sábado, 17 de junio de 2017

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo





Libro del Exodo 19,2-6. 
Habían partido de Refidím, y cuando llegaron al desierto del Sinaí, establecieron allí su campamento. Israel acampó frente a la montaña.
Moisés subió a encontrarse con Dios. El Señor lo llamó desde la montaña y le dijo: "Habla en estos términos a la casa de Jacob y anuncia este mensaje a los israelitas:
"Ustedes han visto cómo traté a Egipto, y cómo los conduje sobre alas de águila y los traje hasta mí.
Ahora, si escuchan mi voz y observan mi alianza, serán mi propiedad exclusiva entre todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece.
Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación que me está consagrada". Estas son las palabras que transmitirás a los israelitas".

Salmo 100(99),2.3.5. 
Sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.
Reconozcan que el Señor es Dios:

él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
¡Qué bueno es el Señor!

Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.



Carta de San Pablo a los Romanos 5,6-11. 
En efecto, cuando todavía éramos débiles, Cristo, en el tiempo señalado, murió por los pecadores.
Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo; tal vez alguno sea capaz de morir por un bienhechor.
Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores.
Y ahora que estamos justificados por su sangre, con mayor razón seremos librados por él de la ira de Dios.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida.
Y esto no es todo: nosotros nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien desde ahora hemos recibido la reconciliación.

Evangelio según San Mateo 9,36-38.10,1-8. 
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.
Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;
Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo;
Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: "No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos.
"Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente." 

¿Sabes cuánto caminó María para visitar a Isabel?


Fue una larga distancia. Incluso embarazada, se enfrentó al sacrificio para ayudar a su prima

Si alguna vez has hecho una romería a pie, te haces una idea del sacrificio que implica esa caminata. Ahora, ¿ya te imaginaste a María visitando a santa Isabel, embarazada? Nuestra Señora no era vecina de su prima. Para llegar hasta allá requirió una gran caminata.
María vivía en Nazaret, que queda más al norte de Israel. Isabel era del área central del país, de las montañas de Judá. Los estudiosos creen que la ciudad en que ella vivía sería Ain Karin, per no hay en los Evangelios una especificación exacta. La distancia entre estas regiones es de 100 a 150 kilómetros dependiendo del camino que se recorre.
Para cruzar de una región a otra, se necesitan 32 horas ininterrumpidas de caminata. Claro, María no hizo todo el trayecto sin parar, ni se sabe si ella usó alguna forma de transporte. Pero, sólo de imaginar que ella traía a Jesús en su vientre, nos damos cuenta que no fue fácil.
Pero ¿qué llevó a María a caminar tanto? Después del anuncio del ángel Gabriel, la Virgen María partió para casa de Isabel con el propósito de cuidar de su prima, que ya era de edad avanzada. Ella atendió el mensaje del ángel que dijo: “Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez” (Lc 1,36).
Y ¿qué aprendemos con todo esto? En este contexto podemos entender cómo Ella está siempre dispuesta a servir con alegría y prontitud a todos, especialmente a los más necesitados. Ella recorrió grandes distancias con el único propósito de ayudar a su prima. De esta forma, Nuestra Señora siempre está dispuesta a ampararnos a nosotros que somos sus hijos.