viernes, 30 de septiembre de 2016

¿Rezar en público incomoda a los demás? Unas cuantas estadísticas a propósito de las profesiones públicas de fe


Jóvenes rezan en un restaurante



Después de toda la polémica a propósito del uso del burkini en las playas del Mediterráneo (que condujo, además, a una discusión acerca del uso del hábito de las monjas católicas en los balnearios públicos) y de una nueva (y muy necesaria) ola de reflexión a propósito de la obligatoria laicidad del Estado y del secularismo contemporáneo, Leah Libresco (un joven escritor de temas religiosos para FiveThirtyEight), decidió lanzar una encuesta.
Tomando en cuenta que, generalmente, la libertad de culto se entiende como un asunto privado, limitado a ciertos espacios y momentos (esto es, suponer que las propias convicciones religiosas son un asunto que va exclusivamente de la casa a la iglesia y que no infieren en cuestiones de, por ejemplo, políticas públicas), Libresco quiso averiguar qué tipo de manifestaciones públicas de las propias convicciones religiosas incomodaban realmente a los demás.
Quizá porque, en más de una manera, la prohibición del burkini en los balnearios franceses tenía poco que ver con un asunto religioso, y más con un problema coyuntural.
En líneas generales, los cristianos sobreestimaron los efectos que una manifestación pública de fe podría tener sobre alguien más: el 57% de los cristianos encuestados respondieron que no creían que alguien que viese algún distintivo religioso (digamos, un crucifijo, o un rosario) se sentiría incómodo por ello, cuando más de las tres cuartas partes de ateos o agnósticos encuestados dijeron que eso no los incomodaba en lo más mínimo.
Además, el 62% de los agnósticos y ateos encuestados dijeron que ver a alguien rezando el Rosario en el metro (o en cualquier lugar público) no les causaba ningún tipo de molestia; en cambio un 58% de cristianos que supusieron que podrían incomodar a alguien si lo hiciesen.
En conclusión: sí; puedes dar las gracias a Dios antes de comer en un restaurant. Sólo un 38% de personas podrían pensar que eso es, de algún modo, “inapropiado”.

Viernes de la vigésima sexta semana del tiempo ordinario


Libro de Job 38,1.12-21.40,3-5. 

El Señor respondió a Job desde la tempestad, diciendo:
«¿Has mandado una vez en tu vida a la mañana, le has indicado su puesto a la aurora,
para que tome a la tierra por los bordes y sean sacudidos de ella los malvados?
Ella adquiere forma como la arcilla bajo el sello y se tiñe lo mismo que un vestido:
entonces, a los malvados se los priva de su luz y se quiebra el brazo que se alzaba.
¿Has penetrado hasta las fuentes del mar y has caminado por el fondo del océano?
¿Se te han abierto las Puertas de la Muerte y has visto las Puertas de la Sombra?
¿Abarcas con tu inteligencia la extensión de la tierra? Indícalo, si es que sabes todo esto.
¿Por dónde se va adonde habita la luz y dónde está la morada de las tinieblas,
para que puedas guiarla hasta su dominio y mostrarle el camino de su casa?
¡Seguro que lo sabes, porque ya habías nacido y es muy grande el número de tus días!
Y Job respondió al Señor:
¡Soy tan poca cosa! ¿Qué puedo responderte? Me taparé la boca con la mano.
Hablé una vez, y no lo voy a repetir; una segunda vez, y ya no insistiré.»

Salmo 139(138),1-3.7-8.9-10.13-14ab. 
Señor, tú me sondeas y me conoces,
tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso,
te das cuenta si camino o si descanso,

y todos mis pasos te son familiares.
¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú;

si me tiendo en el Abismo, estás presente.
Si tomara las alas de la aurora
y fuera a habitar en los confines del mar,
también allí me llevaría tu mano

y me sostendría tu derecha.
Tú creaste mis entrañas,
me plasmaste en el seno de mi madre:
te doy gracias porque fui formado

de manera tan admirable.

Evangelio según San Lucas 10,13-16. 
¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza.
Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.
El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.







Leer el comentario del Evangelio por : Santa Catalina de Génova