jueves, 8 de agosto de 2019

Oración de confianza para afrontar los retos de tu vida


hombre orando oracion manos juntas cabeza
Oración de confianza: Que tu fe sea la clave para derrumbar esos muros que has construido con miedos y angustias ¡Dios no falla!
Tú eres una persona valiosa, no debes permitir que los obstáculos que a veces te invaden pongan fin a tu camino, afronta cada situación pensando que es un nuevo reto que Dios te ha permitido tener, para que de ella saques lo mejor de ti y puedas darte cuenta de las capacidades con las que Dios te ha dotado.
Por ningún motivo dejes cosas sin terminar, la meta sigue estando allí, esperando que llegues a disfrutar tu recompensa, no te duermas ni te hagas de la vista gorda. ¡Enfréntalas!, por muy duro que sea la prueba, debes tener el valor de pararte firme y decir: "aquí estoy, dispuesto a seguir intentándolo".
Te invito a luchar por ese sueño que Dios puso en tu corazón. Aunque no lo sepas, allí lo tienes sembrado por Él, y lo riega constantemente a través de sus inspiraciones que a diario recibes. 
¡No te detengas!, ¡No te desanimes!, ¡Lucha por ellos!, ¡Jesús te acompaña! Sin importar lo que suceda, todo tiene una solución, eres vasija nueva de Dios, confía, aunque creas que ya haya transcurrido mucho tiempo. 
Que tu fe sea la clave que derrumbe todos los muros que has construido con tu temor, abriendo así, un mundo de posibilidades que antes no estaban a la vista!
Hoy Dios te dice: 

“Si el Señor no me hubiera ayudado, ya estaría habitando en la región del silencio. Cuando pienso que voy a resbalar, tu misericordia, Señor, me sostiene; cuando estoy cargado de preocupaciones, tus consuelos me llenan de alegría” (Salmo 94,17-19)

¡Confía! en el Señor tu Dios. Confía en que Él actúa poderosamente en tu vida, te conforta y te alienta a seguir adelante. 

Oración de Confianza para afrontar los retos

Padre amado, te alabo en todo momento porque sé que cada día abres tu inagotable lluvia de bendiciones a todos los que a Ti acuden confiados. 
Tú siempre sales siempre en mi auxilio y me haces vivir tranquilo. Te doy gracias por toda la belleza que colocaste en la creación. 

En cada rincón de este mundo está reflejado tu magnificencia, la colocas por doquier para que de ella me inunde y te recuerde. 

Quiero recibir de Ti esa fuerza y ánimo para estar alegre, siempre dispuesto a luchar contra todas las adversidades. 

Quiero vivir en la serenidad de tus palabras aún en medio de la angustia. Quiero ser testigo de tu poder, que mi fe se vea fortalecida y que me abra puertas hacia unas maravillas jamás vistas. 

Dame vida en abundancia. Quiero vivir según tu amor y tu justicia. Gracias porque con tus Palabras, sanas mi mente y espíritu y me levantas en victoria ante aquellas circunstancias y problemas en las que yo me veo derrotado. 

Me conoces y me amas. En Ti creo, por eso te alabo y te adoro. 

Amén.



Lecturas del Jueves de la 18 Semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura del libro de los Números (20,1-13):

En aquellos días, la comunidad entera de los israelitas llegó al desierto de Sin el mes primero, y el pueblo se instaló en Cadés. Allí murió María y allí la enterraron. 
Faltó agua al pueblo, y se amotinaron contra Moisés y Aarón. El pueblo riñó con Moisés, diciendo: «¡Ojalá hubiéramos muerto como nuestros hermanos, delante del Señor! ¿Por qué has traído a la comunidad del Señor a este desierto, para que muramos en él, nosotros y nuestras bestias? ¿Por qué nos has sacado de Egipto para traernos a este sitio horrible, que no tiene grano ni higueras ni viñas ni granados ni agua para beber?»
Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad y se dirigieron a la tienda del encuentro y, delante de ella, se echaron rostro en tierra. 
La gloria del Señor se les apareció, y el Señor dijo a Moisés: «Coge el bastón, reúne la asamblea, tú con tu hermano Aarón, y, en presencia de ellos, ordenad a la roca que dé agua. Sacarás agua de la roca para darles de beber a ellos y a sus bestias.»
Moisés retiró la vara de la presencia del Señor, como se lo mandaba; ayudado de Aarón, reunió la asamblea delante de la roca, y les dijo: «Escuchad, rebeldes: ¿Creéis que podemos sacaros agua de esta roca?»
Moisés alzó la mano y golpeó la roca con el bastón dos veces, y brotó agua tan abundantemente que bebió toda la gente y las bestias.
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Por no haberme creído, por no haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no haréis entrar a esta comunidad en la tierra que les voy a dar.»
(Ésta es la fuente de Meribá, donde los israelitas disputaron con el Señor, y él les mostró su santidad.)

Palabra de Dios

Salmo

Sal 94,1-2.6-7.8-9

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: 
«No endurezcáis vuestro corazón.»

Venid, aclamemos al Señor, 
demos vítores a la Roca que nos salva; 
entremos a su presencia dándole gracias, 
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra, 
bendiciendo al Señor, creador nuestro. 
Porque él es nuestro Dios, 
y nosotros su pueblo, 
el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz: 
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, 
como el día de Masá en el desierto; 
cuando vuestros padres me pusieron a prueba 
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-23):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías. Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»

Palabra del Señor