martes, 13 de diciembre de 2016

Falleció en Roma Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei

Mons. Javier Echevarría - Prelado del Opus Dei

El Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, falleció este lunes 12 de diciembre, en el día de la Virgen de Guadalupe, a las 9:20 pm. en Roma (Italia), a la edad de 84 años, días después de haber sido internado en el policlínico Campus Biomédico por una infección pulmonar.
Mons. Echevarría fue cercano colaborador de San Josemaría Escrivá de Balaguer. En 1994 fue elegido Prelado del Opus Dei, convirtiéndose en el segundo sucesor del santo. El primero fue Mons. Álvaro del Portillo.
En un comunicado difundido por la Prelatura, se informó que Mons. Echevarría fue internado el 5 de diciembre en el policlínico Campus Biomédico a causa de una leve infección pulmonar y estaba recibiendo un antibiótico para combatirla. Sin embargo, el cuadro clínico se complicó en las últimas horas provocando una insuficiencia respiratoria que ocasionó su fallecimiento.
El Prelado recibió los últimos sacramentos esta misma tarde de manos de Mons. Fernando Ocáriz, Vicario auxiliar de la obra, sobre quien ahora recae el gobierno ordinario de la Prelatura.
De acuerdo a los estatutos de la Prelatura, Mons. Ocáriz deberá convocar en el plazo de un mes el congreso que elija al nuevo Prelado. Este se celebrará en el lapso de 3 meses. La elección debe ser posteriormente confirmada por el Papa.
Mons. Echevarría, segundo sucesor de San Josemaría, nació en Madrid (España) en 1932.
En esta ciudad conoció a San Josemaría, de quien fue secretario desde 1953 hasta 1975. Más adelante, fue nombrado Secretario General del Opus Dei. En 1994 fue elegido Prelado. Recibió la ordenación episcopal de manos del San Juan Pablo II el 6 de enero de 1995 en la Basílica de San Pedro.

13 de diciembre: Celebramos a la mártir Santa Lucía, patrona de la vista

13 de diciembre: Celebramos a la mártir Santa Lucía, patrona de la vista

Cada 13 de diciembre, la Iglesiacelebra la fiesta de Santa Lucía, patrona de la vista, porque, según una antigua tradición, a la santa le habrían arrancado los ojos por proclamar firmemente la fe y volvió a recobrar la vista.
Según “las actas” de Santa Lucía, ella nació en Siracusa, Secilia (Italia), en una familia noble, rica, y fue educada en la fe. Su padre murió durante su infancia e hizo voto de virginidad en secreto. Su madre Eutiquia, sin saber, la animaba a contraer matrimonio con un joven pagano.
Santa Lucía acompañó a su madre a orar ante la tumba de Santa Agata para que obtenga la curación de sus hemorragias. Dios escuchó sus oraciones y la Santa le dijo a su madre que deseaba consagrarse a Dios y repartir su fortuna entre los pobres. Eutiquia le dio el permiso.
El pretendiente de Lucía se molestó y delató a la santa como cristiana. El juez insistió para que desistiera, pero Santa Lucía le respondió: “Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor a mi Señor Jesucristo”
El juez la amenazó con prostituirla y ella le dijo: "El cuerpo queda contaminado solamente si el alma consciente". Esta frase era muy admirada por Santo Tomás de Aquino porque corresponde con el principio moral de que no hay pecado si no se consiente el mal.
Por la gracia de Dios, los guardias no pudieron mover a Santa Lucía del sitio de donde estaba y la sentencia no pudo cumplirse, entonces trataron de quemarla en la hoguera y también fracasaron. Por último la decapitaron y, aun así, Santa Lucía siguió exhortando a los fieles para que permanezcan firmes.
En la edad media se le invocaba contra las enfermedades de los ojos, tal vez porque su nombre significa “luz”.  Esto originó varias leyendas como la de que el tirano mandó a los guardias que le sacaran los ojos y ella recobró la vista.
En 1894 descubrieron una inscripción sepulcral en las catacumbas de Siracusa con el nombre de Santa Lucía, la mártir que, con certeza, vivió en el siglo IV.
Oración a Santa Lucía
Oh Bienaventurada y amable Virgen Santa Lucía,
universalmente reconocida por el pueblo cristiano
como especial y poderosa abogada de la vista,
llenos de confianza a ti acudimos;
pidiéndote la gracia de que la nuestra se mantenga sana
y le demos el uso para la salvación de nuestra alma,
sin turbar jamás nuestra mente en espectáculos peligrosos.

Y que todo lo que ellos vean se convierta en saludable
y valioso motivo de amar cada día más a Nuestro Creador
y Redentor Jesucristo, a quien por tu intercesión,
oh protectora nuestra; esperamos ver y amar eternamente
en la patria celestial. Amén.



Martes de la tercera semana de Adviento


Libro de Sofonías 3,1-2.9-13. 

¡Ay de la rebelde, de la impura, de la ciudad opresora!
Ella no escuchó el llamado, no aprendió la lección, no puso su confianza en el Señor ni se acercó a su Dios.
Entonces, yo haré que sean puros los labios de los pueblos, para que todos invoquen el nombre el Señor y lo sirvan con el mismo empeño.
Desde más allá de los ríos de Cus,
mis adoradores, los que están dispersos,
me traerán ofrendas.

Aquel día,
ya no tendrás que avergonzarte de las malas acciones
con las que me has ofendido,
porque yo apartaré a esos jactanciosos prepotentes
que están en medio de ti,
y ya no volverás a engreírte
sobre mi santa Montaña.

Yo dejaré en medio de ti
a un pueblo pobre y humilde,
que se refugiará en el nombre del Señor.
El resto de Israel
no cometerá injusticias
ni hablará falsamente;
y no se encontrarán en su boca
palabras engañosas.
Ellos pacerán y descansarán
sin que nadie los perturbe.

Salmo 34(33),2-3.6-7.17-18.19.23. 
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Miren hacia El y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.

El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
Pero el Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en El no serán castigados.



Evangelio según San Mateo 21,28-32. 
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
"¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'.
El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue.
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él".