lunes, 21 de agosto de 2017

4 consejos de Fernando Casanova para la defensa de la fe católica ante los ataques

El expastor protestante pentecostal convertido al catolicismo, Dr. Fernando Casanova, dio a conocer 4 consejos para los católicos que busquen defender su fe ante insultos y amenazas de personas que critican la religión católica.
En diálogo con ACI Prensa el reconocido conferencista internacional, doctor en teología y conductor de las series de EWTN “Defiende tu Fe” y “Estoy en casa”, quiso dar a conocer estas pautas luego de revelar hace poco que no solo recibió ataques de miembros de iglesias protestantes formadas de manera “rabiosamente anticatólica”, sino también de varios católicos que lo tildaron de “fanático conservador”, “apóstata liberal” y por no promover o aceptar una nueva “revelación”.
Aquí los 4 consejos del Dr. Fernando Casanova:
1. Paciencia
“No se trata de que los católicos estemos equivocados o que la Biblia diga tal cosa; se trata del prejuicio (hacia el catolicismo). Se debe tener paciencia para tener la calma, la claridad de mente y análisis, para traslucir la mansedumbre y humildad de Jesucristo que al fin de cuenta manifiesta su verdad y autoridad”, indicó el Dr. Casanova
2. Formación
El conferencista internacional destacó que la “formación incluye saber” y por ende “informarse”, sin embargo, eso no es todo.
“Por supuesto que hay que aprender y tener datos, contenidos; hay que estudiar, investigar, consultar. Pero es algo más. Formación del carácter cristiano; formación y prácticas y vivencias espirituales. Se trata de que vean un paquete completo, que no haya contradicción, de convencer con la palabra y con el carácter”, indicó.
En ese sentido, dijo que “la palabra es lo que se dice, lo cual podría disuadir, pero el ejemplo, el testimonio, la actitud, convencen y arrasan”.
“Primero, espiritualidad de verdad: católica, sólida, madura, sinceramente humilde. Luego los libros, estudios y esas cosas. Permítame aquí otra máxima: ‘no se puede dar lo que no se tiene’”, afirmó el conductor de series de EWTN.
3. Testimonio
El Dr. Casanova reiteró que una persona bien formada siempre “es de buen testimonio”, porque así “verían en nosotros al mejor cristiano posible”.
Asimismo, se refirió el testimonio que se relata a otros, por ejemplo, “pueden ser cosas milagrosas incluso, restituciones, sanaciones, eventos elocuentes de aprendizaje y crecimiento espiritual”.
“Yo uso, como es sabido, acontecimientos de mi vida pasada y presente, y testimonios de otras personas también, que demuestran la pertinencia y veracidad de nuestra fe y del poder que dispensa la Iglesia”, destacó el Dr. Casanova, quien añadió la importancia de validar lo dicho utilizando la correcta doctrina y la Biblia.
“Esta es mi arma secreta. Los que estamos en esto debemos considerar esta oración mariana de forma especialísima. Es una devoción de mucha piedad que despierta el fervor y provee muchos frutos espirituales y apostólicos”, afirmó el doctor en teología.
En ese sentido, recordó “la Virgen entregó personalmente el Rosario a Santo Domingo de Guzmán como un arma poderosísima para la conversión de los que no estaban en comunión con la Iglesia”.
Por tal motivo, recomendó “a todos, pero en especial a los que estamos en diálogo o expuestos, y a nuestros pastores también, que recen devotamente el Rosario todos los días”.
“Que pidan, entre otras intenciones, la conversión de esos hermanos en cuestión, y la santificación de nosotros los fieles de la Iglesia”, concluyó.

¿Cómo ayudar a nuestros padres ancianos?


“Cuando mis padres envejezcan”, obra de Annie y Claude Beauducel, trata el tema delicado del acompañamiento de los padres cuando ya son ancianos, apoyándose en la experiencia personal de los autores, en testimonios contundentes y en la Palabra de Dios

Llega un momento en que nos vemos impotentes o desvalidos ante el envejecimiento de nuestros padres, y quizás indecisos o incapacitados en cuanto a las medidas más apropiadas para su bienestar. Esta pequeña guía práctica y espiritual tiene el propósito de ayudar a esta generación a atravesar este delicado periodo, orientarla en el discernimiento de la mejor decisión según cada situación particular.

Una pareja de autores motivados por una gran fe cristiana y por la generosidad

Annie y Claude Beauducel son miembros de la Comunidad de Emmanuel desde 1977 y a menudo han sido invitados a ofrecer su testimonio sobre el acompañamiento y cuidado de sus padres en su ancianidad.
Destacan los 13 años en los que han acogido en su propia casa a la madre de Claude Beauducel, una “convivencia a veces difícil que nos ha dado la ocasión de reflexionar sobre las relaciones intergeneracionales en el seno de nuestras familias”, escriben los autores.

El desasosiego ligado al envejecimiento de los padres

Este libro alude desde el principio a la angustia relacionada con el envejecimiento de los padres. Los hijos ven, más o menos progresivamente, que sus referentes se tambalean, su seguridad afectiva se desmorona y su tranquilidad de espíritu se escapa, tanto más en casos de distanciamiento geográfico.
Además, el envejecimiento de sus padres les recuerda su propia finitud, una idea que puede causar temor.

De la necesidad de discernir

El libro Quand mes parents vieillissent [Cuando mis padres envejezcan] plantea numerosas preguntas con el fin de ayudar al discernimiento y a la toma de decisiones, con vistas al bienestar de los padres ancianos, pero también para el de los hijos.
Decidir soluciones entre mantenerlos en casa con un servicio de ayuda personal o en una residencia para personas mayores o en un asilo con asistencia médica… dependiendo de la situación particular de cada uno. ¿Cuáles son las prioridades: la pareja, los hijos, los padres, el trabajo…? ¿Cómo conciliarlas y obtener un equilibrio sano?
El libro habla de la transformación del día a día para respetar el mandamiento divino de “honrar” a los padres hasta el final, habla de una nueva organización necesaria y del reparto de tareas entre los hermanos.

“Los ancianos siguen siendo personas”

Así, los autores hacen un llamamiento a la paciencia, al respeto y a la compasión hacia nuestros mayores. Claude Beauducel subraya la convicción íntima que comparten y que sostiene su obra: “Los ancianos siguen siendo personas. Conservan su dignidad como personas, sea como sea la disminución eventual de sus facultades”.

De la necesidad de perdonar

El libro habla de perdón. ¿Cómo conseguir perdonar a nuestro padre o nuestra madre cuando hay heridas, antiguas o recientes, cuando se dan casos de favoritismos quizás más flagrantes a medida que los padres envejecen, en casos de falta de reconocimiento o de ingratitud…?

Una invitación a abandonarse en las manos del Señor

Annie y Claude Beauducel están convencidos de una cosa: todas estas inquietudes, las conmociones, las dudas, totalmente legítimas todas, pueden atenuarse e incluso desaparecer si vivimos en la oración, en la gracia de los sacramentos de la reconciliación y de la unción de enfermos, en una confianza en Dios y en un abandono entre las manos del Señor, porque Él nos ilumina, si se lo pedimos, sobre las decisiones que tomar y nos ayuda a superar estos desafíos.
El libro contradice a Chateaubriand, a De Gaulle y a nuestras coquetas abuelas: en efecto, ¡la vejez no es un naufragio! Es el cumplimiento de su vocación, el camino hacia el encuentro con el Padre, vivido con tanta más calma si es con la impronta de la solidaridad familiar y la esperanza en Dios.
Claude Beauducel continúa con la metáfora marina destacando: “No es un naufragio, más bien al contrario, es una arribada a puerto”. Depende de nosotros ayudarles a atracar apaciblemente.

Lunes de la vigésima semana del tiempo ordinario


Libro de los Jueces 2,11-19. 

Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos del Señor y sirvieron a los Baales.
Abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había hecho salir de Egipto; fueron detrás de otros dioses - los dioses de los pueblos vecinos - y se postraron delante de ellos, provocando así la indignación del Señor.
Abandonaron al Señor para servir a Baal y a Astarté.
Por eso, la ira del Señor se encendió contra Israel: él los puso en manos de salteadores, que los despojaron; los entregó a los enemigos que tenían a su alrededor, y no pudieron oponerles resistencia.
En todas las campañas, la mano del Señor se ponía en contra de ellos para hacerles mal, como el mismo Señor lo había dicho y jurado. Así se encontraron en una situación muy angustiosa.
Entonces el Señor suscitaba jueces, que salvaban a los israelitas del poder de los salteadores.
Pero los israelitas no escuchaban a sus jueces, sino que se prostituían, yendo detrás de otros dioses y postrándose delante de ellos. Se desviaban muy pronto del camino seguido por sus padres, que habían obedecido los mandamientos del Señor. Ellos, en cambio, no hacían lo mismo.
Cuando el Señor les suscitaba jueces, estaba con el juez y los salvaba de las manos de sus enemigos mientras vivía el juez, porque se compadecía de los gemidos que les provocaban sus opresores y perseguidores.
Pero cuando moría el juez, volvían a pervertirse más aún que sus antepasados: iban detrás de otros dioses para servirlos y postrarse delante de ellos, sin renunciar en nada a sus malas acciones y a su conducta obstinada.

Salmo 106(105),34-35.36-37.39-40.43ab.44. 
No exterminaron a los pueblos
como el Señor les había mandado;
se mezclaron con los paganos
e imitaron sus costumbres;

rindieron culto a sus ídolos,
que fueron para ellos una trampa.
Sacrificaron en honor de los demonios
a sus hijos y a sus hijas;

Se mancharon con sus acciones
y se prostituyeron con su mala conducta;
por eso el Señor se indignó contra su pueblo
y abominó de su herencia.

El Señor los libró muchas veces,
pero ellos se obstinaron en su actitud,
Sin embargo, él miró su aflicción
y escuchó sus lamentos.


Evangelio según San Mateo 19,16-22. 
Luego se le acercó un hombre y le preguntó: "Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?".
Jesús le dijo: "¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos".
"¿Cuáles?", preguntó el hombre. Jesús le respondió: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio,
honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo".
El joven dijo: "Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?".
"Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".
Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes.