sábado, 18 de agosto de 2018

Santa Elena y las santas reliquias de la Pasión de Cristo


Mucho le debe la historia a la madre de Constantino: viajó hasta Jerusalén y encontró el Golgota, enterrado bajo un templo pagano 

Flavia Julia Elena provenía de familia plebeya, estuvo casada con el militar Constancio, y fue repudiada por motivos políticos en el 292. Así  Constancio pudo casarse con la hijastra de Maximiano y se estableció de ese modo el parentesco imprescindible entre los miembros de la tetrarquía, para poder gobernar Roma.
Cuando su hijo Constantino venció a su rival Majencio, en la famosa batalla de Puente Milvio se convirtió en dueño absoluto del imperio y fue rehabilitado el honor de Elena, con el título más alto que podría aspirar una mujer, el de “Augusta”.
La madre Elena jugó un papel fundamental en la vida de Constantino: tal vez fue ella quien contribuyó a la conversión, justo antes de morir, de su hijo. En esta nueva era del cristianismo Elena fue testigo de un gran fervor religioso, haciendo buenas obras y construyendo las famosas basílicas en los lugares sagrados.
Y gracias a ellas se pueden custodiar y venerar muchas reliquias sagradas, entre las más importantes están aquellas perteneciente a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo:
La santa Cruz
Socrate Scolastico (nacido cerca el 380) nos cuenta como Elena después de hacer destruir un templo pagano que se encontraba arriba del sepulcro se encontró con tres cruces y el “Titulus Crucis” y que para reconocer cuál de ellas era acercó los leños a una mujer moribunda que milagrosamente quedó curada inmediatamente después al contacto de la “verdadera Cruz”.
La cruz junto, a dos espinas de la corona y fragmentos de la gruta de la Natividad y del Santo Sepulcro se encuentran en Roma en la llamada Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén.
Titulus crucis
También se encuentra en la Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén el “Titulus Crucis”, la tabla con las inscripciones en tres idiomas, hebreo, greco y latín que señala la motivación de la condena a muerte de Cristo. La inscripción en hebreo se basa en diferentes interpretaciones, es más evidente en greco: IS NAZARENUS B[ASILEUS TVN IOUDAIVN] y en latín: I. NAZARINVS RE[X IVDAEORVM] (Jesús el nazareno, el rey de los judíos).
La Sagrada Túnica
La sagrada Túnica es aquella mencionada en evangelio de Juan 23. “Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo.”
Según la tradición, la túnica (o más bien, parte de ella) fue donada por santa Elena, a san Agracio arzobispo de Tréveris, una ciudad en Renania-Palatinado, Alemania, donde se conserva la reliquia hasta hoy.
La escalera santa
La Scala Sancta o Scala Pilati, se encuentra en el complejo de los Palacios Lateranenses, a un paso de la Basílica San Juan de Letrán. Son 28 peldaños de mármol que pertenecían al palacio de Poncio Pilatos, fue traída a Roma desde Jerusalén por santa Elena en el año 326. Sixto V en 1589 la hizo colocar a la entrada de la capilla papal, la Sancta Sanctorum, donde se encuentra hasta ahora.
La Sancta Sanctorum
Es un tipo de arca que recuerda a la asignada por los judíos a la parte del templo en Jerusalén donde se custodiaba el “Arca Santa”, solo que en esta arca se atesoran importantes reliquias de la fe cristiana, la mayoría trasladadas por santa Elena desde Tierra Santa a Roma.
En algún momento estas reliquias fueron muy numerosas y singulares entre ellas se encontraba: el prepucio del Niño Jesús, sus sandalias, la esponja con vinagre e hiel, algunas piedras donde estaba la columna donde fue azotado, el flagelo usado para azotarlo, etc. Muchos de ellos desaparecieron, a causas de varios robos.
Todo lo que conserva el arca tiene un valor incalculable para los cristianos, y así lo confirma una placa sobre el altar de la capilla de la Sancta Santorum con la inscripción latina: “NON EST IN TOTO SANCTIOR ORBE LOCUS” (no existe en todo el mundo más santo lugar).