lunes, 27 de marzo de 2017

¿Por qué me apunto a religión?

La Conferencia Episcopal Española presenta el día 27 de marzo la Campaña "Me apunto a Religión". En este vídeo los chavales explican los motivos por los que quieren apuntarse a esta clase.

CARDENAL CARLOS AMIGO: “YO SALGO EN LOS PERIÓDICOS, PERO SON LOS POBRES Y LOS HERMANOS LOS PROTRAGONISTAS”

El Cardenal y Arzobispo Emérito de Sevilla, Carlos Amigo, a lo largo de su ministerio pastoral, ha concedido infinidad de entrevistas. Por esta razón, a priori, podría uno pensar que pedirle parte de su tiempo para intercambiar pareceres sobre diferentes cuestiones, podría resultarle algo rutinario o tedioso. Nada más lejos de la realidad. El Cardenal Carlos Amigo es una persona afable, dado a la palabra y gran comunicador. Cuando uno comienza a dialogar con él, te da la sensación de que se siente a gusto, como si no tuviera más cosas en la agenda del día.
Los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca son un instituto religioso católico de derecho diocesano, erigido canónicamente en 1989 por Carlos Amigo, el cual, siendo Arzobispo de Tánger, lo aprobó en 1975 como Pía Unión.
Para Amigo, este nuevo hogar recientemente inaugurado en La Laguna supone una gran satisfacción, aunque hay un detalle que no le convence, señala con una sonrisa.  “Lo que menos me gusta es el nombre.  Pienso que de los pobres no se debe presumir nunca. Yo soy el que sale en el periódico, pero son los hermanos y los pobres los auténticos protagonistas”.
En varias ocasiones el Cardenal Amigo se ha definido como un franciscano vestido de arzobispo o de cardenal. “Pienso que esto ocurre en todas las vocaciones.  Suele decirse  que la primera novia es aquella que siempre recuerda uno. Yo no sé esas experiencias, pero sí sé que  siempre la primera vocación es la que está ahí dentro. Hay tantas personas que están trabajando en cosas que no eran las que deseaban en un principio. Hicieron sus carreras pero, por circunstancias, tuvieron que emplearse en otro sitio. Aunque económicamente estén mejor, siempre echarán de menos su primera vocación. Pues igual ocurre en mí. Mi primera vocación ha sido la de franciscano”.
A la pregunta de qué se deben, mutuamente, el Instituto Religioso de los Hermanos de Cruz Blanca y Carlos Amigo, éste indica que lo único es gratitud a Dios.  “Cuando llegué a Tánger, me explicaron lo que hacían y, desde un primer momento, los apoyé en sus proyectos”.
En nuestra sociedad, a veces hasta la caridad se pone en duda. Para el Arzobispo Emérito de Sevilla, esta palabra hay que pronunciarla con gran respeto. “La palabra ‘caridad’ hay que decirla de rodillas. Servir a los demás es servir a Dios, que ha puesto en el corazón de las personas el deseo de amar siguiendo el evangelio de Jesucristo. Me molesta mucho cuando se pretende camuflar la palabra ‘caridad’ con sucedáneos. La caridad es, sobre todo, amar al prójimo. Dar de comer al hambriento sin pedir el carnet de identidad. La caridad no es simplemente un afecto o una sensibilidad, es el reconocimiento de los derechos de las personas”.
El Cardenal Amigo ha conocido a varios Papas. A todos, dice quererlos por igual, aunque con algunos ha vivido momentos que nunca podrá olvidar. “Dios envía, en cada momento, el Papa que la Iglesia necesita.  Pensemos en los últimos años. Después de la figura admirable de Pío XII, vino San Juan XXIII, simpático, bonachón, con gestos muy sencillos. Luego, tuvimos a Pablo VI, Papa que me nombró a mí obispo. Le tengo un especial afecto. Fue el Santo Padre que llevó adelante nada más y nada menos que el Concilio Vaticano II.  La exhortación apostólica “Evangelii Nuntiandi” es posiblemente el documento contemporáneo más importante y más citado. Y se cita, normalmente, sin tener que cambiar una sola letra. Tras Pablo VI, tuvimos al Papa que duró un mes Juan Pablo I. Como solemos decir, sonrió y se marchó. Pero, sin embargo, dejó un gesto. El del cariño y el afecto. Después de él, vino el Papa que lo desbordó todo, San Juan Pablo II.  Tremendo lo que hizo este hombre, a pesar de las críticas durante su pontificado por llevar a cabo cuestiones sociales muy abiertas. Hoy día es admirado por muchísimas personas.  Luego tenemos a Benedicto XVI, un Papa que saludaba moviendo muy poquito los dedos. Gestos muy sencillos. A él hay que agradecerle el hecho de que se tomaran con seriedad y, de frente,  los grandes problemas que estaban sobre la mesa de la Iglesia, especialmente de la Santa Sede. Además, Benedicto XVI, demostró ser un sabio. Claro que podía seguir adelante, pero no se vio con las capacidades de hacerlo adecuadamente y por eso renunció”.
En sus encuentros con los Santos Padres, el Cardenal Amigo tiene varias anécdotas. Una que le impresionó mucho le sucedió con San Juan Pablo II. “Él y yo, convivimos en la misma residencia episcopal en Sevilla durante las dos visitas que realizó. Nunca se me olvidará una imagen.  Como el apartamento del obispo está en la segunda planta del palacio episcopal, tomamos un ascensor pequeño y antiguo.  Había allí, día y noche, un técnico para que no se parara. Pero tuvo algunos problemas. Recuerdo el estar solos en aquel habitáculo. El Papa muy firme porque aquello era muy estrecho. Era increíble estar allí con el Papa, en silencio, cara a cara con él. Tan cerca de un santo. Los segundos que tardaba el ascensor en funcionar se me hacían eternos. Es curioso como esas sensaciones perduran en el tiempo”.
Tras repasar una larga lista de temas, con Carlos Amigo terminamos hablando de nuestra Diócesis Nivariense y, concretamente, de la Misión en marcha. Nada le suena extraño o desconocido al arzobispo de Sevilla, prueba de que conoce el trabajo que se lleva realizando en estas islas. “La Iglesia existe para evangelizar. El Obispo, Don Bernardo con sus colaboradores, han elaborado este plan de pastoral que busca, precisamente, replantear esta labor evangelizadora en nuestro aquí y ahora.  “En salida misionera”, no se refiere a “salida” como escape sino, al revés. La iglesia no tiene que estar metida en la sacristía, sino que tiene que salir al mundo a evangelizar. El fruto lo recogerá Dios. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? No lo sé, pero lo que sé es que donde el evangelio se siembra, surge el fruto”.

La perfecta alegría, según San Francisco de Asís


Una alegría radical, sorprendente e incomprensible para la mente del mundo

Iban San Francisco y el hermano León camino de Santa María de los Ángeles desde Perugia, era invierno y estaban atormentados por el fuerte viento, cuando el hermano León le preguntó:
Padre, te ruego por parte de Dios, que me digas dónde está la perfecta alegría.
Y san Francisco le respondió así:
Cuando lleguemos a Santa María de los Ángeles, completamente mojados por la lluvia y muertos de frío, llenos de barro y afligidos por el hambre, y toquemos a la puerta del convento, y el portero, irritado nos diga:
¿Quiénes son ustedes?
Y nosotros le digamos:
Somos dos de vuestros hermanos, y él nos diga:
No es cierto: son dos vagabundos que buscan engañar al mundo y roban las limosnas de los pobres; fuera de aquí.
Y no nos abra y nos deje a la intemperie bajo la nieve y la lluvia, con frío y hambre hasta la noche: entonces, si soportamos tal injuria y crueldad, tantos malos tratos, pacientemente, sin perturbarnos y sin hablar mal de él (…) escribe que en ello no está la perfecta alegría.
Y si aún, confusos por el hambre y el frío y la noche tocamos una vez más y pedimos por el amor de Dios, con lágrimas en los ojos, que nos abra la puerta y nos deje entrar, y él más escandalizado dijera:
Vagabundos inoportunos, les pagaré como merecen.
Y saliera de ahí con un palo y nos agarrara la capucha y nos tirara al piso y nos arrastrara por la nieve y nos golpeara con el palo:
Si nosotros soportamos todas esas cosas pacientemente y con alegría, pensando en los sufrimientos de Cristo bendito, los cuales debemos soportar por su amor:
¡Oh hermano León!, escribe que ahí y en eso está la perfecta alegría, y escucha la conclusión hermano León.
Por encima de todas las gracias y todos los dones del Espíritu Santo, los cuales Cristo concede a los amigos, está el vencerse a sí mismo y, voluntariamente, por amor, soportar trabajos, injurias, oprobios y desprecios.
Texto basado en de las “Florecillas de San Francisco”

Papa Francisco: Cuando los padres se separan, la cuenta “la pagan” los hijos

El Papa Francisco en la Misa que presidió este sábado en Milán. Foto: L'Osservatore Romano

El Papa Francisco alentó a los padres de familia a recuperar el hábito de jugar con sus hijos, de “perder” el tiempo con ellos e hizo una exhortación a no pelear frente a ellos porque eso les produce una serie de consecuencias muy negativas.
Así lo indicó el Santo Padre en el encuentro que sostuvo esta tarde en Milán, ante unos 45 mil confirmandos, acompañados de sus padres, padrinos y catequistas, que llenaron el estadio de San Siro.
El Santo Padre dijo luego, que “los niños nos ven y no se imaginan la angustia del niño cuando los padres se pelean, ellos sufren. Y cuando los padres se separan, la cuenta la pagan ellos”.
“Cuando se trae un hijo al mundo, deben tener consciencia de esto. Nosotros, tomamos la responsabilidad de hacer crecer en la fe a este niño”, agregó.
“Los ayudará mucho leer la exhortación Amoris Laetitia, sobre todo los primeros capítulos, el cuarto capítulo que es clave. No se olviden, cuando ustedes pelean, los niños sufren y no crecen en la fe”.
Los niños, continuó el Papa, “conocen nuestras alegrías, nuestras tristezas y preocupaciones. Logran captar todo y, dado que son muy intuitivos, sacan sus conclusiones y sus enseñanzas”.
“Saben cuándo hacemos trampa y cuándo no. Lo saben. Por ello, una de las primeras cosas que les diré es: cuídenlos, cuiden sus corazones, su alegría y su esperanza. Los ‘ojitos’ de vuestros hijos memorizan y leen con el corazón”.
El Pontífice exhortó también a mostrar a los niños que “la fe nos ayuda a seguir adelante, a afrontar tantos dramas que tenemos, no con una actitud pesimista sino confiada. Este es el mejor testimonio que podemos darles. Es un modo de decir ‘las palabras se las lleva el viento’, pero lo que se siembra en la memoria, en el corazón, permanece para siempre”.
El Papa también exhortó a las familias a ir juntos a Misa y luego a una plaza o un parque a jugar juntos, acompañados de otras familias. “Esto es bello y ayuda a vivir el mandamiento de santificar las fiestas. Vayan a la iglesia a rezar y no a dormir en la homilía”, pidió Francisco.
En la actualidad, lamentó el Pontífice, “muchos padres deben trabajar en días festivos para darles de comer a sus familias” y “siempre pregunto a los padres, cuando me dicen que pierden la paciencia con los hijos, pregunto ‘¿cuántos son, tres o cuatro?’ Y hago una segunda pregunta. ‘¿Tú juegas con tus hijos?’ Y no saben qué cosa responder. Los padres de este tiempo no pueden jugar o han perdido el hábito de jugar con los hijos, de perder el tiempo con los hijos”.
El Papa exhortó luego a educar en la solidaridad, “con las obras de misericordia”.
“Estas obras hacen crecer en la fe. Esto es muy importante. Me gusta poner el acento en la fiesta, en la gratuidad, en buscar a otras familias que viven la fe como un espacio de disfrute familiar, creo que es necesario también agregar otro elemento. No hay fiesta sin solidaridad, así como no hay solidaridad sin fiesta. Porque cuando uno es solidario, es alegre y transmite esa alegría”.

¿Cómo crecer en amistad con Jesús? El Papa propone 3 claves y un hilo conductor


El Papa Francisco en su llegada al estadio San Siro en Milán. Captura Youtube CTV

En medio de un gran ambiente de fiesta en el encuentro que sostuvo con unos 45 mil confirmandos, que estaban acompañados por sus padres, padrinos y catequistas, el Papa Francisco propuso este sábado en Milán tres claves para crecer en la amistad con Jesús, que están unidas por un hilo conductor que es la oración.
Las claves que propuso el Papa son las siguientes:
1.- Los abuelos
El Papa insistió una vez más en la necesidad de contar en la vidacotidiana con los abuelos, pues a pesar de que “son viejos” o “no saben usar la computadora ni el celular”, sí pueden ayudar a crecer en la amistad con Jesús.
“Los abuelos me han hablado normalmente de las cosas de la vida. Un abuelo me ha enseñado como con trabajo Jesús aprendió un oficio. Cuando yo veía a un abuelo, pensaba en Jesús. El otro abuelo me decía que nunca fuera a dormir sin decir una palabra a Jesús”.
“La abuela me enseñó a rezar, también mamá, también la otra abuela”, continuó el Santo Padre. “Los abuelos tienen la sabiduría de la vida. Con esa sabiduría nos enseñan a ir más cerca de Jesús. Un consejo, hablen con los abuelos, háganles todas las preguntas que quieren. Escúchenlos, hablen con ellos. Es importante en este tiempo hacerlo, ¿han entendido?
2.- Jugar con los amigos
“Me ayudó mucho jugar con los amigos porque jugar es bueno, jugar es sentir la alegría del juego con los amigos, sin insultarnos. Pensar que así jugaba Jesús. Les pregunto, ¿Jesús jugaba o no? Pero era Dios, ¿Dios podía jugar? Sí, Jesús jugaba”.
Francisco resaltó que “a nosotros nos hace bien jugar con los amigos porque cuando el juego es limpio se aprende a respetar a los otros, se aprende a hacer el equipo, a trabajar todos juntos y esto nos une a Jesús”.
3.- La parroquia
“Una tercera cosa que me ayudó fue la parroquia, ir al oratorio. Esto es importante. ¿A ustedes les gusta ir a la parroquia? ¿Les gustar ir a misa?”, cuestionó el Papa, a lo que los muchachos respondieron algunos “sí” y otros “no”.
“Estas tres cosas les harán crecer en la amistad con Jesús: hablar con los abuelos, jugar con los amigos e ir a la parroquia, porque con estas tres cosas tú rezarás más”.
Y la oración, concluyó el Santo Padre, “es el hilo que une las tres cosas”.

¡Nunca hagan bullying en la escuela o el barrio!, exhorta Papa Francisco


El Papa Francisco en el estadio San Siro en Milán. Captura Youtube CTV

En un encuentro este sábado 25 de marzo con unos 45 mil confirmandos en Milán, el Papa Francisco expresó su honda preocupación por el bullying y exhortó a todos los jóvenes a no hacerlo nunca.
Respondiendo a una pregunta hecha por una madre y catequista de nombre Valeria, sobre el consejo que puede dar a los educadores, el Santo Padre dijo: “Hay un fenómeno feo que me preocupa mucho en la educación: el bullying”.
Francisco cuestionó a todos los presentes en el estadio San Siro: “En vuestra escuela, en vuestro barrio ¿hay alguno o alguna a quien ustedes molestan, fastidian porque tiene algún defecto, porque es gordo o flaco, por esto o lo otro? ¿A ustedes les gusta hacer pasar vergüenza y picarlo por esto? Piensen. Esto se llama bullying”.
El Pontífice alentó también a los muchachos presentes a que “para el sacramento de la Santa Confirmación hagan la promesa al Señor y nunca hagan (bullying) y nunca permitan que se haga en su colegio, en su escuela, en su barrio”.
“¡Nunca se burlen, nunca fastidien a un compañero, del colegio, del barrio! ¿Prometen esto?”. Un sonoro “¡Sí!” fue la respuesta de todos los jóvenes en el estadio.
“Este ‘sí’ se lo han dicho al Papa. Ahora piensen en lo malo que es esto y piensen si son capaces de prometérselo a Jesús. ¿Se lo prometen a Jesús?” Nuevamente todos los presentes respondieron afirmativamente.
“Gracias y que el Señor los bendiga”, concluyó Francisco.

Cuando los hijos se van, el nido se queda vacío

Sea cual sea la razón por la que los hijos se van de casa, este hecho siempre duele

