jueves, 24 de marzo de 2016

¿Es posible amar desinteresadamente? Tal vez nuestra intención no sea totalmente pura, porque siempre, cuando amamos, recibimos algo a cambio

¿Puede ser que alguien sea capaz de servir sólo por amor, sin esperar nada a cambio? Sí. Hay personas que están dispuestas a ayudar a los más necesitados sin recibir dinero a cambio. Sólo por amor a Dios. La caridad es un don en el alma.
Tal vez nuestra intención no sea totalmente pura, porque siempre, cuando amamos, recibimos algo a cambio. El amor de los niños o ancianos a los que cuidamos. El amor de aquel al que ayudamos sin exigirle nada.
Seguro que un poco de esperanza se nos pega en el alma cuando sembramos esperanza. Puede que el amor se nos quede prendido en las manos cuando amamos. Y aunque no recibamos nada, no importa, nos sentimos bien, realizados, plenos.
El otro día leía: “Siento que mi vida se hace más rica cuando doy, se hace más sana cuando me dedico al enfermo, y cubro mi propia desnudez cuando visto al desnudo. Nuestro obrar tiene siempre una repercusión en nosotros mismos. Las obras de misericordia también nos hacen bien”[1].
Hemos nacido para el amor, para amar y ser amados. Y amando nos sentimos en la senda correcta. Amamos y recibimos algo que nos llena el corazón. Hay más alegría en dar que en recibir. Eso lo sé.
Pero amar y recibir la muerte a cambio parece absurdo, un sinsentido. ¿Lo puede querer Dios? ¿No desea Dios mi vida, que siga amando y sirviendo?
El otro día leía algo sobre la voluntad de Dios: “El alma sencilla que ofrece cada mañana todas sus oraciones, sus obras, sus alegrías y sufrimientos del día y actúa aceptando cualquier situación diaria como enviada por Dios sin cuestionársela y respondiendo amorosamente a ella, ha entendido con una fe casi de niño la profunda verdad acerca de la voluntad divina. Predecir cuál será la voluntad de Dios, argumentar cómo debería ser, es al mismo tiempo una estupidez humana y la más sutil de las tentaciones. La verdad pura y simple es que su voluntad consiste en lo que Él desea enviarnos a través de las circunstancias, los lugares, las personas y los problemas diarios[2].

[1] Anselm Grün, Entrañas de misericordia
[2] Walter Ciszek, Caminando por valles oscuros

No hay comentarios:

Publicar un comentario