martes, 16 de enero de 2018

5 tipo de oraciones que cambiarán tu vida


Estas formas transformativas de comunicación con Dios se basan en lo revelado en la Escritura.

La oración no siempre surge de forma natural y es un esfuerzo constante. Quizás sea el caso de muchos de nosotros que aprendimos poco sobre orar más allá del Rosario y de memorizar oraciones en primaria.
Si sientes que tu vida de oración no va a ninguna parte, el mejor lugar al que recurrir es la Biblia.
Los Salmos son uno de los mayores tesoros cuando hablamos de oración personal. Considera solamente que incluso Jesús utilizaba los Salmos para rezar, como en el momento en la cruz.
El Catecismo de la Iglesia Católica explora con más profundidad este tema y destaca cinto tipos diferentes de oración que se encuentran en la Sagrada Escritura. Estas formas de oración están basadas en la revelación divina y la experiencia de los que habitan los relatos de la Biblia.

Bendición y adoración

El Catecismo describe la bendición como una oración que “expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición” (CIC 2627).
El Padrenuestro contiene bendiciones de este tipo cuando decimos “santificado sea tu nombre”. Otro ejemplo de esta oración puede encontrarse en Daniel 3.
La adoración está estrechamente ligada a la bendición y el Catecismo la describe como “la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señorque nos ha hecho y la omnipotencia del Salvador que nos libera del mal” (2628).

Oración de petición

La oración de petición es probablemente el tipo de oración más conocido. Consiste en un “vocabulario de súplica” con el que “pedir, reclamar, llamar con insistencia, invocar, clamar, gritar, e incluso ‘luchar en la oración’” (2629). Es una oración que reconoce el poder y la majestad de Dios y pide su misericordia para nuestras vidas.
Este tipo de oración debería incluir primero una oración de perdón, como la de la parábola del “publicano: ‘Oh Dios ten compasión de este pecador’. Es el comienzo de una oración justa y pura. La humildad confiada nos devuelve a la luz de la comunión con el Padre y su Hijo Jesucristo, y de los unos con los otros: entonces ‘cuanto pidamos lo recibimos de Él’. Tanto la celebración de la Eucaristía como la oración personal comienzan con la petición de perdón” (2631).
Dios siempre responde a nuestras oraciones de petición, aunque quizás no sean respondidas de la manera que esperamos.

Oración de intercesión

Otro tipo común de oración, la de intercesión, “es una oración de peticiónque nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en particular” (2634).
Es un tipo antiguo de oración que se encuentra en la Biblia. El Catecismoexplica: “Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, el que ora busca ‘no su propio interés sino […] el de los demás’, hasta rogar por los que le hacen mal” (2635).
La oración intercesora puede ser muy poderosa y Dios está especialmente atento a los que rezan por otros que sufren. Un ejemplo de este tipo de intercesión puede encontrarse en los Evangelios, cuando Jesús curó un hombre paralítico que llevaron a la casa a través del techo. Marcos documenta: “Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: ‘Hijo, tus pecados te son perdonados’” (Marcos 2,5).

Oración de acción de gracias

La oración de acción de gracias “caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte cada vez más en lo que ella es” (2637).
Es un tipo común de oración, pero no se practica a menudo. Quizás recemos por una petición específica, pero cuando Dios responde a nuestras oraciones, tendemos a olvidar agradecérselo. Jesús señaló esta falta cuando sanó a 10 leprosos pero solamente uno regresó para dar las gracias: “¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?” (Lucas 17,17-18).

Oración de alabanza

La alabanza, aunque similar a la bendición y a la dación de gracias, es una oración distinta. Es una oración “que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Él es” (2639).
El Catecismo explica: “Como los autores inspirados del Nuevo Testamento, las primeras comunidades cristianas releen el libro de los Salmos cantando en él el Misterio de Cristo. En la novedad del Espíritu, componen también himnos y cánticos a partir del acontecimiento inaudito que Dios ha realizado en su Hijo” (2641).
Esta oración también se encuentra en el libro del Apocalipsis, donde “los profetas y los santos, todos los que fueron degollados en la tierra por dar testimonio de Jesús, la muchedumbre inmensa de los que, venidos de la gran tribulación nos han precedido en el Reino, cantan la alabanza de gloria de Aquel que se sienta en el trono y del Cordero” (2642).


Es una oración que simplemente ensalza a Dios por ser Dios, no en referencia a ningún beneficio específico o favor recibido. La celebración de la Eucaristía es llamada a menudo “el sacrificio de alabanza”.

Martes de la segunda semana del tiempo ordinario


Primer Libro de Samuel 16,1-13. 

El Señor dijo a Samuel: "¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado para que no reine más sobre Israel? ¡Llena tu frasco de aceite y parte! Yo te envío a Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos al que quiero como rey".
Samuel respondió" "¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me matará". Pero el Señor replicó: "Llevarás contigo una ternera y dirás: 'Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor'.
Invitarás a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que debes hacer: tú me ungirás al que yo te diga".
Samuel hizo lo que el Señor le había dicho. Cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a su encuentro muy atemorizados, y le dijeron: "¿Vienes en son de paz, vidente?".
"Sí, respondió él; vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio". Luego purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio.
Cuando ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab y pensó: "Seguro que el Señor tiene ante él a su ungido".
Pero el Señor dijo a Samuel: "No te fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he descartado. Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón".
Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: "Tampoco a este ha elegido el Señor".
Luego hizo pasar a Sammá; pero Samuel dijo: "Tampoco a este ha elegido el Señor".
Así Jesé hizo pasar ante Samuel a siete de sus hijos, pero Samuel dijo a Jesé: "El Señor no ha elegido a ninguno de estos".
Entonces Samuel preguntó a Jesé: "¿Están aquí todos los muchachos?". El respondió: "Queda todavía el más joven, que ahora está apacentando el rebaño". Samuel dijo a Jesé: "Manda a buscarlos, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que llegue aquí".
Jesé lo hizo venir: era de tez clara, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: "Levántate y úngelo, porque es este".
Samuel tomó el frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde aquel día, el espíritu del Señor descendió sobre David. Samuel, por su parte, partió y se fue a Ramá.

Salmo 89(88),20.21-22.27-28. 
Tú hablaste una vez en una visión
y dijiste a tus amigos:
“Impuse la corona a un valiente,
exalté a un guerrero del pueblo.

«Encontré a David, mi servidor,
y lo ungí con el óleo sagrado,
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga poderoso.»

El me dirá: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Yo lo constituiré mi primogénito,
el más alto de los reyes de la tierra.


Evangelio según San Marcos 2,23-28. 
Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar.
Entonces los fariseos le dijeron: "¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?".
El les respondió: "¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre,
cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?".
Y agregó: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.
De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado".