lunes, 11 de enero de 2016

El Papa Francisco publica su primer libro

A partir de mañana, librerías de 84 países pondrán a la venta un libro cuyo autor sorprenderá a más de uno: El Papa Francisco.

Se trata de una conversación con el vaticanista Andrea Tornielli donde explicará con detalle algunas cuestiones centrales de su pontificado y especialmente la misericorida. De ahí el título: "El nombre de Dios es Misericordia”, y lo curioso es que él ha escrito a mano el título para todas las ediciones.

No es el primer libro-entrevista a un Papa. En 2010 se publicó "Luz del Mundo”, de Benedicto XVI, a raíz de una serie de largas conversaciones con el periodista alemán Peter Seewald.

En 1994 Juan Pablo II publicó "Cruzando el Umbral de la Esperanza”, tras sus encuentros con el periodista italiano Vittorio Messori. 

Se trata de un modo muy particular pero efectivo para los papas de hablar sobre cuestiones de actualidad y sobre la respuesta de la Iglesia. 

El libro de Francisco será presentado en Roma por el Secretario de Estado Pietro Parolin y el actor y director italiano Roberto Benigni.

Es la hora del Angelus

D: El Ángel del Señor anunció a María. 
T: Y Ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. 
Ave María
D: He aquí la sierva del Señor. 
T: Hágase en mí según tu palabra.
Ave María 
D: Y el Verbo se hizo carne.
T: Y habitó entre nosotros. 
Ave María 
D: Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
T: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Se rezan tres glorias
D: Oremos
Derrama Señor tu gracia sobre nuestros corazones y concede a quienes hemos conocido por el anuncio del Ángel la Encarnación de tu Hijo, que por su Pasión y su Cruz alcancemos la gloria de la Resurrección. Por el Señor Jesús, tu Hijo, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 
T: Amén

lunes 11 Enero 2016


 

Lunes de la primera semana del tiempo ordinario


Primer Libro de Samuel 1,1-8. 
Había un hombre de Ramataim, un sufita de la montaña de Efraím, que se llamaba Elcaná, hijo de Ierojám, hijo de Eliú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita. 
El tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Peniná. Peniná tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno. 
Este hombre subía cada año desde su ciudad, para adorar y ofrecer sacrificios al Señor en Silo. Allí eran sacerdotes del Señor, Jofni y Pinjás, los dos hijos de Elí. 
El día en que Elcaná ofrecía su sacrificio, daba a su esposa Peniná, y a todos sus hijos e hijas, porciones de la víctima. 
Pero a Ana le daba una porción especial, porque la amaba, aunque el Señor la había hecho estéril. 
Su rival la afligía constantemente para humillarla, porque el Señor la había hecho estéril. 
Así sucedía año tras año cada vez que ella subía a la Casa del Señor, la otra la afligía de la misma manera. Entonces Ana se ponía a llorar y no quería comer. 
Pero Elcaná, su marido, le dijo: "Ana, ¿por qué lloras y no quieres comer? ¿Por qué estás triste? ¿No valgo yo para ti más que diez hijos?". 


Salmo 116(115),12-13.14-17.18-19. 
¿Con qué pagaré al Señor 
todo el bien que me hizo? 
Alzaré la copa de la salvación 
e invocaré el nombre del Señor. 
Cumpliré mis votos al Señor 
en presencia de todo su pueblo. 

¡Qué penosa es para el Señor 
la muerte de sus amigos! 
Yo, Señor, soy tu servidor, 
tu servidor, lo mismo que mi madre: 
por eso rompiste mis cadenas. 
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, 

e invocaré el nombre del Señor. 
Cumpliré mis votos al Señor, 
en presencia de todo su pueblo.
en los atrios de la casa del Señor, 
en medio de ti, Jerusalén. 
¡Aleluya!



Evangelio según San Marcos 1,14-20. 
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: 
"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". 
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. 
Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". 
Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. 
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, 
y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron. 

Rezando voy...

lunes, 11 Enero 2016