jueves, 30 de noviembre de 2017

Fiesta de san Andrés, apóstol


Carta de San Pablo a los Romanos 10,9-18. 

Hermanos:
Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado.
Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación.
Así lo afirma la Escritura: El que cree en él, no quedará confundido.
Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan.
Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica?
¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!
Pero no todos aceptan la Buena Noticia. Así lo dice Isaías: Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?
La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo.
Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído? Sí, por supuesto: Por toda la tierra se extiende su voz y sus palabras llegan hasta los confines del mundo.

Salmo 19(18),2-3.4-5. 
El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje

y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo.
Allí puso una carpa para el sol


Evangelio según San Mateo 4,18-22. 
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores.
Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres".
Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.
Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. 

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Hoy se inicia la Novena a la Inmaculada Concepción

Hoy se inicia la Novena a la Inmaculada Concepción

“La Beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original desde el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano”, afirma la Bula “Ineffabilis Deus” sobre la Inmaculada Concepción de María.
Cercanos a esta gran Solemnidad mariana que se celebra cada 8 de diciembre les dejamos una Novena para pedir la intercesión de la Virgen María ante Dios.

Miércoles de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario


Libro de Daniel 5,1-6.13-14.16-17.23-28. 

El rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus dignatarios, y bebió vino en la presencia de esos mil.
Estimulado por el vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había sacado del Templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas.
Entonces trajeron los vasos de oro que habían sido sacados del Templo, de la Casa de Dios en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas.
Mientras bebían vino, glorificaban a los dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y piedra.
De pronto, aparecieron unos dedos de mano humana, que escribían sobre el estuco del muro del palacio real, frente al candelabro, y el rey veía el extremo de esa mano que escribía.
Entonces el rey cambió de color y sus pensamientos lo llenaron de espanto; se le aflojaron todos los miembros y se entrechocaban sus rodillas.
Daniel fue introducido en la presencia del rey, y este, tomando la palabra, le dijo: "¿Así que tú eres Daniel, uno de los deportados judíos que el rey, mi padre, hizo venir de Judá?
Yo he oído decir que en ti reside el espíritu de los dioses, y que se han hallado en ti clarividencia, perspicacia y una sabiduría superior.
Yo he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver problemas. Si tú ahora puedes leer la inscripción y me haces conocer su interpretación, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro en tu cuello y ocuparás el tercer puesto en el reino".
Daniel tomó la palabra y dijo en presencia del rey: "Puedes guardar para ti tus dones y dar a otros tus regalos; de todas maneras, yo leeré al rey la inscripción y le haré conocer su interpretación.
Te has exaltado contra el Señor del cielo: han traído a tu presencia los vasos de su Casa, y han bebido vino en ellos, tú y tus dignatarios, tus mujeres y tus concubinas; has glorificado a los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, pero no has celebrado al Dios que tiene en su mano tu aliento y a quien pertenecen todos tus caminos.
Por eso ha sido enviada esta mano de parte de él, y ha sido trazada esta inscripción.
Esta es la inscripción que ha sido trazada: Mené, Tequel, Parsín.
Y esta es la interpretación de las palabras: Mené: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha puesto fin;
Tequel: tú has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso;
Parsín: tu reino ha sido dividido y entregado a los medos y a los persas".

Libro de Daniel 3,62.63.64.65.66.67. 
Sol y luna, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Astros del cielo, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Lluvias y rocíos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todos los vientos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Fuego y calor, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Frío y heladas, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!


Evangelio según San Lucas 21,12-19. 
Jesús dijo a sus discípulos:
«Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre,
y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa,
porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán.
Serán odiados por todos a causa de mi Nombre.
Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza.
Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»

martes, 28 de noviembre de 2017

Martes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario


Libro de Daniel 2,31-45. 

Tú, rey, estabas mirando, y viste una gran estatua. Esa estatua, enorme y de un brillo extraordinario, se alzaba delante de ti, y su aspecto era impresionante.
Su cabeza era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce;
sus piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro y parte de arcilla.
Tú estabas mirando, y de pronto se desprendió una piedra, sin que interviniera ninguna mano: ella golpeó la estatua sobre sus pies de hierro y de arcilla, y los pulverizó.
Entonces fueron pulverizados al mismo tiempo el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; fueron como la paja en la era durante el verano: el viento se los llevó y no quedó ningún rastro. En cuanto a la piedra que había golpeado la estatua, se convirtió en una gran montaña, y llenó toda la tierra.
Este fue el sueño; ahora diremos su interpretación en presencia del rey.
Tú, rey, eres el rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha conferido la realeza, el poder, la fuerza y la gloria;
él ha puesto en tus manos a los hombres, los animales del campo y las aves del cielo, cualquiera sea el lugar donde habitan, y te ha hecho dominar sobre todos ellos: por eso la cabeza de oro eres tú.
Después de ti surgirá otro reino inferior a ti, y luego aparecerá un tercer reino, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra.
Y un cuarto reino será duro como el hierro: así como el hierro tritura y pulveriza todo - como el hierro que destroza - él los triturará y destrozará a todos ellos.
También has visto los pies y los dedos, en parte de arcilla de alfarero y en parte de hierro, porque ese será un reino dividido: habrá en él algo de la solidez de hierro, conforme a lo que has visto del hierro mezclado con la masa de arcilla;
pero como los dedos de los pies son en parte de hierro y en parte de arcilla, una parte del reino será fuerte, y una parte frágil.
Tú has visto el hierro mezclado con la masa de arcilla, porque ellos se mezclarán entre sí por lazos matrimoniales, pero no llegarán a adherirse mutuamente, como el hierro no se mezcla con la arcilla.
Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido y cuya realeza no pasará a otro pueblo: él pulverizará y aniquilará a todos esos reinos, y él mismo subsistirá para siempre,
porque tú has visto, que una piedra se desprendía de la montaña, sin la intervención de ninguna mano, y ella pulverizó el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande hace conocer al rey lo que va a suceder en adelante. El sueño es cierto y su interpretación digna de fe".

