domingo, 5 de agosto de 2018

La Virgen de las Nieves y la devoción del Papa Francisco


Cada 5 de agosto se recuerda la increíble nevada que llevó a la construcción de Santa María la Mayor

Hoy, día de su Dedicación, una tradicional cascada de pétalos dentro de la Basílica de Santa María la Mayor revive la memoria del milagro que, a mitad del siglo IV, llevó a la construcción del más antiguo templo mariano de Occidente. Una iglesia querida a muchos Pontífices, entre ellos el Papa Francisco.
 
“Me construirás una Iglesia en el lugar donde mañana encuentres nieve fresca”. El prodigio al que la tradición atribuye el origen de Santa María la Mayor tiene lugar la noche anterior al clamoroso descubrimiento. Imaginad una nevada en Roma, a principios de agosto, hoy podría ser una broma del “clima-ficción”. Y no sería muy distinto en la Roma del fin del imperio. Pero es lo que la Virgen comunica en sueños, al mismo tiempo, la noche del 4 de agosto del año 358 al Papa Liberio y a un tal Juan, patricio de la Urbe: una Iglesia donde mañana haya nieve fresca. El patricio Juan la mañana del 5 corre donde el Papa para comunicarle la increíble visión nocturna y poco después la confirmación del milagro: la colina del Esquilino amanece blanca por una nevada de agosto.
 
La tradición afirma que precisamente sobre la nieve, el Papa trazó el perímetro de la Iglesia, y que el rico Juan financió su construcción. El edificio sagrado que hoy admiramos fue mandado construir en cambio por Sixto III en el 431, erigido sobre el anterior, con el fin de dejar esculpido en piedra lo que se había decidido en el Concilio de Éfeso, es decir, que había de considerarse a la Virgen “Madre de Dios”. Durante siglos la Basílica, la tercera en considerarse “papal”, fue ampliada y embellecida por el arte de célebres maestros. En resumen, se puede decir que desde el Papa Liberio en adelante, no ha habido Pontífice que no haya querido dejar en este templo un signo de su propia devoción. No es una excepción el Papa Francisco, que se dirigió allí a rezar el día después de su elección al Solio pontificio, y de nuevo al volver de la JMJ de Río, y que rezó allí el Rosario el pasado 4 de mayo, acompañándolo con una reflexión sobre el sentido de la maternidad:
 
“Una mamá ayuda a los hijos a crecer y quiere que crezcan bien; por eso les educa a no ceder a la pereza – que deriva también de un cierto bienestar – a no abandonarse en una vida cómoda que se contenta sólo con tener cosas. La mamá cuida a los hijos para que crezcan cada vez más, crezcan fuertes, capaces de asumir responsabilidades, de comprometerse en la vida, de tender a grandes ideales (…) La Virgen hace esto mismo con nosotros, nos ayuda a crecer humanamente y en la fe, a ser fuertes y a no ceder a la tentación de ser hombres y cristianos de modo superficial, sino a  vivir con responsabilidad, a tender siempre a lo alto”. (Rosario en S. María la Mayor, 4 de mayo de 2013)
 
En la célebre Capilla Paulina que se abre en la Basílica, hay en particular un icono sagrado y milagroso, muy querido a la Ciudad eterna, la Salus Populi Romani, a la que también el Papa Francisco ha mostrado mucho afecto:
 
“La Salus Populi Romani es la mamá que nos da la salud en el crecimiento, nos da la salud para afrontar y superar los problemas, nos da la salud al hacernos libres para las elecciones definitivas, la mamá que nos enseña a ser fecundos, a estar abiertos a la vida y a ser siempre fecundos en el bien, fecundos de alegría, fecundos de esperanza, a no perder nunca la esperanza, a dar la vida a los demás, vida física y espiritual”. (Rosario en Santa María la Mayor, 4 de mayo de 2013)
 

Decimoctavo Domingo del tiempo ordinario


Décimo octavo Domingo del tiempo ordinario


Libro del Exodo 16,2-4.12-15. 
En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón.
"Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea".
Entonces el Señor dijo a Moisés: "Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley.
"Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: "A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios".
Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él.
Cuando esta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra.
Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: "¿Qué es esto?". Porque no sabían lo que era. Entonces Moisés les explicó: "Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento.

Salmo 78(77),3.4bc.23-24.25.54. 
Lo que hemos oído y aprendido,
lo que nos contaron nuestros padres,
lo narraremos a la próxima generación:
son las glorias del Señor y su poder.

Entonces mandó a las nubes en lo alto
y abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos el maná,
les dio como alimento un trigo celestial;

todos comieron un pan de ángeles,
les dio comida hasta saciarlos.
Los llevó hasta su Tierra santa,
hasta la Montaña que adquirió con su mano;


Carta de San Pablo a los Efesios 4,17.20-24. 
Les digo y les recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los paganos, que se dejan llevar por la frivolidad de sus pensamientos
Pero no es eso lo que ustedes aprendieron de Cristo,
si es que de veras oyeron predicar de él y fueron enseñados según la verdad que reside en Jesús.
De él aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia,
para renovarse en lo más íntimo de su espíritu
y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad.

Evangelio según San Juan 6,24-35. 
Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello".
Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?".
Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".
Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".
Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".
Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.