domingo, 27 de noviembre de 2016

El rockero Bunbury le canta a la Virgen María "Eres norte del mío sur..."

“Rezaré ante ti, candelaria de mi oscuridad y refugio de mi angustia”… Con la canción Rezaré, Enrique Bunbury puso música y alma en el año 2006 a una particular oración a la Virgen María.
El rockero español, conocido especialmente por su etapa como vocalista y líder de la banda Héroes del Silencio, no ha dudado en alguna ocasión en interpretarla sobre los escenarios.
Rezaré ante ti
porque eres madre universal.
Ahora y siempre
amargura
te rezaré
rezaré.


Tu merced
es mi estrella
patrocinio del mío existir
y tu regla
eres norte
del mío sur
del mío sur.


Yo te amo,
te amo tanto

Esperanza del amor
Macarena de Triana
eres tú
eres tú.

Rezaré
ante ti,
Candelaria de mi oscuridad
y refugio de mi angustia

Te rezaré,
te rezaré,
Rezaré
ante Vos.

Porque al Verbo diste encarnación
yo pronuncio
tu dulce nombre
de la O
dela O.

Yo te amo,
te amo tanto.

Esperanza del amor
Macarena de Triana
eres tú,
eres tú.

Yo te amo,
te amo tanto
madre de lo universal.
Sevillano,
siento tanto amor por ti,
amor por ti.



