jueves, 20 de octubre de 2016

¿Sabías que puedes ganar indulgencias con el Santo Rosario? Por Abel Camasca

(Imagen referencial) / Foto: José Castro (ACI Prensa)


Mucho se ha escrito del poder espiritual que tiene el Santo Rosario, pero tal vez algo poco conocido es la gracia de la indulgencia que se puede obtener con esta devoción mariana que, según la tradición, fue dada por la propia Madre de Dios.
San Juan Pablo II en su Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae (Rosariode la Virgen María, 37) señaló que “para fomentar esta proyección eclesial del Rosario, la Iglesia ha querido enriquecerlo con santas indulgenciaspara quien lo recita con las debidas disposiciones”.
Al respecto, la Concesión 17 del Enchiridion Indulgentiarum (Manual de Indulgencias) de la Penitenciaría Apostólica del Vaticano, indica que se concede indulgencia plenaria al fiel que “recite devotamente el Rosario mariano en una iglesia u oratorio, o en familia, en una comunidad religiosa, en una reunión de fieles y en general, cuando varios se reúnen para un fin honesto”.
Asimismo, se otorga cuando el fiel “se una devotamente a la recitación de esa misma devoción cuando es hecha por el Sumo Pontífice y es difundida por medio de un instrumento  televisivo o radiofónico. En otras circunstancias la indulgencia será parcial”.
Más adelante puntualiza que en cuanto a la indulgencia plenaria por el rezo del Santo Rosario, “basta solo la recitación de una tercera parte del mismo; pero las cinco decenas deben recitarse seguidas”.
De igual manera destaca que en el caso de la oración vocal “debe añadirse la devota meditación de los misterios” y que en el rezo público, “los misterios deben enunciarse conforme a la costumbre aprobada en el lugar; pero en la recitación privada, basta que el fiel añada a la oración vocal la meditación de los misterios”.
Como se sabe la indulgencia plenaria se puede ganar una vez al día (excepto en peligro de muerte). Es posible obtenerla si se hacen las debidas disposiciones que manda la Iglesia. Es decir, con confesión sacramental, comunión eucarística y oraciones por las intenciones del Papa. Si se desea, la indulgencia se puede ganar para un difunto.
Sobre el objeto del Rosario
Por otro lado, el Beato Pablo VI estableció en su Constitución Apostólica Indulgentiarum Doctrina (Doctrina de las indulgencias, Norma 17), que “el fiel que emplea con devoción un objeto de piedad (crucifijo, cruzRosario, escapulario o medalla), bendecido debidamente por cualquier sacerdote, gana una indulgencia parcial”.
“Y si hubiese sido bendecido por el Sumo Pontífice o por cualquier Obispo, el fiel, empleando devotamente dicho objeto, puede ganar también una indulgencia plenaria en la fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, añadiendo alguna fórmula legítima de profesión de fe”.
Al respecto el P. Jhon Phalen Csc, gran propagador de la devoción del Santo Rosario en Familia, advirtió que emplear con devoción un objeto de piedad quiere decir rezar.
“Yo digo que es como una profesión de fe llevar una cruz o hasta el Rosario. Pero el Rosario en sí, más que la cosa concreta, es la oración. Entonces hay que rezarlo”, aclaró el sacerdote. “De otra forma se presta a tener demasiada fe en el objeto y no en Dios… el objeto nos ayuda a comunicarnos, relacionarnos con Dios”, añadió.
Por lo tanto, no basta con llevar el Rosario en el cuello, el bolsillo o el bolso para ganar la indulgencia parcial, sino que se tiene que usar para la oración, para acercarnos más a Dios en la propia vida.

Lo que tú puedes hacer para sentir la presencia de Dios Quiero que mi vida cotidiana sea oración, rezar en cualquier momento