Libro de Daniel 3,57.58.59.60.61. 
Todas las obras del Señor, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Ángeles del Señor, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Cielos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todas las aguas que están sobre los cielos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Todos los ejércitos celestiales, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Evangelio según San Lucas 21,5-11. 
Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:
"De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido".
Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?".
Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan.
Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin".
Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino.
Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo."

lunes, 27 de noviembre de 2017

Hoy inicia la Novena a San Nicolás, patrono de los niños, marineros y viajeros

Hoy inicia la Novena a San Nicolás, patrono de los niños, marineros y viajeros


El próximo 6 de diciembre la Iglesia celebrará la fiesta del Obispo San Nicolás de Bari, patrono de los niños, marineros y viajeros. Por ello, cercanos a esta gran festividad, aquí una novena para pedir su intercesión.
Todos los días se repiten las mismas oraciones:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Himno
Desde este mar tormentoso, oh Padre San Nicolás, conduce al puerto seguro desde la patria celestial. De las luchas de la vida y mortales tempestades sálvanos por tu favor y virtudes singulares. Siempre acudes en socorro de cuantos tu auxilio imploran. Enfermos y navegantes, pobres o ricos te invocan. Por tu santidad eximia e intercesión poderosa, haz que elegidos seamos a la eternidad dichosa. A los fieles que devotos tu culto propagamos, haznos merecer la gloria amando a nuestros hermanos. Amén.
Oración de petición
¡Oh glorioso San Nicolás! Desde aquella morada de luz, en que gozas de la presencia divina, vuelve piadoso tus ojos hacia mí, y alcánzame del Señor aquellas gracias y auxilios convenientes a mis presentes necesidades, tanto espirituales como corporales, y en particular la gracia (mencionar aquí la intención de la novena), si es que conviene para mi eterna salvación.
Protege también, oh Santo Obispo, a nuestro Sumo Pontífice, a la Iglesia y a todo el pueblo cristiano. Conduce al camino recto de la salvación a los que viven sumidos en el pecado, o envueltos en las tinieblas de la ignorancia, del error y de la herejía.
Consuela a los afligidos, socorre a los necesitados, conforta a los pusilánimes, defiende a los oprimidos, asiste a los enfermos; y haz que todos experimenten los efectos de tu intercesión ante el Señor, quien es el dispensador de todos los bienes. Amén.
Súplica
¡Oh bienaventurado San Nicolás de Bari! Al que acuden las familias, los pobres, los enfermos, los comerciantes, los empleados, los presos, los niños, las doncellas en peligro;
Yo, humildemente te pido me alcances la gracia que de ti espero, confiado en tu valiosísima protección, la que nunca niegas a tus devotos, para que favorecidos por tus bondades, cantemos una vez más las misericordias del Señor, y las maravillas de sus santos. ¡Providentísimo San Nicolás! no me abandones.
Oración final
Imploramos, Señor, suplicantes, tu misericordia, y por intercesión de San Nicolás, Obispo, guárdanos de todos los peligros para que se nos muestre expedito el camino de salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Lunes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario


Libro de Daniel 1,1-6.8-20. 
El tercer año del reinado de Joaquím, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la sitió.
El Señor entregó en sus manos a Joaquím, rey de Judá, y una parte de los objetos de la Casa de Dios. Nabucodonosor los llevó al país de Senaar, y depositó los objetos en el tesoro de su dios.
El rey ordenó a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que seleccionara entre los israelitas de estirpe real o de familia noble,
a algunos jóvenes sin ningún defecto físico, de buena presencia, versados en toda clase de sabiduría, dotados de conocimiento, inteligentes y aptos para servir en el palacio del rey, a fin de que se los instruyera en la literatura y en la lengua de los caldeos.
El rey les asignó para cada día una porción de sus propios manjares y del vino que él bebía. Ellos debían ser educados durante tres años, y al cabo de esos años se pondrían al servicio del rey.
Entre ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarias, que eran judíos.
Daniel estaba decidido a no contaminarse con los manjares del rey y con el vino que él bebía, y rogó al jefe de los eunucos que no lo obligara a contaminarse.
Dios hizo que él se ganara el afecto y la simpatía del jefe de los eunucos.
Pero este dijo a Daniel: "Yo temo a mi señor el rey, que les ha asignado la comida y la bebida; si él llega a ver el rostro de ustedes más demacrado que el de los jóvenes de su misma edad, ustedes harían peligrar mi cabeza delante del rey".
Daniel dijo al guardia a quien el jefe de los eunucos había confiado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías:
"Por favor, pon a prueba a tus servidores durante diez días; que nos den legumbres para comer y agua para beber;
compara luego nuestros rostros con el de los jóvenes que comen los manjares del rey, y actúa con tus servidores conforme a lo que veas".
El aceptó la propuesta, y los puso a prueba durante diez días.
Al cabo de esos días, se vio que ellos tenían mejor semblante y estaban más rozagantes que todos los jóvenes que comían los manjares del rey.
Desde entonces, el guardia les retiró los manjares y el vino que debían tomar, y les dio legumbres.
Dios concedió a estos cuatro jóvenes ciencia e inteligencia en todo lo referente a la literatura y la sabiduría, y Daniel podía entender visiones y sueños de toda índole.
Al cabo de los días que el rey había fijado para que le fueran presentados los jóvenes, el jefe de los eunucos los llevó ante Nabucodonosor.
El rey conversó con ellos, y entre todos no se encontró ningún otro como Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Ellos permanecieron al servicio del rey,
y en todo lo que el rey les preguntó sobre cuestiones de sabiduría y discernimiento, los encontró diez veces superiores a todos los magos y adivinos que había en todo su reino.

Libro de Daniel 3,52.53.54.55.56. 
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
alabado y exaltado eternamente.
Bendito sea tu santo y glorioso Nombre,
alabado y exaltado eternamente.

Bendito seas en el Templo de tu santa gloria,
aclamado y glorificado eternamente por encima de todo.
Bendito seas en el trono de tu reino.
aclamado por encima de todo y exaltado eternamente.

Bendito seas Tú, que sondeas los abismos
y te sientas sobre los querubines,
alabado y exaltado eternamente por encima de todo.
Bendito seas en el firmamento del cielo,
aclamado y glorificado eternamente.



Evangelio según San Lucas 21,1-4. 
Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo.
Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre,
y dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie.
Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir." 

domingo, 26 de noviembre de 2017

Solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo


Libro de Ezequiel 34,11-12.15-17. 

Así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él.
Como el pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en un día de nubes y tinieblas.
Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar -oráculo del Señor-.
Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y curaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia.
En cuanto a ustedes, ovejas de mi rebaño, así habla el Señor: «Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y chivos».

Salmo 23(22),1-2a.2b-3.5.6. 
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas.
me conduce a las aguas tranquilas

y repara mis fuerzas.
Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Tú preparas ante mí una mesa,

frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan

a lo largo de mi vida;

y habitaré en la Casa del Señor,

por muy largo tiempo.



Carta I de San Pablo a los Corintios 15,20-26.28. 

Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos.
Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.
En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo,
cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida.
En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder.
Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies.
El último enemigo que será vencido es la muerte,
Y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a aquel que le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos.

Evangelio según San Mateo 25,31-46. 
Jesús dijo a sus discípulos:
"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna". 

sábado, 25 de noviembre de 2017

Sábado de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario


Primer Libro de Macabeos 6,1-13. 

Mientras tanto, el rey Antíoco recorría las provincias de la meseta. Allí se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, célebre por sus riquezas, su plata y su oro.
Ella tenía un templo muy rico, donde se guardaban armaduras de oro, corazas y armas dejadas allí por Alejandro, hijo de Filipo y rey de Macedonia, el primero que reinó sobre los griegos.
Antíoco se dirigió a esa ciudad para apoderarse de ella y saquearla, pero no lo consiguió, porque los habitantes de la ciudad, al conocer sus planes,
le opusieron resistencia. El tuvo que huir y se retiró de allí muy amargado para volver a Babilonia.
Cuando todavía estaba en Persia, le anunciaron que la expedición contra el país de Judá había fracasado.
Le comunicaron que Lisias había ido al frente de un poderoso ejército, pero había tenido que retroceder ante los judíos, y que estos habían acrecentado su poder, gracias a las armas y al cuantioso botín tomado a los ejércitos vencidos.
Además, habían destruido la Abominación que él había erigido sobre el altar de Jerusalén y habían rodeado el Santuario de altas murallas como antes, haciendo lo mismo con Betsur, que era una de las ciudades del rey.
Al oír tales noticias, el rey quedó consternado, presa de una violenta agitación, y cayó en cama enfermo de tristeza, porque las cosas no le habían salido como él deseaba.
Así pasó muchos días, sin poder librarse de su melancolía, hasta que sintió que se iba a morir.
Entonces hizo venir a todos sus amigos y les dijo: "No puedo conciliar el sueño y me siento desfallecer.
Yo me pregunto cómo he llegado al estado de aflicción y de amargura en que ahora me encuentro, yo que era generoso y amado mientras ejercía el poder.
Pero ahora caigo en la cuenta de los males que causé en Jerusalén, cuando robé los objetos de plata y oro que había allí y mandé exterminar sin motivo a los habitantes de Judá.
Reconozco que por eso me suceden todos estos males y muero de pesadumbre en tierra extranjera".

Salmo 9(9A),2-3.4.6.16b.19. 
Te doy gracias, Señor, de todo corazón
y proclamaré todas tus maravillas.
Quiero alegrarme y regocijarme en ti,
y cantar himnos a tu Nombre, Altísimo.

Cuando retrocedían mis enemigos,
tropezaron y perecieron delante de ti,
Escarmentaste a las naciones,
destruiste a los impíos

y borraste sus nombres para siempre;
su pie quedó atrapado en la red que ocultaron.
Porque el pobre no será olvidado para siempre
ni se malogra eternamente la esperanza del humilde.


Evangelio según San Lucas 20,27-40. 
Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección,
y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda.
Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.
El segundo
se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia.
Finalmente, también murió la mujer.
Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?".
Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan,
pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán.
Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él".
Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien".
Y ya no se atrevían a preguntarle nada. 

viernes, 24 de noviembre de 2017

Viernes de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario


Primer Libro de Macabeos 4,36-37.52-59. 

Judas y sus hermanos dijeron: "Nuestros enemigos han sido aplastados; subamos a purificar el Santuario y a celebrar su dedicación".
Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión.
El día veinticinco del noveno mes, llamado Quisleu, del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al despuntar el alba
y ofrecieron un sacrificio conforme a la Ley, sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían erigido.
Este fue dedicado con cantos, cítaras, arpas y címbalos, justamente en el mismo mes y en el mismo día en que los paganos lo habían profanado.
Todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y adoraron y bendijeron al Cielo que les había dado la victoria.
Durante ocho días celebraron la dedicación del altar, ofreciendo con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de acción de gracias.
Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron las entradas y las salas, y les pusieron puertas.
En todo el pueblo reinó una inmensa alegría, y así quedó borrado el ultraje infligido por los paganos.
Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que cada año, a su debido tiempo y durante ocho días a contar del veinticinco del mes de Quisleu, se celebrara con júbilo y regocijo el aniversario de la dedicación del altar.

Primer Libro de Crónicas 29,10.11abc.11d-12a.12bcd. 
Después David bendijo al Señor en presencia de toda la asamblea, diciendo:
“¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre!
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad;
porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra.

Tuyo, Señor, es el reino;
tú te elevas por encima de todo.
De ti proceden la riqueza y la gloria;
tú lo gobiernas todo,

en tu mano están el poder y la fuerza,
y es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas.

Evangelio según San Lucas 19,45-48. 
Jesús al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores,
diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones".
Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.
Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Jueves de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario


Primer Libro de Macabeos 2,15-29. 

Entre tanto, los delegados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín, para exigir que se ofrecieran los sacrificios.
Se presentaron muchos israelitas, pero Matatías y sus hijos se agruparon aparte.
Entonces los enviados del rey fueron a decirle: "Tú eres un jefe ilustre y gozas de autoridad en esta ciudad, respaldado por hijos y hermanos.
Sé el primero en acercarte a ejecutar la orden del rey, como lo han hecho todas las naciones, y también los hombres de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Así tu y tus hijos, serán contados entre los Amigos del rey y gratificados con plata, oro y numerosos regalos".
Matatías respondió en alta voz: "Aunque todas las naciones que están bajo el dominio del rey obedezcan y abandonen el culto de sus antepasados para someterse a sus órdenes,
yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos fieles a la Alianza de nuestros padres.
El Cielo nos libre de abandonar la Ley y los preceptos.
Nosotros no acataremos las órdenes del rey desviándonos de nuestro culto, ni a la derecha ni a la izquierda".
Cuando acabó de pronunciar estas palabras un judío se adelantó a la vista de todos para ofrecer un sacrificio sobre el altar de Modín, conforme al decreto del rey.
Al ver esto, Matatías se enardeció de celo y se estremecieron sus entrañas; y dejándose llevar por una justa indignación, se abalanzó y lo degolló sobre el altar.
Ahí mismo mató al delegado real que obligaba a ofrecer los sacrificios y destruyó el altar.
Así manifestó su celo por la Ley, como lo había hecho Pinjás con Zimrí, hijo de Salú.
Luego comenzó a gritar por la ciudad con todas sus fuerzas: "Todo el que sienta celo por la Ley y quiera mantenerse fiel a la Alianza, que me siga".
Y abandonando todo lo que poseían en la ciudad, él y sus hijos huyeron a las montañas.
Entonces muchos judíos, amantes de la justicia y el derecho, se retiraron al desierto para establecerse allí

Salmo 50(49),1-2.5-6.14-15. 
El Dios de los dioses, el Señor,
habla para convocar a la tierra
desde la salida del sol hasta el ocaso.
El Señor resplandece desde Sión,

que es el dechado de toda hermosura:
“Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio”.
¡Que el cielo proclame su justicia,

porque el Señor es el único Juez!
Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo;
invócame en los momentos de peligro:

yo te libraré, y tú me glorificarás”.

Evangelio según San Lucas 19,41-44. 
Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella,
diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.
Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Miércoles de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario


Segundo Libro de Macabeos 7,1.20-31. 

También fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley.
Incomparablemente admirable y digna del más glorioso recuerdo fue aquella madre que, viendo morir a sus siete hijos en un solo día, soportó todo valerosamente, gracias a la esperanza que tenía puesta en el Señor.
Llena de nobles sentimientos, exhortaba a cada uno de ellos, hablándoles en su lengua materna. Y animando con un ardor varonil sus reflexiones de mujer, les decía:
"Yo no sé cómo ustedes aparecieron en mis entrañas; no fui yo la que les dio el espíritu y la vida ni la que ordenó armoniosamente los miembros de su cuerpo.
Pero sé que el Creador del universo, el que plasmó al hombre en su nacimiento y determinó el origen de todas las cosas, les devolverá misericordiosamente el espíritu y la vida, ya que ustedes se olvidan ahora de sí mismos por amor de sus leyes".
Antíoco pensó que se estaba burlando de él y sospechó que esas palabras eran un insulto. Como aún vivía el más joven, no sólo trataba de convencerlo con palabras, sino que le prometía con juramentos que lo haría rico y feliz, si abandonaba las tradiciones de sus antepasados. Le aseguraba asimismo que lo haría su Amigo y le confiaría altos cargos.
Pero como el joven no le hacía ningún caso, el rey hizo llamar a la madre y le pidió que aconsejara a su hijo, a fin de salvarle la vida.
Después de mucho insistir, ella accedió a persuadir a su hijo.
Entonces, acercándose a él y burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua materna: "Hijo mío, ten compasión de mí, que te llevé nueve meses en mis entrañas, te amamanté durante tres años y te crié y eduqué, dándote el alimento, hasta la edad que ahora tienes.
Yo te suplico, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y al ver todo lo que hay en ellos, reconozcas que Dios lo hizo todo de la nada, y que también el género humano fue hecho de la misma manera.
No temas a este verdugo: muéstrate más bien digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que yo vuelva a encontrarte con ellos en el tiempo de la misericordia".
Apenas ella terminó de hablar, el joven dijo: "¿Qué esperan? Yo no obedezco el decreto del rey, sino las prescripciones de la Ley que fue dada a nuestros padres por medio de Moisés.
Y tú, que eres el causante de todas las desgracias de los hebreos, no escaparás de las manos de Dios.

Salmo 17(16),1.5-6.8b.15. 
Escucha, Señor, mi justa demanda,
atiende a mi clamor;
presta oído a mi plegaria,
porque en mis labios no hay falsedad.

Y mis pies se mantuvieron firmes
en los caminos señalados:
¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas!
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes:

inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
Escóndeme a la sombra de tus alas.
Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro,
y al despertar, me saciaré de tu presencia.


Evangelio según San Lucas 19,11-28. 
Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.
El les dijo: "Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida.
Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: 'Háganlas producir hasta que yo vuelva'.
Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: 'No queremos que este sea nuestro rey'.
Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más'.
'Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades'.
Llegó el segundo y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más'.
A él también le dijo: 'Tú estarás al frente de cinco ciudades'.
Llegó el otro y le dijo: 'Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo.
Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado'.
El le respondió: 'Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigentes, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré,
¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses'.
Y dijo a los que estaban allí: 'Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más'.
'¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!'.
Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene.
En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia".
Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén. 

martes, 21 de noviembre de 2017

Martes de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario


Segundo Libro de Macabeos 6,18-31. 

