jueves, 3 de agosto de 2017

Buscando a Jesús en el Sagrario (Un bello testimonio)




Ya entré en los 60.
No sé por qué a medida que pasan los años cerramos los ojos y nos volvemos a ver viviendo nuestra infancia. Aquellos maravillosos años en que vivíamos con energías inagotables, una ingenuidad a prueba de fuego. A todos les creíamos. No era posible que un adulto dijese una mentira. Hoy mi nieta me lo recuerda: “Abuelo, no se permite mentir”.
La vida a pesar de las grandes adversidades que debemos pasar, termina siendo maravillosa. Es una oportunidad única para ganarnos el cielo y vivir en la presencia del Padre.
En mañanas como hoy veo al Claudio niño de pantalones cortos que entra en aquella hermosa capilla, por la nave del centro.Camina ilusionado mirando hacia el altar. Sabe que detrás de éste se encuentra el sagrario. Y en ese sagrario habita su mejor amigo, el buen Jesús.
Me parecía tan grande este misterio y no lo comprendía. Pero lo aceptaba y me encantaba saber que era cierto. ¡Allí estaba Jesús!
Me sentaba sobrecogido, admirando, rezando, hablando con Jesús en el sagrario.
La capilla quedaba en el piso superior del Colegio Paulino de san José en Colón, una provincia costera de Panamá. El timbre de la escuela llamando a los alumnos me volvía a la realidad. Y bajaba corriendo las escaleras para llegar a tiempo a clases.
Al día siguiente pensaba desde mi silla del colegio en el buen Jesús, esperando arriba en el sagrario.
Era sólo un niño, pero lo amaba con toda el alma.

Terminé la escuela y allí quedaron esos hermosos recuerdos. Muchas veces me he propuesto volver a aquella capilla de mi infancia en Colón. Entrar por el pasillo del medio, admirar los vitrales de los ventanales y saludar nuevamente a Jesús.
A los 60 lo sigo buscando a Jesús en los sagrarios de diferentes oratorios e iglesias. Sé que está allí. Él es el mismo. Yo soy quien ha cambiado. Soy menos ingenuo, me equivoco con frecuencia y no he sido el mejor amigo, ni el más agradecido.
¿En qué baso mis alegrías y esperanzas? Muy sencillo… Él siempre está pendiente de nuestros pasos por este mundo. Nunca nos abandona, a pesar que nosotros lo hacemos. Es el gran amigo. El mejor de todos.
Es como si todos los días nos dijera:
“Confíen. Yo estoy con ustedes. Y los amo”.

Cardenal Parolin en Asís: Si el mundo no sigue a Dios se enfrentará a amargas derrotas

El Secretario de Estado, Cardenal Pietro Parolin. foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

El Cardenal Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, ha clausurado el llamado “Perdón de Asís”, también conocido como “indulgencia de la Porciúncula”, la pequeña iglesia de San Francisco que se encuentra en la ciudad en la que nació y creció el santo.
Esta iniciativa se celebra desde hace años entre el 1 y el 2 de agosto y en ella participan miles de peregrinos con el objetivo de vivir unos días de reconciliación y de paz.
El Cardenal advirtió que el mundo de hoy “no ayuda a comprender que, siguiendo solo las acciones terrenas, uno solo se puede enfrentar a amargas derrotas”.
“Resulta complicado dar espacio en el pensamiento a Dios, la Iglesia, al río de gracia ofrecido por los sacramentos, la importancia de cuidar la Palabra de Dios para no tomar decisiones destructivas para la comunión de las familias, de las parroquias o ambientes de trabajo”.
El Purpurado clausuró estos días con una Misa en la que recordó que la misión fundamental de la Iglesia “es la de favorecer el encuentro entre Dios y los seres humanos y construir sólidos puentes entre el cielo y la tierra para mostrar una vía de salvación que se ofrece a todos y no está reservada solo a pequeños grupos de doctos y sabios”.
Dios “utiliza canales de humildad, eligiendo lugares periféricos y signos delicados”. “Solo la esencia de Dios, que es amor, puede explicar este movimiento del Creador de lo alto a lo bajo, este hacerse pequeño, débil y dependiente del cuidado humano”.
“¿Cómo no estallar en un himno de júbilo y magnificar al Señor por cuanto hace?, ¿cómo no alegrarse por una bondad que no se limita a contemplarse a sí misma, sino que quiere difundirse e donarse?, ¿que acepta por amor ser herida, rechazada, clavada en una cruz?”, preguntó el Purpurado.

Nuevo criterio para las beatificaciones: perder la vida por el prójimo, por amor de Jesús Lo autoriza el Santo Padre a través del Motu proprio, ‘Maiorem hac dilectionem’ a pedido de la Congregación para la causa de los Santos

Apside de la iglesia romana de San Gioacchino (Foto ZENIT cc)

El papa Francisco a través del Motu Proprio “Maiorem hac dilectionem”, ha abierto la posibilidad de abrir la causa de beatificación de “quienes empujados por la caridad han ofrecido heroicamente la propia vida por el prójimo aceptando libremente y voluntariamente una muerte cierta y prematura con la intención de seguir a Jesús”.
Sería por ejemplo el fiel que da su vida en un extremo acto de caridad, al asistir a un enfermo que le acabará contagiando una enfermedad mortal.
Esta nueva se suma a las otras tres causales ya existentes: la del martirio, la de las virtudes heroicas y la de las causas excepcionales, indica el documento pontificio divulgado este martes por la Oficina de prensa de la Santa Sede.
Y si bien estas tres vías están abiertas y se puedan recorrer, parece que no sean suficientes para interpretar todos los casos posibles de santidad canonizable. Por ello últimamente, explica L’Osservatore Romano, la Congregación de la Causa de los Santos se planteó la pregunta “si no merezcan la beatificación aquellos siervos de Dios que inspirados por el ejemplo de Cristo, hayan libremente y voluntariamente ofrecido e inmolado la propia vida por los hermanos en un supremo acto de caridad, que haya sido directamente causa de muerte”.
El diario del Vaticano indica que se trata de “una cuarta vía que podríamos llamar la oferta de la vida. Y si bien tiene elementos que la asemejan a la vía del martirio y a la de las virtudes heroicas, es una nueva vía que quiere valorizar un testimonio heroico cristiano, hasta ahora sin un procedimiento específico, porque no entra plenamente en la tipología del martirio, ni en las de las virtudes heroicas.
La nueva disposición recibió el 27 de septiembre de 2016 en sesión plenaria, el parecer favorable de la Congregación de las Causas de los Santos.
El Motu Proprio establece por tanto que “el ofrecimiento de la vida es una nueva causal en el proceso de beatificación y canonización, distinta de los casos del martirio y de la heroicidad de las virtudes”.
El Motu proprio formula así el ofrecimiento de la vida: “Si resulta probado el ofrecimiento de la vida hasta la muerte debido a la caridad, así como a las virtudes cristianas ejercitadas al menos en grado ordinario”.

Jueves de la decimoséptima semana del tiempo ordinario


Libro del Exodo 40,16-21.34-38. 

Moisés realizó exactamente todo lo que el Señor le había ordenado.
En el segundo año, el primer día del primer mes, se procedió a la erección de la Morada.
Para ello, Moisés asentó sus bases, colocó sus bastidores, dispuso sus travesaños y levantó sus columnas.
Después extendió la carpa por encima de la Morada, y sobre ella colocó la cobertura de la carpa, como el Señor se lo había ordenado.
En seguida tomó las tablas del Testimonio y las puso en el arca; sujetó las andas en el arca, y sobre ella colocó la tapa.
Entonces condujo el arca hasta el interior de la Morada, colgó el velo que la protegía y así cubrió el Arca del Testimonio, conforme a la orden que el Señor le había dado.
Entonces la nube cubrió la Carpa del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada.
Moisés no podía entrar en la Carpa del Encuentro, porque la nube se había instalado sobre ella y la gloria del Señor llenaba la Morada.
En todas las etapas del camino, cuando la nube se alzaba, alejándose de la Morada, los israelitas levantaban el campamento.
Pero si la nube no se alzaba, ellos no se movían, hasta que la nube volvía a hacerlo.
Porque durante el día, la nube del Señor estaba sobre la Morada, y durante la noche, un fuego brillaba en ella, a la vista de todo el pueblo de Israel. Esto sucedía en todas las etapas del camino.

Salmo 84(83),3.4.5-6a.8a.11. 
Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente.

Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del universo,
mi Rey y mi Dios.

¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su fuerza en ti!
Ellos avanzan con vigor siempre creciente.

Vale más un día en tus atrios
que mil en otra parte;
yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios
antes que vivir entre malvados.



Evangelio según San Mateo 13,47-53. 
Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron.
Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".
Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.