jueves, 15 de febrero de 2018

Oración para cuando tienes problemas financieros




Todo lo entrego en Tus manos, y por eso proclamo: ¡Confio y espero en Ti, Señor!

Señor Jesús, vengo a ponerme en tu presencia en este momento y a ofrecerte mi vida con todo lo que traigo en mi corazón. Mis angustias, mis tristezas, mi soledad y sobre todo, Jesús, la preocupación que tengo por mi vida financiera.
Quiero pedir desde ya que derrames Tu Sangre sobre mí y sobre toda la realidad que envuelve mi vida financiera, y de la forma que afecta a mi familia, a mi trabajo y a las personas con las que me relaciono.
He vivido momentos de mucha aflicción, porque mi vida financiera está completamente desorganizada, hoy tengo muchas deudas y realmente ya no sé qué hacer. Tengo cuentas que pagar, alquiler atrasado, debo a otras personas, y esto está comprometiendo a mi familia y toda nuestra armonía familiar.
Por esto hoy, en este momento, te suplico: ¡Derrama sobre todo eso, Jesús, Tu Sangre, para que si hubiera algún tipo de problema espiritual ligado directamente a mi vida financiera, sea cortado en el poder de Tu Sangre!
Tu palabra dice: “No se inquieten entonces, diciendo: “¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?”. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción” (Mt 6, 31-34)
Por eso, Jesús, se hasta hoy no viví de acuerdo con Tu voluntad, hoy quiero comprometerme a vivir de acuerdo con ella. Si hasta hoy te busqué sólo por lo que Tu podías darme, hoy Te busco porque entendí que necesito en todo de Tu presencia.
Pero te pido, Señor Jesús, líbrame de todos los problemas que tengo en mi vida financiera. Pues creo en Tu Palabra, y creo que Tú me miras y también te preocupas por la realidad financiera que hoy vivo.
Clamo el poder de Tu nombre, Jesús, sobre todo mi árbol genealógico, sobre todos mis antepasados. Si en mis antepasados hubo peleas por cuestiones financieras, robos o traiciones entre nuestra familia, y se lanzaron palabras de maldiciones, palabras dichas con odio, rabia, envidia, ¡corta todo eso en el poder de Tu nombre, Jesús! Que nada de eso tenga ya poder sobre mí o sobre mi vida financiera.
Si en mis antepasados hubo situaciones de personas apegadas al dinero, situaciones de asesinatos por causa del dinero, ambición, dinero de la familia gastado en cosas ilícitas, drogas, prostitución, sexo, adulterio, mentira,… que en todo eso ahora, Jesús, te hagas presente y que Tu nombre lo cure y lo libere.
Si mis antepasados o yo mismo gastamos dinero en cosas equivocadas o para alimentar situaciones de pecado, hoy pido perdón, porque sé que el dinero malgastado se puede convertir en maldición para nosotros, por eso, líbranos.
Que Tu Sangre redentora también pueda ser derramada sobre mí y sobre mis antepasados si buscamos soluciones en las que Tú no estabas: si buscamos ayuda en hechizos, en el ocultismo, en la Macumba, en la quiromancia, en la nigromancia;  en todo eso, proclamo Tu poder y Tu liberación, Señor Jesús.
Si busqué ayuda financiera por medio de la brujería, si busqué magos, si hice trabajos contra otras personas, si mi casa fue usada para estos fines, mi trabajo, mi escritorio, ¡RENUNCIO a todo eso ahora, Jesús, por el poder de Tu Nombre! ¡Renuncio a todo eso!
¡Te pido perdón si yo o mis antepasados buscamos todas estas cosas, que hoy sé que no son de tu agrado!
¡Te pido perdón, Jesús, si dudé de que Tú cuidas de mí y de mi familia! ¡Perdóname si Te ofendí con malas palabras, si te culpé por esta dificultad financiera, perdón, Señor!
¡Perdóname si maldije mi mi vida financiera, diciendo que lo que gano es una miseria, que paso hambre, que mi salario es una “porquería”, que no da para nada!
¡Perdóname si maldije mi empleo, a mis jefes, si hablé mal de ellos deseándoles la miseria y el dolor!
Quiero también perdonar a aquellos que algún día fueron injustos conmigo, cuando atrasaron el pago de mi sueldo o cuando no me pagaron lo que me correspondía, los perdono ahora en tu Nombre, Jesús. ¡Doy mi perdón a cada uno de ellos!
Y que a partir de hoy, Señor Jesús, pueda coger los frutos de la liberación de todos los problemas y deudas en mi vida financiera.
Derrama tu Espíritu Santo sobre mí y ayuda a mis capacidades naturales, para que encuentre una forma de saldar mis deudas, porque sé que el dinero no cae del cielo. Capacita mis conocimientos, dame sabiduría, organización y capacidad de administrar estas deudas.
Te pido que abras las puertas de nuevas oportunidades de empleo, que las situaciones laborales y financieras vayan adelante por la fuerza de tu Nombre, Jesús.
Que el Espíritu Santo me dé la tranquilidad y la calma necesarias en mi casa, con mis familiares, ¡y que el Espíritu Santo no permita la desesperación y la impaciencia!
¡Quiero proclamar que a partir de hoy soy una nueva persona, y que mi vida financiera se resolverá pronto, y que te buscaré con fidelidad de corazón!
Todo lo entrego en Tus manos, y por eso proclamo: ¡Confio y espero en Ti, Señor!
¡Amén!

