miércoles, 27 de septiembre de 2017

Errores que debes evitar cuando descubres la infidelidad

Pocos dolores son tan fuertes como el que provoca la persona que más amamos, pero no todo ayuda a resolver la situación

Y ahí estaba ella sentada en mi oficina con el corazón desgarrado contándome la infidelidad que acababa de descubrir de su esposo. El llanto casi no le permitía articular palabra. Por más que mi lado sensible de mujer me empujaba a consolarla, a abrazarla, no pude hacerlo. Necesitaba permitir que se desahogara y no cortar su emoción. Solo sé que ninguna persona merece pasar por ese tipo de dolor que hace que el corazón se rompa a pedazos. Uno sabe dónde tiene el alma porque justo ahí se siente una espantosa descarga de adrenalina atravesando todo el pecho. Cómo es posible que la persona que más amas y que se supone más te ama sea la que te haya provocado sufrir así. ¡No tiene lógica!
Desafortunadamente, en mi práctica como Orientador Familiar y Matrimonial este cuadro lo vivo muy seguido en mis consultas. Hay una estadística alarmante. Para este año 6 de cada 10 parejas estarán divorciadas y en los próximos años serán 8 de cada 10. La causa, en su mayoría por infidelidad. ¿Pero que está sucediendo? ¿Acaso Dios se equivocó en instruir el matrimonio? No.
El grave error que las parejas estamos cometiendo es que, primero, no nos estamos educando para amar. Y segundo, estamos dejando nuestras decisiones a merced de nuestras pasiones, de nuestro egoísmo y de nuestra sensibilidad. Es decir, estamos dejando que estas nos dominen en vez de ser nosotros quienes las dominemos. Estamos dejando nuestra voluntad a merced de nuestros instintos y al “sentir”.
Hoy en día a todo lo queremos llamar amor. Por lo tanto, dentro de ese contexto, todo se vale. Y esto no es verdad. No se vale ser infiel porque siento amar a otro (a) o porque siento que tú ya no me haces feliz. O porque mi hormona pudo más que mi neurona y ¡ups, caí! No se vale. Es más, la infidelidad en ninguna circunstancia es permitida.

Los pantalones bien puestos

Si los varones pudieran comprender en su totalidad el daño tan tremendo que hacen a sus esposas cuando son infieles y, peor aún, cuando de plano las dejan por otras. Y nótese que no dije ni hombres ni caballeros porque los verdaderos hombres hacen todo por hacer feliz a una sola mujer, la suya y tienen la suficiente hombría para decir que no a la tentación o, en su caso pedir perdón y apoyo para no volver a caer. Es decir, tienen palabra de honor y los pantalones bien puestos.

La mujer infiel

Por supuesto que esto no ocurre solo de ellos para ellas. Desafortunadamente, el número de mujeres infieles y que están dejando hogar y marido por otros pantalones va en aumento. La infidelidad femenina tiene aún algo más de peligro porque cuando la mujer es infieltambién involucra el corazón y es capaz de abandonar todo -hogar, esposo, hijos- por lo que ella cree que es amor. El hombre, generalmente solo es infiel de la cintura para abajo. ¿Me expliqué?
Esta vez me enfocaré en las damitas, en su dolor y en validar la terrible experiencia por la que pasan. Soy una convencida de que una infidelidad no se da de la noche a la mañana. Solo un loco y enfermo del alma amanecería diciendo: hoy voy a ser infiel porque así soy, y qué…
En un matrimonio, la infidelidad ya es la punta del iceberg. Es decir, no es el problema real.  Pero no voy a enfocarme tanto en esto como en que la mujer que pasa o pasó por esta terrible experiencia evite cometer ciertos errores cuando descubre que el marido ha andado de cascos ligeros.
Lo más importante como mujer es que dejes de culparte como tal. El “qué hice” o “qué dejé de hacer” que solo te sirvan para tomar la parte de tu responsabilidad -no culpabilidad- y hacer los cambios personales necesarios para salir adelante y, mejor aún, para perdonar y salvar tu matrimonio. Claro que se puede salvar después de vivir una experiencia como esta. No es nada fácil, pero créeme que sí se logra. Un buen acompañamiento profesional con personas que le apuesten al perdón y al matrimonio y que no te ofrezcan el divorcio como opción o te vendan filosofías baratas de que Dios te quiere feliz y si no “sientes” amarlo o perdonarlo, déjalo. ¡Patrañas!

Si ya descubriste la infidelidad

Si ya descubriste que tu esposo te fue o te está siendo infiel lo primero que tienes que hacer es dar unos buenos respiros hasta que logres tranquilizarte. Luego, hablarlo con él, pero tranquila, sin reacciones agresivas ni enfrentamientos. Sé que lo que te pido no es fácil y que lo que te apetece es cachetearlo y decirle de palabrotas, pero no te conviene. Es a ti a la que no le conviene perder el control. Dile con voz tranquila cómo te sientes: herida, traicionada, desilusionada… Háblalo de manera respetuosa, pero sin confrontamientos. Si tú le tratas de manera despectiva, aunque así lo sientas, lo que harás es alejarlo más de ti y darle la razón que por algo te puso el cuerno, porque eres una loca energúmena. Aunque hayas sido tú la lastimada, eres tú quien tiene la sartén por el mango.
Lo más seguro es que pase esto: te lo va a negar. Créeme que es muy buena señal cuando los hombres hacen eso de negarlo porque es una manera tácita de decir: “Si, fui un bruto. Sí lo hice, me dejé llevar, pero es a ti a quien amo y no te quiero perder. Te elijo a ti y solo a ti”. La cosa se pondría un poco más difícil si de plano te dice: sí, te fui infiel, ¿y?

Errores que debes evitar cuando descubres la infidelidad

  • Evita armar un escándalo, confrontación directa y amenazas. El diálogo calmado y en paz es tu principal herramienta de combate.
  • Evita buscar a la tercera en discordia. Ni se te ocurra. Tú eres su mujer y eres una dama. Y sí, hay muchas mujeres de cascos ligeros que les encanta meterse con hombres casados y no se respetan ni a ellas mismas. Pero al final del día el más responsable es tu esposo por no haber tenido el cinto bien bragado en sus pantalones.
  • Evita pedir opiniones a terceros. Nadie tiene por qué saber que tu esposo pasó por una debilidad. Se busca ayuda profesional, no opiniones de comadres.
  • Evita poner al descubierto el problema ante tus hijos y familiares. Jamás, nunca, prohibido involucrar a tus hijos en esto. Ellos no tienen por qué ser partícipes del tropezón que está viviendo tu matrimonio o de que el papá te fue infiel porque para comenzar si hay crisis son 2 los responsables.
  • Evita jugar al detective. Elige creer lo que tu esposo te diga. Se supone que van en vías de ambos rescatar su matrimonio, por lo tanto, las mentiras saldrán sobrado. No te desgastes en saber más de lo necesario porque si no tú misma estarás cavando tu tumba.
  • Evita ir al plan de reconquista de una manera desesperada. Una infidelidad se supera ambos tomados de la mano y de adentro hacia afuera. Es decir, sanando el interior de ambos.
  • Evitar correr al abogado, largarlo de la casa o tu salirte del hogar. Créeme que una infidelidad se puede superar, se perdona totalmente y no alcanza para destruir un hogar porque a ti te está faltando la capacidad de perdonar y de dar otra oportunidad.No le quito mérito a tu dolor, es horrible pasar por eso. Lo que quiero decir es que cuando logren superar esa crisis de infidelidad su matrimonio estará más sólido porque ambos saldrán más fortalecidos para sacar adelante la familia.

Solo las mujeres -en toda la extensión de la palabra-  que reconocen su verdadera dignidad como personas son capaces de reconocer que están casadas con un ser imperfecto que merece todo su apoyo, misericordia y compasión. Saben que su esposo es un ser débil y vulnerable como ellas, pero que ella es mucha mujer para otorgarle su soporte. Hay más corazón para él que otra cosa. El mundo le llamará falta de dignidad. Yo le llamo sencillamente amor puro y muy digno.

Miércoles de la vigésima qunita semana del tiempo ordinario


Libro de Esdras 9,5-9. 

Entonces me levanté, y con la túnica y el manto desgarrados, caí de rodillas, extendí las manos hacia el Señor, mi Dios,
y dije: "Dios mío, estoy tan avergonzado y confundido que no me atrevo a levantar mi rostro hacia ti. Porque nuestras iniquidades se han multiplicado hasta cubrirnos por completo, y nuestra culpa ha subido hasta el cielo.
Desde los días de nuestros padres hasta hoy, nos hemos hecho muy culpables, y a causa de nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes, fuimos entregados a los reyes extranjeros, a la espada, al cautiverio, al saqueo y a la vergüenza, como nos sucede en el día de hoy.
Pero ahora, hace muy poco tiempo, el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido la gracia de dejarnos un resto de sobrevivientes y de darnos un refugio en su Lugar santo. Así nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud.
Porque nosotros estamos sometidos; pero nuestro Dios no nos ha abandonado en medio de la servidumbre. El nos obtuvo el favor de los reyes de Persia, para animarnos a levantar la Casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y para darnos una muralla en Judá y en Jerusalén.

Libro de Tobías 13,2.3-4a.4bcd.5.8. 
Porque él castiga y tiene compasión,
hace bajar hasta el Abismo
y hace subir de la gran Perdición,
sin que nadie escape de su mano.

¡Celébrenlo ustedes, israelitas,
delante de todas las naciones!
Porque él los ha dispersado
en medio de ellas,

pero allí les ha mostrado su grandeza.
Exáltenlo ante todos los vivientes
porque él es nuestro Señor, nuestro Dios y nuestro Padre,
él es Dios por todos los siglos.

Él los castiga por sus iniquidades,
pero tendrá compasión de todos ustedes,
y los congregará de entre todas las naciones
por donde han sido dispersados.

Yo lo celebro en el país del destierro,
y manifiesto su fuerza y su grandeza a un pueblo pecador.
¡Conviértanse, pecadores,
y practiquen la justicia en su presencia!

¡Quién sabe si él no les será favorable
y tendrá misericordia de ustedes!

Evangelio según San Lucas 9,1-6. 
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades.
Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos,
diciéndoles: "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno.
Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.
Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos".
Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.