viernes, 8 de enero de 2016

Juan Carlos Elizalde, nuevo obispo de Vitoria (España)

Juan Carlos Elizalde ha sido nombrado por el Papa Francisco nuevo obispo de Vitoria en sustitución de Miguel José Asurmendi, que renunció al cumplir los 75 años. Elizade, de 55, nació en Mezkiritz, en Navarra, región en la que hasta ahora ejercía como vicario de la archidiócesis de Pamplona.

El nuevo obispo es licenciado en Filosofía por la Universidad de Navarra, en Teología por la Facultad de Teología de Burgos y en Teología Espiritual por la Universidad Pontificia de Comillas. En 1987 fue ordenado sacerdote, labor que ha compaginado con su trabajo de profesor tanto en Madrid como en la universidad pública de Navarra.

Además, el presidente de la Conferencia Episcopal española y arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, ha sido nombrado miembro de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica.

Viernes, 8 de enero, de tiempo de Navidad después de la Epifanía del Señor



Epístola I de San Juan 4,7-10. 
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él.
Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.



Salmo 72(71),2.3-4ab.7-8. 
Para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud.
Que las montañas traigan al pueblo la paz,
y las colinas, la justicia;

que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos de los pobres.
Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz, mientras dure la luna;

que domine de un mar hasta el otro,
y desde el Río hasta los confines de la tierra.



Evangelio según San Marcos 6,34-44. 
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde.
Despide a la gente, para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo para comer".
El respondió: "Denles de comer ustedes mismos". Ellos le dijeron: "Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos".
Jesús preguntó: "¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver". Después de averiguarlo, dijeron: "Cinco panes y dos pescados".
El les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde,
y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta.
Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente.
Todos comieron hasta saciarse,
y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado.
Los que comieron eran cinco mil hombres.