viernes, 20 de mayo de 2016

La devoción de las tres Avemarías ¿Cuál es el fundamento de esta advocación?


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¿En qué consiste la devoción de las tres Avemarías?
En rezar tres veces el Avemaría a la Santísima Virgen, Madre de Dios y Señora nuestra, bien para honrarla o bien para alcanzar algún favor por su mediación.
¿Cuál es el fin de esta devoción?
Honrar los tres principales atributos de María Santísima, que son:
1.- El poder que le otorgó Dios Padre por ser su Hija predilecta.
2.- La sabiduría con que la adornó Dios Hijo, al elegirla como su Madre.
3.- La misericordia con que la llenó Dios Espíritu Santo, al escogerla por su inmaculada Esposa.
De ahí viene que sean tres las Avemarías a rezar y no otro número diferente.
¿Cuál es la forma de rezar las tres Avemarías?
María Madre mía, líbrame de caer en pecado mortal.
1. Por el poder que te concedió el Padre Eterno
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
2. Por la sabiduría que te concedió el Hijo.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
3. Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los
siglos de los siglos. Amén!
¿Cuál es el origen de la devoción de las tres Avemarías?
Santa Matilde, religiosa benedictina, suplicó a la Santísima Virgen que la asistiera en la hora de la muerte. La Virgen María le dijo lo siguiente: “Sí que lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres Avemarías. La primera, pidiendo que así como Dios Padre me encumbró a un trono de gloria sin igual, haciéndome la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también yo te asista en la tierra para fortificarte y apartar de ti toda potestad enemiga. Por la segunda Avemaría me pedirás que así como el Hijo de Dios me llenó de sabiduría, en tal extremo que tengo más conocimiento de la Santísima Trinidad que todos los Santos, así te asista yo en el trance de la muerte para llenar tu alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error e ignorancia. Por la tercera, pedirás que así como el Espíritu Santo me ha llenado de las dulzuras de su amor, y me ha hecho tan amable que después de Dios soy la más dulce y misericordiosa, así yo te asista en la muerte llenando tu alma de tal suavidad de amor
divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para ti en delicias.”
Y esta promesa se extendió en beneficio de todos cuantos ponen en práctica ese rezo diario de las tres Avemarías.
¿Cuáles son las promesas de la Virgen a quienes recen diariamente las tres avemarías?
Nuestra Señora prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte, presentándose en esa hora final con el brillo de una belleza tal que con sólo verla la consolaría y le transmitiría las alegrías del Cielo.
¿De qué fecha data el primer texto del Avemaría?
El 23 de octubre de 1498 apareció impreso en Brescia-Italia, el primer texto completo del Avemaría, tal como se le reza en la actualidad. Fue incluida en una obra dedicada a la Virgen, compuesta por el padre servita Gasparino Borro.
En 1568, el Papa Pío V, al promulgar la nueva Liturgia de las Horas, introdujo y prescribió la fórmula completa del Avemaría y dispuso que todos los sacerdotes, al iniciar en cada hora el rezo del Oficio Divino, recen el Avemaría después del Padre Nuestro.
¿Cuál es el fundamento de esta devoción?
La afirmación católica de que la Santísima Virgen poseyó, en el más alto grado posible a una criatura, los atributos de poder, sabiduría y misericordia.
Esto es lo que enseña la Iglesia al invocar a María como Virgen Poderosa, Madre de Misericordia y Trono de Sabiduría.
Artículo originalmente publicado por Web Católico de Javier

No trates la Confirmación igual que la graduación escolar Ser padrino no termina cuando empieza la fiesta