Inicia Novena a San Nicolás, patrono de los niños, marineros y viajeros

27 de noviembre: Inicia Novena a San Nicolás, patrono de los niños, marineros y viajerosEl próximo 6 de diciembre la Iglesia celebrará la fiesta del Obispo San Nicolás de Bari, patrono de los niños, marineros y viajeros. Por ello, cercanos a esta gran festividad, aquí una novena para pedir su intercesión.
Todos los días se repiten las mismas oraciones:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Himno
Desde este mar tormentoso, oh Padre San Nicolás, conduce al puerto seguro desde la patria celestial. De las luchas de la vida y mortales tempestades sálvanos por tu favor y virtudes singulares. Siempre acudes en socorro de cuantos tu auxilio imploran. Enfermos y navegantes, pobres o ricos te invocan. Por tu santidad eximia e intercesión poderosa, haz que elegidos seamos a la eternidad dichosa. A los fieles que devotos tu culto propagamos, haznos merecer la gloria amando a nuestros hermanos. Amén.
Oración de petición
¡Oh glorioso San Nicolás! Desde aquella morada de luz, en que gozas de la presencia divina, vuelve piadoso tus ojos hacia mí, y alcánzame del Señor aquellas gracias y auxilios convenientes a mis presentes necesidades, tanto espirituales como corporales, y en particular la gracia (mencionar aquí la intención de la novena), si es que conviene para mi eterna salvación.
Protege también, oh Santo Obispo, a nuestro Sumo Pontífice, a la Iglesia y a todo el pueblo cristiano. Conduce al camino recto de la salvación a los que viven sumidos en el pecado, o envueltos en las tinieblas de la ignorancia, del error y de la herejía.
Consuela a los afligidos, socorre a los necesitados, conforta a los pusilánimes, defiende a los oprimidos, asiste a los enfermos; y haz que todos experimenten los efectos de tu intercesión ante el Señor, quien es el dispensador de todos los bienes. Amén.
Súplica
¡Oh bienaventurado San Nicolás de Bari! Al que acuden las familias, los pobres, los enfermos, los comerciantes, los empleados, los presos, los niños, las doncellas en peligro;
Yo, humildemente te pido me alcances la gracia que de ti espero, confiado en tu valiosísima protección, la que nunca niegas a tus devotos, para que favorecidos por tus bondades, cantemos una vez más las misericordias del Señor, y las maravillas de sus santos. ¡Providentísimo San Nicolás! no me abandones.
Oración final
Imploramos, Señor, suplicantes, tu misericordia, y por intercesión de San Nicolás, Obispo, guárdanos de todos los peligros para que se nos muestre expedito el camino de salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¿Tienes una amistad platónica o aristotélica? Según Aristóteles, hay tres tipos de amistades ¿cuáles son las tuyas?Si Platón es el autor de una de las lecciones mejor conocidas sobre el amor (basta leer, entre sus diálogos, el Fedro o el Banquete), Aristóteles es sin duda uno de los autores clásicos que más y mejor ha reflexionado a propósito de la naturaleza de la amistad. En su Ética Nicomaquea, quizá la mejor conocida de sus obras sobre el tema, el filósofo señala que hay básicamente tres cualidades generalmente amables –es decir, que se pueden amar- que sirven como motivos para la amistad: la utilidad, el placer y el bien. Pero eso no quiere decir que las amistades que surjan por cualquiera de estos tres motivos sean necesariamente amistades “reales”. Para que una amistad pueda considerarse auténtica, según Aristóteles, debe tener los siguientes atributos: “para ser amigos, los hombres deben (1) sentir buena voluntad el uno por el otro, es decir, desear el bien de cada uno, (2) ser conscientes de la buena voluntad del otro, y (3) la causa de su buena voluntad debe ser una de las cualidades amables mencionadas anteriormente”. Es decir, que el deseo de buena voluntad debe ser mutuo y conocido: Aristóteles afirma que un hombre no puede ser amigo de un objeto inanimado, porque sería “ridículo desearle bien a una botella de vino”, porque un objeto no puede hacer lo mismo por nosotros: no es una buena voluntad mutua. Así, se entiende que si una persona le desea bien a otra, pero ese deseo no es recíproco, no podemos hablar de que entre esas dos personas exista realmente una amistad. Por eso, Aristóteles define la la amistad como “una buena voluntad mutua conocida entre las personas por una de las cualidades amables: es decir, por utilidad, el placer o el bien”. 1.- Amistades por utilidad Aristóteles enseña que “los amigos cuyo afecto se basa en la utilidad no se quieren por sí mismos, sino sólo en la medida en que un beneficio se devenga entre ellos”. Esto quiere decir que en una amistad de utilidad “las personas aman a su amigo por su propio bien, y no por el de la otra persona”. Es decir, que se quiere al amigo no por sí mismo sino por los beneficios inmediatos que nos puede aportar. Esto no es necesariamente nocivo, según Aristóteles, pero sí afirma que estas amistades no son permanentes, porque si el beneficio de la utilidad termina, también termina la amistad. Es el clásico caso de, por ejemplo, socios comerciales o compañeros de clase.

¿Tienes una amistad platónica o aristotélica?


Si Platón es el autor de una de las lecciones mejor conocidas sobre el amor (basta leer, entre sus diálogos, el Fedro o el Banquete), Aristóteles es sin duda uno de los autores clásicos que más y mejor ha reflexionado a propósito de la naturaleza de la amistad. En su Ética Nicomaquea, quizá la mejor conocida de sus obras sobre el tema, el filósofo señala que hay básicamente tres cualidades generalmente amables –es decir, que se pueden amar- que sirven como motivos para la amistad: la utilidad, el placer y el bien. Pero eso no quiere decir que  las amistades que surjan por cualquiera de estos tres motivos sean necesariamente amistades “reales”.
Para que una amistad pueda considerarse auténtica, según Aristóteles, debe tener los siguientes atributos: “para ser amigos, los hombres deben (1) sentir buena voluntad el uno por el otro, es decir, desear el bien de cada uno, (2) ser conscientes de la buena voluntad del otro, y (3) la causa de su buena voluntad debe ser una de las cualidades amables mencionadas anteriormente”.
Es decir, que el deseo de buena voluntad debe ser mutuo y conocido:  Aristóteles afirma que un hombre no puede ser amigo de un objeto inanimado, porque sería “ridículo desearle bien a una botella de vino”, porque un objeto no puede hacer lo mismo por nosotros: no es una buena voluntad mutua. Así, se entiende que si una persona le desea bien a otra, pero ese deseo no es recíproco, no podemos hablar de que entre esas dos personas exista realmente una amistad. Por eso, Aristóteles define la la amistad como “una buena voluntad mutua conocida entre las personas por una de las cualidades amables: es decir, por utilidad, el placer o el bien”.

