martes, 2 de agosto de 2016

Religiosa que salvó de morir relata ataque de ISIS a iglesia en Francia

La hermana Danielle, una de las dos religiosas que fue mantenida como rehén por los terroristas del Estado Islámico (ISIS) en una iglesia de Francia, fue quien logró escapar en un momento de descuido de los fundamentalistas y alertar a la policía, sin embargo esta no pudo llegar a tiempo para salvar la vida del P. Jacques Hamel de 84 años.

En declaraciones a la radio RMC, la religiosa relató el hecho que provocó la muerte del primer sacerdote a manos del ISIS en Europa y que dejó a otra persona gravemente herida.
“No pensé que iban a irse sobre Jacques. Era todavía al alba. Él estaba de pie ante el altar, ellos lo obligaron a ponerse de rodillas y luego empezó a resistirse. Cuando vimos el cuchillo en la mano derecha me dije, ‘bueno, es seguro que allí algo va a pasar´”, señaló la religiosa.
La hermana Danielle dijo que aunque con la otra religiosa y dos fieles presentes gritaban a los terroristas que se detuvieran, estos siguieron adelante. “Ellos gritaban ‘ustedes los cristianos nos suprimen’”. "Se grabaron en vídeo. Hicieron una especie de sermón en torno al altar en árabe. Fue horroroso", expresó.
Sobre el sacerdote, indicó que venía a celebrar su Misa en la iglesia de Saint Etienne du Rouvray, en Normandía. “Era un cura extraordinario, es todo lo que puedo decir. El padre Jacques es muy grande”, afirmó.

Por qué deberías intentar rezar una coronilla de la Divina Misericordia La misericordia tiene una manera de llegar hasta el fondo que todos necesitamos, especialmente ahora


Jesús de la Divina Misericordia 2



Yo estaba alejada de la Iglesia cuando empezó a hacerse popular la devoción de la Divina Misericordia. Recuerdo a un colega editor haciendo referencia a la recién canonizada santa Faustina Kowalska, preguntando “¿santa quién?”.
La primera vez que contemplé la imagen de Jesús de la Divina Misericordia quedé menos que impresionada. Confieso que pensé que era algún tipo de obra de arte como las que se venden junto a pinturas de Elvis sobre terciopelo o de perros jugando al póker.
Nada de esto me predisponía a abrirme a lo que para mí era una práctica devocional desconocida, rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.
Pero la misericordia, a diferencia de la economía, se abre camino indefectiblemente, encuentra las grietas en los corazones que se volvieron duros y cínicos, y los reblandece y prepara para la curación.
A través de la misericordia de amigos míos, fui a Roma como peregrina en 2010. Nuestra primera misa matinal se celebró en la iglesia Santo Spirito in Sassia, un espléndido templo justo al lado del Vaticano, consagrado por san Juan Pablo II a la Divina Misericordia.
Y allí estaba Esa Imagen, en un cartel que se elevaba por encima de nuestro grupo de peregrinos.
Yo seguía separada de la Iglesia por entonces, así que me abstenía de comulgar. Pero aquella mañana sentí un anhelo profundo y auténtico de regresar. Así obra la misericordia, ablandando e invitando.
Y sí volví a la Iglesia, en el Adviento de 2010, movida inexorablemente por el fruto de aquella peregrinación.
Sin embargo, aunque encontré una dicha renovada en las prácticas que una vez abandoné –el rosario, la Adoración–, no sentía ninguna llamada a explorar la Divina Misericordia.
Luego, otra peregrinación en 2012, esta vez a los santuarios marianos de Portugal, España y Francia, me puso en compañía de peregrinos que tenían el hábito de rezar regularmente la Coronilla de la Divina Misericordia: todos los días, a las 3 pm, la hora (tradicionalmente asociada con el momento de la muerte de Jesús en la cruz) que santa Faustina denominó “la hora de la misericordia”.
Nuestro grupo empezaba a rezar la coronilla todos juntos cada día a las tres, deteniéndonos allá donde estuviéramos o uniéndonos en oración en los autobuses.
En la catedral de la Almudena en Madrid, nuestro director de la visita arregló que se hiciera una grabación de nuestra oración, conducida por una joven peregrina filipina que estaba discerniendo su vocación a la vida religiosa.
Al final del viaje, recibimos copias en CD de la grabación, para que pudiéramos revivir la experiencia de nuevo en nuestros hogares.
Las oraciones de la coronilla, compuestas por santa Faustina, son sencillas y poco sentimentales, se centran en la ofrenda de los sufrimientos de Jesús como expiación del pecado personal y global, e imploran a Dios a que “tenga misericordia de nosotros y del mundo entero”.
La repetición de esta letanía –Señor, ten piedad, Kyrie eleison– es una de las oraciones más antiguas de la Iglesia, Oriental y Occidental, y nunca está desfasada.
En especial ahora, sobre todo ahora. La sugerencia de esta semana para actuar con misericordia, conforme a este Año Jubileo —Reza una Coronilla de la Divina Misericordia camino del trabajo o de vuelta a casa—  es una forma sencilla de presentar ante Dios nuestra necesidad, y la del mundo entero, de que se filtre en nosotros la misericordia, de que sintamos su efervescencia en nosotros.
Si nunca has rezado la Coronilla de la Divina Misericordia, este podría ser un buen momento para conocerla.
Para los que no estén familiarizados con las coronillas, constan de grupos de oraciones que se van contando en círculos de cuentas.
La Coronilla de la Divina Misericordia usa las cuentas de un rosario dominico estándar (de 5 decenas).
Después de una oración inicial opcional y las oraciones tradicionales rezadas sobre la cruz y las cuentas introductorias, la coronilla consiste en 5 “decenas” de oración e intercesión. En las cuentas de Padre Nuestro, rezamos:
“Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, en expiación de nuestros pecados y los del mundo entero”.
Y en cada una de las diez cuentas de cada decena, rezamos:
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
La coronilla cierra con la oración “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero”, tres veces, y luego oraciones de cierre opcionales. (Para más información sobre cómo rezar la coronilla, haz clic aquí).
Puedes rezar la Coronilla de la Divina Misericordia, como un rosario, a solas o en grupo, en silencio o en voz alta, usando las cuentas o contando con los dedos.
Si vas y vuelves del trabajo acompañado, podéis rezar juntos. Si vas conduciendo a solas, puedes rezar con una grabación.
La coronilla es fácil de rezar en transporte público (doy fe de ello) y, además, aquello que veas a través de las ventanas del autobús o en los rostros de tus compañeros de tren puede moverte a pedir la misericordia de Dios con mayor fervor si cabe.
Pruébalo. Como quien dice, daño no va a hacerte.

Martes de la decimoctava semana del tiempo ordinario

Libro de Jeremías 30,1-2.12-15.18-22. 
Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos:
Así habla el Señor, el Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que yo te he dirigido,
Porque así habla el Señor: ¡Tu herida es incurable, irremediable tu llaga!
Nadie defiende tu causa, no hay remedio para tu herida, tú ya no tienes cura.
Todos tus amantes te han olvidado, no se interesan por ti. Porque yo te he golpeado como golpea un enemigo, con un castigo cruel, a causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves.
¿Por qué gritas a causa de tu herida, de tu dolor incurable? A causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves, yo te hice todo esto.
Así habla el Señor: Sí, yo cambiaré la suerte de las carpas del Jacob y tendré compasión de sus moradas; la ciudad será reconstruida sobre sus escombros y el palacio se levantará en su debido lugar.
De allí saldrán cantos de alabanza y risas estridentes. Los multiplicaré y no disminuirán, los glorificaré y no serán menoscabados.
Sus hijos serán como en los tiempos antiguos, su comunidad será estable ante mí y yo castigaré a todos sus opresores.
Su jefe será uno de ellos y de en medio de ellos saldrá su soberano. Yo lo haré acercarse, y él avanzará hacia mí, porque si no, ¿quién se atrevería a avanzar hacia mí? -oráculo del Señor-
Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.



Salmo 102(101),16-18.19-21.29.22-23. 
Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria.

Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.

Los hijos de tus servidores tendrán una morada
y su descendencia estará segura ante ti,
para proclamar en Sión el nombre del Señor
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan los pueblos y los reinos,
y sirvan todos juntos al Señor.




Evangelio según San Mateo 14,22-36. 
En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".
Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua".
"Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame".
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".
Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret.
Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos,
rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.



Leer el comentario del Evangelio por : Isaac el Sirio  
Caminar sobre las aguas, atravesar el fuego