaración entre ambas organizaciones cristianas de asistencia benéfica “con el fin de desarrollar y consolidar una cultura de colaboración para la promoción de la dignidad humana y de la justicia social”.
Antes del discurso del Papa se escucharon testimonios de cristianos comprometidos en varios ámbitos en Colombia, Burundi, India, Siria y Sur Sudán: la protección del planeta, enfrentar el cambio climático, ayudar a los niños y las mujeres en zonas de guerra, los refugiados, sostener a los pueblos perseguidos y la paz del mundo.
“Ojalá que se pudiera propagar” la locura del amor de Dios “iluminada por la fe y la confianza en la Providencia”, expresó el Papa y agradeció a todos los que brindaron su testimonio. En referencia justamente al testimonio de una mujer en exilio, Marguerite, que ayuda a los niños víctimas de la guerra en África.
El Pontífice invitó a todos: “Cuando volvamos a nuestras casas, llevemos el compromiso de realizar cada día un gesto de paz y de reconciliaciónpara ser testigos valientes y fieles de esperanza cristiana. Y cómo sabemos: ¡La esperanza no defrauda!”, concluyó.
Por otro lado, de la parte luterana. “Católicos y luteranos se aman hoy y sirven a los hermanos para que el mundo crea. Qué Dios bendiga siempre nuestros lazos de hermandad”, dijo el Obispo luterano Munib Yunan, Secretario General de la Federación Mundial Luterana.
En otro momento, el Papa pidió una oración especial por Colombia que llamó “ tierra maravillosa para que, con la colaboración de todos, se pueda llegar finalmente a la paz, tan deseada y necesaria para una digna convivencia humana”.
Asimismo, exhortó a rezar por todas las naciones que viven conflictos y violencia. “Como el corazón cristiano, si lo miran a Jesús, no conoce limites; que sea una oración que abrace también a todos los países en los que sigue habiendo graves situaciones de conflicto”.

Discurso completo del Papa 

Queridos hermanos y hermanas:
Doy gracias a Dios por esta conmemoración conjunta de los 500 años de la Reforma, que estamos viviendo con espíritu renovado y siendo conscientes que la unidad entre los cristianos es una prioridad, porque reconocemos que entre nosotros es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. El camino emprendido para lograrla es ya un gran don que Dios nos regala, y gracias a su ayuda estamos hoy aquí reunidos, luteranos y católicos, en espíritu de comunión, para dirigir nuestra mirada al único Señor, Jesucristo.
El diálogo entre nosotros ha permitido profundizar la comprensión recíproca, generar mutua confianza y confirmar el deseo de caminar hacia la comunión plena.Uno de los frutos que ha generado este diálogo es la colaboración entre distintas organizaciones de la Federación Luterana Mundial y de la Iglesia Católica.
Gracias a este nuevo clima de entendimiento, hoy Caritas Internationalis y Lutheran World Federation World Service firmarán una declaración común de acuerdos, con el fin de desarrollar y consolidar una cultura de colaboración para la promoción de la dignidad humana y de la justicia social.
Saludo cordialmente a los miembros de ambas organizaciones que, en un mundo fragmentado por guerras y conflictos, han sido y son un ejemplo luminoso de entrega y servicio al prójimo. Los exhorto a seguir adelante por el camino de la cooperación.
He escuchado con atención los testimonios, de cómo en medio de tantos desafíos entregan la vida día a día para construir un mundo que responda cada vez más a los designios de Dios.
Pranita se ha referido a la creación. Es cierto que toda la creación es una manifestación del inmenso amor de Dios para con nosotros; por eso, también por medio de los dones de la naturaleza nosotros podemos contemplar a Dios.
Comparto tu consternación por los abusos que dañan nuestro planeta, nuestra casa común, y que generan graves consecuencias también sobre el clima. Como bien has recordado, los mayores impactos recaen a menudo sobre las personas más vulnerables y con menos recursos, y son forzadas a emigrar para salvarse de los efectos de los cambios climáticos. Como se dice en mi país: ¡Al final la gran fiesta la terminan pagando los pobres!
Todos somos responsables de la preservación de la creación, y de modo particular nosotros los cristianos. Nuestro estilo de vida, nuestros comportamientos deben ser coherentes con nuestra fe. Estamos llamados a cultivar una armonía con nosotros mismos y con los demás, pero también con Dios y con la obra de sus manos. Pranita, te animo a seguir adelante en tu compromiso en favor de nuestra casa común.
Testimonio desde Colombia 

