viernes, 16 de marzo de 2018

5 pequeñas oraciones para disminuir el estrés y tener paz


Si tienes ansiedad, intenta recitar estas oraciones para dejar tu mente tranquila

No importa cómo está tu vida, todos necesitamos respirar profundamente e intentar acordarnos de que hay cosas en la vida que no podemos controlar. Es mejor concentrarse en lo que sí podemos controlar: como la paz interior. Al trabajar las características de nuestros propios corazones y mentes, seremos más capaces de ayudarnos a nosotros mismos, a nuestra familia y a nuestros amigos.
Muchas personas creen que la oración es una manera eficaz de hacerlo. La oración y la meditación pueden ser buenas para tu salud, especialmente cuando se trata de reducir la presión arterial. Estar físicamente bien puede proporcionarte algo de paz en un momento difícil. Así que, concéntrate y reza.
Aquí van cinco oraciones que pueden reducir tu estrés y que esperamos que te traigan un poco de esa paz que estás buscando.

Oración de la Paz de San Francisco

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh Maestro, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.

Oración para superar las dificuldades de la vida

Oh Señor, te invocamos en este tiempo de sufrimiento, 
danos la fuerza y la voluntad de llevar nuestras pesadas cargas,

hasta que podamos volver a sentir el calor y el amor de 
tu compasión divina. Míranos y ten misericordia 
de nosotros que luchamos para comprender las dificultades de la vida.

Mantennos siempre contigo, hasta que podamos caminar nuevamente con 
corazones de luz y espíritu renovado.

Oración para la paz de la mente

Dios Todopoderoso, te damos gracias por nuestras vidas, por tu gran misericordia y la gracia que recibimos. Te damos gracias por tu  fidelidad, aunque nosotros no te hayamos sido fieles. Señor Jesús, te pedimos que nos des toda la paz posible a nuestra mente, cuerpo, alma y espíritu. Queremos que cures y quites todo lo que está causando estrés, dolor y tristeza en nuestras vidas.
Por favor, guía nuestro camino a través de la vida y que nuestros enemigos estén en paz con los demás. Venga tu reinado de paz a nuestra familia, a nuestro lugar de trabajo y a todo lo que esté en nuestras manos.
Que tus ángeles de paz vayan por delante de nosotros cuando salimos y permanezcan a nuestro lado cuando volvamos.
En nombre de Jesús, Amén.

Salmo 31,1-6

Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca me vea defraudado!
Líbrame, por tu justicia;
inclina tu oído hacia mí
y ven pronto a socorrerme.
Sé para mí una roca protectora,
un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme.
Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.

Salmo 121

Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Él no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita
él guardián de Israel.
El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
de día, no te dañará el sol,
ni la luna de noche.
El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
Él te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre.

¿Preocupada por tus hijos? Reza esta oración de una madre a sus ángeles de la guarda

Ángel Guardián - Autor: Domenichino (Museo Palacio de Wilanow)

No es un secreto que el mundo cada vez es un lugar más peligroso y que cuando los hijos, sobre todo los niños, salen de casa, empiezan las preocupaciones por lo que les podría suceder.
Sin embargo, como padres no debemos olvidar que los hijos tienen ángeles de la guarda, brindados por Dios; y por tanto podemos rezar a ellos usando la mediación de nuestro ángel guardián, e invocar su poder protector sobre nuestros niños.
Cuando no podemos estar físicamente ahí donde están nuestros niños, es más apropiado recurrir en la oración a quienes sí pueden protegerlos.
“Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. ‘Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida’ (San Basilio Magno). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios”, afirma el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 336.
Por ello, a continuación te brindamos la “Oración de una madre a los ángeles de la guarda de sus hijos”:
Humildemente los saludo,
¡fieles amigos celestiales de mis hijos!

Les doy gracias de todo corazón
por todo el amor y la bondad que les muestran.

En algún día futuro lo haré,
con un agradecimiento más digno
del que ahora se puede dar,
ante la corte celestial entera
reconociendo mi deuda
para con su guía y protector.

Sigan velando sobre ellos.
Provean todas sus necesidades de cuerpo y alma.
Oren, del mismo modo, por mí,
por mi esposo y mi familia entera,
para que sea todo el día
un regocijo en su bendita compañía.

Amen.

Viernes de la cuarta semana de Cuaresma


Libro de la Sabiduría 2,1a.12-22. 

Los impíos se dicen entre sí, razonando equivocadamente:
«Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida.
El se gloría de poseer el conocimiento de Dios y se llama a sí mismo hijo del Señor.
Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos resulta insoportable,
porque lleva una vida distinta de los demás y va por caminos muy diferentes.
Nos considera como algo viciado y se aparta de nuestros caminos como de las inmundicias. El proclama dichosa la suerte final de los justos y se jacta de tener por padre a Dios.
Veamos si sus palabras son verdaderas y comprobemos lo que le pasará al final.
Porque si el justo es hijo de Dios, él lo protegerá y lo librará de las manos de sus enemigos.
Pongámoslo a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su paciencia.
Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo visitará.»
Así razonan ellos, pero se equivocan, porque su malicia los ha enceguecido.
No conocen los secretos de Dios, no esperan retribución por la santidad, ni valoran la recompensa de las almas puras.

Salmo 34(33),17-18.19-20.21.23. 
El Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.

El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
El justo padece muchos males,
pero el Señor lo libra de ellos.

El cuida todos sus huesos,
no se quebrará ni uno solo.
Pero el Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en El no serán castigados.



Evangelio según San Juan 7,1-2.10.25-30. 
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
Se acercaba la fiesta judía de las Chozas,
Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.
Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar?
¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías?
Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es".
Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen.
Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió".
Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.