jueves, 21 de junio de 2018

Papa Francisco: ¿Insultas a los demás? ¿Te has preguntado por qué lo haces?


Cuando insulto, quizás sea en el auto en la hora de más tráfico, pero más frequentemente es por envidia, y empiezo a matar al otro, le quito el derecho a ser respetable, mato su futuro. La reconciliación que nos pide Jesús es radical, respetar la dignidad del otro y también la mía. Así lo dijo hoy el Papa Francisco en la homilía de la misa en Casa Santa Marta, comentando el evangelio de Mateo sobre el discurso de Jesús acerca de la justicia, el insulto y la reconciliación.
“Ponte en seguida de acuerdo con tu adversario” para que no te entregue al juez “y el juez al alguacil y te meta en la cárcel”. La invitación de Jesús a los discípulos, comenta el Papa, es “sabiduría humana: siempre es mejor un mal acuerdo que un buen juicio”. Para que se comprenda bien su enseñanza sobre la relación de amor, de caridad con nuestros hermanos, el Señor usa “un ejemplo de todos los días”. Pero después “da un paso más y explica el problema de los insultos”.

El insulto es descalificar al otro

Son insultos anticuados, los que cita Jesús, sonríe Francisco, “nosotros tenemos una lista de insultos más fuertes, más folclóricos, más coloridos”. Y es duro porque al “no matarás” de los Mandamientos añade:  “quien se enoje contra su hermano será reo ante el tribunal”. Decir al hermano “estúpido” o “loco” lleva a la condena.
“El Señor dice: ‘El insulto no termina en sí mismo’, es una puerta que se abre, es empezar el camino que acabará matando”
Porque el insulto “es el commento del asesinato, es descalificar al otro, quitarle el derecho de ser respetable, es dejarle de lado, es matarlo de la sociedad”.
El Papa reflexiona sobre nosotros, que estamos “acostumbrados a respirar el aire de los insultos”. Basta  “manejar el auto durante la hora punta. Allí hay un carnaval de insultos. Y la gente es creativa para insultar”. Y los pequeños insultos, “que sin querer se dicen en hora punta mientas manejamos el auto, se convierten después en insultos gordos”. Y el insulto borra el derecho de una persona. ‘No, no le escuchen’. “Y la lapida. Esta persona ya no tiene derecho a hablar”, se ha borrado su voz.

El insulto nace de la envidia

El insulto es muy peligroso, explica Francisco, “porque muchas veces nace de la envidia”. Cuando una persona tiene una discapacidad, mental o física, no me amenaza, y no tenemos ganas de insultarla.
Pero cuando una persona hace algo que no me gusta la insulto y la hago pasar como “discapacitada”: discapacitada mental,  social, familiar, sin capacidad de integración … Y por esto mata: mata el futuro de una persona, mata el itinerario de una persona. Es la envidia la que abre la puerta, porque cuando una persona tiene algo que me amenaza, la envidia me lleva a insultarla. Casi siempre hay envidia allí.
El Libro de la Sabiduría, añade el Pontífice, “nos dice que por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo. Es la envidia la que trae la muerte”. Si decimos “yo no envidio a nadie“, pensémoslo bien: “esa envidia está escondida, y cuando no se esconde, es fuerte, es capaz de volverte amarillo, verde, como hace la bilis cuando estas enfermo”. Gente con el alma amarilla, con el alma verde por la envidia que les lleva al insulto, les lleva a destruir al otro.
Pero Jesús detiene este recorrido, subraya finalmente el Papa: “No, esto no se hace”, hasta el punto de que si vas a rezar, vas a Misa y te das cuenta de que tu hermano tiene algo contra ti, ve a reconciliarte.
Jesús es así de radical. La reconciliación no es una actitud de buenos modales, no: es una actitud radical, es una actitud que intenta respetar la dignidad del otro y también la mía. Del insulto a la reconciliación, de la envidia a la amistad. Este es el recorrido que Jesús nos da hoy.
Hoy nos hará bien pensar, concluye el Papa: “¿cómo insulto, yo? ? ¿Cuándo insulto yo?”
¿Cuándo aparto al otro de mi corazón con un insulto? Y ver si allí está esa raíz amarga de la envidia que me lleva a querer destruir al otro para superarlo en la competencia. No es fácil, pero pensemos: qué bueno es no insultar nunca. Es bueno porque dejamos crecer a los demás. Que el Señor nos de esta gracia.