Mons. Héctor Fabio nos ha informado del trabajo conjunto que católicos y luteranos realizan en Colombia. Es una buena noticia saber que los cristianos se unen para dar vida a procesos comunitarios y sociales de interés común. Les pido una oración especial por esa tierra maravillosa para que, con la colaboración de todos, se pueda llegar finalmente a la paz, tan deseada y necesaria para una digna convivencia humana. Como el corazón cristianos, si lo miran a Jesús, no conoce limites; que sea una oración que abrace también a todos los países en los que sigue habiendo graves situaciones de conflicto.
Marguerite ha llamado nuestra atención sobre el trabajo en favor de los niños víctimas de tantas atrocidades y el compromiso con la paz. Es algo admirable y, a su vez, un llamado a tomar en serio innumerables situaciones de vulnerabilidad que sufren tantas personas indefensas, aquellas que no tienen voz. Lo que tú consideras como una misión, ha sido una semilla que ha generado abundantes frutos, y hoy, gracias a esta semilla, miles de niños pueden estudiar, crecer y recuperar la salud. Apostaste al futuro. ¡Gracias!
Te doy las gracias por el hecho de que ahora, incluso en el exilio, sigues comunicando un mensaje de paz. Has dicho que todos los que te conocen piensan que lo que haces es una locura. Por supuesto, es la locura del amor a Dios y al prójimo. Ojalá que se pudiera propagar esta locura, iluminada por la fe y la confianza en la Providencia. Sigue adelante y que esa voz de esperanza que escuchaste al inicio de tu aventura continúe animando tu corazón y el corazón de muchos jóvenes.
Testimonio Sur Sudán
Rose, la más joven, ha manifestado un testimonio realmente conmovedor. Ha sabido sacar provecho al talento que Dios le ha dado a través del deporte. En lugar de malgastar sus fuerzas en situaciones adversas, las ha empleado en una vida fecunda.
Mientras escuchaba tu historia, me venía a la mente la vida de tantos jóvenes que necesitan de testimonios como el tuyo. Me gustaría recordar que todos pueden descubrir esa condición maravillosa de ser hijos de Dios y el privilegio de ser queridos y amados por él.
Rose, te agradezco de corazón tus esfuerzos y tus desvelos por animar a otras niñas a regresar a la escuela y, también, el que rece todos los días por la paz en el joven estado de Sudán del Sur, que tanto la necesita.
Después de escuchar estos testimonios valientes, y que nos hacen pensar en nuestra propia vida y en el modo cómo respondo a las situaciones de necesitad que están a nuestro lado, quiero agradecer a todos los gobiernos que asisten a los refugiados, a los desplazados y a los que solicitan asilo, porque todas las acciones en favor de estas personas que tienen necesidad de protección representan un gran gesto de solidaridad y de reconocimiento de su dignidad.
Para nosotros cristianos, es una prioridad salir al encuentro de los desechados, porque son desechados de su patria y de los marginados de nuestro mundo, y hacer palpable la ternura y el amor misericordioso de Dios, que no descarta a nadie, sino que a todos acoge. A nosotros los cristianos se nos pide de protagonizar la revolución de la ternura. 
Alepo – Siria 
Dentro de poco escucharemos el testimonio del Obispo Antoine, que vive en Alepo, ciudad extenuada por la guerra, donde se desprecia y se pisotean incluso los derechos más fundamentales. Las noticias nos refieren cotidianamente el inefable sufrimiento causado por el conflicto sirio, de la amada Siria, que dura ya más de cinco años.
En medio de tanta devastación, es verdaderamente heroico que permanezcan allí hombres y mujeres para prestar asistencia material y espiritual a quien tiene necesidad.
Es admirable también que tú, querido hermano, sigas trabajando en medio de tantos peligros para contarnos la dramática situación de los sirios. Cada uno de ellos está en nuestros corazones y en nuestra oración. Imploremos la gracia de la conversión de los corazones de quienes tienen la responsabilidad de los destinos del mundo, de aquella región y de todos los que intervienen en ella.
Queridos hermanos y hermanas, no nos dejemos abatir por las adversidades.Que estas historias y estos testigos nos motiven y nos den nuevo impulso para trabajar cada vez más unidos. Cuando volvamos a nuestras casas, llevemos el compromiso de realizar cada día un gesto de paz y de reconciliación, para ser testigos valientes y fieles de esperanza cristiana. Y cómo sabemos: ¡La esperanza no defrauda!

Oración por los fallecidos Reza ahora, con fe y confianza en la misericordia de Dios

Oración por los fallecidos



Padre santo, Dios eterno y Todopoderoso, te pedimos por (el nombre del difunto), que llamaste de este mundo.
Dale la felicidad, la luz y la paz. Que él, habiendo pasado por la muerte, participe con los santos de la luz eterna, como le prometiste a Abraham y a su descendencia.
Que su alma no sufra más, y te dignes resucitarlo con los santos el día de la resurrección y la recompensa.
Perdónale sus pecados para que alcance junto a Ti la vida inmortal en el reino eterno.
Por Jesucristo, Tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo.
Amén.
(Rezar un Padrenuestro y un Ave María)
Dale, Señor, el descanso eterno y brille para él tu luz (3x).

Confesión: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Por qué contarselo a un cura? Así actúa la gracia, la alegría y el perdón en la vida del que se confiesa


Confesión: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Por qué contarselo a un cura?



Se ha celebrado en Madrid el I Congreso sobre la Misericordia. Una de las ponencias ha sido sobre la confesión, sacramento de misericordia que fue impartida por Manuel González López Corps, doctor en Sagrada Liturgia y profesor de la Universidad de San Dámaso en Madrid.
En el programa radiofónico El Espejo han aprovechado la ocasión para preguntarle algunas cosas básicas del sacramento de la penitencia. ¿Qué es? ¿Por qué confesarse? ¿Cómo debe ser un buen confesor? ¿Cómo se hace una buena confesión? ¿Por qué hay que contarle los pecados a un cura?
Para Manuel González López Corps, la clave está en las últimas frases de la confesión. El sacerdote dice: “Dar gracias al Señor porque es bueno” y el penitente contesta: “Porque es eterna su misericordia”.
¿Qué es la confesión y porqué hay que confesarse?
Hay que confesarse porque hay que manifestar las maravillas de Dios. La confesión, antes de ser de nuestros pecados, es una confesión de lo que Dios hace en nosotros a pesar del pecado.
La confesión es siempre una confesión de fe, una confesión de alabanza, de gratuidad, por eso es que el sacramento de la misericordia, el sacramento de la reconciliación o de la confesión acaba siempre con esta frase: “Dar gracias al Señor porque es bueno” y el penitente dice: “Porque es eterna su misericordia”.
Por eso tenemos que confesarnos, porque necesitamos expresar ante Dios, ante la Iglesia y ante el mundo que somos pecadores pero que el Espíritu Santo nos santifica.
¿Y porqué no puedo confesarme directamente con Dios? ¿Si Dios es el que perdona, por qué tengo que contarle mis pecados a un cura? ¿Qué pasa si no se los cuento?
Es muy sencillo. En primer lugar: Todos los días hay que hacer examen de conciencia. Todos los días hay que pedir perdón. El pedir perdón o las obras de penitencia son actos personales, pero la confesión es un sacramento. El perdón de Dios se llama Jesucristo y Jesucristo históricamente se continúa en un cuerpo que es la Iglesia.
Por eso cuando un cristiano peca, no solamente está pecando en un aspecto personal o individual sino que también está dañando la santidad de la Iglesia, está haciendo que el mundo sea peor de lo que es. La confesión es la manifestación pública, concreta y tiene también que autoescucharse que ha hecho mal para no volver a hacerlo.
Hay una dimensión dialogal en la Iglesia que es la que concede el perdón y la gracia, para que esa Iglesia le reinserte en la comunidad de la que se ha marchado por el pecado.
Todos los días hay que hacer examen de conciencia, todos los días hay que hacer obras de penitencia y misericordia, pero también hay que celebrar sacramentalmente el perdón porque es lo que Cristo nos ha enseñado. Es la seguridad y la certeza de que el perdón se ha conseguido como gracia.
En este año jubilar de la Misericordia hay muchísimas fotos bonitas del papa Francisco. Hay una que a mí me llama especialmente la atención. El Papa confesando a un joven en San Pedro. La alegría captada por la cámara, la sonrisa del Papa. Normalmente pensamos en el confesor como alguien muy serio, casi que nos está regañando…
Hay un gesto precioso, que a veces no se hace con especial sensibilidad o expresividad que es el imponer las manos. No hay mayor alegría que imponer las manos. Al imponer las manos sobre el penitente, o al menos la derecha, se está comunicando la sombra del espíritu. El espíritu siempre tiene un don que es la alegría.
El hecho de imponer las manos siempre, lo vemos en la Eucaristía al ponernos de rodillas, es porque el cura esta comunicando la sombra el espíritu. Esa sombra que nos reconcilia, que nos comunica su fuerza. Por eso el confesor no existe sino para comunicar la gracia, la alegría, el perdón. El confesor es un juez, es un médico, pero sobre todo es un cura.
Ya que estás hablando del confesor. ¿Algunos consejos para ser un buen confesor?
Primero: Estar presente. Lo primero es estar disponible. Segundo: ser un hombre de escucha. La mayoría de los curas lo son. Hombres que sean maestros de espíritu. En definitiva lo nuestro es enseñar sobre Dios.
Por último: Comunicación de gracia. El sacramento es un acontecimiento. Ya de por sí difícil y duro confesar los pecados: uno peca contra el quinto, contra el sexto… Ahí no están para regañarles sino para decirles: Dios te perdona pero tú no peques más. Es la palabra de Cristo. El cura, el presbítero es un icono del Espíritu Santo.
Ahora le toca el turno a los que van a confesarse, a los penitentes. ¿Qué consejos les darías para hacer una buena confesión?
Primero leer la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es fundamental. Sin la Palabra de Dios no vamos a descubrir nunca que somos pecadores. En segundo lugar: Tener propósito de la enmienda. Es decir, querer cambiar. En la vida hay que plantearse: quiero cambiar, quiero dar un volantazo a mi vida. Después celebrar ese perdón y realizar obras de misericordia. Una vida nueva.
Lo que se llama la confesión de la vida, que la vida sea elocuente, que la gente note que me he encontrado con Cristo en el sacramento de la reconciliación. Sacramento significa signo sagrado. Que seamos signos ante el mundo de que queremos ser diferentes.

Declaración conjunta de católicos y luteranos con ocasión de la conmemoración de la Reforma



DECLARACIÓN CONJUNTA

Con ocasión de la Conmemoración conjunta Católico – Luterana de la Reforma

Lund, 31 de octubre de 2016

«Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí» (Jn 15,4).

Con corazones agradecidos

Con esta Declaración Conjunta, expresamos gratitud gozosa a Dios por este momento de oración en común en la Catedral de Lund, cuando comenzamos el año en el que se conmemora el quinientos aniversario de la Reforma. Los cincuenta años de constante y fructuoso diálogo ecuménico entre Católicos y Luteranos nos ha ayudado a superar muchas diferencias, y ha hecho más profunda nuestra mutua comprensión y confianza. Al mismo tiempo, nos hemos acercado más unos a otros a través del servicio al prójimo, a menudo en circunstancias de sufrimiento y persecución. A través del diálogo y el testimonio compartido, ya no somos extraños. Más bien, hemos aprendido que lo que nos une es más de lo que nos divide.

Pasar del conflicto a la comunión

Aunque estamos agradecidos profundamente por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma, también reconocemos y lamentamos ante Cristo que Luteranos y Católicos hayamos dañado la unidad vivible de la Iglesia. Las diferencias teológicas estuvieron acompañadas por el prejuicio y por los conflictos, y la religión fue instrumentalizada con fines políticos. Nuestra fe común en Jesucristo y nuestro bautismo nos pide una conversión permanente, para que dejemos atrás los desacuerdos históricos y los conflictos que obstruyen el ministerio de la reconciliación. Aunque el pasado no puede ser cambiado, lo que se recuerda y cómo se recuerda, puede ser trasformado. Rezamos por la curación de nuestras heridas y de la memoria, que nublan nuestra visión recíproca. Rechazamos de manera enérgica todo odio y violencia, pasada y presente, especialmente la cometida en nombre de la religión. Hoy, escuchamos el mandamiento de Dios de dejar de lado cualquier conflicto. Reconocemos que somos liberados por gracia para caminar hacia la comunión, a la que Dios nos llama constantemente.

Nuestro compromiso para un testimonio común

A medida que avanzamos en esos episodios de la historia que nos pesan, nos comprometemos a testimoniar juntos la gracia misericordiosa de Dios, hecha visible en Cristo crucificado y resucitado. Conscientes de que el modo en que nos relacionamos unos con otros da forma a nuestro testimonio del Evangelio, nos comprometemos a seguir creciendo en la comunión fundada en el Bautismo, mientras intentamos quitar los obstáculos restantes que nos impiden alcanzar la plena unidad. Cristo desea que seamos uno, para que el mundo crea (cf. Jn 17,21). Muchos miembros de nuestras comunidades anhelan recibir la Eucaristía en una mesa, como expresión concreta de la unidad  plena. Sentimos el dolor de los que comparten su vida entera, pero no pueden compartir la presencia redentora de Dios en la mesa de la Eucaristía. Reconocemos nuestra conjunta responsabilidad pastoral para responder al hambre y sed espiritual de nuestro pueblo con el fin de ser uno en Cristo. Anhelamos que sea sanada esta herida en el Cuerpo de Cristo. Este es el propósito de nuestros esfuerzos ecuménicos, que deseamos que progresen, también con la renovación de nuestro compromiso en el diálogo teológico. Pedimos a Dios que Católicos y Luteranos sean capaces de testimoniar juntos el Evangelio de Jesucristo, invitando a la humanidad a escuchar y recibir la buena noticia de la acción redentora de Dios. Pedimos a Dios inspiración, impulso y fortaleza para que podamos seguir juntos en el servicio, defendiendo los derechos humanos y la dignidad, especialmente la de los pobres, trabajando por la justicia y rechazando toda forma de violencia. Dios nos convoca para estar cerca de todos los que anhelan dignidad, justicia, paz y reconciliación. Hoy, en particular, elevamos nuestras voces para que termine la violencia y el radicalismo, que afecta a muchos países y comunidades, y a innumerables hermanos y hermanas en Cristo. Nosotros, Luteranos y Católicos, instamos a trabajar conjuntamente para acoger al extranjero, para socorrer las necesidades de los que son forzados a huir a causa de la guerra y la persecución, y para defender los derechos de los refugiados y de los que buscan asilo.  Hoy más que nunca, comprendemos que nuestro servicio conjunto en este mundo debe extenderse a la creación de Dios, que sufre explotación y los efectos de la codicia insaciable. Reconocemos el derecho de las generaciones futuras a gozar de lo creado por Dios con todo su potencial y belleza. Rogamos por un cambio de corazón y mente que conduzca a una actitud amorosa y responsable en el cuidado de la creación.

Uno en Cristo

En esta ocasión propicia, manifestamos nuestra gratitud a nuestros hermanos y hermanas, representantes de las diferentes Comunidades y Asociaciones Cristianas Mundiales, que están presentes y quienes se unen a nosotros en oración. Al comprometernos de nuevo a pasar del conflicto a la comunión, lo hacemos como parte del único Cuerpo de Cristo, en el que estamos incorporados por el Bautismo. Invitamos a nuestros interlocutores ecuménicos para que nos recuerden nuestros compromisos y para animarnos. Les pedimos que sigan rezando por nosotros, que caminen con nosotros, que nos sostengan viviendo los compromisos de oración que manifestamos hoy.

Exhortación a los Católicos y Luteranos del mundo entero

Exhortamos a todas las comunidades y parroquias Luteranas y Católicas a que sean valientes, creativas, alegres y que tengan esperanza en su compromiso para continuar el gran itinerario que tenemos ante nosotros. En vez de los conflictos del pasado, el don de Dios de la unidad entre nosotros guiará la cooperación y hará más profunda nuestra solidaridad. Nosotros, Católicos y Luteranos, acercándonos en la fe a Cristo, rezando juntos, escuchándonos unos a otros, y viviendo el amor de Cristo en nuestras relaciones, nos abrimos al poder de Dios Trino. Fundados en Cristo y dando testimonio de él, renovamos nuestra determinación para ser fieles heraldos del amor infinito de Dios para toda la humanidad.


Abren el sepulcro de Jesús por primera vez en siglos

Mosaico del momento en que ingresan el cuerpo de Jesús al sepulcro. Foto: AntanO / Wikimedia (CC 4.0).


¿Alguna vez te has preguntado cómo se ve la tumba de Jesús? National Geographic recientemente detalló el “momento de la revelación” en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, mostrando la roca sobre la que se asegura que el cuerpo de Cristo fue colocado tras su muerte.
La roca ha estado cubierta durante siglos por una estructura de mármol, para protegerla.
“La cubierta de mármol de la tumba ha sido retirada”, dijo Fredrik Hiebert, arqueólogo residente de la National Geographic Society, de acuerdo a una exclusiva de la National Geographic, publicada el 26 de octubre.
“Será un largo análisis científico, pero finalmente seremos capaces de ver la superficie original de la roca sobre la que, de acuerdo a la tradición, se colocó el cuerpo de Cristo”, señaló Hiebert.
La apertura del sepulcro de Cristo marca una exposición histórica, por primera vez en siglos. Esto produjo una gran emoción entre arqueólogos, peregrinos y varios grupos religiosos.
“Aquí tenemos franciscanos, armenios, griegos, guardias musulmanes y agentes de policía judíos. Esperamos y rezamos para que este sea un mensaje real de que lo imposible se puede volver posible. Todos necesitamos paz y respeto mutuo”, dijo a National Geographic Teófilo III, el Patriarca Greco-Ortodoxo de Jerusalén.
De acuerdo a los Evangelios, el cuerpo de Cristo fue colocado en un sepulcro nuevo excavado en la roca, en el que nadie había sido enterrado. El Evangelio de Marcos detalla que las mujeres que fueron a ver la tumba para embalsamar el cuerpo de Jesús y encontraron que había resucitado.
La veneración del sepulcro de Jesús se remonta a Santa Elena, en el siglo IV, que descubrió e identificó el sepulcro. El hijo de la santa, el emperador Constantino, construyó la Iglesia del Santo Sepulcro en el año 326.
La losa sobre la que el cuerpo de Cristo fue colocado es el punto central de veneración, y fue encapsulada por una estructura de mármol de casi un metro por metro y medio, conocida como el Edículo, desde al menos 1555.
Con el paso de los años, el Edículo ha sido reconstruido y actualmente pasa por un proceso multimillonario de conservación, a manos de la Universidad Nacional Técnica de Atenas.
“Estamos en el momento crítico para rehabilitar el Edículo”, dijo a National Geographic la profesora Antonia Moropoulou, supervisora científica en jefe de la Universidad Nacional Técnica de Atenas.
“Las técnicas que estamos usando para documentar este monumento único permitirá al mundo estudiar nuestros hallazgos como si ellos mismos estuvieran en la tumba de Cristo”.
Aunque el sitio del sepulcro no es controlado por un grupo religioso particular, la Iglesia Ortodoxa Griega, la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa Armenia, con una menor influencia de las Iglesias Copta, Ortodoxa Etíope y Siria.
Cualquier decisión importante debe ser realizada en acuerdo entre las Iglesias.
National Geographic detallará todo el proceso de restauración del sepulcro de Cristo en la serie “Explorer”, que saldrá al aire en Noviembre, a través de su canal de televisión.
Traducido y adaptado por David Ramos. Publicado originalmente en CNA.

Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén


Dos Papas, dos formas de ministerio




Hoy os ofrezco un largo artículo que escribí hace poco. Es verdaderamente largo, pero no he querido cortarlo, sino ofrecerlo en su integridad. Cada uno que lea mientras le interese. Pero, de verdad, que considero que es un tema importante. También ofrezco las referencias bibliográficas, por si alguno necesitara el artículo para citarlo:

José Antonio FORTEA, Ex Scriptorio, Editorial Dos Latidos 2016, pg. 3-12.
Esta obra se puede encontrar en el fondo online de BIBLIOTECA FORTENIANA.


Dos Papas, dos formas de ministerio

Monseñor Georg Gänswein, Prefecto de la Casa Pontificia, el 20 de mayo, tuvo una intervención en la presentación de un libro acerca del pontificado de Benedicto XVI. En esa intervención, dijo unas pocas frases que dieron la vuelta al mundo eclesiástico, afirmando que el Papa Benedicto no ha abandonado el ministerio de Pedro, y hablando de un papado en el que hay un miembro activo y un miembro contemplativo.
No oculto que, en un primer momento, tuve una impresión de desagrado hacia sus palabras. ¿Cómo era posible que el Prefecto de la Casa Pontificia difuminara la nitidez de una renuncia pontificia, una cuestión canónica de gravísima trascendencia para la vida de la Iglesia?
Pero en los días siguientes seguí reflexionando sobre el tema. Y me di cuenta de que monseñor Gänswein había abierto un apasionante tema eclesiológico totalmente nuevo, nunca tratado antes con la hondura que merecía. Un tema que, además, podía ofrecer una utilísima luz a otro campo, el de la teología del episcopado. Después de darle muchas vueltas a este asunto, me encontré con que del desagrado pasé a suscribir enteramente las palabras de Prefecto de la Casa Pontificia. Este artículo quiere ser una profundización en sus brevísimas frases y del por qué de mi cambio de opinión.
Hay que dejar claro, desde el principio, que el único que tiene potestad de jurisdicción es el Papa Francisco. Rotunda e indudablemente, el Papa Francisco es el único Vicario de Cristo. A él le compete el gobierno de la Iglesia. El asunto de quien gobierna la Iglesia es algo canónicamente tan incontestable que no merece que se le dedique más espacio que la mera afirmación: la plenitud de la jurisdicción papal le compete sólo a nuestro santo padre Francisco, le compete a él de forma plena e indivisa.
Ahora bien, ¿cuál es el estatuto eclesial de un Papa emérito? ¿Un estatuto de honor exclusivamente? ¿El ser otro obispo más como cualquier otro? Las cuestiones eclesiológicas, sobre todo cuando son muy complejas, siempre se dilucidan mejor mirando a la institución humana de la familia, porque la Iglesia es una familia. 
Un abuelo que deja el gobierno de la casa y de sus campos con sus viñadores en manos de su primogénito ¿ya no es nada? Pensemos con la mentalidad del Antiguo Testamento, una figura patriarcal que, por la edad, ni gobierna ni puede gobernar su casa ¿ya no es nada?
Sin responder todavía a esta cuestión tras la comparación propuesta, enfoquemos el asunto de otra manera: Un obispo emérito de una diócesis, una vez que se jubila, ¿ya no es más que una figura honorífica? ¿Ya sólo le queda el sacramento del orden y nada más? ¿O eclesiológicamente queda un “algo” más?
Evidentemente, queda algo más que el sacramento. Pero ese “algo difuso” no es fácil concretarlo al modo canónico. Lo que está claro es que en una familia no puede haber dos padres. Pero también está claro que uno que es padre no puede dejar de ser padre. La paternidad no es un traje que ahora me pongo y después me quito. Eclesialmente hablando, o se es padre o no se es padre.
Monseñor Gänswein ha lanzado a rodar una cuestión eclesial que, de ningún modo, carece de importancia, pues profundizar teológicamente en este asunto será de grandísima utilidad para entender la figura, función y sentido de los obispos eméritos. 
No pretendo, en este artículo, yo solo dilucidar este asunto, sino ser un autor más en esta reflexión que, sin duda, continuará con otros autores. En mi modesta opinión, la figura que da luz a esta situación es la figura del abuelo en una familia. La situación que ahora vivimos es totalmente paralela a la de un abuelo, ya debilitado por el peso de la edad, en una familia en la que existe un primogénito que, en la madurez de su edad, ejerce de paterfamilias.
La comparación me parece perfecta, porque muchas veces el patriarca fundador de una empresa llega un momento en que de manera formal y con todas las prescripciones legales cede el gobierno de la empresa a su hijo. ¿Eso significa que el abuelo-patriarca pasa a no ser nada? Desde luego eso no es así en la institución familiar humana y no debe ser así en la Iglesia que es una gran familia. De momento, quedémonos con esta imagen sin tratar de sacar más conclusiones.
Veamos otro ejemplo que puede dar luz. Imaginemos en el siglo I que un San Pedro muy anciano ya no puede ni salir de su hogar en Roma, porque las piernas no le sostienen y la ceguera ya no le permite reconocer los rostros. Y que, de común acuerdo entre el clero y el apóstol, se decide que otro clérigo ocupe el lugar de Pedro en el gobierno de la iglesia romana. Imaginemos que, por parte de Pedro, esa decisión de tener un sucesor ya en vida va acompañada de una renuncia formal a ejercer el gobierno sobre la iglesia romana. No sería lo normal en esa época. Lo normal sería una lenta y gradual sustitución de facto. Pero imaginemos que se produce una meditada y anunciada renuncia pública, en presencia del clero y el pueblo, al ejercicio del gobierno en favor de su sucesor. ¿Eso significaría que Pedro pasa a no ser nada? Evidentemente, no.
Pedro seguiría siendo Pedro aunque no gobernase. Del mismo modo que, actualmente, un obispo emérito sigue siendo sucesor de los apóstoles, aunque sea emérito. Es decir, un obispo emérito no sólo seguirá teniendo la potestas ordinis que le ha conferido el sacramento del episcopado, sino que también seguirá manteniendo su lugar en la Iglesia universal como sucesor de los Doce. Puede renunciar totalmente al gobierno sobre una diócesis, pero, en ese acto de renuncia, no abandona todo lo que conlleva ser sucesor de los apóstoles.
¿Un sucesor de Pedro deja de ser sucesor de Pedro por renunciar al gobierno? Evidentemente, no. Sigue siendo sucesor de Pedro, tanto como al principio de su pontificado, sólo que ya no ejerce el gobierno que asumió tras su elección. Cierto que siempre unimos el hecho de la sucesión apostólica al reconocimiento de la posesión de la autoridad para ejercer el gobierno eclesiástico. Y esa unión es correcta, pero, en sí mismos, son dos conceptos separables. Un presbítero que es ordenado obispo ya es sucesor de los apóstoles, aunque el Papa no le otorgara diócesis alguna donde ejercer potestas regiminis alguna. 
El que ha sido Papa, seguirá siendo sucesor de Pedro no sólo hasta el final de su vida, sino también en el más allá. No porque imprima carácter, sino porque es un hecho. Por eso, un Papa emérito debe tener un protocolo de funerales (los novendiales) exactamente igual que cualquier otro Papa.
Hemos dicho antes que la figura del obispo es equivalente a la figura de un padre en una familia. Pero el gobierno de una familia es sólo una faceta de la paternidad. La paternidad la sigue manteniendo un padre, por muy anciano que sea, porque a eso no se puede renunciar. Ningún padre puede renunciar a ser padre.
De ahí que las palabras del Prefecto de la Casa Pontificia las veo totalmente verdaderas. El ministerio de Benedicto sigue siendo petrino. Ciertamente es un ministerio alargado, como el Prefecto afirmó. Un Papa emérito, en virtud de ese ministerio verdadero, puede dedicarse no sólo a la contemplación, sino también a hablar a sus hijos (no ha renunciado a la paternidad) y a aconsejar a su primogénito que ahora le sucede, como sería lo normal en cualquier familia. 
Pero sobre todo su mera presencia es algo muy valioso, pues es signo de continuidad, de lo que significa la paternidad espiritual en la Iglesia. Es prueba de que la Iglesia es una familia. No una empresa en la que se puede prescindir de un director general, tras lo cual lo mejor es que éste desaparezca, yéndose a un lugar bien lejos del lugar donde se toman las decisiones. 
En una empresa, la presencia de un antiguo presidente general (salvo que sea familia del nuevo presidente) se entiende como una intromisión, como una fuente de problemas, como un modo de dejar clara la decisión de no querer abandonar el gobierno. En la Iglesia las cosas no son así. La presencia de un Papa emérito en todos los actos a los que quiera asistir no sólo no eclipsa al “primogénito”, sino que lo orna. 
No sólo eso, sino que si, en algún siglo, se produjera la situación de un Papa reinante sentado en su sede flanqueado de dos Papas eméritos esa imagen sería bellísima. En una situación así, la continuidad sería no sólo un concepto que se aprende en los libros con palabras, sino una verdad materialmente visible en las fotografías.
Por supuesto que cabe la posibilidad de un Papa emérito que crease problemas a su sucesor, por lo que dijera en sus predicaciones, por sus escritos que suscitasen confrontación con un Papa reinante, o por los comentarios a otros eclesiásticos si estos comentarios son mera crítica. En un caso así, el Papa emérito tendría que obedecer al Papa reinante, sin poder alegar ningún derecho proveniente de su figura de Papa emérito. En una familia, un patriarca que ha entregado el gobierno de la viña a su sucesor no puede retomar ese gobierno alegando que su sucesor hace mal las cosas. Lo mismo en la Iglesia, ninguna situación de excepción autorizaría a un Papa emérito a eximirse de la obediencia a su sucesor.
Incluso podemos indagar distintos escenarios límite que nos ayudan a comprender este status especial. Por ejemplo, si falleciese el Papa reinante y se diese posteriormente una situación de desorden excepcional durante la sede vacante, en una situación así de caos ¿podría un Papa emérito invocar su figura como sucesor de Pedro para imponer autoritativamente sobre otros eclesiásticos algún tipo de gobierno transitorio suyo hasta la elección de un nuevo sumo pontífice? La respuesta es no. La ley canónica es clara. El gobierno de la Iglesia en esos casos de sede vacante o impedida queda en manos del Colegio Cardenalicio. 
Por muy excepcional que fuese una situación así, aunque se diese cada cuatrocientos años, un Papa emérito no podría esgrimir la autoridad de su figura para imponer su gobierno transitorio. Y eso por dos razones:

