domingo, 23 de diciembre de 2018

“Rorate Caeli”, el más sublime canto gregoriano de preparación para Navidad



Conoce y oye el cántico de la espera del Salvador, inspirado por profetas y patriarcas

Estamos en Adviento, el tiempo litúrgico en que nos preparamos para la venida del Salvador. La liturgia de la Iglesia ofrece una vasta gama de recursos para ayudarnos en esa preparación, incluyendo, entre ellos, el precioso tesoro del canto gregoriano.
El “Rorate Caeli” está considerado una de las más bellas y sublimes composiciones no sólo de Adviento, sino de todo el repertorio litúrgico de la historia del cristianismo. Sus versos vienen del libro del profeta Isaías (45, 8), en que se suplica: “¡Que los cielos, desde las alturas, derramen su rocío; que las nubes hagan llover la victoria; ábrase la tierra y brote la felicidad y, al mismo tiempo, ella haga germinar la justicia! Soy yo, el Señor, la causa de todo eso”.
Inspirado por las aclamaciones del Antiguo Testamento para que Dios nos rescatase y nos mandase al Mesías, el “Rorate Caeli” representa magistralmente el espíritu de súplica y espera del Adviento.
Escucha en este video una interpretación de esta opera-prima del canto litúrgico cristiano y descubre debajo el texto original en latín, acompañado de la traducción al español.
RORATE CAELI
Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum
(Derramad, oh cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo)

Ne irascáris Dómine, ne ultra memíneris iniquitátis
Ecce cívitas Sancti facta est desérta
Sion desérta facta est, Jerúsalem desoláta est.
Domus sanctificatiónis tuae et gloriae tuae
Ubi laudavérunt Te patres nostri.
(No te enfades, Señor, ni te acuerdes de la iniquidad.
Eh aquí que la ciudad del Santuario quedó desierta:
Sión quedó desierta; Jerusalén está desolada.
La casa de tu santidad y de tu gloria,
Donde nuestros padres te alabaron)

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.
(Derramad, oh cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo)

Peccávimus et facti sumus tamquam immúndus nos,
Et cecídimus quasi fólium univérsi
Et iniquitátes nostrae quasi ventus abstulérunt nos
Abscondísti fáciem tuam a nobis
Et allisísti nos in mánu iniquitátis nostrae.
(Pecamos y nos volvimos como los inmundos,
Y caímos, todos, como hojas.
Y nuestra iniquidades, como un viento, nos dispersaron.
Ocultaste de nosotros tu rostro
Y nos castigaste por mano de nuestras iniquidades)

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.
(Derramad, oh cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo)

Víde, Dómine, afflictiónem pópuli tui
Et mitte quem missúrus es
Emítte Agnum dominatórem terrae
De pétra desérti ad montem fíliae Sion
Ut áuferat ipse jugum captivitátis nostrae.
(¡Mira, Señor, la aflicción de tu pueblo,
Y envíale a Aquel que vas a enviar!
Envíale al Cordero dominador de la tierra
Del desierto de piedra al monte de la hija de Sión
Para que Él retire el yugo de nuestro cautiverio)

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.
(Derramad, oh cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo)

Consolámini, consolámini, pópule meus
Cito véniet salus tua
Quare moeróre consúmeris, quia innovávit te dolor?
Salvábo te, noli timére
Ego énim sum Dóminus Deus túus Sánctus Israël, Redémptor túus.
(Consuélate, consuélate, pueblo mío,
¡En breve ha de llegar tu salvación!
¿Por qué te consumes en la tristeza, por qué tu dolor?
¡Yo te salvaré, no tengas miedo!
Porque Yo soy el Señor, tu Deus,
El Santo de Israel, tu Redentor)

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.
(Derramad, oh cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo)

Lecturas del Domingo 4º de Adviento - Ciclo C

Primera lectura

Lectura de la profecía de Miqueas (5,1-4):

Esto dice el Señor:
«Y tú, Belén Efratá,
pequeña entre los clanes de Judá,
de ti voy a sacar
al que ha de gobernar Israel;
sus orígenes son de antaño,
de tiempos inmemorables.
Por eso, los entregará
hasta que dé a luz la que debe dar a luz,
el resto de sus hermanos volverá
junto con los hijos de Israel.
Se mantendrá firme,
pastoreará con la fuerza del Señor,
con el dominio del nombre del Señor, su Dios;
se instalarán, ya que el Señor
se hará grande hasta el confín de la tierra.
Él mismo será la paz».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 79,2ac.3c.15-16.18-19

R/. Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

V/. Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece;
despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

V/. Dios del universo, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó, 
y al hombre que tú has fortalecido. R/.

V/. Que tu mano proteja a tu escogido, 
al hombre que tú fortaleciste. 
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (10,5-10):

Hermanos:
Al entrar Cristo en el mundo dice:
«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas,
pero me formaste un cuerpo;
no aceptaste
holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije: He aquí que vengo
—pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí—
para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad».
Primero dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley. Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad».
Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según San Lucas (1,39-45):
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Palabra de Dio, del domingo, 23 de diciembre de 2018
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Lectura del santo Evangelio según San Lucas (1,39-45):

En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Palabra de Dios