¿Por qué la Virgen María es el camino más rápido y seguro para llegar a Jesús?

Imagen María Madre de la Iglesia / Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)

En su reciente columna semanal, el Arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gomez, explicó por qué la Virgen María es el camino más rápido y seguro para llegar a su hijo Jesús.
El Prelado afirmó que María “forma parte de la misión de Él desde el principio, desde el momento en que le dijo que ‘sí’ al ángel, y que Él fue concebido bajo su Inmaculado Corazón, por el poder del Espíritu Santo”.
“En la gran historia de la salvación, el Padre envió a su único Hijo para que naciera de una mujer. Jesús viene a nosotros a través de María, y nosotros vamos a Jesús por medio de María”, destacó.
El prelado recordó que la Virgen crió a Cristo, estuvo presente cuando Él convirtió el agua en vino en las Bodas de Caná, lo siguió, escuchó sus enseñanzas, presenció sus milagros y sobre todo, “estuvo de pie, a su lado junto a la cruz, para que Él no muriera solo”.
Tras la resurrección de Jesús, indicó Mons. Gomez, María “se convirtió en el corazón materno” de la Iglesia, ya que ella acompañó a los primeros cristianos en su perseverancia tal como lo consignan los Hechos de los Apóstoles.
En ese sentido, el Arzobispo de Los Ángeles señaló que en la actualidad, la Virgen “todavía nos acompaña, compartiendo nuestras alegrías y esperanzas, ayudándonos en todos los desafíos que nos presenta nuestra vida cotidiana. Ella nos abre todavía los brazos con amor tierno, para ofrecernos su consuelo y su guía”.
“Y así como sucedió con los primeros discípulos, Jesús quiere que ustedes lleven a María a sus hogares, a sus vidas y a sus corazones. Él quiere que ustedes la amen como a una madre. Él quiere que ustedes sientan el amor que ella tiene por ustedes. Y Él quiere que amen a María, como Él la amó”, afirmó.
Por ello, “así como ella ayudó a Jesús a crecer, la misión de María es ahora la de ayudarnos a crecer como hijos e hijas de Dios. ¡Y ella tiene mucho que enseñarnos!”.
Mons. Gomez indicó que “los santos saben que nosotros vamos a Jesús del mismo modo que Él vino a nosotros: a través de María”.
“Así que, ¡amen a María como madre! ¡Pídanle que sea una madre para ustedes y que nunca los deje! Pídanle que interceda por ustedes y que los ayude a crecer en la fe y a hacer la voluntad de Dios”, concluyó.
Puede leer la columna completa AQUÍ.

Corpus Christi: ¿Cómo surgió y cuál es su sentido?

Revelaciones a una mujer en Bélgica, un milagro eucarístico en Italia, la decisión de un Papa y una popular y profunda celebración universal

