miércoles, 8 de noviembre de 2017

¿Qué diferencia hay entre un obispo y un cardenal?


La jerarquía eclesiástica a veces parece un laberinto, pues las dignidades y funciones establecidas a lo largo de la historia son numerosas. Sin embargo, hay dos figuras que, aunque a veces se confunden en el imaginario colectivo, son particularmente importantes y merecen ser diferenciadas: las del obispo y el cardenal

En la Iglesia, el obispo es un sucesor de los apóstoles que se coloca a la cabeza de una circunscripción territorial denominada diócesis para garantizar su supervisión. Los obispos, encargados de la dirección pastoral de la Iglesia católica en el conjunto de estos territorios, son, pues, el esqueleto de la Iglesia en su función apostólica. El episcopado es un cargo al servicio de la Iglesia asignado a una localidad particular y obtenido tras la consagración episcopal, durante la cual el sacerdote ordenado obispo recibe la plenitud del sacramento del orden.
Sin embargo, de los más de 5.000 obispos católicos no todos son “formados” cardenales. En efecto, el título de cardenal, aunque en principio —salvo dispensa concedida por el papa— está reservado a los obispos, designa una función muy diferente de la del episcopado.
Reunidos en el Colegio Cardenalicio, antes llamado Sacro Colegio, tienen por función asistir al papa en el gobierno de la Iglesia universal, aunque también, para los cardenales menores de 80 años, participar de su elección en caso de vacante. Así pues, el Colegio se reúne durante los cónclaves para proceder a esta elección, o durante los consistorios para aconsejar al soberano pontífice sobre alguna de sus decisiones.
Por tanto, los cardenales son las figuras jerárquicas más importantes de la Iglesia católica y su número es actualmente de 228. Pero “la elevación a la púrpura cardenalicia”, como a veces se le conoce al nombramiento de un cardenal por parte del papa, no es un sacramento distinto de la consagración episcopal.
Aunque todos los cardenales son, en principio, obispos, no todos los obispos son cardenales y las dos funciones se distinguen por varios atributos. El color de los cardenales es el rojo, mientras que el de los obispos el violeta, y es costumbre llamar a los primeros “Eminencia” y a los segundos frecuentemente “Monseñor” y a veces “Excelencia”.
La función del cardenal está íntimamente ligada al funcionamiento de la Iglesia romana y al entorno del papa, mientras que la del obispo está orientada hacia la vida pastoral de una diócesis particular de entre las repartidas por el mundo. Los miembros de la Curia romana, titulares de los dicasterios que constituyen una especie de gobierno en torno al soberano pontífice, son elegidos de entre los cardenales.

Miércoles de la trigésima primera semana del tiempo ordinario


Carta de San Pablo a los Romanos 13,8-10. 

Hermanos:
Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley.
Porque los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro, se resumen en este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley.

Salmo 112(111),1-2.4-5.9. 
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
Su descendencia será fuerte en la tierra:
la posteridad de los justos es bendecida.

Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo.
Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud.

Él da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad.


Evangelio según San Lucas 14,25-33. 
Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo:
"Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla?
No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo:
'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'.
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil?
Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo."