jueves, 4 de abril de 2019

Álvaro, joven de 24 años que se prepara para ser sacerdote: "No se me apareció un ángel ni el Espíritu Santo"

Álvaro cuenta en exclusiva para COPE la historia de su vocación. Con una guitarra en la mano, repasa el camino que le llevado a decir "sí" a ser sacerdote

Álvaro tiene 24 años. Este joven madrileño se encuentra en Chile desde hace unos meses. Dice de sí mismo que está un poco loco, pero que "no se considera un tío raro". Su locura es de amor. Esa locura le ha llevado a cruzar el Atlántico hasta el país andino para pasar allí varios años viviendo esa locura de amor que ha encontrado en Dios. Álvaro es seminarista y se está preparando para ser sacerdote. 
Nos recibe con una guitarra en la mano y nos invita a pasar a un lugar más que especial para él: el Santuario. A la salida, junto a este joven, al fondo, está un cuadro de la Virgen María, o la "Mater", como la llaman allí. Álvaro pertenece al Movimiento Apostólico de Schoenstatt y esa Virgen, y Jesús, le han ido conquistando el corazón hasta que él les ha dado un "sí" libre en la entrega al sacerdocio. 



¿Por qué el sacerdote usa rosa?

El hermoso significado detrás del color litúrgico más peculiar

En un domingo de Adviento y Cuaresma, los sacerdotes católicos tienen la opción de vestir una casulla rosa.
Es posible que si el sacerdote escoge ese color, haga algún comentario antes de empezar la misa sobre el significado de su atuendo.
Aunque la elección del color y los comentarios del sacerdote podrían intrigar y divertir a algunos parroquianos, lo cierto es que las vestimentas rosadas llevan siglos en la tradición católica. De hecho, es un color precioso con un profundo significado simbólico.
Este color, que se usa solo dos veces en todo el año litúrgico, se asocia tradicionalmente con un sentido de alegría en una estación de penitencia. En ambos domingos (Gaudete en Adviento y Laetare en Cuaresma), se viste rosa para recordarnos que la temporada de preparación llega a su fin y la gran fiesta está a la vuelta de la esquina.
Incluso la antífona de entrada que se canta tradicionalmente al comienzo de la misa de Domingo de Laetare (el cuarto domingo de Cuaresma) habla de la alegría que debería llenarnos.
Lætare Jerusalem: et conventum facite omnes qui diligitis eam: gaudete cum lætitia, qui in tristitia fuistis: ut exsultetis, et satiemini ab uberibus consolationis vestræ.
Psalm: Lætatus sum in his quæ dicta sunt mihi: in domum Domini ibimus.
Que en español quiere decir:
Alégrate, Jerusalén, y regocijaos con ella todos los que la amáis; regocijaos con ella, gozosos, cuantos por ella hacéis duelo; para que os saciéis del pecho de sus consuelos.
Salmo. Me alegré cuando se me dijo: Vamos a la casa del Señor.
Cuando vemos el color rosa en misa se nos está llamando a regocijarnos; ¡la estación de penitencia llega a su fin y se acerca la celebración de la Resurrección de Cristo!
La alegría necesaria
El papa Francisco, a lo largo de su pontificado, ha puesto mucho énfasis en la alegría e incluso le ha dedicado toda una encíclica a la “Alegría del Evangelio”. En el párrafo de introducción escribió sobre qué debería colmar el corazón de todo cristiano.
La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años. 
Sin embargo, la alegría no siempre es un rasgo fácil de adquirir. Incluso los cristianos fieles pueden verse tentados a vivir una vida sin una pizca de alegría. En palabras del papa Francisco, es como vivir siempre en Cuaresma, pero nunca experimentar la dicha de la Pascua.
Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua. Pero reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo.
Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias.
En definitiva, si ves a tu sacerdote vestido de rosa, recuerda la llamada a vivir con alegría. No se supone que debamos vivir nuestras vidas en una Cuaresma perpetua, sino experimentar la gran dicha de la Pascua y extender esa alegría a todos los que conozcamos.
Que nuestra práctica del cristianismo sea un faro de alegría en este mundo tan frecuentemente abatido por los múltiples sufrimientos de nuestra vida mortal.

Diálogos con Dios: “SÉ HUMILDE”

¿Sabes qué es lo que más me cuesta? La humildad.Conozco el valor que tiene la humildad para Dios. Las Escrituras están llenas de referencias sobre la humildad. “Sean humildes, amables, comprensivos, y sopórtense unos a otros con amor.”
(Efesios 4, 2)

San Agustín en su inmensa sabiduría decía: “Si quieres santo, sé humilde, si quieres más santo, sé más humilde, si quieres ser muy santo, sé muy humilde”.
La humildad es una meta difícil de alcanzar, involucra la templanza, el autodominio, el negarse uno mismo a ciertas cosas, el reconocer que nada podemos si Dios.
El Papa Francisco habló sobre la humildad: “La humildad sin humillación no es humildad. Humilde es aquel hombre, aquella mujer, que es capaz de soportar las humillaciones como las ha soportado Jesús, el humillado, el gran humillado”.
Sé que no soy humilde cuando me sale el mal carácter.
Siempre he soñado con ser santo, para agradar a Dios, un santo invisible, de los que nos hablan y que sólo Dios los ve. Pero me percato lo difícil que es trayecto y los cientos de piedras que debo esquivar para ascender a su montaña.
Cada piedra tiene un nombre, un pecado, la mayoría dicen: “ORGULLO” no directamente, pero significa lo mismo: “ALABANZA”, “VANIDAD”, “ARROGANCIA”.
A veces tengo diálogos íntimos con Dios. Me siento en un lugar solitario, le digo: “Aquí estoy Señor”. Lo tengo frente a mí, charlando como un amigo que me orienta e imagino que hablamos…
Humildad Claudio.
Me gustas humilde.
Te amo humilde.
Te lleno de gracias cuando eres humilde.
La humildad es la puerta para mis gracias.
Una persona humilde siempre es agradecida.
Agradece cualquier pequeño gesto, y acepta  todo. Y ofrece todo.

Me gustan los humildes porque la caridad habita en la humildad.
La humildad es un gesto de amor y abandono.
Mis santos, todos han logrado un alto grado de humildad.
¿Y todos fueron humildes Señor?
No todos, pero con un gran esfuerzo lo consiguieron.
Fueron humildes y amables.

¿Qué es un santo?
Un espejo de Dios. Donde se refleja mi caridad.
Donde los desamparados encuentran mi amor.

Sé humilde y será santo.
Sé santo y me encontrarás.
Los humildes heredarán la tierra.
En tu humildad, al aceptar la deshonra, las humillaciones, me abres la puerta de tu alma.
El santo abandono es la llave para abrir la puerta de la humildad.
El que acepta las cosas y las ofrece, me da la llave para entrar a su alma.
Yo toco y ustedes deben abrir.
Yo llamo y ustedes deben responder.
Y la  respuesta que más me llega, que más me agrada es la humildad.





Lecturas del Jueves de la 4ª semana de Cuaresma

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (32,7-14):

EN aquellos días, el Señor dijo a Moisés:
«Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”».
Y el Señor añadió a Moisés:
«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:
«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre”».
Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 105,19-20.21-22.23

R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo

V/. En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R/.

V/. Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R/.

V/. Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (5,31-47):

EN aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».

Palabra del Señor