domingo, 8 de julio de 2018

Mira cómo las oraciones de una madre cambiaron a un hombre y cambiaron el mundo

DOLAN,ORDINATION,TRENTON

Una revelación increíble en una ordenación sacerdotal en Trenton

La luz diurna se derramaba a través de las ventanas de cristal emplomado de la pequeña habitación adyacente a la entrada de la catedral de Santa María de la Asunción en Trenton, Nueva Jersey, Estados Unidos.
La habitación mostraba un fuerte contraste con las elevadas columnas de mármol de la catedral y las radiantes vidrieras que bañaban el cavernoso espacio con la gloria del Evangelio a través de un baile de color y luz.
El sábado 3 de junio, la pequeña habitación era el último lugar en que cuatro hombres permanecerían juntos antes de cruzar el umbral del santuario y ocupar sus lugares para ser ordenados sacerdotes.
“¿Algún último consejo para estos chicos?”, preguntó el obispo David M. O’Connell al puñado de sacerdotes reunidos en la pequeña sala y, con igual medida de sabiduría e ingenio, se despacharon profundas verdades y anécdotas divertidas, rompiendo la tensión del momento y levantando el ánimo hasta una alegre euforia.
Mientras intercambiaban risas y charla desenfadada, fue interesante considerar que cada uno llegó a su destino recorriendo un camino largo y tortuoso de discernimiento, cada uno con su propia historia.
La vocación a la que han respondido la discernieron con oración, la alimentaron y apoyaron, y el papel de la “Iglesia doméstica”, la familia, fue esencial para que ellos estuvieran donde estaban en esa pequeña habitación.
Padres, abuelos e incluso hermanos, todos contribuyeron con su parte para ayudar a pastorear a los jóvenes para ser más abiertos y elegir libremente la vocación que habían recibido.
Los padres como modelos de masculinidad virtuosa, de valor y fortaleza, demostrando idealmente una vida que imita la de Cristo, por imperfecta que sea…
… y las madres…
Las madres como modelos de fuerza, sacrificio y devoción, asumiendo un papel que es sorprendentemente mariano en su carácter: dar vida, dar amor y permanecer al pie de las “cruces”que sus hijos padezcan en la vida.
A través de los anales del tiempo e incluso en la actualidad, las historias de mujeres rezando por hombres y guiándolos a la santidad podrían llenar las bibliotecas del mundo.
Y en lo referente al sacerdocio, parecería que la oración de una madre sea la fuente de una gracia de un nivel que rara vez llega por cualquier otro medio.
“Hagan todo lo que Él les diga”. (Juan 2,5)
Igual que Cristo recibió su humanidad de María, parece que un hijo a menudo encuentra su camino hacia Cristo a través del corazón de una madre.
Cuando los sacerdotes recién ordenados descendieron del altar hacia los acogedores brazos de familiares y amigos, inmersos en palabras de felicitación y oraciones de agradecimiento, ocuparon sus lugares para conceder sus primeras bendiciones sacerdotales.
Y no fue por casualidad que, a los pies del sagrario, en una abarrotada catedral del centro de Trenton en una soleada mañana de sábado, ocurrió algo en que esta verdad invisible se hizo visible en toda su deslumbrante belleza y gracia.
El profundo significado de la mirada, las lágrimas y el abrazo revelaron una realidad más honda, que toda madre debería conocer: si las oraciones de una madre pueden llevar a un hombre al sacerdocio, las oraciones de una madre pueden cambiar el mundo.
“Toda vocación sacerdotal viene del corazón de Dios, pero pasa por el corazón de una madre”. ─ Santo papa Pío X

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¿Cuál es la única muerte a la que hay que temer? Papa Francisco lo explica

Durante el Ángelus recuerda algunos de los milagros de Jesús

En el Ángelus del primer domingo de julio, el Papa Francisco expresó que “Jesús es la fuente de vida, que devuelve la vida a aquellos que confían plenamente en él”. Y para ello, comentó el Evangelio correspondiente según San Marcos, en el cual, el evangelista narra “dos milagros realizados por Jesús” – dijo Su Santidad – los cuales describe casi como una especie de “marcha triunfal hacia la vida”.
Se trata del milagro realizado a la hija de Jairo, uno de los líderes de la sinagoga, quien acude a Jesús y le ruega que vaya a su casa porque su hija de doce años está muriendo. Jesús acepta y va con él; pero, a lo largo del camino, llega la noticia de que la niña está muerta.

La fe atrae el poder salvador divino que existe en Cristo

“Podemos imaginar la reacción de aquel papá” – expresó el Papa Francisco y continuó – pero Jesús le dice: “¡No tengas miedo, solo ten fe!”. Llegado a la casa de Jairo – prosigue el Papa – Jesús saca a la gente, entra a la habitación solo con sus padres y tres discípulos, y al dirigirse a la difunta dice: “¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!” e inmediatamente la niña se levantó, como si despertara de un sueño profundo.
Aunque no es el único milagro que narró el Papa, también comentó el de la curación de una mujer que sufría de hemorragia y fue sanada tan pronto como tocó el manto de Jesús. Un milagro – aseguró Francisco – que es ejemplo de que la fe de esta mujer “atrae el poder salvador divino que existe en Cristo”.
Gracias a estos dos milagros, los cuales tienen como centro “la fe” y muestran a Jesús “como la fuente de vida” y como “el que devuelve la vida a aquellos que confían plenamente en él”, se comprende – aseguró el Papa – “que todos son admitidos en el camino del Señor” y por tanto, “nadie debe sentirse como un intruso, una persona abusiva o alguien que no tiene ningún derecho”.

Imitar a Cristo y sólo temer la muerte del corazón endurecido

Aunque para tener acceso a su corazón – puntualizó Francisco – “solo hay un requisito”: “sentirse necesitados de sanación y confiar en Él”. Y es por ello que nosotros también estamos llamados, dijo el Papa, a “aprender” y a “imitar” estas palabras que liberan y estas miradas que devuelven, a los que no lo tienen, “el deseo de vivir”.
Por último, habló de la única muerte que hay que temer: “la del corazón endurecido por el mal”.  El Papa aseguró que el pecado, para Jesús, “nunca es la última palabra”, porque Él nos ha traído “la infinita misericordia del Padre”. E incluso si nos caemos – concluyó – su voz suave y fuerte nos alcanza y nos da fuerzas para levantarnos.

El Papa quiere que se rece por los sacerdotes y su labor pastoral

Durante el mes de julio, Francisco pide que se rece por los sacerdotes, especialmente aquellos que están solos y cansados. 
El Papa dice que “los sacerdotes, con sus virtudes, con sus defectos, desarrollan su labor en tantos campos”. Y explica que “ante tantos frentes abiertos no se pueden quedar parados después de una desilusión. En estos momentos es bueno que recuerden que la gente quiere a sus pastores, los necesita, confía en ellos”. 
Por eso, pide a los cristianos que recen para que los sacerdotes que experimentan soledad y fatiga en su labor, “se sientan ayudados y confortados por la amistad con el Señor y con los hermanos”


NOVENA A LA VIRGEN DEL CARMEN. Segundo dia: Luz para conocer su infinita bondad y amarle con toda mi alma

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición para todos los días
Dios mío y Señor mío, postrado delante de vuestra Majestad Soberana, con todo mi ser, con toda mi alma y todo mi corazón te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. A ti te reconozco por mi Dios y mi Señor; en Ti creo, en Ti espero y en Ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. A Ti amo sobre todas las cosas. A Ti confieso mi suma ingratitud y todas mis culpas y pecados, de todo lo cual me arrepiento y te pido me concedas benignamente el perdón. Pésame, Dios mío, de haberos ofendido, por ser Vos quien sois. Propongo firmemente, ayudado con vuestra divina gracia, nunca más pecar, apartarme de las ocasiones de ofenderos, confesarme, satisfacer por mis culpas y procurar en todo serviros y agradaros. Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura alabe a la santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y alcance por su poderosa intercesión la gracia especial que en este Novena pido, si ha de ser para mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma. Amén.
Oración para todos los días
Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en esta Novena, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo: (rezar tres avemarías)
Segundo día: Luz para conocer su infinita bondad y amarle con toda mi alma
¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que por tu singular amor a los Carmelitas los favoreciste con tu familiar trato y dulces coloquios, alumbrándolos con las luces de tu enseñanza y ejemplo de que dichosamente gozaron. Te ruego, Señora, me asistas con especial protección, alcanzándome de tu bendito Hijo Jesús luz para conocer su infinita bondad y amarle con toda mi alma; para conocer mis culpas y llorarlas para saber como debo comportarme a fin de servirle con toda perfección; y para que mi trato y conversación sean siempre para su mayor honra y gloria y edificación de mis prójimos. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo La Salve.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena.
Oración final para todos los días
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a Ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección. Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos como ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Así sea.

Decimocuarto Domingo del tiempo ordinario


Decimocuarto Domingo del tiempo ordinario


Libro de Ezequiel 2,2-5. 
Cuando me habló, un espíritu entró en mí y me hizo permanecer de pie, y yo escuché al que me hablaba.
El me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a un pueblo de rebeldes que se han rebelado contra mí; ellos y sus padres se han sublevado contra mí hasta el día de hoy.
Son hombres obstinados y de corazón endurecido aquellos a los que yo te envío, para que les digas: "Así habla el Señor ".
Y sea que escuchen o se nieguen a hacerlo -porque son un pueblo rebelde- sabrán que hay un profeta en medio de ellos.

Salmo 123(122),1-2a.2bcd.3-4. 
Levanto mis ojos hacia ti,
que habitas en el cielo.
Como los ojos de los servidores
están fijos en las manos de su señor,

y los ojos de la servidora
en las manos de su dueña:
¡Ten piedad, Señor,
ten piedad de nosotros,

porque estamos hartos de desprecios!
Nuestra alma está saturada
de la burla de los arrogantes,
del desprecio de los orgullosos.


Carta II de San Pablo a los Corintios 12,7-10. 
Y para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere.
Tres veces pedí al Señor que me librara,
pero él me respondió: "Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad". Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo.
Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Evangelio según San Marcos 6,1-6. 
Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa".
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.