lunes, 23 de abril de 2018

¿Cómo hacer para que las familias vayan a misa? Mira lo que hizo esta parroquia



Las interesantes ideas de un párroco en EE.UU.

La parroquia de Cristo Rey en Chicago registró un sorprendente 64% de aumento en la asistencia a la iglesia el pasado otoño. ¿Cómo lo consiguieron?
La web Catechist’s Journey recoge explicaciones de su pastor, el padre Larry Sullivan, quien afirmó haber abordado la cuestión desde varios ángulos:
  • Enviar correos electrónicos semanales a todos nuestros feligreses para invitarles a celebrar la Eucaristía.
  • Poner un folleto en los buzones de todos.
  • Cada semana, en una de las misas, un feligrés reconocido hace una breve presentación sobre “Qué significa Cristo Rey para mí”.
  • Misa deportiva y fiesta con pizza.
  • Una de las organizaciones patrocina la misa nocturna del sábado y la pizza, diferente de la de la misa deportiva.
  • Presentación de nuestro nuevo coro estudiantil.
  • Cada semana se ofrece a alguien de la escuela un premio especial si se hace una fotografía con uno de los sacerdotes de la misa dominical: pase de paisano o de trabajo.
  • El último domingo de octubre, si el 75% de una clase determinada venía a misa, la clase recibía un obsequio y tiempo para jugar con el padre Matt o conmigo. Si venía a misa el 90%, entonces toda la clase recibía una fiesta de pizza. Fue fantástico ver a los niños animándose unos a otros para ir a misa.
Varias familias me dijeron que, después de 4-5 semanas de ir a misa, la asistencia futura estaba cambiando de un “ojalá podamos” a una prioridad.

Lunes de la cuarta semana de Pascua


Libro de los Hechos de los Apóstoles 11,1-18. 

En aquellos días:
Los Apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la Palabra de Dios. 
Y cuando Pedro regresó a Jerusalén, los creyentes de origen judío lo interpelaron, 
diciéndole: "¿Cómo entraste en la casa de gente no judía y comiste con ellos?". 
Pedro comenzó a contarles detalladamente lo que había sucedido: 
"Yo estaba orando en la ciudad de Jope, cuando caí en éxtasis y tuve una visión. Vi que bajaba del cielo algo parecido a un gran mantel, sostenido de sus cuatro puntas, que vino hasta mí. 
Lo miré atentamente y vi que había en él cuadrúpedos, animales salvajes, reptiles y aves. 
Y oí una voz que me dijo: 'Vamos, Pedro, mata y come'. 
'De ninguna manera, Señor, respondí, yo nunca he comido nada manchado ni impuro'. 
Por segunda voz, oí la voz del cielo que me dijo: "No consideres manchado lo que Dios purificó". 
Esto se repitió tres veces, y luego, todo fue llevado otra vez al cielo. 
En ese momento, se presentaron en la casa donde estábamos tres hombres que habían sido enviados desde Cesarea para buscarme. 
El Espíritu Santo me ordenó que fuera con ellos sin dudar. Me acompañaron también los seis hermanos aquí presentes y llegamos a la casa de aquel hombre. 
Este nos contó en qué forma se le había aparecido un ángel, diciéndole: 'Envía a alguien a Jope, a buscar a Simón, llamado Pedro. 
El te anunciará un mensaje de salvación para ti y para toda tu familia'. 
Apenas comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como lo hizo al principio sobre nosotros. 
Me acordé entonces de la palabra del Señor: 'Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo'. 
Por lo tanto, si Dios les dio a ellos la misma gracia que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿cómo podía yo oponerme a Dios?". 
Después de escuchar estas palabras se tranquilizaron y alabaron a Dios, diciendo: "También a los paganos Dios les ha concedido el don de la conversión que conduce a la Vida". 

Salmo 42(41),2-3.43(42),3.4. 
Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios.
Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar

el rostro de Dios?
Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,

hasta el lugar donde habitas.
Y llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida;
y te daré gracias con la cítara,

Señor, Dios mío.



Evangelio según San Juan 10,1-10. 
Jesús dijo a los fariseos: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante. 
El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. 
El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir. 
Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. 
Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz". 
Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. 
Entonces Jesús prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. 
Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. 
Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. 
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia."