lunes, 29 de octubre de 2018

3 Consejos de Santa Faustina para salir victorioso en el Combate Espiritual

 
hombre besando crucifijo de metal foto color sepia

Santa Faustina fue una gran guerrera espiritual y nos anima hoy a prepararnos para la batalla espiritual que amenaza nuestra alma

 

Fortalécete para la lucha: Palabras de Jesús a Santa Faustina Kowalska (Diario 1,145)
Santa Faustina Kowalska fue ciertamente un alma muy talentosa y llena de dones. Ella tuvo una gran sabiduría en cuanto a la vida espiritual y lo recibió todo de la mano de Dios.
San Juan Pablo II tuvo una gran devoción hacia ella y usó toda su influencia para promover la cause de su canonización. Él sabía que sus escritos y su ejemplo serían un faro de esperanza en un mundo nublado y oscuro.
En particular, 
 

Santa Faustina Kowalska fue una gran guerrera espiritual y nos anima hoy a prepararnos para la batalla espiritual que amenaza nuestra alma

 
. Ella nos da tres consejos que nos ayudarán grandemente para ganar la guerra: confiar, preparar y orar.

1.- Confiar

"[Cuando el alma recibió mucha luz y muchas inspiraciones]… ella sabe que, para ser fiel, tendrá que exponerse a distintas dificultades más de una vez, pero ella confía en Dios y gracias a esta confianza llega allí a donde Dios la llama. Las dificultades no la espantan… como al soldado que continuamente está en el combate, no le espanta el tronar de los cañones. [Está] lejos de asustarse, pero agudiza los oídos, de qué lado ataca el enemigo, para vencerlo." (Diario, Cuaderno 1, 145, énfasis añadido)
Santa Faustina Kowalska nos anima a confiar en Dios, especialmente en las numerosas pruebas y dificultades de la vida.
Si confiamos en Él, no temeremos a las batallas que enfrentemos, sino que en cambio seremos fortalecidos y estaremos listos a enfrentar todo lo que se nos venga.
No es una coincidencia que Jesús tiene la inscripción debajo de la imagen de la Divina Misericordia "Jezu, ufam Tobie" – "Jesús, en Ti confío".

2.- Preparar

"Durante el tiempo de la paz el alma hace esfuerzos al igual que en el tiempo de la lucha. Tiene que ejercitarse mucho, porque de lo contrario ni hablar de la victoria. El tiempo de la paz lo considero como el tiempo de preparación para la victoria. Tiene que vigilar continuamente, vigilancia y, una vez más, vigilancia." (Diario, Cuaderno 1, 145, énfasis añadido)
Santa Faustina nos anima a continuar preparándonos para la batalla espiritual, especialmente en los momentos de paz y de gracia. Puede que seamos tentados (durante un período en el cual las tentaciones son pocas) a bajar nuestra guarda y a quedarnos donde estamos.
Un buen guerrero nunca detiene su entrenamiento y un atleta exitoso nunca cesa de practicar. Si un buen guerrero detuviese su entrenamiento durante el tiempo de paz, sus músculos no estarían preparados para el momento de la batalla cuando ésta comenzara. De igual forma sucede en la vida espiritual.

3.- Orar

"Oración – A través de la oración el alma se arma para enfrentar cualquier batalla. En cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar. Tiene que rezar el alma pura y bella, porque de lo contrario perdería su belleza; tiene que implorar el alma que tiende a la pureza, porque de lo contrario no la alcanzaría; tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente; tiene que orar el alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder levantarse. Y no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda gracia fluye por medio de la oración." (Diario, Cuaderno 1, 146, énfasis añadido)
Santa Faustina Kowalska nos invita a todos a orar sin importar el estado de nuestras vidas. Tanto santos como pecadores deben orar, ya que Dios nos da la fuerza necesaria para soportar cada prueba. Sin una vida de oración, somos como peces fuera del agua.
Sigamos el ejemplo de Santa Faustina y confiemos, preparémonos y oremos. Sólo así estaremos más cerca de la victoria final.

Lunes de la trigésima semana del tiempo ordinario

Evangelio según San Lucas 13,10-17.

Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga.
Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera.
Jesús, al verla, la llamó y le dijo: "Mujer, estás curada de tu enfermedad",
y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud: "Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado".
El Señor le respondió: "¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber?
Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?".
Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.