martes, 5 de febrero de 2019

San Miguel Arcángel: nuestro gran defensor en el combate espiritual

 
san miguel arcangel estatuda con la espada hacia abajo fondo azul cielo

San Miguel Arcángel es el poderoso ángel al que Dios le ha confiado la gran misión de ayudar a los hijos de Dios a derrotar a Satanás


San Miguel Arcángel es uno de los tres arcángeles principales mencionados en la Santa Biblia; los otros dos que se mencionan son Gabriel y Rafael.
San Miguel, San Miguel Arcángel, o Príncipe de la Milicia Celestial, es el principal guerrero celestial en la lucha espiritual. Es un poderoso ángel al que Dios le ha confiado la gran misión de ayudar a derrotar a Satanás y proteger a los hijos de Dios de las fuerzas demoníacas que rondan la tierra.
Miguel significa: "¿Quién como Dios?" De hecho, ese era su grito de guerra cuando Lucifer se rebeló contra Dios. Fue el
San Miguel Arcángel quien defendió la gloria de Dios y reunió a las fuerzas celestiales contra los ángeles rebeldes. Y su lucha continúa hasta nuestros días.
La mención más antigua de San Miguel Arcángel en las Escriturasse encuentra en el libro del Antiguo Testamento de Daniel (12,1):
"En aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto a los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de tribulación, como no lo hubo jamás, desde que existe una nación hasta el tiempo presente. En aquel tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se encuentre inscrito en el Libro"
Este verso está explica que, si bien las personas eran esclavas, ellos no fueron olvidados nunca por Dios y tenían un gran aliado en San Miguel.

La guerra espiritual

Sin duda alguna, estamos en una guerra espiritual. Los combatientes son Dios, la Santísima Virgen María, los santos, el demonio, potestades, dominaciones, tronos con inmenso poder, y tú. Las armas que tenemos son la oración humilde, el ayuno frecuente, la fe, nuestro testimonio cristiano de la verdad, la caridad y el servicio
San Pablo se encarga de ponernos en alerta con respecto a la batalla, y que estemos siempre listos en este combate:
"Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio" (Efesios 6,12)
En esta guerra está en juego la vida eterna de nuestra alma o su condenación eterna. No debemos tener miedo, pues de nuestro lado están los poderosos arcángeles, y el principal de ellos es San Miguel Arcángel, dotado por Dios con un poder más allá de nuestra comprensión.
Estos poderosos ángeles están, incluso en este momento, ocupados librando alguna batalla contra Satanás y sus secuaces demoníacos.

Una lucha que lleva siglos

San Miguel Arcángel tiene una historia de lucha contra Satanás. Uno de sus primeros encuentros con Satanás está documentado en el Libro de Judas 1,9 cuando él y Satanás discuten sobre el cuerpo de Moisés.
A pesar de que nunca se ha explicado exactamente por qué estaban discutiendo, Judas describe el resultado:
"Sin embargo, el mismo Arcángel Miguel, cuando se enfrentaba con el demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir contra él ningún juicio injurioso, sino que dijo solamente: «Que el Señor te reprenda»"
Se cree que Satanás estaba tratando de saber dónde fue enterrado el cuerpo de Moisés, con la esperanza de ir en contra el primer mandamiento de Dios: "no habrá para ti otros dioses delante de mí". Se cree que Satanás quería tentar al pueblo Judío para que adorasen el cuerpo de Moisés.
La mayor batalla de San Miguel Arcángel contra Satanás se describe en el Libro de Revelaciones (12,7-9), cuando los ángeles malvados de Satanás tratan de rebelarse contra Dios:
"Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo. Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles"
Debido a esta gran batalla y la derrota de Satanás, San Miguel Arcángel es considerado el gran defensor de la Iglesia. Todas las grandes victorias de San Miguel contra Satanás le valieron las siguientes cuatro funciones en la Iglesia:
  • Luchar contra Satanás
  • Rescatar a las almas de los fieles de Satanás, especialmente en la hora de la muerte
  • Asistir a los moribundos y acompañarlos en su juicio
  • Ser el campeón del pueblo de Dios y patrono de la Iglesia.

Combatir firmes en la fe

Como vemos, el combate espiritual es parte de la estructura misma del cristianismo. Debemos luchar porque tenemos un enemigo que no descansa ni de día ni de noche, un enemigo que "ronda como león rugiente, buscando a quien devorar" (Cfr 1 Pedro 5,8)
A la vista de este enemigo implacable, ser pasivos no una opción. San Pedro nos ordena explícitamente a "resistirlo firmes en la fe" Debemos combatir contra el mundo, el demonio y la carne, o seremos destruidos por ellos.
En un mundo en el que muchos buscan destronar a Dios o declararlo muerto, debemos, al igual que San Miguel, defender su gloria, diciendo: "¿Quién como Dios?", e invocándolo inmediatamente con la oración que nos enseñó la Iglesia:
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidades y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes.
Y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.
Amén
Reza esta oración no sólo hoy, sino todos los días, porque como lo ha dicho el Papa Francisco en una de sus reflexiones:
"También nosotros somos tentados, también nosotros somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del mal no quiere nuestra santidad, no quiere el testimonio cristiano, no quiere que seamos discípulos de Jesús. ¿Y cómo hace el espíritu del mal para alejarnos del camino de Jesús?: con su tentación" (Homilía en Santa Marta, 11 de Abril de 2014)
San Miguel Arcángel, ruega por nosotros y defiéndenos en la batalla

¿Qué es el “Perdón de Asís”?



San Francisco: "Hermanos, quiero enviaros a todos al Paraíso"

“Te pido que todos los que, arrepentidos y confesados, vengan a visitar esta iglesia, obtengan amplio y generoso perdón, con una completa remisión de todas las culpas”.
El corazón generoso de san Francisco no duda sobre la petición que le hizo a Cristo y a la Virgen, que se le aparecieron mientras estaba rezando en la Porziuncola.
Fue una noche del año 1216, y el Salvador y su Santísima Madre refulgieron en la luz que ilumina de repente el altar, rodeados por un coro de Ángeles.
El pobrecillo de Asís, que se despoja de todo y se humilla en todo, no tiene dudas ante el papa Honorio III: Jesús mismo le pidió que se dirigiera a su vicario en la tierra, que en aquel momento se encontraba en Perugia.
“Lo que pides, oh fray Francisco, es grande – le había dicho el Señor en la visión de la Porciúncula – pero aún eres digno de cosas mayores y las tendrás. Acojo por tanto tu oración, con la condición de que tu pidas a mi vicario en la tierra, de mi parte, esta indulgencia”.

Ocho siglos de misericordia

A la pregunta del pontífice: “Francisco, ¿durante cuántos años quieres esta indulgencia?”, el santo respondió: “Padre Santo, no pido años, sino almas”.
Y feliz, el de 2 agosto de 1216, junto a los obispos de Umbria, anuncia al pueblo reunido en la Porziuncola: “¡Hermanos, quiero enviaros a todos al Paraíso!”.
El relato de las fuentes franciscanas ilustra, con una viveza que los siglos no han oscurecido, el origen del “Perdón de Asís “, una indulgencia plenaria que puede ser obtenida para uno mismo y para los difuntos, desde el mediodía del 1 de agosto hasta la medianoche del 2 de agosto por los fieles que observen algunas condiciones visitando una iglesia: confesarse, comulgar, rezar por las intenciones del papa, recitar el Credo y el Padrenuestro.

La defensa de Teobaldo

Según las fuentes, Francisco, tras obtener la aprobación del pontífice – aunque sólo para un día al año – no perdió el tiempo en aplicarla.
El propio Papa, viéndolo irse sin dudar, le llamó de nuevo: “Oh simplón, ¿cómo te vas? ¿Qué te llevas contigo de esta indulgencia?”.
Y el beato le respondió sin más: “Me es suficiente con vuestra palabra. Si es obra de Dios, Él debe manifestar su obra. De esto yo no quiero documento alguno; sino que la carta sean la bendita Virgen María, Cristo sea el notario, y los testigos, los ángeles”.
Un siglo después, el “Diploma de Teobaldo”, fraile menor y obispo de Asís, el 10 de agosto de 1310 fijó formalmente los caracteres del complejo caso del “Perdón”, empujado por la preocupación por las voces de sus detractores: “Con motivo de la maledicencia de algunos detractores que, animados por el celo de la envidia o quizás de la ignorancia, hablan contra la indulgencia de Santa María de los Ángeles en Asís, nos vemos obligados a poner en conocimiento de todos los fieles con la presente carta los modos y características de la indulgencia, y en qué circunstancias el beato Francisco, mientras vivía, la obtuvo del papa Honorio “.
Durante muchos años, esta indulgencia particular podía lograrse sólo en la Porciúncula, pero con el paso del tiempo, la posibilidad se extendió a todas las iglesias franciscanas, y después a todas las iglesias parroquiales de Asís.
Igualmente, el privilegio de la Porciúncula se extendió a todos los días del año.
La disciplina actual fue fijada por Pablo VI en la Carta Apostólica Sacrosancta Porziuncolae Ecclesia del 14 de julio de 1966, enviada por el Vicario general de la orden de los Frailes menores, fr Costantino Koser, con ocasión del 750° aniversario de la concesión de la indulgencia de la Porziuncola.

Un flujo incesante de peregrinos

San Francisco: "Hermanos, quiero enviaros a todos al Paraíso"

En Asís inicia el 29 de julio el triduo de oración en preparación de la celebración del “Perdón”, presidido por el obispo local, y el 1-2 agosto están previstas varias celebraciones presididas por cardenales, obispos y ministros generales de la Orden Franciscana.
También concluye ese día la tradicional Marcha Franciscana, una experiencia de camino y profundización espiritual, dirigida a jóvenes de entre 17 y 30 años.
Se renueva así una tradición de peregrinación a la Porciúncula el 1-2 de agosto que ya comenzó enseguida después del gozoso anuncio de Francisco.
Apenas setenta años después de la extraordinaria concesión a san Francisco, a pesar de la cautela para no encender envidias, se difundió en seguida, atrayendo a la Porciúncula muchedumbres cada vez más numerosas y desde lugares cada vez más alejados.
San Egidio, compañero de san Francisco, solía decir que “si el mundo supiera las gracias que se obtienen en este lugar, no sólo vendría gente de los alrededores, sino también desde los confines de la tierra; y no sólo los fieles, también los infieles”.

Lecturas del Martes de la 4ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (12,1-4):

HERMANOS:
Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 21,26b-27.28.30.31-32

R/. Te alabarán, Señor, los que te buscan

V/. Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
¡Viva su corazón por siempre! R/.

V/. Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.

V/. Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
«Todo lo que hizo el Señor». R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,21-43):

EN aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los píes y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña. 

Palabra del Señor