Eleazar, uno de los principales maestros de la Ley, de edad muy avanzada y de noble aspecto, fue forzado a abrir la boca para comer carne de cerdo.
Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida infame, marchó voluntariamente al suplicio,
después de haber escupido la carne, como deben hacerlo los que tienen el valor de rechazar lo que no está permitido comer, ni siquiera por amor a la vida.
Los que presidían este banquete ritual contrario a la Ley, como lo conocían desde hacía mucho tiempo, lo llevaron aparte y le rogaron que hiciera traer carne preparada expresamente para él y que le estuviera permitido comer. Asimismo le dijeron que fingiera comer la carne del sacrificio, conforme a la orden del rey.
Obrando de esa manera, se libraría de la muerte y sería tratado humanitariamente por su antigua amistad con ellos.
Pero él, tomando una noble resolución, digna de su edad, del prestigio de su vejez, de sus veneradas canas, de la vida ejemplar que había llevado desde su infancia y, sobre todo, de la santa legislación establecida por Dios, se mostró consecuente consigo mismo, pidiendo que lo enviaran de inmediato a la morada de los muertos.
"A nuestra edad, decía, no está bien fingir. De lo contrario, muchos jóvenes creerán que Eleazar, a los noventa años, se ha pasado a las costumbres paganas.
Entonces también ellos, a causa de mi simulación y de mi apego a lo poco que me resta de vida, se desviarán por culpa mía, y yo atraeré sobre mi vejez la infamia y el deshonor.
Porque, aunque ahora me librara del castigo de los hombres, no podría escapar, ni vivo ni muerto, de las manos del Todopoderoso.
Por eso, me mostraré digno de mi vejez entregando mi vida valientemente.
Así dejaré a los jóvenes un noble ejemplo, al morir con entusiasmo y generosidad por las venerables y santas leyes". Dicho esto, se encaminó resueltamente al suplicio.
Al oír estas palabras, que consideraban una verdadera locura, los que lo conducían cambiaron en crueldad la benevolencia que antes le habían demostrado.
Pero él, a punto ya de morir bajo los golpes, dijo entre gemidos: "El Señor, que posee el santo conocimiento, sabe muy bien que, pudiendo librarme de la muerte, soporto crueles dolores en mi cuerpo azotado; pero mi alma los padece gustosamente por temor a él".
De este modo, Eleazar dejó al morir, no sólo a los jóvenes, sino a la nación entera, su propia muerte como ejemplo de generosidad y como recuerdo de virtud.

Salmo 3,2-3.4-5.6-7. 
Señor, ¡qué numerosos son mis adversarios,
cuántos los que se levantan contra mí!
¡Cuántos son los que dicen de mí:
“Dios ya no quiere salvarlo”!

Pero tú eres mi escudo protector y mi gloria,
tú mantienes erguida mi cabeza.
Invoco al Señor en alta voz
y él me responde desde su santa Montaña.

Yo me acuesto y me duermo,
y me despierto tranquilo
porque el Señor me sostiene.
No temo a la multitud innumerable,

apostada contra mí por todas partes.

Evangelio según San Lucas 19,1-10. 
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.
Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa".
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham,
porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido". 

lunes, 20 de noviembre de 2017

Lunes de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario


Primer Libro de Macabeos 1,10-15.41-43.54-57.62-64. 

De ellos surgió un vástago perverso, Antíoco Epífanes, hijo de Antíoco, que había estado en Roma como rehén y subió al trono el año ciento treinta y siete del Imperio griego.
Fue entonces cuando apareció en Israel un grupo de renegados que sedujeron a muchos, diciendo: "Hagamos una alianza con las naciones vecinas, porque desde que nos separamos de ellas, nos han sobrevenido muchos males".
Esta propuesta fue bien recibida,
y algunos del pueblo fueron en seguida a ver al rey y este les dio autorización para seguir la costumbres de los paganos.
Ellos construyeron un gimnasio en Jerusalén al estilo de los paganos,
disimularon la marca de la circuncisión y, renegando de la santa alianza, se unieron a los paganos y se entregaron a toda clase de maldades.
El rey promulgó un decreto en todo su reino, ordenando que todos formaran un solo pueblo
y renunciaran a sus propias costumbres. Todas las naciones se sometieron a la orden del rey
y muchos israelitas aceptaron el culto oficial, ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado.
El día quince del mes de Quisleu, en el año ciento cuarenta y cinco, el rey hizo erigir sobre el altar de los holocaustos la Abominación de la desolación. También construyeron altares en todos las ciudades de Judá.
En las puertas de las casas y en las plazas se quemaba incienso.
Se destruían y arrojaban al fuego los libros de la Ley que se encontraban,
y al que se descubría con un libro de la Alianza en su poder, o al que observaba los preceptos de la Ley, se lo condenaba a muerte en virtud del decreto real.
Sin embargo, muchos israelitas se mantuvieron firmes y tuvieron el valor de no comer alimentos impuros;
prefirieron la muerte antes que mancharse con esos alimentos y quebrantar la santa alianza, y por eso murieron.
Y una gran ira se descargó sobre Israel.

Salmo 119(118),53.61.134.150.155.158. 
Me lleno de indignación ante los pecadores,
ante los que abandonan tu ley.
Los lazos de los malvados me rodean,
pero yo no me olvido de tu ley.

Líbrame de la opresión de los hombres,
y cumpliré tus mandamientos.
Se acercan a mí los que me persiguen con perfidia,
los que están alejados de tu ley.

La salvación está lejos de los impíos,
porque no buscan tus preceptos.
Veo a los pecadores y siento indignación,
porque no cumplen tu palabra.


Evangelio según San Lucas 18,35-43. 
Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía.
Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret.
El ciego se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!".
Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!".
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó:
"¿Qué quieres que haga por ti?". "Señor, que yo vea otra vez".
Y Jesús le dijo: "Recupera la vista, tu fe te ha salvado".
En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios. 

domingo, 19 de noviembre de 2017

Trigésimo tercer Domingo del tiempo ordinario


Libro de los Proverbios 31,10-13.19-20.30-31. 

Una buena ama de casa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas.
El corazón de su marido confía en ella y no le faltará compensación.
Ella le hace el bien, y nunca el mal, todos los días de su vida.
Se procura la lana y el lino, y trabaja de buena gana con sus manos.
Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el huso.
Abre su mano al desvalido y tiende sus brazos al indigente.
Engañoso es el encanto y vana la hermosura: la mujer que teme al Señor merece ser alabada. 
Entréguenle el fruto de sus manos y que sus obras la alaben públicamente.

Salmo 128(127),1-2.3.4-5. 
¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien.

Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa.

¡Así será bendecido
el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:

que contemples la paz de Jerusalén.



Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 5,1-6. 
Hermanos:
En cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba.
Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche.
Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores de parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón:
todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas.
No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios.

Evangelio según San Mateo 25,14-30. 
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes.
A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida,
el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco.
De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos,
pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores.
El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. 'Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado'.
'Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'.
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: 'Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado'.
'Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'.
Llegó luego el que había recibido un solo talento. 'Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.
Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!'.
Pero el señor le respondió: 'Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido,
tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses.
Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez,
porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes'.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Para este curso: cuidar la oración

Estoy impresionado. Hace poco alguien me decía que para poder conseguir una meta te tienes que preparar. Evidente, ¿no? Por ejemplo, si quieres correr la maratón que hay en navidades en muchas ciudades, con mucho tiempo tienes que salir a correr cada día. Empezar con poquito, para poco a poco, ir aumentando el ritmo. Esto cada vez está más de moda y más gente se pone a ello. Y yo me pregunto, ¿por qué nos cuesta tanto cuidar la oración cada día si queremos conseguir la meta de disfrutar lo de Dios? 
San Ignacio tiene una sugerencia en sus Ejercicios Espirituales que me hace pensar mucho. Solo podemos seguir aquello que amamos. Y solo amamos lo que conocemos. Pues bien, no hay que dudar. Si queremos seguir a Jesús y dar un espacio importante en nuestra vida a la fe, hay que cuidar la oración. Es el mejor método que conozco para conocer y amar a Jesús, el de Nazaret. Estar un rato al día con Él, dando espacio al silencio, al diálogo con la Palabra, a Dios.
Hay que cuidar los propósitos. No pueden ser muy elevados. Y mucho menos en esto de la oración. Cuando hablamos de cuidar la oración, estamos tratando de poner en juego: deseos, atención, agilidad, amor… en la ejecución del encuentro. No hay que complicarse la vida con grandes teorías sobre la oración. No es algo irrealizable y complejo. Es algo sencillo. Se trata de un encuentro, no como si uno se mirara a un espejo y solo viera su propio rostro. La oración es situarte delante de un amigo. ¿Y qué haces? Conversas comunicando tus cosas, lo de cada día, y como queriendo consejo en ellas, te dejas tocar por la Palabra que puede llegarte en una imagen, en un texto bíblico o en el simple silencio habitado por Dios.
No podemos desfallecer en esto. Tenemos que dar a la oración a lo largo del curso su propio espacio y su propio tiempo. Empezar poco a poco, para cada vez más, ir alcanzando el encuentro con Dios que queremos. No hay que poner el acento en el mucho o poco. Sino en el disfrutar y alegrarnos con Dios en nuestra oración personal. ¡Ánimo, tú puedes!

El ministerio de la conyugalidad (lo que significa ser esposos)


¿Qué significa la sacramentalidad del matrimonio?

“Por eso deja el hombre a su padre y a su madre, se une a su mujer y se hacen una sola carne…”
En esta verdad se encierra todo el misterio de la esponsalidad. Este carácter de ser esposos, y que va mucho más allá de ser simplemente pareja, es lo que identifica realmente el modo como un hombre y una mujer son ante el mundo y delante de Dios.
Pensemos: cada sacramento otorga una gracia pero además exige un ministerio. Dicho ministerio, que es un  servicio que se deriva del mismo sacramento, exige a cada uno vivir acorde a lo que ha recibido. Ser bautizados, por ejemplo, no nos hace solamente ser hijos de Dios y miembros de la Iglesia, sino que además nos pide portarnos como sacerdotes, profetas y reyes-esto es lo que llamamos ministerio-un modo de ser y de actuar ante el mundo en nombre de Dios.
Así mismo, el matrimonio, otorga un ministerio a los esposos, que podríamos llamar el “ministerio de la esponsalidad” que no es otra cosa que vivir de una manera particular, siendo uno solo los dos, en su forma de ser ante Dios y ante el mundo santificando la familia y dando testimonio a las otras familias de lo que significa semejante don del Señor. La debilidad que se presenta en la recepción de los sacramentos está en que lo fieles reciben la Gracia pero no ejercitan su ministerio haciendo que dicha Gracia quede expuesta para ser hurtada por el maligno. Es decir, al ser casados sacramentalmente , se debe vivir como casados sacramentales, lo que implica una oración hecha como una sola carne-los dos-, una vida de culto a Dios como una sola carne-los dos-, un apostolado eclesial como una sola carne-los dos, una vida sacramental como una sola carne-los dos-, puesto que ya son una sola realidad.
Desconocer este don de Dios y esta exigencia sacramental conlleva a la pérdida de identidad de lo que se es, testigos de Cristo y del Evangelio,  y por lo tanto  un empobrecimiento de la vida de la Iglesia y de la propia familia.
Al entender que se es esposo (a), y no simplemente una pareja que se une por instinto de conservación o de emociones,  los cónyuges comprenden su unión sacramental como una vocación a la santificación mutua para la alabanza del Señor. Creo que para ser pareja no se necesita aprender mucho pues la naturaleza misma de la relación hace que ambos vayan dando lo que su propio modo de ser masculino o femenino les impulsa. Por el contrario, ser esposos, es algo que solamente Cristo puede enseñar y que él  enseña por medio de la Iglesia. Es por eso que la Iglesia ha establecido su formación para la conyugalidad puesto que ha recibido de Jesús este mandato para ayudar a triunfar en la vida matrimonial.

Sábado de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario


Libro de la Sabiduría 18,14-16.19,6-9. 

Cuando un silencio apacible envolvía todas las cosas, y la noche había llegado a la mitad de su rápida carrera,
tu Palabra omnipotente se lanzó desde el cielo, desde el trono real, como un guerrero implacable, en medio del país condenado al exterminio. Empuñando como una espada afilada tu decreto irrevocable,
se detuvo y sembró la muerte por todas partes: a la vez que tocaba el cielo, avanzaba sobre la tierra.
Porque la creación entera, obedeciendo a tus órdenes, adquiría nuevas formas en su propia naturaleza, para que tus hijos fueran preservados incólumes.
Se vio a la nube cubrir el campamento con su sombra y emerger la tierra seca de lo que antes era agua; apareció en el Mar Rojo un camino despejado y una verde llanura, entre las olas impetuosas:
por allí paso todo un pueblo, protegido por tu mano, contemplando prodigios admirables.
Eran como caballos en un pastizal y retozaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su liberador.

Salmo 105(104),2-3.36-37.42-43. 
Canten al Señor con instrumentos musicales,
pregonen todas sus maravillas!
¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor!

Hirió de muerte a los primogénitos de aquel país,
a las primicias de todo ser viviente;
sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
y nadie desfalleció entre sus tribus:

Él se acordó de la palabra sagrada,
que había dado a Abraham, su servidor,
e hizo salir a su pueblo con alegría,
a sus elegidos, entre cantos de triunfo


Evangelio según San Lucas 18,1-8. 
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:
"En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres;
y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'.
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres,
pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'".
Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto.
Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?
Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?". 

viernes, 17 de noviembre de 2017

Viernes de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario


Libro de la Sabiduría 13,1-9. 

Sí, vanos por naturaleza son todos los hombres que han ignorado a Dios, los que, a partir de las cosas visibles, no fueron capaces de conocer a "Aquel que es". , y al considerar sus obras, no reconocieron al Artífice.
En cambio, tomaron por dioses rectores del universo al fuego, al viento, al aire sutil, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a los astros luminosos del cielo.
Ahora bien, si fascinados por la hermosura de estas cosas, ellos las consideraron como dioses, piensen cuánto más excelente es el Señor de todas ellas, ya que el mismo Autor de la belleza es el que las creó.
Y si quedaron impresionados por su poder y energía, comprendan, a partir de ellas, cuánto más poderoso es el que las formó.
Porque, a partir de la grandeza y hermosura de las cosas, se llega, por analogía, a contemplar a su Autor,
Sin embargo, estos hombres no merecen una grave reprensión, porque tal vez se extravían buscando a Dios y queriendo encontrarlo;
como viven ocupándose de sus obras, las investigan y se dejan seducir por lo que ven: ¡tan bello es el espectáculo del mundo!
Pero ni aún así son excusables:
si han sido capaces de adquirir tanta ciencia para escrutar el curso del mundo entero, ¿cómo no encontraron más rápidamente al Señor de todo?

Salmo 19(18),2-3.4-5. 
El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje

y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo.
Allí puso una carpa para el sol


Evangelio según San Lucas 17,26-37. 
Jesús dijo a sus discípulos:
"En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé.
La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.
Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía.
Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos.
Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.
En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
Acuérdense de la mujer de Lot.
El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.
Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado;
de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada".
Entonces le preguntaron: «¿Dónde sucederá esto, Señor?»
Jesús les respondió: "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres". 

jueves, 16 de noviembre de 2017

Jueves de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario


Libro de la Sabiduría 7,22-30.8,1. 

En ella hay un espíritu inteligente, santo, único, multiforme, sutil, ágil, perspicaz, sin mancha, diáfano, inalterable, amante del bien, agudo,
libre, bienhechor, amigo de los hombres, firme, seguro, sereno, que todo lo puede, lo observa todo y penetra en todos los espíritus: en los inteligentes, en los puros y hasta los más sutiles.
La Sabiduría es más ágil que cualquier movimiento; a causa de su pureza, lo atraviesa y penetra todo.
Ella es exhalación del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Todopoderoso: por eso, nada manchado puede alcanzarla.
Ella es el resplandor de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios y una imagen de su bondad.
Aunque es una sola, lo puede todo; permaneciendo en sí misma, renueva el universo; de generación en generación, entra en las almas santas, para hacer amigos de Dios y profetas.
Porque Dios ama únicamente a los que conviven con la Sabiduría.
Ella, en efecto, es más radiante que el sol y supera a todas las constelaciones; es más luminosa que la misma luz,
Ya que la luz cede su lugar a la noche, pero contra la Sabiduría no prevalece el mal.
Ella despliega su fuerza de un extremo hasta el otro, y todo lo administra de la mejor manera.

Salmo 119(118),89.90.91.130.135.175. 
Tu palabra, Señor, permanece para siempre,
está firme en el cielo.
Tu verdad permanece por todas las generaciones;
tú afirmaste la tierra y ella subsiste.

Todo subsiste hasta hoy conforme a tus decretos,
porque todas las cosas te están sometidas.
La explicación de tu palabra ilumina
y da inteligencia al ignorante.

Que brille sobre mí la luz de tu rostro,
y enséñame tus preceptos.
Que yo viva y pueda alabarte,
y que tu justicia venga en mi ayuda.


Evangelio según San Lucas 17,20-25. 
Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: "El Reino de Dios no viene ostensiblemente,
y no se podrá decir: 'Está aquí' o 'Está allí'. Porque el Reino de Dios está entre ustedes".
Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán.
Les dirán: 'Está aquí' o 'Está allí', pero no corran a buscarlo.
Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día.
Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación." 

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Miércoles de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario


Libro de la Sabiduría 6,2-11. 

¡Presten atención, los que dominan multitudes y están orgullosos de esa muchedumbre de naciones!
Porque el Señor les ha dado el dominio, y el poder lo han recibo del Altísimo: él examinará las obras de ustedes y juzgará sus designios,
Ya que ustedes, siendo ministros de su reino, no han gobernado con rectitud ni han respetado la Ley ni han obrado según la voluntad de Dios
él caerá sobre ustedes en forma terrible y repentina, ya que un juicio inexorable espera a los que están arriba.
Al pequeño, por piedad, se le perdona, pero los poderosos serán examinados con rigor.
Porque el Señor de todos no retrocede ante nadie, ni lo intimida la grandeza: él hizo al pequeño y al grande, y cuida de todos por igual,
Pero los poderosos serán severamente examinados.
A ustedes, soberanos, se dirigen mis palabras, para que aprendan la Sabiduría y no incurran en falta;
porque los que observen santamente las leyes santas serán reconocidos como santos, y los que se dejen instruir por ellas, también en ellas encontrarán su defensa.
Deseen, entonces, mis palabras; búsquenlas ardientemente, y serán instruidos.

Salmo 82(81),3-4.6-7. 
¡Defiendan al desvalido y al huérfano,
hagan justicia al oprimido y al pobre;
libren al débil y al indigente,
rescátenlos del poder de los impíos!”.

Yo había pensado: “Ustedes son dioses,
todos son hijos del Altísimo”.
Pero morirán como cualquier hombre,
caerán como cualquiera de los príncipes.


Evangelio según San Lucas 17,11-19. 
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea.
Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia
y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!".
Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta
y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?".
Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado". 

martes, 14 de noviembre de 2017

Martes de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario


Libro de la Sabiduría 2,23-24.3,1-9. 

Dios creó al hombre para que fuera incorruptible y lo hizo a imagen de su propia naturaleza,
pero por la envidia del demonio entró la muerte en el mundo, y los que pertenecen a él tienen que padecerla.
Las almas de los justos están en las manos de Dios, y no los afectará ningún tormento.
A los ojos de los insensatos parecían muertos; su partida de este mundo fue considerada una desgracia
y su alejamiento de nosotros, una completa destrucción; pero ellos están en paz.
A los ojos de los hombres, ellos fueron castigados, pero su esperanza estaba colmada de inmortalidad.
Por una leve corrección, recibirán grandes beneficios, porque Dios los puso a prueba y los encontró dignos de él.
Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto.
Por eso brillarán cuando Dios los visite, y se extenderán como chispas por los rastrojos.
Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor será su rey para siempre.
Los que confían en él comprenderán la verdad y los que le son fieles permanecerán junto a él en el amor. Porque la gracia y la misericordia son para sus elegidos.

Salmo 34(33),2-3.16-17.18-19. 
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Los ojos del Señor miran al justo
y sus oídos escuchan su clamor;
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.

Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.


Evangelio según San Lucas 17,7-10. 
El Señor dijó:
«Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'?
¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'?
¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'.» 

lunes, 13 de noviembre de 2017

4 salmos que todo el mundo debería saber de memoria


Los salmos son poderosas oraciones que expresan los deseos más profundos de nuestro corazón 

Uno de los libros más apreciados y usados para rezar de toda la Biblia es el Salterio (el Libro de los Salmos), tradicionalmente entendido como las oraciones personales del Rey David.
Se admite generalmente que David muy probablemente escribió muchos (pero probablamente no todos) los salmos, y estas oraciones poéticas revelan una vida interior llena de dolor, dudas, esperanzas, tristezas y alegría, con tal riqueza que, miles de años después, siguen siendo un perfecto reflejo de la condición humana. No importa qué es lo que necesites expresar con la oración: hay un salmo adecuado para ello.
Los salmos son la base de la Liturgia de las Horas (u Oficio Divino), que la Iglesia anima a todos los cristianos a rezar todo lo que sea posible, para enriquecer la relación personal con Dios.
Durante siglos, monjes y monjas acostumbraban a memorizar los salmos, pues los rollos y libros no eran fáciles de utilizar. En particular, los salmos nocturnos, que se rezaban en Maitines y Completas, tenían que aprenderse para evitar el uso de cirios y fuego.
La Iglesia aún recomienda memorizar algunos salmos para rezar con ellos, especialmente en tiempos de dificultad o alegría. Estas oraciones son medios particularmente poderosos para expresar lo profundo del corazón y los deseos y emociones mucho más allá de las palabras.
Aquí cuatro salmos especialmente recomendados:
Empezamos con el salmo más breve, el 117 (Laudate Dominum)
¡Aleluya! ¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!
Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre.
¡Aleluya!
Salmo 130 (De Profundis)
Desde lo más profundo te invoco, Señor.
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria.

Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?
Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido.

Mi alma espera en el Señor,
y yo confío en su palabra.
Mi alma espera al Señor,
más que el centinela la aurora.

Como el centinela espera la aurora,
espere Israel al Señor,
porque en él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
él redimirá a Israel
de todos sus pecados
Salmo 51 (Miserere)
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!

Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.

Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.

Tú amas la sinceridad del corazón
y me enseñas la sabiduría en mi interior.
Purifícame con el hisopo y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.

Anúnciame el gozo y la alegría:
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.

¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
Salmo 23 Dominus regit me
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.

Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.

Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.

Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.