jueves, 11 de enero de 2018

Un Testimonio “sorprendente” con Jesús en el sagrario.


veces que te he dejado solo, cuando he dudado de tu presencia verdadera, y cuando te he ofendido.
Me nace de lo más hondo del alma esta breve oración, sincera, para pedir al buen Jesús que me perdone porque no he sabido ser el mejor de sus amigos.
Me ha mostrado que Él está allí, en los sagrarios, VIVO. No es un teorema, ni una hipótesis, ni algo irreal. En verdad está VIVO en cada sagrario del mundo entero. 
Pensaba en los maravillosos testimonios que ustedes me envían sobre sus visitas a Jesús en el sagrario. Hacía limpieza en mi habitación y de casualidad hallé unas cartas del 2001. Me detuve un rato leyéndolas y en una encontré esta pequeña joya de mi amigo argentino Horacio Mantilla. Es una historia maravillosa. Se las comparto:
“Aquella tarde salí de casa y aproveché que tenía tiempo y me fui hasta la parroquia. Necesitaba un lugar para reflexionar y estar tranquilo, y en casa no iba a poder. Llegué a San Agustín y me fui directo al Sagrario y ¡Oh sorpresa! No me acordaba que todos los días jueves hay una hora santa de adoración Eucarística para pedir por las vocaciones religiosas y sacerdotales.  Allí estaba Jesús, en un pequeño Santísimo que guardamos en el Sagrario
Me quedé un rato y le puse mis problemas en sus manos. En ese momento di gracias a Dios por todas sus bendiciones.
Jesús me esperaba con sus brazos abiertos y calmó mi angustia, borró mis inquietudes. Me dio paz y serenidad en el alma.  Jesús me esperaba… ¿te das cuenta?… Jesús me esperaba.”


Soy un simple padre de familia, un esposo, un aprendiz de escritor, una persona que cae y se levanta…  y puedo percibirlo. Saber que es cierto. Jesús está presente en los sagrarios del mundo. He visto tantos milagros patentes y aún hoy me sorprendo cuando ocurren.
Las personas van desesperadas a verlo y Él las consuela, las abraza, les da las gracias que necesitan para continuar sus vidas.
Si pudiésemos escuchar con los oídos del alma claramente oirías sus palabras cuando te dice: “Aquí estoy. Y te amo”. 
Encontré una hermosa oración a Jesús Sacramentado. Me gustaría compartirte un fragmento. Lo he copiado para mí, para leérselo hoy, cuando vaya a verlo. Cuando esté en su presencia y le diga una y mil veces que le quiero. Ve tú y hazlo igual, dile que le quieres. Sus consuelos no se harán esperar.
“¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien…”

Jueves de la primera semana del tiempo ordinario


Primer Libro de Samuel 4,1-11. 

Y la palabra de Samuel llegó a todo Israel. En aquellos días, los filisteos se reunieron para combatir contra Israel. Israel les salió al encuentro para el combate, y acamparon en Eben Ezer, mientras los filisteos acampaban en Afec.
Los filisteos se alinearon en orden de batalla frente a Israel, y se entabló un duro combate. Israel cayó derrotado delante de los filisteos, y unos cuatro mil hombres fueron muertos en el frente de batalla, en campo abierto.
Cuando el pueblo regresó al campamento, los ancianos de Israel dijeron: "¿Por qué el Señor nos ha derrotado hoy delante de los filisteos? Vayamos a buscar a Silo el Arca de la Alianza del Señor: que ella esté presente en medio de nosotros y nos salve de la mano de nuestros enemigos".
El pueblo envió unos hombres a Silo, y trajeron de allí el Arca de la Alianza del Señor de los ejércitos, que tiene su trono sobre los querubines. Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí, acompañaban el Arca.
Cuando el Arca de la Alianza del Señor llegó al campamento, todos los israelitas lanzaron una gran ovación y tembló la tierra.
Los filisteos oyeron el estruendo de la ovación y dijeron: "¿Qué significa esa estruendosa ovación en el campamento de los hebreos?". Al saber que el Arca del Señor había llegado al campamento,
los filisteos sintieron temor, porque decían: "Un dios ha llegado al campamento". Y exclamaron: "¡Ay de nosotros, porque nada de esto había sucedido antes!
¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de este dios poderoso? Este es el dios que castigó a los egipcios con toda clase de plagas en el desierto.
¡Tengan valor y sean hombres, filisteos, para no ser esclavizados por los hebreos, como ellos lo fueron por ustedes! ¡Sean hombres y luchen!"
Los filisteos libraron batalla. Israel fue derrotado y cada uno huyó a sus campamentos. La derrota fue muy grande, y cayeron entre los israelitas treinta mil hombres de a pie.
El Arca del Señor fue capturada, y murieron Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí.

Salmo 44(43),10-11.14-15.24-25. 
Pero ahora nos rechazaste y humillaste:
dejaste de salir con nuestro ejército,
nos hiciste retroceder ante el enemigo
y nuestros adversarios nos saquearon.

Nos expusiste a la burla de nuestros vecinos,
a la risa y al escarnio de los que nos rodean;
hiciste proverbial nuestra desgracia
y los pueblos nos hacen gestos de sarcasmo.

¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
¿Por qué ocultas tu rostro
y te olvidas de nuestra desgracia y opresión?


Evangelio según San Marcos 1,40-45. 
Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme".
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado".
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:
"No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio".
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.