lunes, 12 de septiembre de 2016

El Papa Francisco instituye una jornada de oración por víctimas de abusos sexuales




El Papa Francisco ha pedido a las Conferencias Episcopales que elijan un día para orar por las víctimas de abusos sexuales.

La iniciativa fue anunciada por la Comisión vaticana para la Protección de Menores creada por el Papa en marzo de 2014. Esta acogió la propuesta hecha por una persona que sufrió abusos en su infancia.

La Comisión está concentrando sus esfuerzos en sensibilizar a las iglesias locales contra esta lacra. A lo largo de los últimos meses sus miembros han viajado por todo el mundo impartiendo cursos a obispos, sacerdotes y religiosos sobre cómo prevenir los abusos y qué directrices seguir ante la aparición de nuevos casos.

La Comisión también anunció que en los próximos meses creará su propia página web y que presentarán nuevas iniciativas al Papa para que las considere.

12 cosas que tal vez no sabías de Santa Teresa de Calcuta


12 cosas que tal vez no sabías de Santa Teresa de Calcuta

El pasado lunes 5 de septiembre, se celebró por primera vez la Fiesta de Santa Teresa de Calcuta, canonizada el día anterior por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro.
Les presentamos 12 detalles que tal vez no sabías de la mujer que con su servicio en los más pobres mostró la gran misericordia de Dios en el siglo XX.
1. Se llamaba Agnes Gonxha Bojaxhiu
Nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, actual Macedonia, que en ese entonces formaba parte de Albania. Fue bautizada con el nombre de Agnes Gonxha Bojaxhiu.  Agnes, en español es Inés y Gonxha significa “capullo de rosa o pequeña flor”.
2. Tuvo una dura infancia
Hizo su primera comunión con cinco años y fue confirmada a los seis; a los ocho murió su padre y su familia pasó por un periodo de estrechez económica. Recibió una sólida formación cristiana en casa y en la Parroquia jesuita del Sagrado Corazón de Jesús.
3. Tomó el nombre de Teresa por Santa Teresita de Lisieux
A los 18 años dejó su hogar para ir a Irlanda e ingresó en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, más conocida como Hermanas de Loreto. Tomó el nombre de Teresa en honor a Santa Teresa de Lisieux, Patrona de las misiones y Doctora de la Iglesia.
4.  Fue maestra en una escuela de Calcuta
Llegó a Calcuta un 6 de enero de 1929, fiesta de la Epifanía o bajada de reyes para trabajar como maestra. El 24 de mayo de 1937, fiesta de María Auxiliadora, realizó su profesión perpetua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”.
5. Dejó a las Hermanas de Loreto para fundar las Misioneras de la Caridad
Estuvo muchos años en la Congregación de las Hermanas de Loreto dedicándose a la enseñanza. El 10 de septiembre de 1946, en un viaje para ir a su retiro anual, recibió lo que denominó la “llamada dentro de la llamada” en la que una sed de amor y almas se apoderó de su corazón.
6. Tuvo visiones de Jesús
Mediante locuciones y visiones, Jesús le fue mostrando la nueva misión a la que la llamaba. “Ven y sé mi luz”, le suplicó el Señor. Cristo le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos.
La Madre Teresa dejó el convento de las Hermanas de Loreto y vestida con el sari blanco orlado de azul se introdujo en el mundo de los más necesitados. Recibió un curso de medicina con las Hermanas Médicas Misioneras y encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres.
7. Santa de Misa diaria y confesión semanal
Comenzaba su día con la Eucaristía y salía de casa con el rosario en la mano para servir al Señor en los más pobres. Acudía a la confesión una vez a la semana. Un 7 de octubre de 1950, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, se estableció oficialmente la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad.
8. Abrió su primera obra fuera de India en Venezuela
En los años sesenta, la Madre Teresa empezó a enviar a sus hermanas a diversas partes de la India y la primera obra que abrió fuera de ese país se estableció en Venezuela. Luego se expandieron a demás continentes, incluso en países comunistas como la antigua Unión Soviética y Cuba.
9. Fundó varias asociaciones derivadas a las Misioneras de la Caridad
La Madre Teresa también fundó a los Hermanos Misioneros de la Caridad, la rama contemplativa de las Hermanas, los Hermanos Contemplativos, los Padres Misioneros de la Caridad, los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes. Asimismo inició el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi.
10. Tuvo muchos años de "oscuridad"
En su vida interior experimentó un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo creciente de su amor. Ella llamó “oscuridad” a esta experiencia interior que comenzó más o menos al inicio de su servicio a los pobres y que continuó hasta el final de su vida.
11. Vía rápida a la santidad
La Madre Teresa y San Juan Pablo II fueron grandes amigos y se reunieron en varias oportunidades. El mismo Santo permitió la apertura de su causa de beatificación antes de los cinco años posteriores a la muerte del candidato, previstos por la Iglesia y la beatificó el 19 de octubre de 2003, día en que se celebró la Jornada Mundial de las Misiones.
12. Tenía una "novena de emergencia"
Ante la gran cantidad de problemas que afrontaba con frecuencia y en medio de un acelerado ritmo de vida, la Beata Madre Teresa de Calcutainventó una manera de invocar la intercesión de la Virgen María a la que nombró “Novena de emergencia” que puedes conocer aquí.

Hoy es la fiesta del Santísimo Nombre de María, luz que ilumina los cielos y la tierra. ¿Te llamas María? 7 rasgos del Santo Nombre de la Virgen explicados por los santos



Hoy es la fiesta del Santísimo Nombre de María, luz que ilumina los cielos y la tierra
Cada 12 de septiembre la Iglesia celebra el Santísimo Nombre de la Madre de Dios que San Lucas señala en su Evangelio para veneración de todos los cristianos: “el nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 27).
En el libro “El secreto admirable del Santísimo Rosario” (p. 68), San Luis María Grignion de Montfort cuenta que la Virgen, llevando sobre el pecho la salutación angélica escrita en letras de oro, se le apareció a Santa Matilde y le dijo:
“El nombre de María, que significa Señora de la luz, indica que Dios me colmó de sabiduría y luz, como astros brillantes, para iluminar los cielos y la tierra”.
Desde muy antiguo, en la historia de la salvación, siempre se ha tenido un respeto especial por la forma con la que cada uno es nombrado porque, tal como como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (2158-2159), “el nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva”.
“El nombre recibido es un nombre de eternidad. En el reino de Dios, el carácter misterioso y único de cada persona marcada con el nombre de Dios brillará a plena luz”.
Por lo tanto, si el nombre de los hombres comunes merece respeto, con mayor razón los cristianos están llamados a honrar los Santos Nombres de Jesús y de la Virgen María.
Para conocer más de esta celebración, visite:

¿Te llamas María? 7 rasgos del Santo Nombre de la Virgen explicados por los santos

A mediados del siglo XVIII los jansenistas empezaron a divulgar que la devoción a la Santísima Virgen era una superstición. San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia, salió en defensa de la Madre de Dios y publicó su famoso libro “Las Glorias de María”.
En dicha obra, capítulo X, se leen 7 importantes rasgos del Santo Nombre de María que todo cristiano siempre debe recordar:
1.- Nombre Santo 
“El augusto nombre de María, dado a la Madre de Dios, no fue cosa terrenal, ni inventado por la mente humana o elegido por decisión humana, como sucede con todos los demás nombres que se imponen. Este nombre fue elegido por el cielo y se le impuso por divina disposición, como lo atestiguan San Jerónimo, San Epifanio, San Antonino y otros”.
2.- Lleno de dulzura 
“El glorioso San Antonio de Papua, reconocía en el nombre de María la misma dulzura que San Bernardo en el nombre de Jesús. ‘El nombre de Jesús’, decía éste; ‘el nombre de María’, decía aquél, ‘es alegría para el corazón, miel en los labios y melodía para el oído de sus devotos’… Se lee en el Cantar de los Cantares que, en la Asunción de María, los ángeles preguntaron por tres veces: ‘¿Quién es ésta que sube del desierto como columnita de humo? ¿Quién es ésta que va subiendo cual aurora naciente? ¿Quién es ésta que sube del desierto rebosando en delicias?’ (Ct 3, 6; 6, 9; 8, 5)”.
“Pregunta Ricardo de San Lorenzo: ‘¿Por qué los ángeles preguntan tantas veces el nombre de esta Reina?’ Y él mismo responde: ‘Era tan dulce para los ángeles oír pronunciar el nombre de María, que por eso hacen tantas preguntas’. Pero no quiero hablar de esta dulzura sensible, porque no se concede a todos de manera ordinaria; quiero hablar de la dulzura saludable, consuelo, amor, alegría, confianza y fortaleza que da este nombre de María a los que lo pronuncian con fervor”.
3.- Alegra e inspira amor 
“Tu nombre, oh Madre de Dios –como dice San Metodio– está lleno de gracias y de bendiciones divinas. De modo que –como dice San Buenaventura– no se puede pronunciar tu nombre sin que aporte alguna gracia al que devotamente lo invoca. Búsquese un corazón empedernido lo más que se pueda imaginar y del todo desesperado; si éste te nombra, oh benignísima Virgen, es tal el poder de tu nombre –dice el Idiota– que él ablandará su dureza, porque eres la que conforta a los pecadores con la esperanza del perdón y de la gracia”.
4.- Da fortaleza 
“Los demonios, afirma Tomás de Kempis, temen de tal manera a la Reina del cielo, que al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra como de fuego que los abrasara. La misma Virgen reveló a santa Brígida, que no hay pecador tan frío en el divino amor, que invocando su santo nombre con propósito de convertirse, no consiga que el demonio se aleje de él al instante”.
“Y otra vez le declaró que todos los demonios sienten tal respeto y pavor a su nombre que en cuanto lo oyen pronunciar al punto sueltan al alma que tenían aprisionada entre sus garras. Y así como se alejan de los pecadores los ángeles rebeldes al oír invocar el nombre de María, lo mismo –dijo la Señora a santa Brígida– acuden numerosos los ángeles buenos a las almas justas que devotamente la invocan”.
5.- Promesas de Jesús 
“Son maravillosas las gracias prometidas por Jesucristo a los devotos del nombre de María, como lo dio a entender a santa Brígida hablando con su Madre santísima, revelándole que quien invoque el nombre de María con confianza y propósito de la enmienda, recibirá estas gracias especiales: un perfecto dolor de sus pecados, expiarlos cual conviene, la fortaleza para alcanzar la perfección y al fin la gloria del paraíso. Porque, añadió el divino Salvador, son para mí tan dulces y queridas tus palabras, oh María, que no puedo negarte lo que me pides”.
“En suma, llega a decir San Efrén, que el nombre de María es la llave que abre la puerta del cielo a quien lo invoca con devoción”.
6.- Brinda consuelo 
“San Camilo de Lelis, recomendaba muy encarecidamente a sus religiosos que ayudasen a los moribundos con frecuencia a invocar los nombres de Jesús y de María como él mismo siempre lo había practicado; y mucho mejor lo practicó consigo mismo en la hora de la muerte, como se refiere en su biografía; repetía con tanta dulzura los nombres, tan amados por él, de Jesús y de María, que inflamaba en amor a todos los que le escuchaban”.
“Y finalmente, con los ojos fijos en aquellas adoradas imágenes, con los brazos en cruz, pronunciando por última vez los dulcísimos nombres de Jesús y de María, expiró el santo con una paz celestial”.
7.- Buena aventura 
“Roguemos pues, mi devoto lector, roguemos a Dios nos conceda esta gracia, que en la hora de la muerte, la última palabra que pronunciemos sea el nombre de María, como lo deseaba y pedía San Germán”.
“Concluyamos con esta tierna plegaria de San Buenaventura: ‘Para gloria de tu nombre, cuando mi alma esté para salir de este mundo, ven tú misma a mi encuentro, Señora benditísima, y recíbela’. No desdeñes, oh María –sigamos rezando con el santo– de venir a consolarme con tu dulce presencia. Sé mi escala y camino del paraíso. Concédele la gracia del perdón y del descanso eterno. Y termina el Santo diciendo: ‘Oh María, abogada nuestra, a ti te corresponde defender a tus devotos y tomar a tu cuidado su causa ante el tribunal de Jesucristo’”.

Oración para liberarse de la tentación de juzgar y condenar a los demás Juzgar, lo hacemos con mayor frecuencia de lo que creemos, y puede llegar a causar gran cantidad de infelicidad


juzgar



¿Cuánto tiempo pasas juzgando a los demás? Me gustaría ser capaz de sentarme aquí y escribir que soy una persona maravillosa, abierta, amorosa que no juzgo a nadie, pero ese no es el caso. ¡Yo también juzgo! Y me refiero a sentirme un juez. Y odio caer en eso una y otra vez.
Juzgar, es una cosa que hacemos con mayor frecuencia de lo que creemos y es una cosa que puede llegar a causar una gran cantidad de infelicidad dentro de la vida de cada uno de nosotros.
En ocasiones, cuando he caído en el juicio a veces ha sido hasta por cosas que creemos diminutas y que suelen pasar desapercibida… He juzgado la ropa de los demás, he juzgado las acciones de otros, lo que han dicho, lo que han callado, la forma en que han enfrentado “x” o “y” circunstancia de su vida…
Yo sé que todos hacemos esto en cierta medida, pero debemos evitarlo a toda costa. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, seguimos juzgando a los demás. Puede ser que sea por cosas que creemos pequeñas, como un compañero de trabajo que tomó demasiado tiempo de pausa para el almuerzo. O puede ser que sea por cuestiones más grandes, como una persona que actúa de forma egoísta o hiere nuestros sentimientos.
Hay varias formas de acabar con esa mala acción de juzgar, y una de ellas es recurrir a la oración.
A continuación, una pequeña oración que rezo cada día y que me ha servido para evitar juzgar a los demas
Señor mío, quiero grabar en mi vida las leyes de tu amor, para que mi corazón sólo pueda moverse en una dirección: justicia, equidad, solidaridad, perdón, amor y misericordia.
Debo ser agradecido con todos los talentos que me has dado para ser un fiel imitador tuyo, tener tu Espíritu, ser un verdadero portador de tu bondad, que es compasivo, que no juzga ni condena, que siempre perdona y da a manos llenas.
No permitas que caiga en la tentación de juzgar y criticar a mis hermanos. Yo también me equivoco y fallo. Enséñame a descubrir en los demás lo mejor de cada uno, sus virtudes y sus buenas obras.
Ayúdame Señor, a olvidar con prontitud todo cuanto me han ofendido. Aparta de mí todo sentimiento negativo y de rencor, toda emoción negativa acumulada en mi corazón que causa resentimiento y malos deseos.
Oh Dios mío, quiero amar como Tú amas, perdonar como Tú perdonas. Quiero que me ayudes con la luz de santo Espíritu para poder lograrlo.
Líbrame de juzgar, de mirar las acciones de otros con soberbia y prepotencia, en vez de eso, hazme ver la miseria en mi interior, hazme ver que también estoy plagado de errores y los cometo con frecuencia
Regálame la capacidad de perdonar las personas que me hacen daño. Toca mi corazón para que siempre esté dispuesto a amar con libertad, sin prejuicios, a ser una persona alegre, feliz, que va construyendo un futuro mejor de acuerdo a tus leyes de vida.
Confío en tu bendición y en tu amor que en este momento derramas sobre mí y me ayuda a cambiar esas malas actitudes para afrontar los retos de cada día.
Gracias por tu amor y tu compañía que me hacen experimentar tu poderosa Verdad que va llenando mi vida y mi corazón con amor y tu misericordia, que me va librando de esos malos pensamientos hacia los demás, de esas críticas y juicios que entrego a la ligera.
Ven Señor y sopla con la fuerza de tu Espíritu para que me llenes de humildad, mansedumbre y caridad.
Amén.
Artículo originalmente publicado por pildorasdefe.net

¿Te gustaría sostener el mundo con tus oraciones?




En el Diario de sor Faustina encuentras muchos tesoros de espiritualidad, que te ayudan a ver el mundo de otra forma. Con más claridad y misericordia. Te das cuenta que no estamos solos, que Dios vive en medio de nosotros. Y es natural pues “En Él vivímos, nos movemos y existimos”. (Hechos 17, 28)
Esta mañana mientras me tomaba un delicioso café acompañado de unos panecillos calientes, alguien me envió un texto del Diario de Sor Faustina,  sin saber que es algo en lo que últimamente he estado meditando…  La forma como tus oraciones ayudan a otros y al mismo mundo a continuar.
Me habían dicho, y lo creo, que es gracias a la Eucaristía y las oraciones de las monjitas de clausura que Dios nos vé con benevolencia y el mundo sigue girando, día tras día.
Te copiaré lo que me enviaron: “Hay almas que viven en el mundo, que Me quieren sinceramente, en sus corazones permanezco con delicia, pero son pocas. También en los conventos hay almas que llenan de alegría Mi Corazón. En ellas están grabados Mis rasgos (…) Su número es muy pequeño. Ellas constituyen una defensa ante la Justicia del Padre Celestial e implorran la misericordia por el mundo. El amor y el sacrificio de estas almas sostiene la existencia del mundo”. (Diario de sor Faustina 367).
¿Te gustaría ser una  de esas almas?
Dios tiene grandes esperanzas puestas en ti. Ahora, depende de lo que respondas.
La Virgen respondió: “He aquí la esclava del Señor…” Cuánta humildad y amor esas pocas palabras.
¿Cómo puedo ayudar al mundo si estoy casada y tengo hijos? Muy sencillo, sé una buena esposa, educa bien a tus hijos, participa con fervor de la santa misa, reza, ten fe y ofrece al buen Dios todo cuanto te acontezca, lo bueno y lo malo.
Igual si eres un ejecutivo con responsabilidades, o un taxista, o un arquitecto, o médico… Sé un buen esposo, participa activamente de la crianza de tus hijos y reza. Ten fe, sé feliz y reza.
La vida de fe es para vivirla con naturalidad, en lo cotidiano de cada día.
No te desalientes por nada. Ten fe.
Yo me encuentro sentado cómodamente dentro de una cafetería, con mi computadora personal y la taza de un humeante café al lado. Te escribo estas palabras y nadie a mi alrededor sabe que mientras escribo, rezo.
¿Cómo es esto posible?
Es que antes de iniciar mi día le ofrezco a Dios todo lo que hago y le pido:
“Buen Dios, convierte mi trabajo en oración”.
Si me olvido de rezar, pues trabajando rezo. ¿Ves que sencillo?
Anímate, haz la prueba.
El mundo necesita de ti y tus oraciones.

Lunes de la vigésima cuarta semana del tiempo ordinario


Carta I de San Pablo a los Corintios 11,17-26.33. 

Y ya que les hago esta advertencia, no puedo felicitarlos por sus reuniones, que en lugar de beneficiarlos, los perjudican.
Ante todo, porque he oído decir que cuando celebran sus asambleas, hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo.
Sin embargo, es preciso que se formen partidos entre ustedes, para se pongan de manifiesto los que tienen verdadera virtud.
Cuando se reúnen, lo que menos hacen es comer la Cena del Señor,
porque apenas se sientan a la mesa, cada uno se apresura a comer su propia comida, y mientras uno pasa hambre, el otro se pone ebrio.
¿Acaso no tienen sus casas para comer y beber? ¿O tan poco aprecio tienen a la Iglesia de Dios, que quieren hacer pasar vergüenza a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Los voy a alabar? En esto, no puedo alabarlos.
Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan,
dio gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memora mía".
Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.
Así, hermanos, cuando se reúnan para participar de la Cena, espérense unos a otros.



Salmo 40(39),7-8a.8b-9.10.17. 
Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: “Aquí estoy.


En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo, Dios mío, tu voluntad,

y tu ley está en mi corazón».
Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,

Tú lo sabes, Señor.
Que se alegren y se regocijen en ti
todos los que te buscan,
y digan siempre los que desean tu victoria:

“¡Qué grande es el Señor!”.



Evangelio según San Lucas 7,1-10. 
Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho.
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "El merece que le hagas este favor,
porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga".
Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa;
por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: 'Ve', él va; y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: '¡Tienes que hacer esto!', él lo hace".
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe".
Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.