jueves, 31 de agosto de 2017

Arqueólogos israelíes anuncian haber descubierto el lugar donde nació san Pedro


Betsaida, la patria chica de Simon, Andrés y Felipe

Un grupo de arqueólogos israelíes, del Kinneret Institute for Galilean Archeaology, anunció ayer el descubrimiento de las ruinas de la antigua ciudad romana de Julias, junto al Mar de Genesaret, a pocos kilometros de Cafarnaúm, según publica el diario israelí Haaretz.
La ciudad de Julias, según el historiador judío Flavio Josefo, fue erigida en el año 30 d.C. sobre las ruinas de un antiguo poblado de pescadores llamado Betsaida. Según los evangelios, Betsaida era el pueblo natal de Simón Pedro, de su hermano Andrés, y de Felipe, tres de los discípulos de Jesús.
Según Flavio Josefo, el rey judío Herodes hijo de Herodes el Grande, transformó Betsaida, que había sido una aldea de pescadores, en una polis romana, a la que llamó “Julias”, en honor de Julia Augusta, la madre del emperador romano Tiberio.
Este hallazgo se ha producido después de años de búsquedas infructuosas en las orillas del Mar de Galilea de esta pequeña población, tan importante en los relatos evangélicos, muy cerca de la desembocadura norte del río Jordán.
Según informan los arqueólogos, por ahora se han desenterrado fragmentos de cerámica, monedas y restos de unos baños públicos romanos.

Jueves de la vigésima primera semana del tiempo ordinario


Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 3,7-13. 

Por eso, hermanos, a pesar de las angustias y contrariedades, nos sentimos reconfortados por ustedes, al comprobar su fe.
Sí, ahora volvemos a vivir, sabiendo que ustedes permanecen firmes en el Señor.
¿Cómo podremos dar gracias a Dios por ustedes, por todo el gozo que nos hacen sentir en la presencia de nuestro Dios?
Día y noche, le pedimos con insistencia que podamos verlos de nuevo personalmente, para completar lo que todavía falta a su fe.
Que el mismo Dios, nuestro Padre, y nuestro Señor Jesucristo, nos allanen el camino para ir allí.
Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes.
Que él fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el Día de la Venida del Señor Jesús con todos sus santos.

Salmo 90(89),3-4.12-13.14.17. 
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”.
Porque mil años son ante tus ojos

como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche.
Enséñanos a calcular nuestros años,

para que nuestro corazón alcance la sabiduría.
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...?
Ten compasión de tus servidores.

Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que descienda hasta nosotros

la bondad del Señor;
que el Señor, nuestro Dios,
haga prosperar la obra de nuestras manos.


Evangelio según San Mateo 24,42-51. 
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno?
Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo.
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si es un mal servidor, que piensa: 'Mi señor tardará',
y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos,
su señor llegará el día y la hora menos pensada,
y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.