Cuando los hijos son pequeños pareciera que el tiempo nunca pasara. Es tanto el esfuerzo que hay que invertir en ellos que creemos que la solución a nuestro cansancio es que el tiempo pase rápido y sean mayores lo más pronto posible. Absurdamente, nos enfocamos en la idea de “¿cuándo será que mis hijos crezcan?” ¡Cuántos padres dijimos: “me urge que mis hijos ya sean grandes para tener más tiempo para mí”! Y un día, el tiempo nos concede ese deseo. Sin darnos cuenta, ni cómo ni en qué momento, ese bebé que apenas ayer salía del vientre y que papá y mamá enseñaron a gatear, hoy ya vuela, no camina, ni corre, ¡vuela!
¡En qué momento se fue la vida! Los hijos están listos para irse. Quizá ya se fueron. Se siente una mezcla extraña de melancolía y satisfacción, de tristeza y júbilo, de desolación y gozo. No sé qué es, sólo sé que duele el alma, y mucho. Los hijos se van y no vuelven al nido. 
Aunque es ley de vida, son de esas leyes que la cabeza entiende, pero el corazón no acepta, o por lo menos no tan fácil. Pareciera que estamos preparados para esto porque es lo natural, es la regla. Pero no. Tratas de minimizar el dolor con pensamientos positivos, y sin embargo, el pesar sigue. Piensas que es normal sentir eso. 
De repente nos sentimos culpables y hasta egoístas por -valga la redundancia- sentir lo que sentimos y mejor nos lo callamos porque creemos que no es nuestro derecho llorar porque los hijos se hayan ido.  Tampoco compartimos nuestro pesar pues no salta la persona que minimiza nuestra sensación y nos dice: “¿Querías a tus hijos para ti o que se quedaran para siempre en tu casa o por qué tanto drama?” o “¡Es la ley de la vida, suéltalos!”. ¡Mejor que se callen! 
Porque por mucho que otras personas hayan vivido esta experiencia, sólo tú sabes lo que realmente padeces. Sólo tú entiendes la magnitud, la profundidad de desolación que tu corazón experimenta porque sólo tú amas a tus hijos con esa intensidad. Únicamente tú sabes sus historias de amor, de perdón, de reconciliación. ¡Caramba! ¡Es toda una vida compartida! Insisto, la cabeza entiende que los hijos sólo son prestados, pero el corazón no.
Tratas que tus hijos no noten en tu rostro aflicción para no hacerles sentir mal. Hay días que lo logras, hay días que no. Te encierras en tu recámara, en el cuarto más lejano para llorar, gritar, decirle a Dios que sientes impotencia de no poderles detener; que es tanto lo que les amas que les dejas ir, pero que aún así, es tanto el amor, que te duele soltarles y mucho. 
¿Sabes algo? ¡Qué más da si lo notan! No finjas que todo está bien cuando sientes que el alma se te destroza y que un pedacito de tu corazón se va en ese vuelo. Muéstrales tu interior, desnuda tu alma, diles cómo te sientes, comparte y no te quedes con nada. Y si en el compartir notas tristeza en sus rostros, hazles saber que pronto estarás mejor porque justo para eso -con amor- los has educado toda una vida, para que volaran y fueran personas independientes y de bien. Diles que tú te harás cargo de tu tristeza y que simplemente te dejen llorar… sentir…
Y es que es una mezcla de emociones, de sentimientos compuestos de risa y llanto. Le ves volar y te sientes agradecido con la vida de que estén persiguiendo sus propios sueños y de que tú como padre has estado ahí para empujarles y apoyarles. 
Los enormes deseos de gritarles, “¡no se vayan, quédense!”, tu cónyuge y tú se los tragan y sólo atinan a darse un fuerte abrazo con la mirada mojada en llanto. En silencio se consuelan, se toman de la mano y, sin palabras, sus corazones se confortan: “Tranquilo, amor mío, aquí estoy para ti”.
La casa se “siente” vacía, sola. Vociferas su nombre sabiendo que no habrá respuesta. La algarabía del que hasta ayer era una adolescente ruidoso y desordenado ya no se escucha más. Ya no hay a quien gritar “¡bájale a esa música de locos!” O “recoge tu recámara porque si no, no sales”. 
La cocina siempre recogida, el cereal en su lugar, los botes de crema de cacahuate perfectamente acomodados en la alacena. Ya no hay quien bote ese balón por toda la casa ni quien cante en la regadera con voces de histeria. En casa sólo se escucha el silencio de su ausencia… Hasta el perro dejó de ladrar… 
Dios Santo, ¡qué profunda se siente su partida! ¿A dónde se fueron los hijos? A hacer lo que es su derecho, a seguir viviendo, a conquistar sus sueños.
Como padres, jamás el deseo será quererles cortar las alas, aunque, por otro lado, quisieras que es esas alas nunca hubieran abierto para su vuelo, que siempre fueran pequeños para que tus brazos les siguieran protegiendo de cualquier miedo que pudieran sentir en la vida. 
Ahora, ese deseo tuyo de que crecieran rápido desearías que la vida no te lo hubiera concedido. La razón entiende que simplemente se van a cumplir con su misión de vida, pero tu corazón y toda tu persona siguen renuentes a admitirlo y se quieren ir con ellos.
¿Y qué sigue para los papás? Por supuesto que lágrimas revueltas con risas, satisfacción, algo de melancolía y tristeza y, eso sí, un gran cambio de vida aprendiendo a vivir de manera distinta, adaptándose a las nuevas circunstancias del presente. No es el fin de tu mundo, es sólo un cambio y todo cambio genera miedo y ansiedad. Todo pasa y también esto pasará.
Un día los pajaritos aprendieron a volar, a valerse por sí mismos y dejaron el nido. Hoy el nido se ha quedado vacío.

Vaticano estudiará la figura de Lutero para comprender por qué se produjo la Reforma

El Vaticano examinará en un encuentro la figura de Lutero desde un punto de vista académico e histórico. Porque no solo las cuestiones teológicas explican el inicio de la Reforma. 

JOHANNES GROHE
Profesor Historia Medieval, Pontificia Universidad de la Santa Cruz
"Lutero no actúa en unión con el Emperador. Son los príncipes regionales en Alemania los que toman la reforma como ocasión para ir en contra del Papa y en contra del Emperador. Carlos V se ve en esta lucha contra Lutero y contra los príncipes protestantes con el fin de mantener la unidad del Imperio. Así la reforma, en 10-15 años, se transforma, de una cuestión de reforma de las costumbres y de la ideología, en una lucha política”.

Esta maniobra política de los nobles alemanes contra el entonces emperador, Carlos I de España y V de Alemania, aceleró la ruptura. Aunque la Iglesia tampoco era una institución rígida ya había emprendido reformas, por ejemplo,  en las órdenes religiosas. El encuentro analizará estas circunstancias históricas y políticas que aceleraron la división.

P. BERNARD ARDURA
Presidente, Pontificio Comité de las Ciencias Históricas 
"Lutero ha sido visto en los siglos pasados como la encarnación del diablo, como el que ha roto la comunión. Hoy no se trata de decir que ha hecho algo bueno pero podemos explicar cómo ha pasado esto”. 

Han pasado 5 siglos desde las famosas 95 tesis de Martín Lutero. Desde entonces se han dado muchos pasos que han acercado a las dos confesiones, especialmente desde el Concilio Vaticano II, y que han favorecido un cambio de actitud.

P. BERNARD ARDURA
Presidente, Pontificio Comité de las Ciencias Históricas 
"Es una herida abierta pero la mirada no es la misma. Tenemos una mirada de caridad, una mirada recíproca, que ve en el otro buena voluntad”.

Una prueba de ello fue por ejemplo, el viaje del Papa Francisco a Suecia para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma.

Este congreso sobre Lutero se celebrará del 29 al 31 de marzo. Busca profundizar en el pasado para entender cómo caminar juntos en el futuro, siempre como dice el Papa Francisco, a través del diálogo pero sin perder la propia identidad. 


VÍA CRUCIS 4

Vía Crucis
Introducción:
Hermanos: nos hemos reunido para meditar sobre el Misterio de la muerte y Resurrección de Jesús. Lo haremos siguiendo los textos bíblicos que, por medio de los profetas y los evangelistas, nos presentan el drama de Cristo que es nuestro propio drama: morir para vivir.
Bien lo dice la Carta a los Hebreos:
“ Por tanto, también nosotros sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el cual en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia, y está sentado a la derecha del trono de Dios. Fijaos en aquel que soportó tal contradicción de parte de los pecadores, para que no desfallezcáis faltos de ánimo. No habéis resistido todavía hasta llegar a la sangre en vuestra lucha contra el pecado”
(Heb 12, 1-4)

Y San Pablo, a su vez, nos orienta diciendo:
“Por tanto yo os exhorto, por el estímulo de vivir en Cristo…, a que tengáis los mismos sentimientos que tuvo Cristo, el cual siendo Dios… se humilló a sí mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Flp 2,1.5.6.8)

Dispuestos así a vivir y hacer nuestros los sentimientos de Jesús en su pasión y muerte, recorreremos su mismo itinerario de dolor para ser también nosotros hoy los testigos de su salvación.
Primera estación:
Animador: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Todos: Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Monitor: Jesús es condenado a morir en la cruz.
“Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes y el Consejo en pleno prepararon su plan y, atándolo, lo condujeron a Pilato y se lo entregaron.
Pilato le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos?
Le contestó: Tú lo estás diciendo.
Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Jesús no contestaba nada, de suerte que Pilato estaba muy extrañado.
Por la fiesta solía soltarles un preso. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los sediciosos que habían matado a uno en una revuelta. La gente empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó: ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?
Pero los sumos sacerdotes soliviantaron al pueblo para que les soltara a Barrabás. Pilato les preguntó: ¿Y qué hago con ese que llamáis rey de los judíos?
A eso gritaron ellos: ¡Crucifícale!
Entonces Pilato, queriendo dar satisfacción a la gente, les soltó a Barrabás, y a Jesús lo entregó para que lo azotaran y lo crucificaran” (Mc 15,1-15)

Animador:
¡Qué fácil es condenar a un hermano porque su presencia nos fastidia o nos mueve a la reflexión y al cambio!
Padres e hijos, gobernantes y gobernados, patronos y obreros, profesores y alumnos, sacerdotes y fieles… todos nos pasamos el día en la crítica agria, echando la culpa al más débil, condenando al que no comulga con nuestras ideas.
Tratemos ahora de juzgarnos con esa misma severidad a nosotros mismos y veamos en qué medida Cristo sigue condenado en nuestra sociedad.
(Momento silencio…)

Monitor: Oremos, hermanos, por los que hoy son condenados injustamente (Breve pausa).
Animador: Señor, que descienda tu justicia fundamentada en el amor, para que aprendamos a vivir en la concordia y en la paz, por Cristo nuestro Señor. Amén.
Segunda estación:
Animador: Te adoramos…
Monitor: Cargan a Jesús con la cruz, rumbo al calvario”.
“Los soldados se lo llevaron al interior del palacio y convocaron a toda la compañía; lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas y comenzaron a saludarlo diciendo: ¡Salud, rey de los judíos!.
Le golpeaban la cabeza con una caña y le escupían y, arrodillándose, le rendían homenaje. Terminada la burla, le quitaron la púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo” (Mc 15,16-20)

Animador: La violencia humana no conoce límites y de todo se vale para conseguir sus propósitos: calumnias, burlas, desprecio, humillaciones, cárcel, tortura y muerte.
Hoy miles de seres humanos soportan esta triste situación. Siempre hay una excusa para ello: intereses políticos, guerras de liberación, prejuicios raciales, conservar el orden, defender ciertos derechos, salvar la propia ideología…
Entretanto, podemos preguntarnos: ¿Cómo tratamos a la gente de color, qué pensamos de ellos? ¿Cómo tratamos al minusválido, al deficiente mental, a la gente de menor posición que nosotros, al contrario político…? ¿No es la burla y el desprecio una de nuestras armas preferidas? (Momento de silencio)…

Monitor: Oremos, hermanos, por todos aquellos que hoy son víctimas de la segregación y el desprecio. (Breve pausa)…
Animador: Señor, que nos pediste que fuéramos mansos y humildes de corazón, destierra de nuestra comunidad y de nuestro pueblo la violencia y el odio, para que todos los que vivimos aquí seamos tratados con iguales derechos. Te lo pedimos a Ti…
Tercera estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: Jesús cae bajo el peso de la cruz.
El salmo 6 expresa la situación del hombre afligido que confía en Dios.
“Piedad, Señor, que desfallezco; cura, Señor, mis huesos dislocados.
Tengo el alma en delirio, y tú, Señor, ¿hasta cuándo?.
Vuélvete, Señor, pon a salvo mi vida: que en el reino de la muerte nadie te invoca; y en el abismo ¿quién da gracias?
Estoy agotado de gemir, de llorar sobre el lecho, regando de noche con lágrimas mi cama. Mis ojos se consumen irritados, envejecen por tantas contradicciones. Apartaos de mí los malhechores, que el Señor ha escuchado mis lamentos. Él ha aceptado mi súplica, Él ha escuchado mi oración”.

Animador: Jesús, gime ante el dolor hasta llegar a decir. “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
No es fácil advertir con qué frecuencia nosotros vivimos esa misma situación. Dudas, dificultades, apuros económicos, angustias, disgustos.
O bien la soledad, el cansancio de vivir, el estar hartos de todo.
Cada uno tiene su cruz y conoce su nombre.
Jesús no le dijo NO a la vida de sacrificios. Siguió hasta el final.
¿Cuál es nuestra actitud ante las contrariedades y sufrimientos de la vida? ¿Desesperación? ¿Resignación pasiva? ¿Aislamiento? ¿Tenemos confianza en que Dios no abandona a los que confían en él?
(Momento de silencio)…

Monitor: Oremos, hermanos, por todos aquellos que están angustiados y gimen ante las contrariedades de la vida. (Breve pausa)…
Animador: Señor, que escuchas las súplicas de los que en ti confían, danos la fortaleza para caminar todos los días con nuestra cruz, como tu Hijo Jesús, que vive y reina…
Cuarta estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: María, la Madre, acompaña a Jesús en su dolor.
El evangelista san Juan nos muestra a María al pie de la cruz, como símbolo de la Iglesia, la esposa de Cristo, unida a su dolor redentor.
“Estaban junto a la cruz de Jesús, su madre, la hermana de su madre y María Magdalena. Al ver a su madre y al discípulo amado, dijo Jesús: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Y luego al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”
(Jn 19,25-27)
Animador: María comparte la cruz de su hijo. Se cumplió de este modo lo que fuera anunciado: “Una espada traspasará tu corazón”.
Así quiere Jesús a la Iglesia, a su comunidad cristiana: capaz de redimir a los hombres con la efusión de su sangre, unida a los que sufren, denunciando las injusticias, compartiendo el dolor de los marginados.
Es el camino del servicio fraterno, al cual se opone la tentación del triunfalismo y de la vida aburguesada.
Meditemos en qué medida nosotros como comunidad cristiana, hacemos nuestros el dolor y la necesidad de nuestros hermanos. ¿Somos una iglesia pobre, desprendida, que todo lo comparte y que se sacrifica por los otros?
(Momento de silencio)…
Monitor: Oremos, hermanos, por toda la Iglesia para que, a imitación de María, sepa cumplir el dolor de todos los que sufren. (Breve pausa)…
Animador: Señor, que condujiste a María a la gloria de la Asunción por el camino del dolor y la entrega de sí misma, te pedimos que nosotros, tu pueblo elegido no desertemos jamás de la cruz como único medio de salvar a los hombres. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Quinta estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz
“Pasaba por allí de vuelta del campo un tal Simón de Cirene, el padre de Alejandro y Rufo, y lo forzaron a llevar la cruz” (Mc 15,21)
Animador: No fue en vano el sacrificio de Simón el Cireneo. El Evangelio recuerda el nombre de sus dos hijos que aceptaron la fe de Cristo.
Muchas veces, en la vida, las circunstancias nos obligan a hacer sacrificios que no estaban en nuestros cálculos. Lo exigen la familia, el pueblo, el país, la Iglesia, los pueblos que tienen hambre o sufren una catástrofe, los enfermos…
Sepamos reconocer en esas circunstancias la invitación de Dios a dar la vida a los que no la tienen. El dolor asumido con amor es siempre fuente de alegría para quien lo ofrece, y de vida y paz para quien lo recibe.
¿Somos capaces de ayudar a otros a llevar su cruz?
¿Lo hacemos con alegría?
(Momento de silencio)
Monitor: Oremos, hermanos, por todos aquellos que se sienten solos en su dolor y no encuentran a nadie que les tienda una mano (Pausa breve)…
Animador: Señor Jesucristo, que recompensaste a Simón el Cireneo otorgando a sus hijos el don de la fe, concédenos a nosotros la suficiente generosidad para ayudar a los que se sienten solos y desahuciados. Te lo pedimos a Ti que vives
Sexta estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: Una mujer limpia el rostro de Jesús
La tradición legendaria, compadecida de Jesús, ve a una mujer que enjuga su rostro humillado. El salmo 69 describe así al justo en su hora de dolor:
“Dios mío, sálvame que me llega el agua al cuello; me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie. Estoy agotado de gritar, tengo ronca la garganta; se me nublan los ojos de tanto aguardar a mi Dios.
Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin razón.
Dios mío, que no se avergüencen los que te buscan. Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre.
Pero mi oración se dirige a ti en el momento propicio, respóndeme por tu gran lealtad, por tu fidelidad que salva…”
Animador: ¡Cuántas cosas podemos leer en el rostro de los hombres y mujeres que pasan a nuestro lado! Rostros cansados de trabajadores; rostros tristes de gente sola; rostros preocupados en los que no tienen trabajo; rostros acongojados en los que sufren un duelo; rostros avergonzados en los que pasan sus días en la cárcel; rostros envilecidos en los prostíbulos; rostros airados unos, humillados otros; aquí alguien llora, allí una desfigurado por la enfermedad.
¡Y quién pudiera ver el rostro interior…! ¡Rostros de mentira, de falsedad, de envidias, de odio, de pereza, de venganza…!
¿Y cuál es el rostro de la Iglesia?
¿Cómo es el de nuestra pequeña Parroquia? ¿Qué significa para nosotros el rostro de toda esa gente que pasa a nuestro lado buscando que alguien lo enjugue y devuelva la alegría y la paz que han perdido?
(Momento de silencio)…
Monitor: Oremos, hermanos, para que el rostro de los hombres refleje el rostro de Dios, a cuya imagen hemos sido creados. (Breve pausa)…
Animador: Señor, que has devuelto a nuestro rostro la belleza espiritual de las nuevas criaturas por el agua del Bautismo, te pedimos que siempre sepamos descubrir en el rostro de los que nos rodean el sello de tu imagen. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor…
Séptima estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: Jesús cae en tierra por segunda vez.
El salmo 22 que, según los evangelios, Jesús rezó en la cruz poco antes de su muerte, nos revela su profundo drama de dolor y abandono.
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? No te alcanzan mis clamores ni el rugido de mis palabras. Dios mío, de día te grito y no respondes; de noche, y no me haces caso. Soy como un gusano, no un hombre; vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: “Acudió al Señor, que lo ponga a salvo, que lo libre si tanto lo quiere”.
No te quedes lejos, que el peligro está cerca y nadie me socorre. Estoy como agua derramada, tengo los huesos descoyuntados; mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas; la lengua se me pega al paladar; me aprietas contra el polvo de la muerte. Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores, me taladran las manos y los pies, y puedo contar mis huesos. Ellos me miran triunfantes… pero Tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a auxiliarme… Porque el Señor es rey, él gobierna a los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la tumba y a mí me darás la vida…”
Animador: El justo confía en el Señor, pues Dios es el Rey de la vida y vence a la muerte.
Las caídas y contrariedades de la vida diaria, la sombra de la muerte que nos acecha, una desgracia familiar… , todo ello pone a prueba nuestra esperanza cristiana. Jesús confió en el Padre… y por esa confianza abrió sus brazos a los clavos y su corazón a la lanza.
Hoy es difícil descubrir el sentido de la esperanza. En efecto, ¿cuál es su fundamento? ¿En qué esperamos los cristianos? ¿Es confiar sólo en un más allá de la muerte? ¿De qué manera hoy Dios manifiesta su salvación al hombre atribulado, ahogado entre máquinas y aparatos, temeroso de sus propios instrumentos bélicos?
Meditemos un instante acerca de qué implica para nosotros confiar en Dios en las horas de angustia.
(Momento de silencio)…
Monitor: Oremos, hermanos, por los que viven al borde la desesperación. (Breve pausa)…
Animador: Señor Jesús, que en tu hora suprema clamaste al Padre: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, y aceptaste, sin embargo, el cáliz del dolor que te ofrecía, concédenos la gracia de iluminar nuestros ojos con la luz de tu salvación. Tú que vives y reinas…
Octava estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: Jesús consuela a las mujeres
que lloran por él.
“Lo seguía un gran gentío del pueblo y muchas mujeres que se golpeaban el pecho y gritaban lamentándose por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Mujeres de Jerusalén no lloréis por mí; llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque van a llegar días en que digan: “Dichosas las estériles…” Entonces pedirán a los montes: “Desplomaos sobre nosotras”; porque si con el leño verde se hace esto, con el seco, ¿qué se hará?”
(Lc 23,27b-31)
Animador: Jesús no debe movernos a compasión. Él murió libremente, sabiendo que era inocente. El verdadero mal que debe ser llorado es el pecado que nos esclaviza.
El hombre moderno, orgulloso de su ciencia, admirado por sus hazañas, satisfecho de su bienestar, es el verdadero digno de lástima, si no es capaz de dar trascendencia a su vida. Un hombre que ofrece sus sufrimientos por amor a los demás no merece lástima sino admiración. Ese hombre es un héroe, como en la antigüedad griega fue Sócrates y en la época moderna fue Martín Lutero King.
Las espantosas guerras de este siglo revalidan las palabras de Jesús a aquellas mujeres: No hay peor desgracia que la de un pueblo obcecado por el egoísmo y el odio.
Lloremos ahora en silencio por esta sociedad moderna que se envilece tras el dinero, el sexo y al ambición, provocando, por adorar a esos ídolos, tan tremendas catástrofes. Lloremos nuestro egoísmo, árbol seco que enciende el fuego de la corrupción.
(Momento de silencio)…
Monitor: Oremos, hermanos, por los hombres y los pueblos que sufren la opresión de la violencia. (Breve pausa)…
Animador: Señor, que consolaste a las mujeres que lloraban por ti y que lloraste por tu pueblo infiel a la llamada divina, haz que nosotros sepamos detectar nuestras verdaderas llagas sociales y las curemos como fruto de tu salvación. Tú que vives y reinas con el Padre…
Novena estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: Jesús cae en tierra por tercera vez bajo el peso de la cruz.
A los que nos resistimos a llevar la cruz, Jesús nos dice:
“El que quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, que cargue cada día con su cruz y que me siga; porque si uno quiere salvar su vida, la perderá; en cambio el que pierda su vida por mí, ése la ganará… Si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con su gloria…” (Lc 9,23-26)
Animador: Mientras Jesús cae bajo su peso, Pedro y los apóstoles se resisten a cargar con la cruz; prefieren el camino de la espada y de la gloria.
He aquí el gran pecado de la Iglesia; resistir al Cristo sufriente, Siervo de Dios, para fabricarse un Cristo del poder.
También éste es nuestro pecado: nos compadecemos hoy por Jesús dolorido, pero no asumimos sus sentimientos, desconfiamos de sus palabras, cambiamos su Evangelio por los slogans publicitarios…
Meditemos un instante para ver si nos avergonzamos del camino humilde y de la Iglesia pobre. ¿Cómo llevamos nuestra cruz? ¿Qué precio pagamos por una sociedad más justa y por una Iglesia más servicial?
(Momento de silencio)…
Monitor: Oremos, hermanos, por todos los cristianos, para que lleven su cruz con los mismos sentimientos de Cristo. (Breve pausa)…
Animador: Señor, que dijiste: “Quien no carga con su cruz y no se viene detrás de mí, no puede ser mi discípulo”, ruega al Padre para que nos dé fortaleza de Espíritu a fin de que no nos avergoncemos de ser tus discípulos. Tú que vives y reinas…
Décima estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: Jesús llega al calvario y es despojado de sus vestidos.
“Cuando crucificaron a Jesús, los soldados repartieron su ropa en cuatro lotes, uno para cada uno, dejando aparte la túnica. Era una túnica sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Los soldados se dijeron: Mejor que dividirla en pedazos la echaremos a suerte, a ver a quién le toca.
Así se cumplió la Escritura: “Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica”. Eso fue lo que hicieron los soldados” (Jn 19, 23-24)
Animador: El evangelista Juan ve en esa túnica inconsútil el símbolo de la Iglesia que debe permanecer unida.
¡Qué triste es, entonces, el espectáculo de una Iglesia dividida por los odios, el recelo, las discusiones teológicas, los egoísmos, las intransigencias…!
Hemos hecho trizas la unidad de la túnica de Cristo. Y, sin embargo, estamos llamados a ser los testigos y artífices de la unidad del género humano…
Meditemos sobre este escándalo. Hagamos propósitos para restaurar los vínculos, limar las aristas, entablar el diálogo, perdonar ofensas.
(Momento de silencio)…
Monitor: Oremos, hermanos, por toda la Iglesia, para que restaure su unidad. (Breve pausa)…
Animador: Recemos con las palabras de Cristo en su oración sacerdotal: “Padre Santo, protege tú mismo a los que me has confiado, para que sean uno como lo somos nosotros… Que todos, Padre, sean uno, como Tú, Padre, estás conmigo y yo contigo; que también ellos estén con nosotros para que el mundo crea que Tú me enviaste”. Amén.
Undécima estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: Jesús clavado en la cruz.
Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: Éste es Jesús, el rey de los judíos”. Crucificaron, entonces, con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
Los que pasaban lo insultaban y decían, meneando la cabeza: Si eres hijo de Dios, sálvate y baja de la cruz.
Así también los sumos sacerdotes bromeaban diciendo: Ha salvado a otros y él no puede salvarse. ¡Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz y creeremos. ¡Había puesto en Dios su confianza! Si Él de verdad lo quiere, que lo libre ahora; ¿no decía que era hijo de Dios?” (Mt 27,37-43)
Animador: Por increíble paradoja y por esos misteriosos caminos de Dios, quienes injuriaban a Jesús no hacían más que expresar la fe de la Iglesia: Jesús es nuestro rey, el rey del amor y de la paz. Él demostró ser Hijo de Dios por su obediencia hasta la muerte, y muerte de cruz.
Hermanos, adoremos a Cristo sentado en su trono de gracia, y acerquémonos a él con confianza para saludarlo como nuestro Señor.
(Momento de silencio)…
Monitor: Oremos, hermanos, para que el reinado de amor, paz y justicia, encuentre hombres de buena voluntad. (Breve pausa)…
Animador: Purifica, Señor, nuestra fe, para que al proclamarte nuestro Rey y Señor, comprendamos que, a imitación tuya, no estamos para ser servidos sino para servir. Tú que vives y reinas…
Duodécima estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: Jesús muere por nuestra salvación.
“Desde el mediodía hasta la media tarde, toda aquella tierra se cubrió de tinieblas. A media tarde Jesús gritó muy fuerte: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
Inmediatamente uno de los soldados fue corriendo a coger una esponja; la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le dio de beber.
Entonces Jesús dio un fuerte grito y exhaló su espíritu” (Mt 27,45-50).
Animador: Hermanos, adoremos a Cristo, muerto como Buen Pastor para que nosotros recuperemos la vida. Reconozcamos nuestro pecado y unámonos a los que hoy mueren víctimas de la injusticia.
(Momento más largo de silencio)…
Monitor: Oremos, hermanos, para que destierre del mundo el odio y la violencia. (Breve pausa)…
Animador: Señor Jesús, que proclamaste desde la montaña: “Felices los no violentos porque heredarán la tierra”, que quienes hoy contemplamos tu cuerpo exánime en la cruz, seamos los instrumentos de tu paz que reconcilia a los pueblos. Tú que vives y reinas…
Decimotercera estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: Jesús es bajado de la cruz y sepultado
“Al caer la tarde, llegó un hombre rico de Arimatea, de nombre José, que era también discípulo de Jesús. Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo y Pilato mandó que se lo entregaran. José se llevó el cuerpo de Jesús y lo envolvió en una sábana limpia; después lo puso en un sepulcro nuevo excavado en la roca, rodó una losa grande a la entrada del sepulcro y se marchó. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro” (Mt 27,57-61).
Animador: En la tumba quedó sepultado un pasado. De allí mismo surgiría el hombre nuevo. Así lo comprendió el apóstol Pablo que nos invita a enterrar para siempre al hombre viejo, el hombre del egoísmo y del pecado, con estas palabras: “Tened esto presente: el hombre que éramos antes fue crucificado con Cristo, para que se destruyese el individuo pecador y así no seamos más esclavos del pecado” (Rom 6,6).
¿Qué valor y sentido tiene haber recorrido las estaciones del “via crucis” si no abandonamos en esta tumba el cuerpo de nuestros vicios, el ropaje de nuestra hipocresía, el equipaje de nuestras riquezas?
Hagamos un momento de silencio interior para despojarnos de nuestro hombre viejo, cuya muerte comenzó el día de nuestro Bautismo.
(Momento de silencio)…
Monitor: Oremos, hermanos, y renovemos las promesas bautismales. (Breve pausa)…
Animador: Señor Jesús, que dijiste: “Si el grano de trigo no muere, no puede dar fruto”, envía tu Espíritu a nuestros corazones para que, destruyendo el cuerpo de pecado, nos haga renacer a la vida nueva. Tú que vives y reinas…
Decimocuarta estación
Animador: Te adoramos…
Monitor: Jesús resucita y vive para siempre con su comunidad 
“El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la losa, entraron y no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían qué pensar de aquello, cuando se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes; despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron:
¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?
No está aquí; ha resucitado.
Entonces ellas volvieron del sepulcro y anunciaron esto a los Once y a los demás…” (Lc 24,1-9).
Animador: No creáis que terminar el “via crucis” con la resurrección es una innovación. Al contrario, no hacerlo sería caer en el error de aquellas mujeres que buscaban entre los muertos al que está vivo…
¿Dónde está Cristo? Ciertamente que no en la tumba. Eso es lo pasado, lo antiguo. Cristo, hoy, vive en medio de la comunidad que se ama y practica su Evangelio. “Cuando dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
No miremos más la tumba; mirémonos a nosotros, pues aquí está Cristo. Mirémonos con amor, saludémonos con alegría, sirvámonos como hermanos, y corramos a la calle para anunciar la Buena Noticia de que el Señor está con nosotros.
El amor es el gran milagro que hace presente a Jesucristo en medio de quienes aún estamos recorriendo su “via crucis”.
Monitor: Oremos, hermanos, para que, renovados interiormente, seamos los testigos de la resurrección de Cristo. (Breve Pausa)…
Animador: Señor Dios, que nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos que, renovados por el Espíritu, vivamos nuestra fe como una presencia salvadora. Por Cristo nuestro Señor.