La primera razón es para que quede meridianamente claro que su puesto eclesial carece de toda potestad de jurisdicción. De lo contrario, la lista de posibilidades para ejercitar algún tipo de potestad de régimen sería interminable y siempre generadora de conflictos con otras autoridades como el Colegio Episcopal o el Colegio Cardenalicio. Aceptar la permanencia de algún tipo de autoridad de gobierno en un Papa emérito sí que sería internarse en un laberinto. Porque si se admitiera tal cosa, implicaría admitir que queda en su persona algo de esa potestad de jurisdicción. Y si es así, podría darse el caso de un Sumo Pontífice que renunciase parcialmente a su potestad de jurisdicción, reservándose algunos aspectos de esa autoridad, no cediendo algunos campos donde ejercerla. 
La potestad de régimen o se posee o no se posee. Trocearla sería ir en contra de la voluntad de Cristo, cuya diseño organizativo de la Iglesia es claro en cuanto al ejercicio de la autoridad. A nivel de potestad de gobierno, o se es obispo de una diócesis o no se es. O se es Papa o no se es. Trocear la autoridad para ejercer el gobierno eclesiástico, sin duda, implicaría ir en contra de la voluntad fundacional de Cristo.
La segunda razón es que precisamente porque lo normal es que un sumo pontífice renuncie, porque el peso del gobierno ya resultaba demasiado oneroso para sus fuerzas. Si no podía llevar ese peso en una situación normal, menos podrá hacerlo en una situación excepcional. Por eso no sería adecuado que en una situación de mucha mayor dificultad sea el que ya no podía llevar ese peso, el que lo retomara de nuevo. Un pontífice así lo normal es que fuese totalmente manipulable por el grupo de los más cercanos a él.