¿Sabes quién le habla a Jesús de ti?




Esta mañana me he levantado temprano para escribirte. En ocasiones me da tanta alegría poder compartir contigo lo que estoy viviendo en esta búsqueda de Dios. Lo sé está llena de altibajos. A veces subo la cuesta y de pronto ¡Zas! ¡Allá va Claudio cuesta abajo!
He llegado a pensar que esta batalla espiritual se basa en la oración, la confianza en Dios, la humildad para aceptar su santa voluntad y la perseverancia en la fe.
Debemos perseverar porque Dios merece todo lo que hagamos por Él.
Cuando era niño mi mayor ilusión era llegar a ser un santo. No para ser señalado: “Mírenlo” sino para agradar a Dios y tenerlo contento. Quería ser un santo invisible, que sólo Dios lo supiera. Los años me han enseñado que no es tan fácil. Tenemos un enemigo grande que busca hundirnos en la desesperación y el pecado. Y hace lo que está a su alcance para que caigamos.
Busqué muchos caminos de santidad y terminaban en una calle sin salida. Entonces decidí buscar los mejores maestros en el tema, aquellos en los que podemos fiarnos porque fueron como nosotros, orgullosos, pecadores, y a base de su esfuerzo lograron ser santos.  Así empecé a leer sus biografías, y no quedé decepcionado. La santidad es el designio de Dios para nosotros: “Sean santos”.
Curiosamente todos los santos tuvieron algo en común:
“Un gran amor y devoción por nuestra Madre Santísima”.
Le confiaban a la Virgen sus pesares y acudían a ella en los momentos de angustia. La Virgen María nunca los abandonó.
Qué alegría tenerla por Madre.



“GRACIAS POR SER NUESTRA MADRE, la llena de gracia y por estar pendiente de nuestras necesidades terrenales”.
Mi mamá desde pequeño nos aconsejó acudir a ella en los momentos de dificultad, porque tenía el corazón de una madre y siempre acogería a sus hijos y porque es la Madre de nuestro Salvador.
Él no le negará lo que ella le pida para nuestra salvación eterna.
Acude a María. Ella te escuchará y le dirá a su Hijo: “¿Por qué no le ayudas Jesús?  Dale las gracias que necesita para salir adelante y no pecar más”.
Aquellos que te digan que hay un solo intercesor ante Dios respóndeles:
“Es verdad. Y a los oídos de ese gran intercesor le habla su Madre de nosotros”.

Jueves después de Ceniza


Deuteronomio 30,15-20. 

Moisés habló al pueblo diciendo:
Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha.
Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te prescribo, si amas al Señor, tu Dios, y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde ahora vas a entrar para tomar posesión de ella.
Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para servirlos,
yo les anuncio hoy que ustedes se perderán irremediablemente, y no vivirán mucho tiempo en la tierra que vas a poseer después de cruzar el Jordán.
Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra; yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes,
con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello depende tu vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob.

Salmo 1,1-2.3.4.6. 
¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!

El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.

No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.



Evangelio según San Lucas 9,22-25. 
Jesús dijo a sus discípulos:
"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?