sábado, 28 de mayo de 2016

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo ( fin de semana 28 y 29 de mayo)


Primer Libro de los Reyes 8,41-43. 

También al extranjero, que no pertenezca a tu pueblo Israel, y llegue de un país lejano a causa de tu Nombre
- porque se oirá hablar de tu gran Nombre, de tu mano poderosa y de tu brazo extendido - cuando él venga a orar hacia esta Casa,
escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, y concede al extranjero todo lo que te pida. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu Nombre, sentirán temor de ti como tu pueblo Israel, y sabrán que esta Casa, que yo he construido, es llamada con tu Nombre.



Salmo 117(116),1.2. 
¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!

Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre.

¡Aleluya!





Carta de San Pablo a los Gálatas 1,1-2.6-10. 
Pablo, Apóstol -no de parte de hombres ni por la mediación de un hombre, sino por Jesucristo y por Dios Padre que lo resucitó de entre los muertos-
y todos los hermanos que están conmigo, saludamos a las Iglesias de Galacia.
Me sorprende que ustedes abandonen tan pronto al que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir otro evangelio.
No es que haya otro, sino que hay gente que los está perturbando y quiere alterar el Evangelio de Cristo.
Pero si nosotros mismos o un ángel del cielo les anuncia un evangelio distinto del que les hemos anunciado, ¡que sea expulsado!
Ya se lo dijimos antes, y ahora les vuelvo a repetir: el que les predique un evangelio distinto del que ustedes han recibido, ¡que sea expulsado!
¿Acaso yo busco la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿Piensan que quiero congraciarme con los hombres? Si quisiera quedar bien con los hombres, no sería servidor de Cristo.



Evangelio según San Lucas 7,1-10. 
Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho.
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "El merece que le hagas este favor,
porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga".
Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa;
por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: 'Ve', él va; y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: '¡Tienes que hacer esto!', él lo hace".
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe".
Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.

Dar testimonio de la misericordia de Dios Es importante y necesario dar testimonio de la misericordia de Dios para vivir como verdaderos discípulos de Jesucristo. Por: P. Johan Pacheco





(RV).- “Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo” (Jn 20, 21), dijo Jesucristo a sus discípulos enviándolos a ser anunciadores de su Divina Misericordia, capacitando así bajo la acción del Espíritu Santo la obra misionera de los apóstoles.
En la actualidad también se perciben puertas cerradas, como en aquella ocasión estaban los discípulos por miedo. Es un llamado para el bautizado, anunciar la Divina Misericordia siendo testigos de la paz que Cristo dona con la resurrección y viviendo la pascua con el deseo firme de la reconciliación.
En la bula Misericordiae Vultus el Papa Francisco recuerda las palabras de San Juan Pablo II que motiva “la urgencia de anunciar y testimoniar la misericordia en el mundo contemporáneo: Ella está dictada por el amor al hombre, a todo lo que es humano y que, según la intuición de gran parte de los contemporáneos, está amenazado por un peligro inmenso. El misterio de Cristo... me obliga al mismo tiempo a proclamar la misericordia como amor compasivo de Dios, revelado en el mismo misterio de Cristo. Ello me obliga también a recurrir a tal misericordia y a implorarla en esta difícil, crítica fase de la historia de la Iglesia y del mundo” (n. 11).
Hoy sigue siendo necesario implorar la misericordia de Dios, y dar testimonio de ella. Luego del encuentro de los discípulos con Jesús (Jn 20, 19-31), ellos empezaron a tener vida en Él, anunciando su palabra e imitando sus obras; ser testigos de la misericordia de Dios significa vivir como verdaderos discípulos y misioneros de Jesucristo.    

Hacen falta imágenes, palabras, manos, para llegar a Dios Encontrar el reflejo imperfecto de un amor perfecto



El otro día me quedé pensando en santa Bernardita. Cuando tuvo que explicarle al escultor que quería reproducir la imagen de María, lo hizo expresando en palabras lo que había visto. No era tan sencillo. Al acabar la escultura, ella no estaba conforme.
María era mucho más bella de lo que ella había podido expresar. Más bella incluso que lo que retuvo la retina de sus ojos. ¿Cómo recoger en mármol esa experiencia tan honda de Dios? Imposible. Si tuviéramos que hacerlo nosotros, con la mirada interior que tenemos de María o de Jesús, tampoco quedaríamos conformes al ver el resultado.
Akiane Kramarik es una mujer que pinta desde que tiene cuatro años. Ella pinta lo que ve en su alma. Con ocho años pintó el que es hasta ahora su cuadro más reconocido: El Príncipe de la paz.
Se trata de un retrato de Jesús, en el que aparece de frente con una expresión serena y unos llamativos ojos verdes (la imagen superior).
Su imagen de Jesús no coincide con la que yo tengo de Él. No importa. Ella lo veía así en su alma. Y pinta con pasión los ojos. Lo explica así: “Lo que más me gusta es pintar los ojos, ya que me imagino toda una vida dentro de ellos”.
En la mirada tenemos escondida toda nuestra vida. Son las ventanas del alma. Ella pinta lo que ve en los ojos, lo que ve en el alma.
¡Qué difícil pintar a Dios, pintar a María! ¡Qué difícil reducirlos al mármol, a la pintura, a las palabras! Ese Dios todopoderoso reducido a algo perecedero. Esa mujer revestida de sol que reina sobre los cielos retenida en un pedazo de mármol.
Es cierto que todos necesitamos imágenes, cuadros, esculturas, para tocar de cerca a Dios, para que algo de lo sagrado se nos pegue. Al mirarlas nos acercamos más a Dios. Pero su ser no se acaba en una imagen. Es imperfecto todo lo que hacemos, limitado.
Por eso creo que todos, con nuestra imagen interior, formamos el rostro de María. Todos componemos esa melodía en la que está Dios oculto.
Me gustaría dibujar con mis palabras el rostro misericordioso de Dios. La mirada profunda de María. Dibujar torpemente sus rasgos. Componer la canción que mejor exprese ese amor que todo lo llena. Ese amor ilimitado que me desborda, sana mis heridas, le da sentido a mi camino.
María es esa puerta abierta de la misericordia que yo atravieso cada día. Hacen falta palabras, cuadros, esculturas. Hacen falta personas, rostros, manos. Es necesario para llegar a Dios tocar lo más humano. Y en lo humano encontrar el reflejo imperfecto de un amor perfecto.
No importa que sea imperfecto. Lo importante es que me evoque un amor imposible, eterno, ilimitado. Por eso sé que dibujar ayuda, lo mismo que escribir y esculpir. Lo mismo que amar con todas mis fuerzas, aunque sea torpe y limitado. Es mi vida la que mejor puede reflejar su amor, su rostro, su mirada.
En mis ojos se esconde una vida entera. En mis ojos, cuando en ellos miran los ojos de María. En mi forma de darme, de tratar a los demás. En mi manera original de hablar a otros, de contarles lo que veo de Dios. En mis pensamientos y en mis deseos.
Miro a María en mi pobreza. ¡Qué lejos estoy de la paz de su mirada! ¡Qué lejos de sus manos que acogen y abrazan! ¡Qué lejos de ese amor infinito que me sostiene! Miro a María buscando la paz. 
Necesito reflejos de María que me acerquen a Ella. Que en la tierra me muestren su abrazo, su rostro, su mirada. Cuando nos faltan esos reflejos humanos nos quedamos huérfanos. Y tenemos que buscarlos en una imagen.
Es lo que vivió Teresa de Jesús al morir su madre: “Acuérdome que cuando murió mi madre quede yo de edad de doce años. Como comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una imagen de nuestra señora y supliquela fuese mi madre. Con muchas lágrimas. He hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a Ella”. 
O lo que hizo Catalina Kentenich al consagrar a su hijo José Kentenich a María en la entrada del orfanato. Para que no se quedara huérfano. Y María se convirtió en su Madre. Necesitamos lazos humanos para llegar a Dios.
Lo decía el Padre Kentenich: Dios nos quiere atraer con lazos humanos. Por eso procura que nos dejemos vincular por el amor filial, conyugal, paternal. Pero Dios tira de ese lazo hacia arriba, y no descansa hasta que todo esté ligado a Él”[1].
Y cuando faltan esos vínculos humanos, tenemos que pedirle a Dios la gracia de arraigarnos para siempre en su corazón. Un regalo de Dios. María quiere grabar su rostro en mí para que yo pueda ser un reflejo limitado y torpe de su amor infinito. Mi amor finito un reflejo de su amor más hondo.
Quiero dibujar con mi vida el rostro de María. Quiero que su misericordia se refleje en mi amor. Estoy tan lejos. Me faltan las palabras. Me faltan los gestos.
Tal vez si me dejo hacer verán otro rostro. Verán otra mirada honda en mis ojos. Y escucharán en mis palabras otras palabras verdaderas, con vida eterna, las suyas. No lo dudo. Dios lo puede hacer posible. Si yo me dejo.

