martes, 30 de mayo de 2017

Tú puedes ayudar eficazmente a los cristianos perseguidos rezando esta oración


"Que tu Santo Espíritu les colme con su fuerza en los momentos más difíciles de perseverar en la fe..."

Padre nuestro, Padre misericordioso y lleno de amor,
mira a tus hijos e hijas que a causa de la fe en tu Santo Nombre
sufren la persecución y discriminación
en Irak, Siria y tantos lugares del mundo.

Que tu Santo Espíritu les colme con su fuerza
en los momentos más difíciles de perseverar en la fe.
Que les haga capaces de perdonar a los que les oprimen.
Que les llene de esperanza para que puedan vivir su fe en alegría y libertad.

Que María, Auxiliadora y Reina de la Paz
interceda por ellos y les guíe por el camino de santidad.

Padre Celestial, que el ejemplo de nuestros hermanos perseguidos
aumente nuestro compromiso cristiano,
que nos haga más fervorosos y agradecidos por el don de la fe.

Abre, Señor, nuestros corazones para que con generosidad
sepamos llevarles el apoyo y mostrarles nuestra solidaridad.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

¿Cuáles son los frutos del Espíritu Santo?


La tradición de la Iglesia enumera 12

“Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: ‘caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad’ (Gálatas 5, 22-23)” (Catecismo, 1832).
Son los frutos que produce el Espíritu Santo en la vida del cristiano a lo largo de su vida después de recibir sus 7 dones, dones que son recibidos, junto a las virtudes teologales, en el sacramento del bautismo; dones que son aumentados con el sacramento de la confirmación (Catecismo, 1302), dados en plenitud.
El cristiano es como los árboles: cuando está maduro dará sus frutos; por sus frutos os conocerán (Mt 12, 33). Cuando los árboles están maduros, darán unos frutos que no son agrios, sino dulces y buenos a la vista.
Los santos son quienes han sabido dar todos estos frutos y han sabido practicar las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza, templanza). Ojo, que no hay que confundir estos frutos con la vivencia de los valores humanos.
Veamos ahora en qué consisten dichos frutos:
1.- AMOR O CARIDAD. Quien da este fruto hace ver a Cristo en su vida; es quien permite actuar a Cristo en su vida (Ga2, 20). Si falta el amor no puede encontrarse ninguna acción sobrenatural, ningún mérito para la vida eterna, ninguna verdadera y completa felicidad.
2.- ALEGRÍA O GOZO. Es el fruto que emana naturalmente del amor; es como la luz del sol, o el perfume de la flor, o el calor del fuego. Esta alegría no se apaga en medio de los problemas; todo lo contrario, crece y se robustece en medio de ellos pues se hace más necesaria que nunca. Cuando se está en comunión con Dios amor, la persona es feliz; y busca también hacer felices a los demás. Es una alegría que supera todo goce fundado en la carne o en las cosas materiales.
3.- PAZ. La paz es la perfección de la alegría, porque supone el goce del objeto amado. El “objeto” amado, por excelencia, no puede ser otro sino Dios, y de ahí, la seguridad de la paz que brota de tener a Dios en el corazón. La paz nos hace ser personas serenas y mantiene al alma en la posesión de una constante alegría a pesar de todo.
4.- PACIENCIA. Quien da este fruto, supera las turbaciones que implica la lucha permanente contra los enemigos del alma y sus fuerzas invisibles y visibles. También facilita un encuentro armonioso con las criaturas con las que nos relacionamos. La paciencia nos hace ser cristianos que se saben controlar e impide que seamos resentidos o vengativos. Este fruto ayuda a superar la tristeza e impide que nos quejemos ante los problemas y sufrimientos de la vida.
5.- LONGAMINIDAD. Longanimidad es el mismo coraje o el ánimo en las dificultades que se oponen al bien; es un ánimo sobrenatural para concebir y ejecutar las obras de la verdad. Este fruto permite al cristiano saber esperar la acción de la Divina Providencia, cuando ve que, según la lógica humana, se retrasa el cumplimiento de sus designios. Es un fruto que permite mantenernos perseverantes ante las dificultades.
6.- BENIGNIDAD. Es una disposición permanente a la indulgencia y a la afabilidad. Es un fruto que nos ayuda a ser gentiles y ayuda a defender la verdad sabiendo ‘discutir’. Da una dulzura especial en el trato con los demás. Es una gran señal de la santidad de un alma y de la acción en ella del Espíritu Santo.
7.- BONDAD. Es la fuerza que nos ayuda a ocuparnos del prójimo y beneficiarlo. Es como consecuencia de la benignidad pero de manera más incisiva en quien sufre y necesita ayuda. Quien da este fruto no critica malsanamente y tampoco condena a los demás; es más, ayuda a sanar a ejemplo de Jesucristo, la bondad infinita.
8.- MANSEDUMBRE. Ayuda a evitar la cólera y las reacciones violentas. Se opone a la ira y al rencor, evita que el cristiano caiga en sentimientos de venganza. La mansedumbre hace al cristiano suave en sus palabras y en el trato frente a la prepotencia de alguien. Es el fruto que nos asemeja a Jesús manso y humilde de corazón.
9.- FIDELIDAD. Quien da este fruto defiende la fe en público y no la oculta por miedo o vergüenza. La fidelidad es cierta facilidad para aceptar todo lo que hay que creer; es firmeza para afianzarnos en ello y tener la seguridad de la verdad que creemos sin sentir dudas. Al dar este fruto estamos glorificando a Dios quien es la verdad absoluta.
10.- MODESTIA. Quien da este fruto excluye todo lo que sea áspero y mal educado; este fruto se le nota al cristiano en el vestir, en el hablar, en su comportamiento, etc.. Ayuda para que nuestros sentidos no se fijen en cosas indecorosas y vulgares. Ayuda a ser discreto y cuidadoso con el cuerpo, evitando ser ocasión de pecado para los demás; así como también a preparar y mantener nuestro cuerpo para ser, en medio de nuestra debilidad, digna morada de Dios.
11.- CONTINENCIA. Como indica su nombre, ayuda a contener o a tener a raya la concupiscencia en lo que concierne al comer, al beber, al divertirse y en los otros placeres de la vida terrenal. La satisfacción de estos instintos es ordenada por la continencia como consecuencia de la dignidad de los hijos de Dios que tenemos. La continencia mantiene el orden en el interior del hombre.
12.- CASTIDAD La castidad es la victoria conseguida sobre la carne y ayuda a que el cristiano sea más un templo vivo del Espíritu Santo. Quien da este fruto es cuidadoso y delicado en todo lo que se refiere al uso de la sexualidad. Quien es casto (ya sea virgen o casado) experimenta la alegría de la íntima amistad de Dios: felices los limpios de corazón, porque verán a Dios.

Martes de la séptima semana de Pascua


Libro de los Hechos de los Apóstoles 20,17-27. 

Pablo, desde Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso.
Cuando estos llegaron, Pablo les dijo: "Ya saben cómo me he comportado siempre con ustedes desde el primer día que puse el pie en la provincia de Asia.
He servido al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas, en medio de las pruebas a que fui sometido por las insidias de los judíos.
Ustedes saben que no he omitido nada que pudiera serles útil: les prediqué y les enseñé tanto en público como en privado,
instando a judíos y a paganos a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús.
Y ahora, como encadenado por el Espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que me sucederá allí.
Sólo sé que, de ciudad en ciudad, el Espíritu Santo me va advirtiendo cuántas cadenas y tribulaciones me esperan.
Pero poco me importa la vida, mientras pueda cumplir mi carrera y la misión que recibí del Señor Jesús: la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios.
Y ahora sé que ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino, no volverán a verme.
Por eso hoy declaro delante de todos que no tengo nada que reprocharme respecto de ustedes.
Porque no hemos omitido nada para anunciarles plenamente los designios de Dios."

Salmo 68(67),10-11.20-21. 
Tú derramaste una lluvia generosa, Señor:
tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste;
allí es estableció tu familia,
y tú, Señor, la afianzarás
por tu bondad para con el pobre.

¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación!
El carga con nosotros día tras día;
él es el Dios que nos salva
y nos hace escapar de la muerte.



Evangelio según San Juan 17,1-11a. 
Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo:
"Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti,
ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado.
Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste.
Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera.
Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra.
Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti,
porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos.
Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado.
Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti."