lunes, 9 de abril de 2018

¿La Hostia se recibe en la boca o en la mano? Responde el Papa Francisco

GENERAL AUDIENCE

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En la audiencia general, el Pontífice explica el sentido de la Comunión

El papa Francisco ilustró a los fieles sobre la comunión en la Santa Misa. Lo hizo este miércoles 21 de marzo de 2018 en la audiencia general en la Plaza de San Pedro.
“La Iglesia desea fervientemente que los fieles también reciban el Cuerpo del Señor con las hostias consagradas en la misma Misa; y el signo del banquete eucarístico es más completo si la Santa Comunión se da bajo las dos especies, sabiendo que la doctrina católica enseña que bajo una sola especie se recibe todo el Cristo (cf. Instrucción General del Misal Romano, 85; 281-282)”.
“Según la práctica eclesial, – continuó el Papa – el fiel se acerca a la Eucaristía normalmente en forma de procesión y se comulga de pie con la dedicación, o de rodillas, tal como se determina por la Conferencia Episcopal, recibiendo el Sacramento en la boca o, donde está permitido, en la mano, como se prefiere (ver OGMR, 160-161)”.
Después de la Comunión, indicó que para custodiar en el corazón el regalo recibido nos ayuda la “oración silenciosa”, como también un salmo o un himno de gozo”.
De esta manera, el Papa aclara cualquier duda sobre cómo disponerse a recibir la hostia durante la misa.
El Pontífice ilustró igualmente que recibiendo a Cristo en la Comunión, él nos arranca de “nuestro egoísmo, la Comunión nos abre y nos une a todos aquellos que son uno en Él. Aquí está el prodigio de la Comunión: ¡nos convertimos en lo que recibimos!”. 
Por otro lado, afirmó la misa es para “nutrirnos de Cristo, que se nos da en la Palabra y en el Sacramento del Altar”.
“En el momento de la comunión que hoy contemplamos, Jesús se nos sigue dando en su Cuerpo y en su Sangre, por el ministerio de la Iglesia, como hizo con los discípulos en la Última Cena”.
Asimismo, explicó que después de la “Fracción del Pan”, el sacerdote “nos invita a mirar “al Cordero que quita el pecado del mundo”, reconociendo la distancia que nos separa de la santidad de Dios y de su bondad.
La Sangre de Cristo “como medicina”, “derramada para el perdón de los pecados”. E insistió: “Somos, por tanto, convocados “al banquete de bodas del Cordero”, reconociéndonos indignos de que entre en nuestra casa, pero confiados en la fuerza de su Palabra salvadora”.
Igualmente señaló que “caminamos hacia el altar para nutrirnos de la Eucaristía, para dejarnos transformar por quien recibimos, como dice san Agustín: “Yo soy el alimento de las almas adultas; crece y me comerás. Pero no me transformarás en ti como asimilas los alimentos de la carne, sino que tú te transformarás en mí”.
Luego indicó que la Liturgia concluye con la oración de la comunión. “En ella damos gracias a Dios por este inefable don y le pedimos también que transforme nuestra vida, siendo medicina en nuestra debilidad, que sane las enfermedades de nuestro espíritu y nos asegure su constante protección”.
El Papa saludó a los fieles y peregrino de lengua española y les exhortó a la comunión frecuente, “haciendo presente el misterio de amor que se encierra en el Sacramento, para que la unidad con Cristo y con su Iglesia se manifieste en nuestro actuar cotidiano y testimonie nuestra vida nueva en Cristo”.

Solemnidad de la Anunciación del Señor


Solemnidad de la Anunciación del Señor


Libro de Isaías 7,10-14.8,10b. 
Una vez más, el Señor habló a Ajaz en estos términos:
«Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas».
Pero Ajaz respondió: «No lo pediré ni tentaré al Señor.»
Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?.
Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel.
Hagan un proyecto: ¡fracasará! Digan una palabra: ¡no se realizará! Porque Dios está con nosotros.

Salmo 40(39),7-8a.8b-9.10.11. 
Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: “Aquí estoy.


En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo, Dios mío, tu voluntad,

y tu ley está en mi corazón».
Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,

Tú lo sabes, Señor.
No escondí tu justicia dentro de mí,
proclamé tu fidelidad y tu salvación,
y no oculté a la gran asamblea

tu amor y tu fidelidad.

Carta a los Hebreos 10,4-10. 
Hermanos:
Es imposible que la sangre de toros y chivos quite los pecados.
Por eso, Cristo, al entrar en el mundo, dijo:
"Tú no has querido sacrificio ni oblación; en cambio, me has dado un cuerpo.
No has mirado con agrado los holocaustos ni los sacrificios expiatorios.
Entonces dije:
Aquí estoy, yo vengo -como está escrito de mí en el libro de la Ley- para hacer, Dios, tu voluntad."
El comienza diciendo: Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la Ley.
Y luego añade: Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad. Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo.
Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.

Evangelio según San Lucas 1,26-38. 
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.