Muchos católicos adolescentes consideran el sacramento de la Confirmación como una especie de “graduación tras la formación”. Después de haber asistido a catequesis desde primer curso, por fin pueden decir que han “terminado” oficialmente.
Lo cual es lamentable. La formación en la fe es el aprendizaje de toda una vida y, de hecho, se necesita muy seriamente que los adultos continúen con su educación religiosa en todas las parroquias. Sin embargo, otro elemento que empeora el problema es que los padrinos de la confirmación creen que su labor ha terminado después de la limpieza de la fiesta.
Nada más lejos de la verdad.
Los catequistas indican a sus estudiantes que deben elegir un padrino o una madrina que dé testimonio de la fe en sus vidas. Esta norma básica está reflejada incluso en la ley canónica, donde se estipula que un padrino debe ser “un católico que (…) lleve una vida de armonía con la fe y con el rol que va a adquirirse”.
Tal vez los padrinos y las madrinas también deberían aprender que son seleccionados porque hay algo en su fe y en su carácter cristiano que de alguna forma resuena bien con un adolescente que, sin su presencia, estaría a punto de perder una conexión antiquísima con la Iglesia y la parroquia. Esta selección aporta a los adolescentes un medio para continuar con esa conexión, pero de una forma diferente, adentrándose en un periodo de joven adultez. Continuarán pendientes de su padrino (desde lejos, incluso) y recurrirán a él en caso de necesidad, suponiendo que el padrino siga disponible. La mayor tragedia es cuando un padrino pierde la fe y abandona la Iglesia.
Por desgracia, esto sucede más a menudo de lo que debería y hay numerosas historias de padrinos que dejaron de ir a la iglesia o que incluso abandonaron del todo la fe. Si esta es la forma en que se modela la vida en la fe, el padrinazgo queda vacío de todo significado. ¿A quién recurrirán en un momento de crisis espiritual? ¿A quién deberían imitar?
El papa Benedicto XVI nos recordó que no vivimos para nosotros mismos, que no somos una isla: “Deberíamos darnos cuenta que ningún ser humano es una mónada cerrada en sí misma. Nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo, me ocupo o hago. Y viceversa, mi vida entra en la vida de los demás, tanto en el bien como en el mal” (Spe Salvi).
La forma en que un padrino o madrina viva su fe tendrá un efecto eterno sobre su candidato.
El mayor regalo que podría otorgar un padrino es una vida radiante, plena con la gracia de Dios.
Así que, ¿qué significa esto? No quiere decir que el padrino tenga que llamar todos los días a su candidato o candidata para ver qué tal va la cosa, sino que debería entender que, por esta labor de padrinazgo, está al cargo de dar testimonio del amor de Cristo, no para el mundo entero, sino para, al menos, su candidato.
Jesús dedicó unas rotundas (e inquietantes) palabras a aquellos responsables del deber de guiar a algún otro hacia Cristo: “A cualquiera que haga caer en pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que lo hundieran en lo profundo del mar con una gran piedra de molino atada al cuello” (Mateo 18:6).
Así que, padrino, madrina, no trates el día de la confirmación como si fuera una graduación. Tu tarea acaba de comenzar. Sé una luz para las naciones, pero comenzando por ese adolescente sobre cuyos hombros descansan tus manos.

Enfrentando conflictos, en la Iglesia y fuera de ella, con misericordia

JERUSALEM : Pope Francis (R) and Israel's President Shimon Peres plant an olive tree after their meeting at the president's residence in Jerusalem on May 26, 2014. Pope Francis navigated the minefield of the Israeli-Palestinian conflict and humbly bowed to kiss the hands of Holocaust survivors on Monday, the last day of a Mideast trip laden with bold personal gestures. AFP PHOTO/POOL/AMIR COHEN

El Año Santo de la Misericordia querido por Papa Francisco también tiene un aspecto geopolítico. La Iglesia pone a disposición del mundo el espacio temporal del Jubileo como ambiente propicio para desmantelar conflictos, detener el flagelo de la guerra, afrontar juntos las emergencias globales.
Papa Bergoglio pronunció hoy esta propuesta en términos directos y concretos: dirigiéndose a los representantes diplomáticos acreditados ante la Santa Sede, en el tradicional discurso de principio de año, renovó ante todos ellos “la plena disponibilidad de la Secretaría de Estado para colaborar con ustedes en la promoción de un diálogo constante entre la Sede Apostólica y los países que representan”, y declaró explícitamente su “íntima certeza” de que el año jubilar (inaugurado intencionalmente en Bangui, en un país muy afectado “por el hambre, la pobreza y los conflictos”) podrá ser una “ocasión propicia para que la fría indiferencia de muchos corazones sea vencida por el calor de la misericordia, don precioso de Dios, que transforma el temor en amor y nos hace artífices de paz”.
En la Bula Misericordiae VultusPapa Francisco manifestó la intención de no transformar el Año Santo en un “tiempo propicio” exclusivamente para los devotos o para las categorías de católicos “comprometidos”, sino de ofrecerlo como ocasión de reconciliación también para los no cristianos, empezando por los judíos y musulmanes. Un tiempo que no excluya, a priori, la posibilidad de aplicar las dinámicas “jubilares” de la cancelación las deudas o de la reconciliación entre enemigos, incluso en los intentos por afrontar los conflictos y las crisis internacionales que atormentan a pueblos y naciones.
La sugerencia jubilar se dirige a todos, sin cálculos interesados. Papa Francisco no pretende defender a una civilización frente a otros sujetos activos en la escena del mundo. Repite que la acción de la Santa Sede a nivel internacional tiene como horizonte el bien de toda la familia humana. Por ello no tiene problemas a la hora de crear ejes privilegiados o colaboraciones exclusivas con determinada entidad geopolítica preminente.
¿Cómo ayuda la Iglesia a gestionar conflictos ajenos?
La Iglesia en el tiempo de Papa Francisco no apuesta por buscar padrinos y apoyos geopolíticos, y no pretende afirmar con sus fuerzas la propia “relevancia” en la historia. Por lo tanto, tampoco tiene problemas al adquirir ciertos márgenes de influencia que concurren (o que crean redes de alianzas preferenciales) con los poderes mundanos.
La misma diplomacia vaticana (tal como declaró una vez el cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin) tiene la tarea de “construir puentes, en el sentido de promover el diálogo y las negociaciones como medios para solucionar los conflictos, para difundir la fraternidad, para luchar contra la pobreza y para edificar la paz. No existen otros ‘intereses’ ni ‘estrategias’ del Papa y de sus representantes cuando actúan en el escenario internacional”.
El efecto y los resultados obtenidos demuestran que justamente una cierta distancia de pretensiones y alineaciones geopolíticas prefabricadas favorece la elasticidad y la eficacia con las que la actual guía de la Iglesia ejerce su discernimiento sobre el mundo. La mirada evangélica y la misma referencia a la misericordia alimentan una percepción realista de los contextos y de los problemas. Justamente la fuente evangélica de esta mirada ayuda a esquivar conformismo o ideologías al servicio del poder, y parece inmune a idealismo utópicos y a perfeccionismo neo-rigoristas.
Así, al afrontar cada una de las cuestiones, el discurso a los diplomáticos de Papa Francisco pone a disposición de todos reservas de pensamiento crítico que desmontan clichés y recetas preconfeccionadas, y sugieren pistas para trabajar en la búsqueda de soluciones concretas.
La misma “emergencia migratoria”, argumento principal del discurso, ha sido afrontada por el Papa con la mirada de quien reconoce en las migraciones un elemento de la historia de la salvación, que atraviesa la historia del mundo, desde el viaje de Abraham hasta la deportación del pueblo elegido en Babilonia, pasando por la fuga hacia Egipto de María y José para salvar a Jesús.
En su discurso de hoy, Papa Francisco no separó las tragedias de hoy (las limpiezas étnico-religiosas, las muertes de migrantes en el mar, las guerras…) de los problemas “relacionados con el comercio de armamento, con el acceso a materias primas y energía, con las inversiones, con las políticas financieras y de apoyo al desarrollo, hasta con la grave plaga de la corrupción”.
Una vez más, el Papa indicó que la raíz global de los sufrimientos colectivos de quienes huyen de guerras y tragedias humanitarias es “la cultura del descarte” que prevalece y que no considera a las personas, sobre todo si son “pobres o discapacitadas, si ‘todavía no sirven’, como los que están por nacer (explícita referencia a la mentalidad abortista, ndr.) o ‘ya no sirven’, como los ancianos”.
¿Cómo gestionar los conflictos internos en la Iglesia?
Ya que los conflictos en la Iglesia son reales y aparecen con frecuencia, tenemos tres opciones: los ignoramos, haciéndonos de cuenta que desaparecerán —la opción menos sabia—, o los intentamos resolver; y si se intenta resolver algún conflicto y no se logra, es posible que la salida sea guardar distancia.
He presentado tres opciones posibles (ignorar, resolver o distanciarnos) y como la última de ellas (distanciamiento) podría ser difícil de entender deseo explicarla mejor. Si dos hermanos no encuentran la forma de ponerse de acuerdo en un asunto secundario en la mayoría de los casos pueden continuar trabajando juntos o por lo menos, trabajando por separado en el mismo lugar.
Sin embargo, existen situaciones —como podría ser un viaje misionero— en que para continuar juntos tenemos que necesariamente estar de acuerdo no solamente en el fin (predicar el evangelio y hacer misericordia), sino en la forma (un equipo de tres o dos personas por dos años) y los medios (por barco). De no lograr un acuerdo la única posibilidad de avance está en el distanciamiento. Con todo, ambos deberían entender que no siempre es posible ver las cosas desde la misma perspectiva, pero que somos hijos de un mismo padre y la parte emocional del conflicto debe detenerse, aunque permanezca la parte estructural que nos separa.
Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. (Colosenses 3,8)
Aunque no siempre es posible llegar a un acuerdo, siempre es posible bajar las armas y abandonar la hostilidad: la amargura, el enojo, la ira, la gritería y demás manifestaciones de la desavenencia.
Estoy haciendo una diferencia entre la parte “emocional” y “estructural” del conflicto y uso estas palabras al no encontrar otras: lo emocional es la amargura, el enojo, la ira, la gritería y demás manifestaciones de la desavenencia(A) y lo estructural es la desavenencia en sí. Aunque no siempre es posible llegar a un acuerdo, siempre es posible bajar las armas y abandonar la hostilidad. Sería como decir: yo entiendo que es posible lograr el objetivo en dos años viajando a pie con un equipo pequeño y tú entiendes que es posible lograrlo en tres meses con un equipo más grande y por barco; ambos buscamos lo mismo para la Gloria de Dios, pero no estamos de acuerdo en la forma y los medios. Viajemos por separado y que no se detenga la obra. Sería esa una separación saludable con dos beneficios: resuelve la desavenencia sin hostilidad y aumenta la expectativa de fruto.
En todas las relaciones los conflictos y los distanciamientos son normales, lo que necesitamos no es evitarlos, sino aprender a administrarlos. Una buena administración evita que el conflicto degenere en un problema mayor y al mismo tiempo, evita que el reencuentro requiera reconciliación, pues solamente quienes terminaron mal necesitan reconciliarse, quienes se distancian sin hostilidad simplemente se reencuentran. En la parte final retomaré esta diferenciación.
Comparto a continuación tres consejos, que expresan la forma en que la iglesia debe ver el conflicto que sucede por las diferencias de opinión y en la medida de lo posible, resolverlo o distanciarse. Lo mismos están basados principalmente en la relación de Pablo, Bernabé y Juan Marcos (Hechos15, 36-41), algunos pasajes secundarios y la sabiduría de los Proverbios.Leer tambien Colosenses 3,8

Viernes de la séptima semana del tiempo ordinario


Epístola de Santiago 5,9-12. 

Hermanos, no se quejen los unos de los otros, para no ser condenados. Miren que el Juez ya está a la puerta.
Tomen como ejemplo de fortaleza y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.
Porque nosotros llamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Ustedes oyeron hablar de la paciencia de Job, y saben lo que hizo el Señor con él, porque el Señor es compasivo y misericordioso.
Pero ante todo, hermanos, no juren ni por el cielo, ni por la tierra, ni de ninguna manera: que cuando digan "sí", sea sí; y cuando digan "no", sea no, para no ser condenados.



Salmo 103(102),1-2.3-4.8-9.11-12. 
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
No acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;

Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.




Evangelio según San Marcos 10,1-12. 
Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más.
Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?".
El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?".
Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella".
Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes.
Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer.
Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre,
y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.
Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".
Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.
El les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella;
y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio".




Leer el comentario del Evangelio por : Concilio Vaticano II