Lo que tú puedes hacer para sentir la presencia de Dios

Jesús hoy me anima a orar sin desfallecer y les explica a sus discípulos cómo hacerlo: “Cómo tenían que orar siempre sin desanimarse”. Orar sin desesperanza. Orar a pesar del desánimo. Orar sin dejar un momento de vivir en la presencia de Dios. Es el camino de vida que Dios me invita a seguir.
Decía el padre José Kentenich hablando de la oración: “He aquí una tragedia tan común en nuestros días: nos quejamos de no poder orar y nos olvidamos que ello en gran parte se debe a que estamos muy distraídos a lo largo del día.Si estuve toda la jornada volcado y disperso en varias actividades, cuando quiera ponerme en oración no podré decir sin más ni más: – A partir de este momento se acabaron las distracciones, ahora voy a recogerme para hacer oración. Si nuestra vida cotidiana no reza con nosotros, no lograremos rezar en los momentos de oración[1].
Quiero que mi vida cotidiana sea oración. Rezar en cualquier momento. Es difícil que viva a Dios cada momento del camino si no he cuidado mi relación de amor con Él en momentos largos reservados sólo para Él. 
Sólo en unión con Jesús puedo reflejar su rostro: “Debemos llegar a ser una señal de Dios totalmente original, tal como lo es el niño. Y esto lo alcanzaremos a través de un permanente y respetuoso estar en la presencia de Dios, en la permanente relación de amor con Dios[2].Vivir en Dios. Perseverar en el amor a Dios. Este es el camino.
Hay un libro muy conocido, El peregrino ruso. Este peregrino quiere ser fiel a la petición de Jesús e inicia un camino de conversión. Quiere rezar cada día, en todo momento, así no le quedará tiempo para apartarse de Dios. “Reza y haz lo que quieras” se convierte en la máxima de su vida.
Si estoy unido a Dios en la oración, todo lo que salga de mis labios, todo lo que anide en mi corazón, será de Dios. Pero para ello tengo que perseverar.
Sin el ejercicio de la oración no llego al hábito: “La oración puede ser árida y distraída, pero continua e incesante, de este modo se convertirá en hábito, transformándose en algo natural, convirtiéndose en pura, luminosa, apasionada y digna”[3]
El tiempo que invierto en la oración es lo que depende sólo de mí. Puedo orar más tiempo. Aunque no pueda forzar con mi voluntad la intimidad con Jesús: La frecuencia de la oración depende únicamente de nuestra voluntad, mientras que la pureza, el fervor y la perfección de la oración son dones de la gracia”[4]Eso es una gracia que Dios me da.
Decía la Madre Teresa: La oración me permite estar unida a Jesús las veinticuatro horas del día. Para vivir en Él, con Él y para Él. Si creemos, amaremos y si amamos, serviremos. El silencio de la lengua nos ayuda a hablarle a Dios”.
Quiero cuidar más mi vida de oración. A veces me distraigo, me dejo llevar y me desanimo. Quiero orar sin desanimarme. Orar sin desfallecer. Es la clave en mi camino de santidad. Vivir en la presencia de Jesús cada hora del día.
Que las jaculatorias me mantengan en su presencia en cada momento. ¿Cuál es esa jaculatoria, esa frase, esa imagen que repito sin cesar en mi corazón? Me habla de Dios, me habla de mí.
Al acercarme más a Dios, me conozco con más profundidad. Al ahondar en mi identidad, me encuentro más con Dios. Como leía el otro día: “No hay encuentro con Dios que no sea simultáneamente un encuentro con uno mismo. Tampoco puede haber experiencia con uno mismo que no brinde simultáneamente un creciente conocimiento de Dios”[5].
En Dios me reflejo con mayor nitidez. En la soledad me encuentro conmigo mismo y con Dios. Es el camino de santidad que Dios me ofrece. Mirarme en las aguas de su mar hondo para saber mejor quién soy yo. Ahondar en los mares de mi alma para descansar en Dios. Esa es la oración que deseo en mi vida.

[1] J. Kentenich, Niños ante Dios
[2] J. Kentenich, Niños ante Dios
[3] El peregrino ruso, anónimo
[4] El peregrino ruso, anónimo
[5] Franz Jalics, Ejercicios de contemplación, 27

Jueves de la vigésima novena semana del tiempo ordinario


Carta de San Pablo a los Efesios 3,14-21. 

Hermanos:
Doblo mis rodillas delante del Padre,
de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra.
Que él se digne fortificarlos por medio de su Espíritu, conforme a la riqueza de su gloria, para que crezca en ustedes el hombre interior.
Que Cristo habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el amor.
Así podrán comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad,
en una palabra, ustedes podrán conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios.
¡A aquel que es capaz de hacer infinitamente más de lo que podemos pedir o pensar, por el poder que obra en nosotros,
a él sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones y para siempre! Amén.

Salmo 33(32),1-2.4-5.11-12.18-19. 
Aclamen, justos, al Señor:
es propio de los buenos alabarlo.
Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas.

Porque la palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor.

El designio del Señor
permanece para siempre,
y sus planes, a lo largo de las generaciones.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que él se eligió como herencia!
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte

y sustentarlos en el tiempo de indigencia.



Evangelio según San Lucas 12,49-53. 
Jesús dijo a sus discípulos:
"Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.
De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres:
el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.







Leer el comentario del Evangelio por : San Ambrosio