1.- Amistades por utilidad

Aristóteles enseña que “los amigos cuyo afecto se basa en la utilidad no se quieren por sí mismos, sino sólo en la medida en que un beneficio se devenga entre ellos”. Esto quiere decir que en una amistad de utilidad “las personas aman a su amigo por su propio bien, y no por el de la otra persona”. Es decir, que se quiere al amigo no por sí mismo sino por los beneficios inmediatos que nos puede aportar. Esto no es necesariamente nocivo, según Aristóteles, pero sí afirma que estas amistades no son permanentes, porque si el beneficio de la utilidad termina, también termina la amistad. Es el clásico caso de, por ejemplo, socios comerciales o compañeros de clase.

2.- Amistades por placer

Aristóteles observa que algo similar ocurre en este tipo de amistad y en la anterior. Este tipo de amistad se da entre personas que aman a su amigo no por el bien del amigo, sino por el placer que pueden recibir de esa persona. Como con la utilidad, las amistades del placer son relativamente frágiles, porque pueden cambiar o terminar tan rápidamente como el placer recibido.
Aristóteles afirma que este suele ser el tipo de amistad más común en la juventud. “Los jóvenes”, dice el filósofo, “guían sus vidas por la emoción, y en su mayor parte persiguen lo que les resulta agradable a sí mismos, pero las cosas que les gustan cambian a medida que cambia su edad; de ahí que formen amistades y las abandonen rápidamente, ya que sus afectos cambian con lo que les da placer, y los gustos de la juventud cambian rápidamente”. Generalmente, según Aristóteles, una amistad basada en placer es la que se da entre amigos que comparten los mismos pasatiempos: compañeros del equipo deportivo o de la banda, por ejemplo.

3.- Amistades por el bien

Aristóteles escribe que “la forma perfecta de amistad es la que existe entre los buenos y aquellos que se parecen en virtud, pues estos amigos desean a cada uno el bien del otro con respecto a su bondad, y son buenos en sí mismos; los que desean el bien de sus amigos por el bien de sus amigos son los que pueden llamarse amigos en el sentido más completo, ya que se aman el uno al otro por sí mismos, y no por casualidad”.
Sigue el filósofo afirmando que “esta amistad es por naturaleza permanente, ya que combina en sí todos los atributos que los amigos deben poseer”. Con esto, Aristóteles quiere decir que una persona que es buena es también agradable, y su compañía es placentera y útil. Así, la amistad por el bien contiene en sí misma los mismos placeres que las otras dos amistades, pero en grado superior, haciendo de esta amistad una amistad más plena y mejor.
Sin embargo, Aristóteles es tristemente realista: “tales amistades son por supuesto raras, porque las personas realmente virtuosas son pocas. Por otra parte, estas relaciones requieren tiempo e intimidad. Las personas que entran en relaciones amistosas rápidamente tienen el deseo de ser amigos, pero no pueden ser realmente amigos sin ser dignos de tener una verdadera amistad, y es preciso también conocerse mutuamente para que esto sea así. Si bien el deseo de ser amigos puede darse rápidamente, la verdadera amistad requiere tiempo”.
Si quieres leer una buena traducción de la Ética a Nicómaco, de Aristóteles, puedes descargarla en este enlace.


Adviento


El Adviento es el período de preparación para celebrar la Navidad y comienza cuatro domingos antes de esta fiesta. Además se encuentra en el comienzo del Año Litúrgico católico. Este año 2016, comenzará el domingo 27 de noviembre y el último domingo de Adviento será el 18 de diciembre.

Liturgias Familiares de Adviento

Calendario Litúrgico de Adviento 2016

Los Personajes del Adviento

Historias para compartir sobre el Adviento

Reflexiones y Catequesis de Adviento

Recursos teológicos y litúrgicos

Lecturas de los Padres de la Iglesia



Con el Primer Domingo de Adviento inicia el Nuevo Año Litúrgico

Con el Primer Domingo de Adviento inicia el Nuevo Año Litúrgico
 El primer domingo de Adviento es el primer día del Nuevo Año Litúrgico para la Iglesia Católica y en esta ocasión, en el Evangelio (Mateo 24,37-44), Jesús anima a los fieles a “estar siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y mantenerse en pie ante el Hijo del hombre”.
Asimismo, las lecturas bíblicas de esta primera semana y la predicación son una invitación a estar vigilantes para cuando venga el Señor. Por ello, es importante que en las familias se haga un propósito que les permita avanzar en el camino hacia la Navidad.
En un momento propicio o  tal vez después del encendido de la primera vela de la corona de adviento, los miembros del hogar podrían comenzar revisando las relaciones familiares y terminar pidiendo perdón a quienes se ha ofendido, así como dándolo a los demás.
Esto debe ser el principio de un renovado año en el que se buscará seguir creciendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Lo cual también deberá extenderse a los demás grupos con el que cotidianamente uno se relaciona, ya sea en la escuela, el trabajo, el vecindario, etc.
Para terminar, es importante recordar que el Año Litúrgico es el conjunto de las celebraciones con las cuales la Iglesia conmemora anualmente el misterio de Cristo.
El tiempo de Adviento, que es el primer período del Año Litúrgico, tiene una duración de cuatro semanas, comienza este domingo 27 de noviembre y se prolonga hasta el 24 de diciembre. Las lecturas son las correspondientes al Ciclo A.
Enciende la primera llama de tu Corona con esta liturgia en casa:
Para vivir la liturgia familiar (oración) del Primer Domingo de Adviento, que se celebrará este domingo 27 de noviembre, se recomienda poner en un lugar especial la corona de Adviento con alguna imagen de la Virgen, crear un ambiente de recogimiento con poca luz, nombrar a un lector especial, así como a un monitor principal, que puede ser el papá o la mamá, y seguir la oración que se presenta a continuación:
TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
MONITOR: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
TODOS: Que hizo el cielo y la tierra.
MONITOR: Comenzamos un nuevo año litúrgico con el tiempo de Adviento, tiempo de preparación y espera. Encender, semana tras semana, los cuatro cirios de esta corona debe ser un reflejo de nuestra gradual preparación para recibir al Señor Jesús en la Navidad. Las luces de las velas nos recuerdan que Él es la Luz del mundo que ha venido a disipar las tinieblas. El color verde de la corona simboliza la vida y la esperanza que Él nos ha venido a traer.
LECTOR: Lectura tomada del libro del profeta Isaías: "Levántate, brilla, Jerusalén; que llega tu luz y la gloria del Señor amanece sobre ti. Pues mira cómo la oscuridad cubre la tierra, y espesa nube a los pueblos, mas sobre ti amanece el Señor y su gloria sobre ti aparece".
MONITOR: (Con las manos juntas) Nos recogemos unos instantes en silencio e inclinando nuestras cabezas vamos a pedir que el Señor bendiga esta corona de Adviento.
Oremos.
La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor Jesús, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas, de la ignorancia, del dolor y del pecado. Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces. Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de Aquel que, por ser la Luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Te lo pedimos por Él mismo que vive y reina por los siglos de los siglos.
TODOS: Amén.
MONITOR: Vamos a encender ahora la primera vela de nuestra corona mientras cantamos la primera estrofa del canto “Hoy se enciende una llama” (o también puede ser algún canto apropiado).