Como se ve, la cuestión de un Papa emérito es eclesiológicamente apasionante. Después de todo lo dicho, se comprende la conveniencia de que la figura del Papa emérito vaya vestida exactamente igual que un Papa, puesto que, en verdad, es un sucesor de Pedro. Y si viste así también, lógicamente, conviene que siga manteniendo su nombre pontificio, el tratamiento de Su Santidad y que se le siga llamando Papa, aunque se le añada el adjetivo emérito.
Con toda sinceridad, sin ningún ánimo de elogiar protocolariamente, quiero felicitar a monseñor Gänswein por haber abierto a la discusión teológica esta nueva dimensión eclesiológica de la figura de los Papas eméritos. Sin duda, el Prefecto de la Casa Pontificia sabía que sus palabras iban a provocar un gran desagrado en la mayor parte de los eclesiásticos, salvo en los más radicales enemigos del Papa Francisco. Y, sin embargo, monseñor Gänswein optó por abrir la cuestión teológica desde la más completa fidelidad a los dos Papas.
Desde una perspectiva civil y mundana, desde una perspectiva de mero poder, un Papa emérito debería desaparecer. Porque aparecer se interpretaría como sinónimo de creación de problemas. Desde una perspectiva eclesiástica y, por lo tanto, espiritual, un Papa emérito sigue siendo sucesor de Pedro y sigue manteniendo su paternidad, y, por tanto, todo lo que haga de un modo constructivo será positivo.
Desde esta perspectiva, un Papa emérito no es una figura para ser escondida, no es una figura que deba sentirse culpable por aparecer. ¿Se siente culpable un abuelo por pasar mucho tiempo con sus nietos, por visitarles a menudo? Imaginemos un Papa emérito, no muy anciano, pero que no se siente con fuerzas, renuncia al gobierno de la Iglesia y decide regresar a un hospital de un lugar de misiones para seguir atendiendo a los enfermos con sus manos, cosa que hacía como presbítero. Pues, dado que es sucesor de Pedro, tal acción sería un modo de ejercer el ministerio petrino: Pedro cuidando a los enfermos. 
Desde esta perspectiva, el estatuto del Papa emérito no plantea ningún conflicto, en cuanto a su futuro, incluso en el caso de que el que renunciase no fuera muy anciano. La única cosa que debe tener en cuenta, por simple prudencia, es que su labor debe ser constructiva, y que, en cualquier caso, está sometido al pastor que gobierna. 
Teniendo en cuenta esto, un Papa emérito puede tener una frecuente presencia cultual en la Basílica de San Pedro; él solo, sin necesidad de que siempre esté presente el Papa reinante. Su presencia puede ser incluso semanal o más frecuente: en grandes pontificales, en el rezo de las horas canónicas con el capítulo de San Pedro, en la adoración al Santísimo Sacramento. Un Papa emérito puede ser el mejor ornato de la Basílica de San Pedro si sus fuerzas le permiten tomar parte en esos actos. También puede, por poner otro ejemplo, ejercer como consejero de cardenales y obispos. Ahora mismo recibir a muchos prelados sería visto con recelo por muchos, porque, sin darnos cuenta, aplicamos a la Iglesia criterios de poder mundanos. 
El espacio eclesiológico que puede ocupar un Papa emérito puede ser muy rico, sólo limitado por sus posibilidades físicas. Aunque, en la mayoría de los casos futuros de Papas eméritos, su presencia será infrecuente precisamente por esa razón. 
Con todo lo expuesto hasta ahora, no debería sacarse la impresión de que la jubilación de los Papas debería ser, a partir de ahora, algo frecuente y normal. No, porque, precisamente desde esta perspectiva de la Iglesia como una familia, un padre debe permanecer en su puesto hasta el final, a no ser que él en conciencia considere que ya no puede o no debe seguir en su puesto. No importa si está enfermo o muy anciano, dado que la Iglesia no es una empresa y no se rige por criterios de efectividad, lo ideal es que un Papa muera siendo Papa, aunque su volumen de trabajo disminuya con el tiempo.
Pero aunque lo más recomendable es que los Papas no se jubilen, si lo hacen, la presencia simultánea de un Papa-abuelo junto a un Papa-padre no plantea problema eclesiológico alguno. A pesar de todo lo dicho, lo normal será que un Papa emérito anciano no desee otra cosa que retirarse de cualquier aparición pública, estas reflexiones muestran como esta figura eclesial peculiar sigue manteniendo su ministerio petrino. Lejos de ser una figura problemática en la claridad del organigrama, es un elemento enriquecedor de la familia que es la Iglesia.

Dedicación de la basílica de Letrán, fiesta


Libro de Ezequiel 47,1-2.8-9.12. 

Un ángel me llevó a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del Altar.
Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho.
Entonces me dijo: "Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas.
Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas parte adonde llegue el torrente.
Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio".

Salmo 46(45),2-3.5-6.8-9. 
El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar.

Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor,
Él hace cosas admirables en la tierra.



Evangelio según San Juan 2,13-22. 
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén
y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.
Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas
y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio".
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?".
Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar".
Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?".
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.