[1] J. Kentenich, Kentenich Reader III

¿Se puede revocar el cargo de padrino de Bautismo? La renuncia no está prevista, por lo que la elección debe tener en cuenta la fortaleza de la fe y el compromiso


Godmother - es


El oficio de padrino se plenifica con un acompañamiento constante en la desarrollo espiritual del bautizado. Igualmente, el padrino es un ejemplo de cristianismo, que sirve de apoyo al nuevo cristiano, ya sea infante o adulto. Principalmente, el padrinazgo es oficio de responsabilidad paterna hacia la integridad del bautizado, haciendo énfasis en su espiritualidad.
Debido a esta gran responsabilidad, es recomendable que el padrino sea una persona recta y caritativa, además de un cristiano practicante y comprometido. Si el bautizado es ya adulto, él mismo podrá elegir a su padrino o padrinos. Si el bautizado es infante, entonces esta responsabilidad electiva recae en sus padres. Muchas veces, por desgracia, los padres del infante bautizado, eligen a los padrinos guiándose por criterios económicos o sociales, en vez de criterios espirituales. Es así que eligen para sus hijos padrinos no idóneos, que, pasado el tiempo, llevan una vida en incoherencia con el cristianismo. Al percatarse del actuar de los padrinos de sus hijos, muchos padres desean cambiar los padrinos de sus hijos, pues ya no son ejemplos de vida cristiana. ¿Es válido, conforme a derecho, la revocación del cargo de padrino de bautismo? ¿Se le puede asignar este cargo a otra persona? Analicemos el texto canónico a fin de aclarar la cuestión.
La revocación del cargo de padrino no está prevista
El Código de Derecho Canónico expresa con claridad las características de los padrinos de bautismo de los cánones 872 al 874. En ellos aparecen los requisitos para ser padrino, así como la finalidad del padrino, la cual es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo.
Dentro de estas características no se menciona la duración del cargo de padrino. Tampoco está prevista la revocación o remoción de los padrinos. Frente a esto, parece que el Código tiene un hueco o una desconsideración. Pensemos en los padres de un niño bautizado cuyo padrino ha dejado de ser virtuoso y, por el contrario, es ahora un ejemplo de vicios. ¿No tiene el bautizado derecho a un padrino virtuoso y ejemplar? ¿No se sentirían sus padres movidos a buscar un nuevo padrino? Podríamos pensar que, al presenciar este aparente “hueco”, estamos frente a una injusticia de origen clerical. Sin embargo, esta visión se disuelve si analizamos el origen del padrinazgo.
El padrino, modelo de cristiano comprometido
Ya hemos dicho que el padrino debe ser un modelo de virtud y vida cristiana para el bautizado. Por tanto, el padrino debe ser elegido según un criterio que cuide la perdurabilidad de su compromiso. Esto se debe a que el padrino pretende ser un guía o introductor a la vida cristiana para el bautizado. La responsabilidad del padrino es grande, y sus creencias y virtudes deben ser lo suficientemente fuertes como para asegurar la formación cristiana del bautizado. El hecho de escoger como padrinos a personas con una espiritualidad débil, indica la imprecisión de los criterios de elección.
Naturalmente, todos los hombres son más o menos débiles de espíritu, por lo que es imposible encontrar un padrino perfecto. Sin embargo, han de tenerse criterios adecuados para la elección de un padrino, ya que esta tarea dura tanto como el bautizado necesite acercarse a Dios para perfeccionar su vida de la mano de un guía espiritual.
Para dejar clara esta idea, citamos un párrafo de un artículo publicado previamente: “La designación de padrinos por parte del catecúmeno adulto o de los padres del niño es de duración indefinida. El derecho canónico no prevé la revocación del nombramiento. Se recomienda por lo tanto que el catecúmeno o los padres piensen bien las personas a las que piensan designar para un encargo tan delicado. Deben tener en cuenta no solo consideraciones sociales o familiares, sino sobre todo que los designados sean verdaderos modelos de vida cristiana para los que se van a bautizar.” (1)
No se puede cambiar la realidad pasada
Algunas veces, los padres de los niños bautizados u los padrinos llevan una amistad considerable. Por desgracia, sucede que esa amistad puede perderse, por lo que el bautizado resulta perjudicado debido al alejamiento de sus padrinos. En ocasiones, el alejamiento entre padres y padrinos llega a ser de tal magnitud que los padres desean anular de la fe de bautismo a los padrinos de sus hijos. ¿Es esto posible?
Podríamos pensar que basta llegar a la notaría parroquial y pedir una enmienda a la fe de bautismo para cambiar a los padrinos. Sin embargo, esto es imposible, tanto como querer cambiar la historia de un país enmendando los nombres de sus registros. No se pueden cambiar los hechos consumados. Alterar los registros bautismales es una falta contra la verdad, y no resuelve nada, pues jurídicamente es imposible revocar el padrinazgo.
Exclusiones canónicas del padrinazgo
Para ser padrino de un bautizado es requisito no estar afectado bajo una pena canónica legítimamente impuesta o declarada. Sin embargo, si el padrino o madrina es excomulgado, se entiende que ya no está facultado para ejercer normalmente su función de padrino. “Si el padrino o madrina incurre en censura de excomunión, se debe entender que queda prohibido el ejercicio del oficio de padrino de acuerdo con el canon 1331. A tenor del § 2, 4 del mismo canon, sería inválido nombrar padrino o madrina a una persona cuya excomunión ha sido declarada o impuesta.” (2)
Posibles soluciones
El derecho canónico no dice nada al respecto del cambio de padrinos, y, como intentamos exponerlo en uno de los apartados anteriores, esto se entiende debido a la naturaleza del padrinazgo. El cual es ejercido por un cristiano comprometido y de “oficio” perdurable. Sin embargo, ante las situaciones que se presenten, ¿qué se puede hacer para encontrar una solución?
Una posibilidad es convencer al o los padrinos para que retomen con virtud su ejercicio de acompañamiento espiritual. Otra posibilidad es la de esperar a la confirmación del bautizado. “Si a pesar de la atención puesta para escoger bien al padrino, este no corresponde con las expectativas puestas en él, no se puede revocar o anular su nombramiento. En la confirmación sí es posible escoger un padrino o una madrina distintos, pero esto no anula el nombramiento de padrinos de bautismo. Son padrinos que se añaden a los de bautismo sin sustituirlos.” (3)
(2) íbidem.
(3) íbidem.