En la fiesta del Corpus Christi, millones de católicos dan testimonio de su fe en la presencia real de Jesús en la Eucaristía de un modo público, en las plazas y calles del mundo.
Este día remite también al Jueves Santo, en que se recuerda el histórico momento en que Jesús dio a sus apóstoles la gran misión de continuar celebrando la cena a través de los tiempos, con las palabras: “Haced esto en memoria mía”.
Al decir esto, Jesús apuntó a una realidad fuerte: cuando se celebra la eucaristía, no se trata de un recuerdo o representación simbólica, sino de un acto, es decir que cuando el sacerdote invoca el Espíritu Santo y repite las palabras de Jesús en la última cena, el pan y el vino se transforman en el cuerpo y sangre de Cristo.
En el discurso del pan de la vida, Jesús es muy claro al respecto, al afirmar en Jn 6,51: “Y el pan que yo daré es mi carne para la salvación del mundo”. En cada misa sucede el mayor de los milagros, y la más importante de todas las apariciones. El propio Jesús se hace presente para llenar con su gloria y poder el lugar donde se celebra la Eucaristía, como también a cada persona presente en este momento tan sagrado y sobrenatural.
La misa de Corpus Christi, con la procesión y bendición, es una oportunidad especial para avivar la fe en el amor de Dios. Es Jesús en persona, que no queda encerrado en las paredes de una iglesia, sino que pasa en medio del pueblo, y santifica nuestras calles con su presencia. Jesús vivo pasa cerca de ti, pon en acción el poder de la fe y con certeza experimentarás la bendición de Dios actuando en tu vida.
Origen de la fiesta del Corpus 
Su origen está ligado a dos hechos del siglo XIII:
 Las revelaciones hechas a santa Juliana de Lieja, donde Jesucristo pedía una fiesta pública dedicada a la Eucaristía. En esta época era sacerdote, en esta diócesis belga, el futuro papa Urbano IV.
– El milagro eucarístico de Bolsena (Italia), sucedido en 1263
El sacerdote Pedro de Praga hacía una peregrinación a Roma. En ese viaje, paró para pernoctar en la ciudad de Bolsena, no lejos de Roma, y se hospedó en la iglesia de Santa Catalina. A la mañana siguiente, celebró una misa y pidió al Señor que apartara de su mente las dudas sobre Su presencia real en la Eucaristía. Era difícil para él creer que en el pan y en el vino estaba el Cuerpo de Cristo.
En el momento en que elevó la hostia, esta comenzó a sangrar (sangre viva). Él, asustado, envolvió la hostia y volvió a la sacristía para avisar de lo que estaba ocurriendo. La sangre manaba, llegando hasta el suelo, al que cayeron varias gotas.
Del milagro le informaron al papa Urbano IV, que estaba en Orvieto, y este mandó a un obispo a Bolsena para verificar la veracidad del hecho. El obispo vio que la hostia sangraba y que el suelo, el altar y el corporal estaban todos manchados de sangre. Inmediatamente organizó una procesión para llevar el corporal del milagro a la presencia del Papa. El Papa decidió ir al encuentro de la procesión. Cuando el obispo mostró el corporal manchado de sangre, el papa se arrodilló y dijo: “Corpus Christi” (Cuerpo de Cristo)!”
En 1264, el papa Urbano IV, extendió la fiesta a toda la Iglesia, pidiendo a santo Tomás de Aquino que preparase las lecturas y textos litúrgicos que, hasta hoy, son usados durante la celebración.

¿Por qué tanto fervor por María?


Jesucristo fue el primer devoto de la Virgen María

Muchas personas preguntan por qué existe devoción a la Virgen, por qué rezar a Ella, hacer imágenes en su representación, construir capillas e iglesias en su honor. ¿Por qué tanto fervor por María? ¿Eso no es una exageración?
 
Además, si ya tenemos a Jesús -que es Dios- a quien rezar, ¿por qué pedir gracias a Ella, que no es Dios, sino apenas criatura? ¿Eso no es desviar la atención del Hijo de Dios, que se encarnó para salvar a los hombres? ¿Por qué entonces, María?
 
Para encontrar la respuesta, no precisamos buscar en muchos lugares. No es necesario ir a los libros, ni hacer grandes pesquisas. Si queremos saber quien dio inicio a esta práctica, quien es el "culpable", por así decir, de la inmensa y secular devoción que todos los pueblos, de todas las razas y de todas las lenguas tienen a María, vamos encontrar apenas un nombre: JESUCRISTO.
 
Sí, Él fue el primer devoto de la Virgen María. Y un sacerdote de nuestros tiempos, el P. Pinard De La Boullaye, S.J., dice que "¡la devoción a la Santísima Virgen María comenzó en la gruta de Belén, en la primera sonrisa que tuvo el Niño-Dios, respondiendo a la sonrisa de su queridísima y perfectísima Madre, y no paró de crecer hasta el último minuto de su muerte en la cruz!"
 
Y si alguien quiere todavía más pruebas de cómo la devoción a María es querida por el propio Dios, y no es una invención de los hombres, recurramos a los Evangelios. Sí, allí encontraremos muchos pasajes que nos indican la necesidad de la devoción a María.
 
Vemos al arcángel Gabriel llamarle de "llena de gracia" (Lc 1,28). Ahora, para que un ángel conceda a alguien ese título, ¿cuál no es la inmensidad de gracias que debe poseer esa persona? Luego a seguir vemos al mismo ángel anunciar a María que Ella daría a luz un hijo que se llamaría "hijo de Dios". O sea, el propio Dios escogió a María para en Ella habitar durante todo el tiempo de la gestación, como en un sagrario purísimo. ¿Podemos considerar poco eso?
 
 Si leemos un poco más del evangelio de San Lucas, todavía veremos un prodigio más realizado por la intercesión de María: al visitar a su prima Santa Isabel, el simple efecto de su voz, al alcanzar los oídos de su pariente, hace que un bebé con apenas seis meses de gestación salte de alegría, y allí mismo reciba todas las gracias de la justificación. Era la primera gracia que el Verbo encarando concedía en el Nuevo Testamento, y quiso hacerlo a través de su Madre. Es el efecto de la voz de María.
 
Y tenemos más: San Juan (Jn 2,1) nos cuenta que, estando Jesús en un matrimonio, en la ciudad de Caná, falta el vino necesario para la fiesta. Y por iniciativa de María, y por su intercesión junto a su Divino Hijo, es realizado el primero de innúmeros milagros de la vida pública del Salvador. ¡Cuántas maravillas hizo Jesús por causa de su Madre!
 
Y si queremos que los santos nos enseñen cómo la devoción a María fue instituida por el propio Dios, oigamos a San Luis María Grignion de Montfort: "Dios reunió todas las aguas y las llamó mar. Reunió todas las gracias y las llamó María". Y San Bernardo: "La Virgen María fue escogida especialmente por Dios, antes de todos los siglos, para ser guardada por los ángeles y prometida por los profetas para ser la Madre de Dios y nuestra Madre".
 
Y si queremos saber cómo debe ser nuestra devoción particular a María, los santos así nos enseñan: "Todo cuanto la Virgen Santísima pide en favor de los hombres, obtiene, con certeza, de Dios", dice San Alfonso María de Ligorio; San Germano nos anima a confiar siempre en la intercesión de María, pues "Jesús no puede dejar de oír a María en todas sus preces, pues quiere obedecerla en todo, como un buen hijo obedece a su madre".

 
 
Por último, San Bernardo nos exhorta a invocarla en nuestras necesidades: "en los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca María. Que su nombre nunca se aleje de sus labios, jamás abandone tu corazón. Siguiéndola, no te desviarás; rezando a Ella, no desesperarás; pensando en Ella, evitarás todo error.
 
"Si Ella te sustenta, no caerás; si Ella te protege, nada tendrás a temer; si Ella te conduce, nunca te cansarás; si Ella te ayuda, llegarás al fin".
 
No tengamos, pues, recelo en amar a María, y ser devotos suyos de todo corazón y de toda alma. Pues nos dice todavía el P. Pinard que "Jesús quiso ser nuestro modelo en todo, quiso ser también modelo de la piedad mariana. Y si queremos preguntarnos cuál es el límite que debe existir para la devoción mariana, es: amad a María, si pudieres, tanto cuanto Jesús la amó. ¡Sí, el modelo de piedad mariana es el propio Hijo de Dios!".

Jueves de la undécima semana del tiempo ordinario


Libro de Eclesiástico 48,1-15. 

Surgió como un fuego el profeta Elías,
su palabra quemaba como una antorcha.
El atrajo el hambre sobre ellos
y con su celo los diezmó.
Por la palabra del Señor, cerró el cielo,
y también hizo caer tres veces fuego de lo alto.
¡Qué glorioso te hiciste, Elías, con tus prodigios!
¿Quién puede jactarse de ser igual a ti?
Tú despertaste a un hombre de la muerte y de la morada de los muertos, por la palabra de Altísimo.
Tú precipitaste a reyes en la ruina y arrojaste de su lecho a hombres insignes:
tú escuchaste un reproche en el Sinaí y en el Horeb una sentencia de condenación;
tú ungiste reyes para ejercer la venganza y profetas para ser tu sucesores
Tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego
en un carro con caballos de fuego.
De ti está escrito que en los castigos futuros
aplacarás la ira antes que estalle,
para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos
y restablecer las tribus de Jacob.
¡Felices los que te verán
y los que se durmieron en el amor,
porque también nosotros poseeremos la vida!
Cuando Elías fue llevado en un torbellino, Eliseo quedó lleno de su espíritu. Durante su vida ningún jefe lo hizo temblar, y nadie pudo someterlo.
Nada era demasiado difícil para él y hasta en la tumba profetizó su cuerpo.
En su vida, hizo prodigios y en su muerte, realizó obras admirables.
A pesar de todo esto, el pueblo no se convirtió ni se apartó de sus pecados. hasta que fue deportado lejos de su país, y dispersado por toda la tierra.

Salmo 97(96),1-2.3-4.5-6.7. 
¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son

la base de su trono.
Un fuego avanza ante él
y abrasa a los enemigos a su paso;
sus relámpagos iluminan el mundo;

al verlo, la tierra se estremece.
Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia

y todos los pueblos contemplan su gloria.
Se avergüenzan los que sirven a los ídolos,
los que se glorían en dioses falsos;

todos los dioses se postran ante él.



Evangelio según San Mateo 6,7-15. 
Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.