domingo, 6 de enero de 2019

¿Dónde están las reliquias de los tres reyes magos?



El santuario que dice contener sus restos está en Colonia, pero ¿son auténticos?

¿Es posible que los restos óseos de los Reyes Magos —Baltasar, Melchor y Gaspar— descansen en una tumba dorada en la catedral gótica más grande de Europa? Una antigua tradición relata la historia de cómo los cuerpos de los Magos que visitaron al niño Cristo terminaron su viaje final encontrando reposo en la Catedral de Colonia, Alemania.
La historia se recoge en el libro del siglo XIV de John of Hildesheim Historia Trium Regum (Historia de los Tres Reyes). John afirma que Baltasar, Melchor y Gaspar eran de la India, Persia y Caldea (actualmente Irán e Irak). Iniciaron su viaje de forma separada, se reunieron en Jerusalén y luego continuaron juntos hasta Belén. Después de adorar a Cristo, regresaron juntos a la India, donde construyeron una iglesia y, tras una visión que les reveló que su vida terrenal estaba a punto de terminar, fallecieron al mismo tiempo y fueron enterrados en su iglesia en la India.
Doscientos años más tarde, según explica John of Hildesheim, Santa Elena, la madre del emperador Constantino, viajó a la India y recuperó sus cuerpos. Los depositó en un ataúd hermosamente ornamentado y lo colocó en la gran iglesia de Santa Sofía en Constantinopla. A finales del siglo sexto, el emperador Mauricio transportó las reliquias a la ciudad italiana de Milán.
Los huesos de Baltasar, Melchor y Gaspar permanecieron aquí hasta el siglo XII, cuando la ciudad de Milán se rebeló contra el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico I Barbarroja. Al necesitar ayuda contra los milaneses, Federico recurrió al arzobispo de Colonia, que recuperó Milán para el emperador. Como gesto de gratitud y “ante las grandes súplicas del arzobispo”, el emperador transfirió las reliquias al arzobispo, que más tarde en 1164 las transportó Colonia, donde se construiría una catedral gótica para darles cobijo. Los huesos se encuentran en esta catedral a día de hoy dentro de un hermoso relicario de oro.
En 1864, el relicario fue abierto y se descubrieron los esqueletos de tres hombres. ¿Es posible que estos sean los restos de los tres Reyes Magos que fueron a adorar a Cristo recién nacido o son únicamente tres esqueletos anónimos que se hicieron pasar por los de los Magos a comienzos de la Edad Media? Hay algunas pistas intrigantes. Las tres calaveras pertenecen a un hombre joven, a otro de mediana edad y a un anciano. Un mosaico del siglo sexto en Rávena que representa a los tres Magos muestra precisamente a hombres de estas características. Este detalle concuerda, pero ¿qué pasa con el resto de la historia?
El relato de John of Hildesheim sobre los orígenes de los tres Reyes Magos se basa en leyendas anteriores, de los siglos quinto y sexto. Cuando uno empieza a investigar la historia de los tres Reyes Magos, se encuentra con abundantes historias locales y leyendas de la temprana Edad Media que llegan hasta las mismísimas Persia, India y China. Brent Landau, erudito del Nuevo Testamento, ha traducido un manuscrito sirio del siglo VIII que él considera tiene origen en tradiciones muy anteriores.
Sin embargo, la investigación de Landau sólo destaca la existencia de numerosas y diferentes versiones de la historia de los Magos a comienzos de la Edad Media. Según qué leyenda, los Reyes Magos proceden de un lugar o de otro y reciben una gran variedad de nombres distintos. De entre todos los personajes del Nuevo Testamento, no hay ningún otro cuya historia, leyenda y mitos milagrosos sea tan conflictiva como la de los Reyes Magos. Todos los antiguos cristianos de Paquistán, China, Etiopía, Persia y Asia central aseguran ser descendientes de ellos.
De hecho, no tenemos prácticamente ninguna evidencia específica arqueológica o textual que explique quiénes eran los Reyes Magos ni de dónde venían. El Evangelio de Mateo narra solamente que “llegaron del Oriente”, mientras que los primeros críticos de las Escrituras difieren. Algunos sugieren que los Magos venían de Persia, otros dicen que eran judíos de Yemen y algunos más que los Magos eran de Arabia.
¿Contiene entonces el ataúd de oro en la Catedral de Colonia los huesos de los tres Reyes Magos? Casi con toda seguridad que no; sin embargo, esos esqueletos sí nos conectan con el remoto siglo VI y con el intrincado tapiz de historias medievales sobre las más misteriosas figuras del Nuevo Testamento.
¿La moraleja? El relicario y la Catedral de Colonia permanecen como un enriquecedor testimonio del poder y la inspiración de la historia de tres misteriosos reyes magos que lo dejaron todo para embarcarse en un largo y arduo viaje para encontrar a Jesucristo y, si ellos se iniciaron en tan gran aventura para descubrir la luz del mundo, nosotros haríamos bien en seguir su ejemplo.

Lecturas del Epifanía del Señor

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (60,1-6):

¡LEVÁNTATE y resplandece, Jerusalén,
porque llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor,
y su gloria se verá sobre ti.
Caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen hacia ti;
llegan tus hijos desde lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, y estarás radiante;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti,
y a ti llegan las riquezas de los pueblos.
Te cubrirá una multitud de camellos,
dromedarios de Madián y de Efá.
Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso,
y proclaman las alabanzas del Señor.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 71

R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos dé la tierra.

V/. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

V/. En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

V/. Los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
postrense ante él todos los reyes,
y sirvanle todos los pueblos. R/.

V/. Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (3,2-3a.5-6):

Hermanos:
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Mateo (2,1-12), del domingo, 6 de enero de 2019

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Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,1-12):

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenia que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor